Víctor Cardona Galindo
El grupo, ya con Genaro huyó en una
automóvil a toda velocidad, tras de ellos salió el 49 Batallón de Infantería,
eran dos secciones de militares al mando del mayor Ángel Román León Pérez. Y en
el puente que se encuentra en la prolongación de las calles de Álvarez
encontraron un coche, abandonado, modelo 63, marca Ford Galaxie placas 70-70-B,
azul oscuro. En ese lugar los Cívicos dejaron el vehículo y se fueron a caballo.
Huyeron por toda la ribera del río hasta llegar a la colonia Guadalupe,
dirigiéndose posteriormente al camino a Huamaxtla.
Más tarde en su huida las Cívicos
cayeron, en Icatepec, en una emboscada
que les tendieron los militares de 49 Batallón Infantería y se dio un
sangriento enfrentamiento, el primero de la nueva guerrilla guerrerense. El
enfrentamiento comenzó a las tres de la tarde y al oscurecer todavía se escuchaban
los disparos de los soldados.
En el tiroteo Ceferino Contreras salió
herido por un balazo que rebotó de una piedra y prácticamente le destrozó la
rodilla. Su hijo Donato se quedó cuidándolo un momento pero luego lo cubrió con
piedras para que los guachos no lo encontraran mientras él iba en busca de
medicamentos para curarlo. Pero los soldados dieron con el herido, y después de
ser detenido, en la cárcel le sacaron de la rodilla las esquirlas de la bala.
El resultado final del rescate de Genaro
son dos Cívicos fallecidos, Filiberto Solís y Roque Salgado; dos heridos:
Ceferino Contreras y José Bracho. Por parte del gobierno; dos policías muertos
y no se sabe el número de bajas que tuvo el Ejercito. Con los Cívicos iban dos
arrieros, que les rentaron los caballos, uno de ellos también murió en el
enfrentamiento y al otro se lo llevaron detenido los soldados.
Al caer en la emboscada Filiberto Solís murió en los primeros tiros,
mientras Roque Salgado, que ya estaba herido, se quedó peleando hasta morir
cubriendo la retirada de sus compañeros. Genaro se perdió en el monte, Pedro
con un R-15 y Abelardo con un M-1, alcanzaron hacer fuego, pero fueron
Ceferino, Donato y Roque quienes se quedaron a hacer la contención. Pedro
sentía como las tecatas de las
piedras le daban en el cuerpo, ente la lluvia de balas que les disparaban los
soldados.
Perdidos en el monte, por la noche
tenían sed y se ponían arena en la boca para refrescarse. Los noveles
guerrilleros no llevaban agua ni abastecimiento, al día siguiente desde temprano
dos aviones comenzaron a sobrevolar rozando el monte sobre el área donde caminaban.
Pedro Contreras y Abelardo Velázquez se escondieron en un horno de cal, ahí
pasaron el siguiente día del enfrentamiento. Por la noche bajaron a mojar las
camisas a un arroyito para calmar la sed y retomaron la caminata. Los otros
combatientes llegaron a tomarse sus propios orines durante la persecución porque
el agua es escasa en esa zona.
Habían quedado con Genaro que en caso de
una dispersión se reunirían en Coatepec Costales. Al tercer día, Abelardo y
Pedro se escondieron en una cuevita donde a Abelardo le pico un alacrán y lo
trabó. Por la noche volvieron al ojo de agua para mojar las camisas. El método
era sencillo mojaban las camisas y seguían caminado, cuando sentían sed las
exprimían en la boca. Como a los cinco días de andar a salto de mata, estaban
ya estaban muy castigados por el hambre cuando les llegó la salvación.
Desde su escondite vieron pasar a un
niño, al que le pidieron llamara a su papá. El señor les llevó un bastimento
con un bule de dos pansas lleno de agua. Este campesino, que resultó partidario
de Celestino
Gazca (gazquista),
los llevó a una cueva que él utilizó en un tiempo que anduvo de malas. Ahí los
tuvo escondidos, les llevaba de
bastimento chile verde de árbol machucado, con frijol y tortillas.
Al sexto día de la fuga de Genaro y del
enfrentamiento con los militares, el señor los llevó a su casa. Todos en ese
pueblito eran gazquistas y estaban armados con escopetas cuaxcleras. Llegaron a la
comunidad con los pies pelados y espinados porque usaban guaraches. En esos
cerros hay muchas espinas y sin el calzado adecuado es difícil caminar. Además
parecían pordioseros porque las piedras y la maleza les habían raído las ropas.
Cinco días permanecieron cuidando la
entrada al pueblo con las armas en la mano por si iban los soldados y curándose
las heridas con sebo caliente. Cuando ya estuvieron curados, entonces
desarmaron los rifles, los metieron en un costal, se disfrazaron de compradores
de marranos y salieron del pueblo para contactar a Genaro. Los fugitivos
perdieron la noción del tiempo pero Pedro Contreras considera que como a los
diez días arribaron al pueblo de Coatepec, cuando se realizaba la fiesta del
Santo Patrono. Aprovechando la celebración Pedro y Abelardo tocaron la
guitarra. Los del pueblo recibieron con entusiasmo y les dieron de comer mole y
chicharrones con frijoles. Todos estaban borrachos, poca atención pusieron a la
condición de los visitantes.
El mayordomo de la fiesta era Cívico y era
también el contacto para llegar hasta Genaro Vázquez, a quien encontraron al
amanecer. El líder Cívico estaba tapado con un gabán y tenía los labios
reventados, porque en el tiempo que no encontró agua, se pegaba las tecatas de los árboles para calmar la
sed y la savia le dañó los labios. Al día siguiente un guía del pueblo los
llevó hasta pasando el Balsas, desde ahí comenzaron a escalar la sierra. Pasaron
por las faldas de Teotepec hasta llegar a los pueblos de la sierra de Atoyac.
Los Cívicos llegaron a tener mucho
respaldo popular en Atoyac e Iguala muchas bardas estaban pintadas con
consignas “Libertad a Genaro Vázquez”, “Viva la LARSEZ”, “Vivan los Cívicos”,
“Viva la ACG”. Ya en la sierra los revolucionarios
acordaron cambiarle el nombre a la Asociación Cívica Guerrerense y la llamaron
Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR).
Aunque
en Atoyac desde 1967 las cosas venía complicándose a raíz de la masacre del 18
de mayo de 1967. Los hechos que se
sucedieron le echaron más leña a la caldera, el 6 de noviembre de 1968, fue
asaltado el alcalde Manuel García Cabañas, en la calle principal de Atoyac. Los
asaltantes usaron armas de ráfagas y en el tiroteo resultó muerto su hermano
Miguel García Cabañas, y el primer edil salió herido de las dos piernas por eso
el 18 de diciembre de ese año renunció al cargo.
La gente concluyó en ese tiempo, que el
ataque venía de San Jerónimo de Juárez en respuesta a que el 2 de enero de 1967
a las 7:30 horas de la noche fue asesinado Rogelio Torreblanca, hermano del
alcalde de San jerónimo Isabel Torreblanca, el responsable fue el asesor
jurídico de Ayuntamiento Rogelio Juárez Godoy quien venía en compañía de Manuel
García Cabañas y otros funcionarios. Los hechos fueron en el entronque de la Y
Griega.
También desde 1967 el Ejército había
iniciado la primera campaña contra la guerrilla con rondines “pacíficos” y con
el pretexto de acciones “humanitarias” de carácter médico o deportivo para
ganarse la confianza de los pobladores de la sierra. La segunda campaña la puso
en marcha, cuando ya Genero estaba en la sierra en 1968, el gobierno recurrió a
los grupos paramilitares, integrados por guardias blancas de los
caciques, y los soldados incursionaron violentamente en los pueblos de la
sierra, así comenzaron las desapariciones forzadas.
El 7 de marzo de 1969 comenzó a circular
un volante de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento que decía: “Compañeros
campesinos; alístense para defender sus vidas y para luchar por la justicia de
los pobres. El partido de los ricos es el PRI y fue formado para defender al
rico, por eso los pobres debemos formar nuestro partido, para que los
campesinos se defiendan, para unir a los estudiantes y no dejar que el gobierno
los golpee y los mate”.
“El pueblo debe formar este partido para
derrotar al PRI y que haya un gobierno revolucionario que sirva al pueblo como
Zapata y Villa lo desearon. El gobierno sigue formando grupos Judiciales para
seguir matando y desarmando campesinos”.
“En todo el estado de Guerrero las
autoridades han estado haciendo matanzas de campesinos, los matones siguen
libres y con la pistola colgada. El Atoyac la matanza del 18 de mayo la
hicieron los ricos y demás traidores que les siguen”.
“Deberían de estar en la cárcel, pero
como el gobierno es de los adinerados ellos pueden seguir matando con toda
libertad. Por lo tanto vamos haciendo justicia por nuestras propias manos”…
“Mueran los judiciales”… “Viva el Partido de los Pobres”
Para 1969 operaba en la sierra el grupo
de Samuel Araujo, La Onza un
pistolero y narcotraficante que se movía en la parte alta de la sierra,
asolando a las poblaciones y realizando tropelías.
“Por lo que respecta al grupo de Samuel
Araujo (a) La Onza, sólo se reúne cuando se trata de realizar alguna tropelía o
asalto a mano armada a cualquiera de las rancherías de la región. Samuel Araujo
es uno de los gavilleros más peligrosos, pues en diversas ocasiones ha
entablado combate con las fuerzas federales; individuo de recia personalidad e
inculto, pero con la ventaja de organizar grupos armados en menos de 24 horas y
recorrer grandes distancias, lo que hace imposible que las fuerzas federales
los ubiquen con facilidad. Recibe ayuda económica bajo presión de los
comerciantes de Tepetixtla, San Francisco del Tibor, El Porvenir y la Soledad”,
decía un informe de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales el 25
de abril de 1969, que se encuentra en el Archivo General de la Nación (AGN). A La Onza prácticamente la policía le daba,
en sus informes, el mismo tratamiento que a Lucio Cabañas y a Genaro Vázquez.
El 18 de mayo de 1969 aparecieron
pegados volantes en diferentes partes de Atoyac, mismos que fueron retirados
por la Policía Judicial. Los volantes decían:
“Sres. Gustavo Díaz Ordaz y Cartitino
Maldonado Pérez.
“Ustedes creen que aquí en Atoyac
todavía se amarran los perros con longanizas y no se las comen. No señores,
mientras ustedes en sus mesas llenas de los mejores alimentos y vinos
importados planean como mandarnos a callar y nosotros aunque sin poder comer
todo el día, por falta de dinero por no haber donde trabajar, pero aunque sea
así estamos captando los pensamientos de ustedes. Así pues señores ya no manden
a amarrar los perros con longaniza, mejor mándenos a construir algunas empresas
donde podamos ganar dinero y seguir viviendo. Ya no nos manden ejército y
judiciales con eso no nos atemorizan porque nosotros no le tenemos miedo a la
muerte, no quieran hacernos creer que quieren mucho a los atoyaquenses porque
nos mandan aquí a los 500 detectives, perdón médicos”.
“Sr. Lic. Gustavo Díaz Ordaz, para que
no nos manden detectives disfrazados de médicos. Si lo hace con el fin de ver
cuantas armas tenemos, bueno pues acuérdese que fecha nos las mandó y si
también busca propaganda en contra de usted fíjese primero si aquí en Atoyac,
ya nos repartió tierras y si ya nos mejoró el precio del café, ajonjolí, coco,
etc, motivo por el cual el pueblo está en contra del gobierno”.
“Nosotros no peleamos huesos, queremos
que se vea lo que trabajamos, queremos escuelas, empresas en que trabajar y ya
que veamos lo que le pedimos entonces tendrá derecho a vigilarnos, como buen
gobernante, eso es todo lo que queremos. Sr. Presidente”.
La policía política atribuyó este
volante a Juan García Fierro, presidente del Club de Jóvenes Democráticos de
Atoyac, a Juan Mata Severiano dirigente del Partido Comunista en la Costa
Grande, a Hilda Flores Solís a quien en todo momento identificaron como miembro
de la Asociación Cívica Guerrerense y a Samuel Adame dirigente de la Central Campesina
Independiente (CCI).
Los informes policíacos también ubicaban
como conspiradores a Pablo Tapia Valente del Bloque de Comisariados Ejidales y
síndico de Atoyac, a quien en todo momento el presidente municipal Ladislao
Sotelo Bello le echaba tierra con la policía. Responsabilizaban también a Jesús
Hipólito Rebolledo, secretario de Comité Regional Campesino, según el informe
de la Dirección de Investigaciones Políticas del 20 de mayo de 1969.
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