lunes, 21 de enero de 2019

Simón Hipólito Castro


Víctor Cardona Galindo
El escritor y periodista atoyaquense Simón Hipólito Castro tiene 84 años y vive en San Francisco California: “Ahí llegué con mi familia en 1987, huyendo de quienes no aceptaron mi pluma crítica”. Nació en la sierra de Atoyac el 28 de septiembre de 1928, en su libro Cuentos para niños preguntones explica a sus nietos: “Yo nací en un paraje serrano llamado La Mona. Bautizado así por la gente del lugar porque hay una piedra grande de color negruzco que tiene cincelada una mujer acostada, con las piernas entreabiertas y el rostro mirando al oriente. Nadie sabe en que siglo la cincelaron. Sus senos también fueron esculpidos a la perfección”.
Simón Hipólito Castro

Pasó su niñez en la comunidad de Los Tres Pasos, en esos tiempos no había escuelas en esos lugares recónditos de la selva cafetalera de Atoyac por eso aprendió las primeras letras en el silabario de San Miguel y cuando tenía 12 años: “su padre contrató a un maestro particular, llamado José Morales Ulloa, originario de Oaxaca; éste le dio clases por las noches, junto con sus hermanos, por espacio de seis meses, alumbrados con hachones, luego que regresaban del campo y cenaban”, escribió Irene Ortiz en la presentación del libro De albañil a preso político mismo que don Simón Hipólito escribió durante su estadía en una cárcel de Morelos acusado de ser guerrillero.
Don Simón Hipólito como escritor tiene en su haber los libros: De Albañil a preso político; Guerrero, Amnistía y Represión y El paciente Cero, Cuentos para niños preguntones, Virgen y viuda que son las historias que cuenta sobre su tierra y en el 2010 dio a conocer Carmelo Cortés Castro, su lucha, sus FAR, la traición… Su muerte. Como periodista ha ejercido su oficio en El Rayo del Sur y La Verdad, fue director de La Voz del Ejido un tabloide que salió a la luz pública en Atoyac el 15 de enero de 1964, colaboró en El Correo del Sur y en El Correo de Iguala, fue corresponsal de El Unomásuno y jefe de información de Notimex en Cuernavaca.
Simón Hipólito tiene el mérito de haber sido de los primeros escritores que se atrevieron a denunciar la represión que se vivió en la sierra en la década de los setentas, con su libro Guerrero, Amnistía y Represión publicado en 1982, en donde escribe la biografía precursora sobre Lucio Cabañas Barrientos y da a conocer la primera lista de los desaparecidos a raíz de la represión que desarrolló el gobierno federal contra los pueblos de la sierra para combatir a la guerrilla.
La doctora Judith Solís Téllez quien investiga la literatura de la Guerra Sucia en Guerrero, le hizo una entrevista vía internet. Ahí el escritor y ex preso político dijo su sentir y dejó clara cual fue su participación en la guerrilla de los setentas: “Me gustaría volver a Atoyac, pero las nuevas generaciones me verían como extranjero después de cerca de 50 años que abandoné el terruño. Cuando voy, los taxistas me preguntan si soy calentano o veracruzano por mi sombrero de Tlapehuala o por mi acento costeño”. Dijo que tiene entre los desaparecidos algunos sobrinos y primos. “Todos los desaparecidos me duelen hayan participado o no en la guerrilla que comandó el maestro Lucio Cabañas”.
Habló de su relación con los personajes más conocidos de la lucha de Guerrero: “Solamente en una ocasión me entrevisté con el maestro Genaro Vázquez Rojas. Esto fue en Atoyac en casa de Rogelio Juárez Godoy, que eran compañeros de lucha. Genaro formó  en  el Ticuí una organización que llamó “Liga Agraria Revolucionaria del Sur Emiliano Zapata”. En uno de sus puntos daba como una opción la lucha armada. Yo colaboraba en el semanario El Rayo del Sur, cuyo director era Rosendo Serna. En un espacio hice una crítica a la lucha armada de la organización recién creada por el maestro Genaro, quién a través de un primo hermano mío, Jesús Rebolledo Hipólito, me mandó llamar: ‘Compañero Simón, tengo en mis manos El Rayo del Sur  y he leído tus señalamientos. Si no comulgas con mi causa, no me critiques, por favor’. Y le prometí ya no criticarlo. Y hablamos de su causa revolucionaria”.
“La relación con Carmelo Cortés Castro la describo en mi libro Carmelo Cortés Castro. Su Lucha, sus FAR. La Traición… su Muerte. Mi relación con el maestro Lucio Cabañas Barrientos fue muy amplia. Fui miembro del Partido de los Pobres. No participé en alguna acción armada, mi trabajo, con el maestro Vicente Estrada Vega, que era miembro de la Dirección Político-Militar fue aglutinar miembros de comunidades de los estados de Morelos y Puebla. Ya como rebelde, solamente dos veces me entrevisté con el profesor Cabañas. Una en la sierra cuando cargaba secuestrado a Rubén Figueroa; la otra, en mi casa en Cuernavaca, Morelos”.
“En ninguno de mis libros, menciono que participé en la guerrilla socialista del Partido de los Pobres, mucho menos que por dos veces llevé a la ciudad de México comunicados guerrilleros a la revista Por Qué? que tenía sus oficinas en un extremo del Parque Lira. De los desaparecidos no llevé la denuncia a ningún tribunal nacional o internacional, envié ejemplares de mi libro Guerrero, Amnistía y Represión a los grupos de Amnistía Internacional de Alemania, Nueva York, Suiza e Inglaterra. En éste último país, AI lo tradujo al inglés y lo publicó, yo no recibí regalías, les dije que las enviaran a un preso político en Angola, a otro en Kenia y a otro en Rusia. También envié algunos ejemplares a la Federación Internacional de Juristas, cuya sede estaba en Francia y su presidente era el abogado Daniel Jacoby, entonces Procurador General de Justicia en  aquel país”.
Explicó como vive en Estados Unidos dijo que trabajó 18 años y pagó sus impuestos. Ahora, recibe una pensión de 800 dólares mensuales. Sus dos hijas y un hijo que son profesionistas le surten el refri con alimentos para cada semana. Es miembro de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos; pero como no habla inglés, no ha aceptado los trabajos que le han ofrecido diarios de San Francisco, de Chicago, Miami y de Texas. Esporádicamente, colabora en los semanarios Tiempo Latino, de San Francisco; El Mundo, de la ciudad de Oakland y Nueva Alianza, de San José. Viaja a su querido México dos veces al año.
Leer De albañil a preso político es echar un vistazo al mundo doloroso de la vida carcelaria de los años 70, observar como vivía la comunidad interna y las deficiencias del sistema pero sobretodo ver de cerca la represión de la que eran objeto los presos políticos. El libro comienza con la narración de su detención el 6 de agosto de 1975, como fue torturado e incomunicado por cuatro corporaciones policíacas en una cárcel clandestina ubicada en la casa número 10 de la calle Paricutín del fraccionamiento Los Volcanes de Cuernavaca Morelos, para que se declarara culpable de diversos delitos que lo vinculaban con la guerrilla.
Da detalles de las luchas de los presos para mejorar su vida en la cárcel. Dice que: “Cuando llega uno a la prisión anda con ‘la cola entre las patas’, tímido, buscando alguien conocido y haciendo este trabajo, aquel otro, o ése que los guardias ordenan, ya que a todo recién llegado, los guardias le dan ‘carrilla’, es decir lo castigan con trabajos forzados”.
En este libro don Simón da su opinión sobre la supuesta readaptación y comenta que “cárcel aumenta la perversidad en vez de disminuirla; combatir los efectos y no las causas (del delito) es como nadar torpemente contra la corriente… vemos multitud de jóvenes perdidos en la delincuencia, envejecer prematuramente en las cárceles y aprender en éstas toda la gama del delito, absorbiendo el medio que engendra odio y venganza hacia la sociedad”.
Hipólito Castro da su testimonio desde dentro de las mazmorras en las que estuvo: “El sonido de candados y cadenas se graba en el subconsciente como mancha indeleble cuando se encuentra uno esposado y vendado en los separos judiciales y se escucha el rechinido por las noches cuando sacan al detenido a torturarlo”.
El maestro albañil y preso político fue amnistiado el jueves 21 de diciembre de 1978, después de permanecer privado de la libertad por espacio de tres años, cuatro meses, quince días y nueve horas y media: “Luis Echeverría Álvarez le pidió al español Luis Suarez escribiera un libro a su favor y escribió: Lucio Cabañas Barrientos, el guerrillero sin esperanza. (Dice en la entrevista con Judith Solís) Por decir la verdad, tan pronto abandoné la prisión subí a la Sierra de Atoyac, recogí más de 150 datos de desaparecidos y escribí mi libro Guerrero, Amnistía y Represión que publicó la Editorial Grijalbo. No pude recabar todos los datos de desaparecidos porque fui en la época de la recolección del café y las familias estaban en sus campamentos. Subí a la Sierra en enero de 1979 y huyéndole al Ejército que todavía desaparecía, recorrí muchos poblados”.
Uno de los méritos de ese libro es que entrevista a doña Rafaela Gervasio Barrientos madre de Lucio Cabañas quien narró su detención y cautiverio: “Nos subieron a un coche, nos encapucharon y nos llevaron al campo Militar Número 1, donde permanecimos en piezas separadas por los muros, por más de un año. Nos golpearon los soldados, sólo a mi nuera no la rebajaban de ser mujer de un bandido, de un delincuente. Uno de los soldados que nos custodiaban también estaba arrestado y se portaba muy bien con nosotros, nos llevaba mandados que le pedíamos, nos quitaba la capucha cuando queríamos hacer del baño y nos decía que se dio de alta por necesidad, que estaba muy de acuerdo con las ideas de lucha de mi hijo. Cuando nos llevaban a investigación con un general, nos ponían las capuchas, a las mujeres de color azul, a los hombres las de color blanco”. Durante su cautiverio le preguntaban por las actividades de su hijo, y ahí fue donde se enteró de la muerte de Lucio.
El libro Carmelo Cortés Castro. Su lucha, sus FAR. La traición…Su muerte, dice Simón Hipólito que tiene dos fines: uno es dar a conocer la lucha traición y muerte del último jefe guerrillero de la década de los setentas de la sierra del municipio de Atoyac de Álvarez: “La lucha en la que me vi envuelto sin ser miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que comandó mi paisano y amigo Carmelo Cortés Castro. Como se preparó y llevó a cabo el asalto a Banamex La Selva, el viernes 25 de julio de 1975, en la ciudad de Cuernavaca Morelos” y dos, exhibir la política neoliberal del gobierno mexicano.
Después del asalto Carmelo Cortés se refugió en el Cerro de las Tetillas, junto con Pedro Helguera, pero por un descuido de Valentín Ontiveros Abarca que abandonó un saco en uno de los taxis robados que se usaron en el asalto la policía siguió la pista de la prenda y comenzaron a dar con los guerrilleros. Luego de su detención y la de Pedro Helguera, la policía sitió al líder de las FAR en el Cerro de las Tetillas, por eso don Simón está convencido que Carmelo Cortés murió el 5 de agosto de 1975 en el cerro de las Tetillas y que la policía lo fue a tirar al D.F. para quedarse con el dinero del asalto que Carmelo cargaba en una mochila de piel color café.
En cuanto a los otros textos: Cuentos para niños preguntones, Virgen y Viuda y sus colaboraciones en la página de los atoyaquenses en El Sol de Acapulco que dirige René García Galeana, leerlos es sumergirse en la vida de la sierra y la ciudad de Atoyac de los años 30 a los 50, ver su río limpio, la llegada del radio de pilas, las primeras sinfonolas y la carretera: “En 1940 se abrió la carretera. Cuando la brecha se acercó a Atoyac, tarde con tarde la población iba a observar las máquinas que abrían la tierra. Máquinas que algunos pobladores bautizaron con el apodo de cuchas”.
Escribe sobre las leyendas urbanas y sobre los decires que conforman el imaginario colectivo local de la época de sus años mozos, que si doña Mariana Herrera se volvió rica porque un albañil encontró en las viejas paredes de su casa un tesoro. Con ese dinero la señora se inició en la hotelería. Así nació la “Casa de Huéspedes Herrera”. Describe “que hasta principios de la década del 40, el río Atoyac era toda una belleza natural: “En el Playón del río amarilleaban las flores de los ahuejotes”. Por las mañanas hileras “de jóvenes mujeres llegaban por agua que recogían en botes que se llevaban en sus cabezas amortiguando el peso con yaguales. Del río nacieron grandes romances que terminaron en el altar de la iglesia del pueblo”. Pero eso es otra historia como dice la nana Goya.



1 comentario:

  1. Wow! Impresionante. Que descanse en Paz.

    Amazon menciona 2 de los titulos de sus libros pero no los tiene en stock y estan fuera de imprenta. Como se conseguen?

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