viernes, 4 de enero de 2019

Octaviano Santiago Dionicio VI y última parte


Víctor Cardona Galindo
De acuerdo a Juan Martínez Alvarado la vida de Octaviano Santiago Dionicio tiene varias etapas fundamentales y enumera ocho: Su infancia de la casa a la iglesia, su vida en la primaria y secundaria, su paso por Ayotzinapa y la Universidad Autónoma de Guerrero, su lucha clandestina, sus confinamientos y amnistía, su participación en la lucha democrática por la vía pacifica, su paso por la dirigencia del PRD y el ocaso simultáneo de él y la auténtica izquierda en Guerrero.
Como se puede ver en estas crónicas si acaso hemos abordado cuatro de las etapas propuestas por Martínez Alvarado y es que escribir sobre Octaviano Santiago es sumergirse en la historia de la lucha del pueblo de Guerrero en los últimos 50 años, desde el movimiento estudiantil y universitario hasta las últimas jornadas de lucha por lograr una democracia auténtica. Hoy para cerrar ésta serie de entregas hablaremos de su formación y de su última estancia en la cárcel, posteriormente hablaremos de las otras etapas de su vida.

Su formación y trabajo intelectual

“A mediados de la década de los sesenta en un día que me es imposible precisar [escribió Octaviano Santiago en el periódico Madera] llegué a la casa del tío de Lucio, Antonio Onofre, lugar muy frecuentado ya por mucho de nosotros; me sorprendí cuando el tío escarbaba en el patio de su casa para sacar algo que yo ignoraba y que me tenía intrigado. Pocos minutos después lograba el objetivo: desenterraba ollas en cuyo interior envueltos en nailon sacaban decenas de libros, que quién sabe por cuánto tiempo habría mantenido ocultos el Profesor Cabañas, dado que en ese tiempo circulaba de manera profusa una campaña contra la literatura rusa y socialista y que de manera puntual era denominada literatura comunista o subversiva. Entre los libros desenterrados, apareció uno cuyo título me impresionó y que respondía al nombre de Un hombre de verdad, de un escritor ruso,  hecho que me hizo pedirle al profesor me facilitara el libro referido. Después de advertirme los riesgos que implicaba esa lectura, me lo facilitó y con ello leí la primera novela de mi vida”.
Los libros que influyeron en la formación de Octaviano Santiago, fueron los de marxismo y la revolución cubana. Se enamoró tanto de la novela rusa y de la revolución de octubre, que se la aprendió casi de memoria. La leyó mucho y la valoró “El sólo hecho que me hubieran dicho que la guerra patria perdió 50 millones de rusos fue un impacto que a mí me dejó marcado para siempre” dijo en entrevista.
Fue esa literatura, de Máximo Gorki y libros como Banderas en las torres, Así se templó el acero que marcaron su formación ideológica. Primero conoció la novela rusa y después la novela mexicana, una de las primeras que leyó fue La sombra del caudillo “está chingona, yo creo que es la mejor de México”. Luego pasó por los textos de Ignacio  Manuel Altamirano y las memorias del general Álvaro Obregón “Me gusta porque ganó la guerra, un cabrón que gana las guerras no es cualquier pendejo”.
En esa última entrevista que le hicimos habló de la formación de un político de izquierda: “en eso no hay recetas, pero yo empezaría por toda la historia mexicana, pondría en primer lugar La sombra del caudillo”. Hizo un llamado al debate. Le preocupaba que ninguno de los candidatos de Acapulco fuera perredista sincero y que obedecieran más a la conveniencia que a la vocación de cambio. Tenía la idea de la refundación del partido y volver a los principios: “Yo siempre mantuve la idea quizá soñadora, pensé con Eloy Cisneros y otros compañeros ir a visitar a Cárdenas para decirle, reúnase con Andrés Manuel, reúnase con Amalia, reúnase con toda la cúpula vieja”.  
De los textos de su autoría que yo le conozco están El Movimiento Estudiantil Guerrerense, que es una ponencia, misma que fue publicada en 1980 en la que narra acontecimientos del movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma de Guerrero y Testimonio de un preso político que publicó en el 2002 cuando fue candidato a la presidencia municipal por el PRD en Atoyac. Ese documento se había publicado por primera vez 22 años antes: “sencillo documento de denuncia que contribuyó a desenmascarar y a evidenciar al gobierno terrorista que en aquellos años padecía el pueblo de Guerrero”.
Participó con su testimonio en los documentales: El Edén bajo el fusil que en 1982 realizó Salvador Díaz y Pedro Reygadas y Lucio Cabañas. La guerrilla y la esperanza de Gerardo Tort.
En Testimonio de un preso político dice “Mi adhesión a la corriente proletaria marxista data desde el año de 1964; es decir, siendo casi un niño. Como acontecimientos decisivos que determinaron mi temprana identificación con el pensamiento científico marxista debo mencionar los tres principales: la contundente victoria de la Revolución Socialista en Cuba en 1959; la represión brutal de que fue objeto todo el pueblo de Guerrero en los años 1960-61 y la campaña nacional electoral y de denuncia que desarrolló –entre los años 64-65—un bloque de fuerzas de izquierda que fueron capaces de conformar lo que entonces fuera denominado Frente Electoral del Pueblo”.
Luego de estar preso en Acapulco por su participación en el comando que retuvo a Jaime Farill Novelo, Octaviano Santiago logró su libertad mediante el sistema de preliberación en enero de 1976. Pero el 17 de abril de 1978 fue asesinado un ex preso político, Obdulio Ceballos Suárez y ahora sí que como dice el corrido de El Chante Luna: “la muerte se la cargaron porque el gobierno lo odiaba” por lo tanto es perseguido fuertemente por Figueroa y Acosta Chaparro.
Él iba a firmar cada semana al penal: “pero en una de esas veces que iba a firmar alguien le avisa que no vaya porque lo andan buscando y se tiró a perder” nos comenta Arturo Gallegos Nájera. Su rumbo fue la Costa Chica estuvo unos días en Cuajinicuilapa, pero lo acosaban tanto que decidió irse a Oaxaca: “horas después que salió hacia Oaxaca llegó la policía al lugar donde estaba, se salvó de milagro”.
En Putla se contactó con Florentino Loza Patiño y le pidió ayuda. En Oaxaca decidió incorporarse de nuevo a la guerrilla ahora a las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). “Florentino le brinda un buen apoyo le da dinero para que sobreviva mientras encuentra el contacto. Se va a la ciudad de México encuentra el contacto y se reincorpora otra vez”.
Luego es detenido el 30 de septiembre de 1978 en Querétaro, por azares de destino porque los policías judiciales ni siquiera sabían a quien estaban deteniendo: “Le encuentran una pistola y cuando se la quieren quitar le dice esa no porque es un recuerdo de mi padre” eso como una salida y mientras forcejeaba con los policías su compañera también miembro de las FAL logró huir. Ángel Parra Hernández era el seudónimo que utilizaba, en ese momento fue torturado hasta que fue obligado a revelar su verdadera identidad. El procurador de Querétaro lo presentó a la prensa y luego lo entregó a la Dirección Federal de Seguridad.
En 1978, Octaviano es detenido, ya como dirigente de las Fuerzas Armadas para la Liberación (FAL), en la ciudad de Querétaro y después de estar varios días en cárceles clandestinas es presentado en la cárcel pública de Acapulco, donde fue el presidente de los presos políticos, manteniendo una disciplina férrea al interior del penal, participando desde la cárcel en acciones por la defensa de la autonomía universitaria y de la educación pública, además de ser líder del Consejo General de Colonias Populares de Acapulco”, escribió Raúl Sendic García Estrada.
La Dirección Federal de Seguridad después de someterlo a brutales sesiones de tortura lo entregó a la Policía Judicial de Guerrero que en ese tiempo estaba al mando de Mario Arturo Acosta Chaparro.
Antes Agentes de la Dirección Federal de Seguridad lo llevaron a una cárcel clandestina donde comenzaron con golpear su cabeza contra la pared exigiendo que se declarara culpable de múltiples delitos: “Se me desnuda y comienzan a patearme hasta caer derribado; en esa situación se me baña con agua helada y se da inicio al martirio de los toques eléctricos en diversas partes del cuerpo, pero fundamentalmente en la región de los testículos”. Cuando estaba a punto de perder el conocimiento le suministraban cuartos de tequila como método de reanimación “Ese método se repetiría en la mayor parte de los días de tortura”.
Su testimonio es escalofriante: “Al percatarse de que a pesar de todo cuanto se me hacía no estaba dispuesto a aceptar ninguno de los delitos que ellos mismos me fabricaban, optaron por agregar más saña a sus tareas: me sumergen en agua hasta estar próximo a la asfixia, hacen simulacros de violación a mi persona, me aplican con más virulencia los toques eléctricos, me quiebran palos en la cabeza y en muchos otros huesos del cuerpo y, como corolario de esa jornada, se exprimen limones sobre mis testículos, que para esos momentos poseen un alto y peligroso grado de infección”.
Le tapaban la boca con trapos para que no se escucharan sus gritos, le oprimían los testículos ya infectados, y en los momentos de desfallecimiento le daban para que bebiera con rapidez los cuartos de tequila.
Retrocediendo un poco en el tiempo, Arturo Gallegos dice que conoció a Octaviano Santiago cuando prácticamente se incorporaba al Partido de los Pobres allá por diciembre de 1970, “tuve pocas posibilidades de conocerlo en la sierra”.
Lo conoció con el seudónimo de Francisco cuando bajó de la sierra en comisión con Carmelo Cortés Castro, Gabriel Barrientos, Francisco Fierro Loza, un guerrillero llamado Isael y Carlos Ceballos Loya a buscar fondos para apoyar el Partido de los Pobres. Después de esa comisión fueron detenido Carmelo Cortés, Gabriel Barrientos y Carlos Ceballos en el cuartel de Atoyac. Octaviano Santiago y Francisco Fierro Loza se habían quedado en Acapulco.
El comando intentó hacer una acción expropiatoria al Banco de Comercio en Acapulco en esa ocasión “Francisco” salió herido al rebotar la bala de un disparo que Carmelo Cortés hizo al piso con una pistola calibre 45 para contener al policía que resguardaba la institución. Afortunadamente la bala quedó en la espalda entre cuero y carne.
“De la acción sale herido pero no dice nada -–recuerda Arturo Gallegos-- es más bien cuando van en retirada que le dijo a Carmelo ‘camarada estoy herido’ Carmelo en plan enérgico le contesta ‘ya va a empezar con rajaciones camarada, aguántese”.
Arturo Gallegos estaba preso cuando Octaviano llegó por segunda ocasión al penal de Hogar Moderno en Acapulco e inmediatamente se sumó al colectivo de presos políticos.
En la cárcel la vida de Octaviano Santiago Dionicio siempre estuvo en peligro porque trataron de atentar contra su vida y la de los cuatro presos políticos que ahí se encontraban, incluyendo aquel que presenciara el acto. Arturo Gallegos cree que tuvieron la oportunidad de sobrevivir por el apoyo que recibieron del sector universitario y popular y por la denuncia que hicieron en la que se decían los nombres de los implicados en el atentado como: Crescenciano Barrera Soberanis, Tomas Sánchez Segredo, Crisanto Pinzón y otro de origen panameño que se llamaba Jaime Enrique Segismond Pérez quien envió un carta a los periódicos el 9 de enero de 1979 donde denunciaba que agentes policíacos vinculados al gobernador del estado le exigían que asesinara a cuatro presos políticos: Juan Islas, Arturo Gallegos, Aquilino Lorenzo y Octaviano Santiago Dionisio a cambio le otorgarían su libertad y dinero. Señaló directamente a Crescenciano Barrera Soberanis, jefe de guardias personales del Procurador General del Estado Carlos Acosta Ulises y otro llamado Crisanto Pinzón. La denuncia la hizo mediante una carta escrita con su puño y letra.  Se publicó en la revista Proceso número 123 el 12 de marzo de 1979.
Octaviano Santiago salió de la cárcel el 21 de enero de 1982 e inmediatamente se incorporó a trabajar a la Universidad Autónoma de Guerrero con una plaza de solidaridad donde trabajó como bibliotecario, lo mismo hicieron otros presos y perseguidos políticos. Desde su estatus como universitario se mantuvo activo siempre apoyando la lucha de los colonos y buscando mayor democracia.  “No cualquiera se atreve a ser como tu fuiste. Un lucero te acompañará siempre: desde niño fuiste valeroso”. Escribió Juan López. En su sepelio se oyó decir: “Octaviano luchó por forjar ese mundo armonioso de comunidad social”.




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