Víctor Cardona Galindo
De acuerdo a Juan Martínez Alvarado la vida de
Octaviano Santiago Dionicio tiene varias etapas fundamentales y enumera
ocho: Su infancia de la casa a la iglesia, su vida en la primaria y secundaria,
su paso por Ayotzinapa y la Universidad Autónoma de Guerrero, su lucha
clandestina, sus confinamientos y amnistía, su participación en la lucha
democrática por la vía pacifica, su paso por la dirigencia del PRD y el ocaso
simultáneo de él y la auténtica izquierda en Guerrero.
Como se puede ver en estas crónicas si acaso hemos
abordado cuatro de las etapas propuestas por Martínez Alvarado y es que
escribir sobre Octaviano Santiago es sumergirse en la historia de la lucha del
pueblo de Guerrero en los últimos 50 años, desde el movimiento estudiantil y
universitario hasta las últimas jornadas de lucha por lograr una democracia
auténtica. Hoy para cerrar ésta serie de entregas hablaremos de su formación y
de su última estancia en la cárcel, posteriormente hablaremos de las otras
etapas de su vida.
Su
formación y trabajo intelectual
“A mediados de la década de los sesenta en un día
que me es imposible precisar [escribió Octaviano Santiago en el periódico Madera] llegué a la casa del tío de
Lucio, Antonio Onofre, lugar muy frecuentado ya por mucho de nosotros; me
sorprendí cuando el tío escarbaba en el patio de su casa para sacar algo que yo
ignoraba y que me tenía intrigado. Pocos minutos después lograba el objetivo:
desenterraba ollas en cuyo interior envueltos en nailon sacaban decenas de
libros, que quién sabe por cuánto tiempo habría mantenido ocultos el Profesor
Cabañas, dado que en ese tiempo circulaba de manera profusa una campaña contra
la literatura rusa y socialista y que de manera puntual era denominada
literatura comunista o subversiva. Entre los libros desenterrados, apareció uno
cuyo título me impresionó y que respondía al nombre de Un hombre de verdad, de un escritor ruso, hecho que me hizo pedirle al profesor me
facilitara el libro referido. Después de advertirme los riesgos que implicaba
esa lectura, me lo facilitó y con ello leí la primera novela de mi vida”.
Los libros que influyeron en la formación de Octaviano
Santiago, fueron los de marxismo y la revolución cubana. Se enamoró tanto de la
novela rusa y de la revolución de octubre, que se la aprendió casi de memoria.
La leyó mucho y la valoró “El sólo hecho que me hubieran dicho que la guerra
patria perdió 50 millones de rusos fue un impacto que a mí me dejó marcado para
siempre” dijo en entrevista.
Fue esa literatura, de Máximo Gorki y libros como Banderas en las torres, Así se templó el acero que marcaron su
formación ideológica. Primero conoció la novela rusa y después la novela
mexicana, una de las primeras que leyó fue La
sombra del caudillo “está chingona, yo creo que es la mejor de México”.
Luego pasó por los textos de Ignacio
Manuel Altamirano y las memorias del general Álvaro Obregón “Me gusta
porque ganó la guerra, un cabrón que gana las guerras no es cualquier pendejo”.
En esa última entrevista que le hicimos habló de la
formación de un político de izquierda: “en eso no hay recetas, pero yo
empezaría por toda la historia mexicana, pondría en primer lugar La sombra del caudillo”. Hizo un llamado
al debate. Le preocupaba que ninguno de los candidatos de Acapulco fuera
perredista sincero y que obedecieran más a la conveniencia que a la vocación de
cambio. Tenía la idea de la refundación del partido y volver a los principios: “Yo
siempre mantuve la idea quizá soñadora, pensé con Eloy Cisneros y otros
compañeros ir a visitar a Cárdenas para decirle, reúnase con Andrés Manuel,
reúnase con Amalia, reúnase con toda la cúpula vieja”.
De
los textos de su autoría que yo le conozco están El Movimiento Estudiantil Guerrerense, que es una
ponencia, misma que fue publicada en 1980 en la que narra acontecimientos del
movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma de Guerrero y Testimonio de un preso
político que publicó en el 2002 cuando fue candidato a
la presidencia municipal por el PRD en Atoyac. Ese documento se había publicado
por primera vez 22 años antes: “sencillo documento de denuncia que contribuyó a
desenmascarar y a evidenciar al gobierno terrorista que en aquellos años
padecía el pueblo de Guerrero”.
Participó con su testimonio
en los documentales: El Edén bajo el fusil que en
1982 realizó Salvador Díaz y Pedro Reygadas y Lucio Cabañas. La guerrilla y la esperanza de
Gerardo
Tort.
En
Testimonio de un preso político dice
“Mi adhesión a la corriente proletaria marxista data desde el año de 1964; es
decir, siendo casi un niño. Como acontecimientos decisivos que determinaron mi
temprana identificación con el pensamiento científico marxista debo mencionar
los tres principales: la contundente victoria de la Revolución Socialista en
Cuba en 1959; la represión brutal de que fue objeto todo el pueblo de Guerrero
en los años 1960-61 y la campaña nacional electoral y de denuncia que
desarrolló –entre los años 64-65—un bloque de fuerzas de izquierda que fueron
capaces de conformar lo que entonces fuera denominado Frente Electoral del
Pueblo”.
Luego
de estar preso en Acapulco por su participación en el comando que retuvo a
Jaime Farill Novelo, Octaviano Santiago logró su libertad mediante el sistema
de preliberación en enero de 1976. Pero
el 17 de abril de 1978 fue asesinado un ex preso político, Obdulio Ceballos
Suárez y ahora sí que como dice el corrido de El Chante Luna: “la muerte se la
cargaron porque el gobierno lo odiaba” por lo tanto es perseguido fuertemente
por Figueroa y Acosta Chaparro.
Él
iba a firmar cada semana al penal: “pero en una de esas veces que iba a firmar
alguien le avisa que no vaya porque lo andan buscando y se tiró a perder” nos
comenta Arturo Gallegos Nájera. Su rumbo fue la Costa Chica estuvo unos días en
Cuajinicuilapa, pero lo acosaban tanto que decidió irse a Oaxaca: “horas
después que salió hacia Oaxaca llegó la policía al lugar donde estaba, se salvó
de milagro”.
En
Putla se contactó con Florentino Loza Patiño y le pidió ayuda. En Oaxaca decidió
incorporarse de nuevo a la guerrilla ahora a las Fuerzas Armadas de Liberación
(FAL). “Florentino le brinda un buen apoyo le da dinero para que sobreviva
mientras encuentra el contacto. Se va a la ciudad de México encuentra el
contacto y se reincorpora otra vez”.
Luego
es detenido el 30 de septiembre de 1978 en Querétaro, por azares de destino
porque los policías judiciales ni siquiera sabían a quien estaban deteniendo: “Le
encuentran una pistola y cuando se la quieren quitar le dice esa no porque es
un recuerdo de mi padre” eso como una salida y mientras forcejeaba con los
policías su compañera también miembro de las FAL logró huir. Ángel Parra
Hernández era el seudónimo que utilizaba, en ese momento fue torturado hasta
que fue obligado a revelar su verdadera identidad. El procurador de Querétaro
lo presentó a la prensa y luego lo entregó a la Dirección Federal de Seguridad.
“En 1978, Octaviano es detenido, ya como dirigente
de las Fuerzas Armadas para la Liberación (FAL), en la ciudad de Querétaro y
después de estar varios días en cárceles clandestinas es presentado en la
cárcel pública de Acapulco, donde fue el presidente de los presos políticos,
manteniendo una disciplina férrea al interior del penal, participando desde la
cárcel en acciones por la defensa de la autonomía universitaria y de la
educación pública, además de ser líder del Consejo General de Colonias
Populares de Acapulco”, escribió Raúl Sendic García Estrada.
La
Dirección Federal de Seguridad después de someterlo a brutales sesiones de
tortura lo entregó a la Policía Judicial de Guerrero que en ese tiempo estaba
al mando de Mario Arturo Acosta Chaparro.
Antes
Agentes de la Dirección Federal de Seguridad lo llevaron a una cárcel
clandestina donde comenzaron con golpear su cabeza contra la pared exigiendo
que se declarara culpable de múltiples delitos: “Se me desnuda y comienzan a
patearme hasta caer derribado; en esa situación se me baña con agua helada y se
da inicio al martirio de los toques eléctricos en diversas partes del cuerpo,
pero fundamentalmente en la región de los testículos”. Cuando estaba a punto de
perder el conocimiento le suministraban cuartos de tequila como método de
reanimación “Ese método se repetiría en la mayor parte de los días de tortura”.
Su
testimonio es escalofriante: “Al percatarse de que a pesar de todo cuanto se me
hacía no estaba dispuesto a aceptar ninguno de los delitos que ellos mismos me
fabricaban, optaron por agregar más saña a sus tareas: me sumergen en agua
hasta estar próximo a la asfixia, hacen simulacros de violación a mi persona,
me aplican con más virulencia los toques eléctricos, me quiebran palos en la
cabeza y en muchos otros huesos del cuerpo y, como corolario de esa jornada, se
exprimen limones sobre mis testículos, que para esos momentos poseen un alto y
peligroso grado de infección”.
Le
tapaban la boca con trapos para que no se escucharan sus gritos, le oprimían
los testículos ya infectados, y en los momentos de desfallecimiento le daban
para que bebiera con rapidez los cuartos de tequila.
Retrocediendo
un poco en el tiempo, Arturo Gallegos dice que conoció a Octaviano Santiago
cuando prácticamente se incorporaba al Partido de los Pobres allá por diciembre
de 1970, “tuve pocas posibilidades de conocerlo en la sierra”.
Lo
conoció con el seudónimo de Francisco cuando bajó de la sierra en comisión con
Carmelo Cortés Castro, Gabriel Barrientos, Francisco Fierro Loza, un
guerrillero llamado Isael y Carlos Ceballos Loya a buscar fondos para apoyar el
Partido de los Pobres. Después de esa comisión fueron detenido Carmelo Cortés,
Gabriel Barrientos y Carlos Ceballos en el cuartel de Atoyac. Octaviano
Santiago y Francisco Fierro Loza se habían quedado en Acapulco.
El
comando intentó hacer una acción expropiatoria al Banco de Comercio en Acapulco
en esa ocasión “Francisco” salió herido al rebotar la bala de un disparo que
Carmelo Cortés hizo al piso con una pistola calibre 45 para contener al policía
que resguardaba la institución. Afortunadamente la bala quedó en la espalda entre
cuero y carne.
“De
la acción sale herido pero no dice nada -–recuerda Arturo Gallegos-- es más
bien cuando van en retirada que le dijo a Carmelo ‘camarada estoy herido’
Carmelo en plan enérgico le contesta ‘ya va a empezar con rajaciones camarada, aguántese”.
Arturo
Gallegos estaba preso cuando Octaviano llegó por segunda ocasión al penal de
Hogar Moderno en Acapulco e inmediatamente se sumó al colectivo de presos
políticos.
En
la cárcel la vida de Octaviano Santiago Dionicio siempre estuvo en peligro
porque trataron de atentar contra su vida y la de los cuatro presos políticos
que ahí se encontraban, incluyendo aquel que presenciara el acto. Arturo
Gallegos cree que tuvieron la oportunidad de sobrevivir por el apoyo que
recibieron del sector universitario y popular y por la denuncia que hicieron en
la que se decían los nombres de los implicados en el atentado como:
Crescenciano Barrera Soberanis, Tomas Sánchez Segredo, Crisanto Pinzón y otro de
origen panameño que se llamaba Jaime Enrique Segismond Pérez quien envió un
carta a los periódicos el 9 de enero de 1979 donde denunciaba que agentes policíacos
vinculados al gobernador del estado le exigían que asesinara a cuatro presos
políticos: Juan Islas, Arturo Gallegos, Aquilino Lorenzo y Octaviano Santiago
Dionisio a cambio le otorgarían su libertad y dinero. Señaló directamente a
Crescenciano Barrera Soberanis, jefe de guardias personales del Procurador
General del Estado Carlos Acosta Ulises y otro llamado Crisanto Pinzón. La
denuncia la hizo mediante una carta escrita con su puño y letra. Se publicó en la revista Proceso número
123 el 12 de marzo de 1979.
Octaviano
Santiago salió de la cárcel el 21 de enero de 1982 e inmediatamente se incorporó
a trabajar a la Universidad Autónoma de Guerrero con una plaza de solidaridad
donde trabajó como bibliotecario, lo mismo hicieron otros presos y perseguidos
políticos. Desde su estatus como universitario se mantuvo activo siempre
apoyando la lucha de los colonos y buscando mayor democracia. “No
cualquiera se atreve a ser como tu fuiste. Un lucero te acompañará siempre:
desde niño fuiste valeroso”. Escribió Juan López. En su sepelio se oyó decir: “Octaviano
luchó por forjar ese mundo armonioso de comunidad social”.
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