Víctor
Cardona Galindo
Juventina Galeana Santiago
Nació el
26 de diciembre de 1928, en Atoyac de Álvarez. Se casó con Juan García Galeana.
Sus padres se llamaron: Félix Galeana Franco y Juventina Santiago Flores.
Aprendió
las primeras letras con los maestros Modesto Alarcón y Rafael Flores. Estudió
en la escuela Real, hoy Juan Álvarez, más tarde se trasladó al puerto para
continuar su preparación en el colegio Acapulco con Felicitas V. Jiménez, La maestra chita y en la
academia inglesa.
Estuvo
internada en el colegio Franco-Inglés en la Ciudad de México y en Chilapa
Guerrero en el colegio Morelos, hoy Carrillo Cárdenas, de la congregación de
religiosas Siervas de Jesús Sacramentado, donde terminó la primaria y recibió
estudios de contador privado, corte y confección, clases de pintura, dibujo,
repostería, cocina y economía doméstica.
Dentro de
las actividades culturales que realizó está la de haber pugnado por la
instalación de un museo municipal, tomando en cuenta la gran riqueza
arqueológica de la zona y la historia gloriosa de nuestro pasado cuitlateco. En
el periodo del alcalde Javier Galeana Cadena se instaló un pequeño museo en la
parte baja del kiosco de la plaza principal. Pero terminando ese mandato las
piezas fueron a parar a diversos domicilios y unas quedaron de adorno en las
oficinas de la secretaría general en la Ciudad de los Servicios.
Doña
Yuve era una apasionada del pasado de este pueblo y la arqueología, conservó a
lo largo de su vida vestigios arqueológicos para que los depredadores no se los
llevaran al extranjero. Conservó piezas encontradas al crecer la ciudad y
cuando se abrieron las carreteras. Logró tener la más grande colección regional
registrada ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de
piezas de los periodos preclásico y clásico, con rasgos olmecoides; líticas y
cerámica.
Registraba
minuciosamente todo lo que acontecía. “En unas excavaciones que hizo dentro de
su casa don Telesforo Albarrán, en San Jerónimo de Juárez, encontraron granos
de cacao en el año de 1963” y en Corral Falso “unos cañones de aves,
transparentes, llenos de polvo de oro que encontraron en excavaciones que
efectuaron junto al río, en 1960”, lo anterior en su artículo “La moneda en
México” publicado el 27 de octubre de 1995 en El Sol de Acapulco, donde
explica que durante el imperio azteca utilizaban el cacao para sus convenios
normales, también plumas, miel y piedras preciosas.
Formó el
grupo Convivencia Cultural Atoyac con diversas personalidades para impulsar la
cultura y rescatar las costumbres y tradiciones de Atoyac. El grupo estaba
integrado por la propia Juventina Galeana Santiago, el presbítero Pedro Rumbo Alejandri,
Guadalupe Anahí Xóchitl García Galeana, Enrique Hernández Meza, Eduardo Parra
Castro, Paloma Torreblanca García, Mireya Ma. de la Gracia García Galeana,
Patricia Parra Cabañas, Margarito Ríos Orbe, Rafael Hernández Guerrero, José
Hernández Meza, Dagoberto Ríos Armenta y Evodio Argüello de León. Del trabajo
de este grupo surgieron los libros: Modismos Atoyaquenses y Medicina Tradicional, Los
kioscos de Atoyac, La fábrica de hilados y tejidos Progreso del Sur
Ticuí y La
historia del general Juan Álvarez.
El grupo se movilizaba, visitaron el caso de la hacienda La
Providencia. Realizaron investigaciones sobre el origen de Atoyac y sobre la
vida del general Juan Álvarez. Después de una investigación
exhaustiva en la que participó doña Juventina Galeana y el grupo Convivencia Cultural se le suprimió
la “N” a la escuela Juan N. Álvarez ahora se llama Escuela Primaria Urbana del
Estado Juan Álvarez, porque se logró demostrar que el general firmaba
únicamente como Juan Álvarez y la “N” no tenía razón de ser.
A un a pesar de las investigaciones de doña Yuve
se sigue cometiendo el error en el nombre de otras instituciones. Eso pasa
cuando se toma como base escritos y fuentes de internet que no son fidedignas.
Se sigue escribiendo Juan N. Álvarez, cuando la “N” nunca existió en la firma
de nuestro héroe, lo demuestran documentos certificados y su testamento. Se
decía que se llamaba Juan Nepomuceno pero la investigación demostró que lo de
Nepomuceno es un mito.
En 1989,
el presidente municipal Alejandro Nogueda Ludwig la nombró gestora ante el INAH
para investigar la toponimia del pueblo. Porque la gente tenía la creencia que el nombre de Atoyac se
derivaba de atolladero, porque donde ahora está la ciudad cruzaban cinco
arroyos y era un terreno cenagoso. Había que dar muchas vueltas para salir del
atolladero cuando se iba de El Zanjón a Mexcaltepec o viceversa. Mucha gente
decía lo mismo: “el pueblo antes se llamaba Atolladero”.
Pero investigando el origen del
nombre, doña Juventina Galeana Santiago mandó, en 1989, un oficio al Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) pidiendo un análisis al vocablo
Atoyac. El departamento de lingüística de esa institución contestó que la
palabra Atoyac proviene del náhuatl. Nombre que coincide con otros sitios que
existen en la república como: San Pedro Atoyac Oaxaca, Atoyac Jalisco y Atoyac
Veracruz. También el río Atoyac de Puebla.
La doctora Susana Cuevas Suárez
directora de lingüística del INAH contestó: “Haciendo una revisión exhaustiva
en varios códices tanto prehispánicos como coloniales se llegó a la conclusión
de que no existe un glifo que represente a la población de Atoyac. Es muy
probable que la razón de esto sea que el nombre de Atoyac no sea el original,
es decir, que antiguamente esta población, haya tenido otro nombre”.
“El nombre original se puede
conocer a través de estudios arqueológicos, en zonas (que es muy probable que
existan) cercanas o dentro de los límites que corresponden a Atoyac. Existe la
posibilidad de que al haber un desplazamiento de la zona arqueológica a la
ubicación actual de la ciudad, el hombre original haya cambiado por el que
ahora conocemos como Atoyac”.
Al hacer el análisis de la palabra Atoyac, asegura que
es un vocablo de origen náhuatl: atl
que quiere decir agua y toyaui que
significa regarse o esparcirse. Por eso se concluye que Atoyac quiere decir
agua que se riega o se esparce.
En el
gobierno del presidente municipal Evodio Argüello de León, Juventina, recibió
un excepcional apoyo a sus investigaciones históricas. Coordinó el concurso
para la elaboración del escudo municipal que actualmente luce el ayuntamiento.
El 8 de noviembre
de 1992 se creó el escudo municipal de Atoyac, mediante un concurso convocado
por el Instituto Guerrerense de la Cultura y el Ayuntamiento. De los trabajos
presentados ninguno reunió los requisitos, así que tomaron los elementos de los
dos mejores trabajos presentados por Juan José Alvarado Lezma y José Hernández
Meza para formar el colorido escudo que ahora luce el municipio.
En su conjunto el Escudo
representa las tres épocas de la vida de México: La prehispánica por el
Glifo; la colonial por la torre de la Iglesia, inicio de la religión católica
en el país; y la moderna con la carretera.
Así también en el
escudo están representados todos los símbolos de Atoyac. El glifo que
representa el nombre de Atoyac: Atl: “agua” y Toyaui: “Esparcirse,
regarse o extenderse”. Lo que quiere decir, agua que se riega o se esparce. Sus
verdes montañas y sus afluentes de agua que vienen de la sierra, la fecha de
1498 que marca la llegada de los aztecas a este lugar. El sol que ilumina esta
tierra, los granos de café, la torre del campanario de la
parroquia que simboliza la espiritualidad del hombre. La carretera nacional que
atraviesa el municipio y nos une con el país. Pero sobre todo no podía faltar
la frase del general Juan Álvarez Hurtado que dice: “Pobre entré a la
presidencia y pobre salgo de ella”.
Antes de la
creación del escudo la ciudad estaba representada por
jeroglíficos, uno que tenía la ilustración de una montaña o cerro donde brotaba
un río y otro que ilustraba una casa en construcción con un río a lado. Para
muchos, esas ilustraciones querían decir: “los que vinieron de arriba del río o
los que bajaron de la montaña”, en referencia a que el origen de la ciudad de
Atoyac estuvo en la comunidad de Mexcaltepec.
Para
el diseño del escudo, fueron de vital importancia las investigaciones de doña
Juventina Galeana Santiago quien pasó muchos años de su vida indagando el
pasado prehispánico de Atoyac.
El
arzobispo de Acapulco Rafael Bello Ruiz y el padre Pedro Rumbo Alejandri la
comisionaron para investigar sobre la historia religiosa de la parroquia de
Santa María de la Asunción de Atoyac, encontró que
la primera iglesia construida en Mexcaltepec se ubicó dónde está el actual
panteón, a finales de 1992 encontró los cimientos de dicho templo, la campanita
que usaban en la misa y una medallita con inscripciones en latín.
El 19 de
enero de 1988, se le otorgó el nombramiento como miembro fundador de La
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de Acapulco. Acudió a
varios encuentros culturales haciendo escuchar su voz con nuevas propuestas y participó
en diversos esfuerzos para darle unidad al movimiento cultural de Atoyac. Con
Felipe Fierro Santiago, Decidor Silva Valle y Rubén Ríos Radilla formaron el
grupo Alt-Toyaui.
Todas sus investigaciones fueron
importantes, por doña Juventina Galeana Santiago se sabe que Gabino Pino
González no sólo trajo a Gálvez como técnico para sembrar café, también
vinieron con él Nicandro Corona y Jerónimo Loza. Nicandro puso una finca
cafetalera que denominó El
Zafir y
Jerónimo instaló otras plantaciones que llamó El Porvenir.
El grupo
Convivencia Cultural que encabezaba doña Juventina Galeana Santiago publicó en
1992, la Historia de la Fábrica Progreso del Sur, primer trabajo que se
hizo para rescatar los testimonios sobre esa industria.
Viejos
pobladores de El Ticuí le dijeron a Doña Yuve
que “a los españoles que fundaron la fábrica les fascinó el canto del luicillo”,
un pájaro con alas cafés y pecho amarillo, por eso le pusieron Ticuí al pueblo.
Y que fue el 20 de agosto de 1904 cuando la
fábrica quedó instalada y se probó el 16 de noviembre
de 1904, dando buenos resultados, por lo que se empezó a trabajar regularmente
el 1 de enero de 1905. Fue entonces cuando se inició la producción
de telas como la Indiana y Manta. Aquí llegó a producirse una tela muy famosa
conocida como Indio Atoyac, fiocos, driles y sedas. Había un equipo de
ingenieros textiles de origen catalán y francés.
Doña Juventina Galeana Santiago escribió la Historia del
Jardín de Atoyac partiendo del año de
1884, cuando Atoyac era un pequeño poblado y siendo su presidente municipal
Feliciano Castro, se acordó que frente al Ayuntamiento y frente a las casas que
conformaban el centro, estaría un jardín sembrado de almendros. El alcalde vio la
urgente necesidad también de tener un kiosco que fue construido con techo de
lámina.
Por sus
diversas investigaciones recibió reconocimientos por su participación en el
rescate de la cultura por parte del semanario local Atl; de los
presidentes municipales: Evodio Argüello de León, Javier Galeana Cadena, Acacio
Castro Serrano y Germán Adame Bautista y de otras dependencias y grupos
similares.
Escribió
sobre Atoyac, en la revista La
capital de Chilpancingo, Guerrero. Publicó en el Diario 17, en “La
página de Atoyac” y en “Atl Toyaui” de El Sol de Acapulco. En 1999
“doña Yuve” obtuvo el primer lugar en el concurso estatal “Viejos los
cerros y reverdecen” convocado por el Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes en Guerrero, por su trabajo “Recordar es vivir”.
En
octubre del mismo año, nuevamente el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, la premió con el segundo lugar por su trabajo “Historia del oro verde en
la sierra de Atoyac” y la Secretaría de la Mujer la nombró “La mujer del año”.
Doña Yuve
falleció el 28 de enero del 2007 y sus restos descansan en el panteón municipal
de su amada tierra, Atoyac de Álvarez.
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