sábado, 9 de septiembre de 2017

Historia del Ayuntamiento III


Víctor Cardona Galindo
Para entender lo que sucedió en Atoyac en la década de los treinta, es necesario retroceder a los acontecimientos ocurridos a la década anterior, retroceder a lo que el historiador Renato Ravelo Lecuona llamó “Los agitados veinte”. Fue en ese periodo en que se recrudeció la lucha entre los partidarios del reparto agrario y la burguesía costeña terrateniente. Los agraristas creyeron que ganando los Ayuntamientos abonaban puntos para su causa, pero la reacción respondió con el asesinato y el destierro de los líderes.
El señor Julián Mesino fue presidente municipal de Atoyac
 en 1909 cuando el periodo era de un año.
Foto: Archivo Histórico de Atoyac.

El periódico Regeneración dirigido por Juan R. Escudero se había convertido en la luz de los campesinos pobres, donde incluso se llegaron a publicar los machotes que deberían de llenar para solicitar las tierras labranza que estaban en manos de unos cuantos.
Dice José Carmen Tapia Gómez en su libro Feliciano Radilla Ruíz. Un líder natural costeño: “Escudero había iniciado una fuerte campaña contra Emilio Miaja, entonces administrador de la fábrica de hilados y tejidos Progreso del Sur Ticuí… contra el mal trato que se daba a los obreros. El citado jefe de la ‘B. Fernández y Cía.’ no dejaba a la gente del pueblo tomar agua del canal puesto que dicho líquido alimentaba a la fábrica”, se dice que llegó a verter ácido en agua para que no la consumiera la gente.
Juan R. Escudero era estimado en la Costa pues en más de una ocasión había recorrido a caballo sus poblaciones. “Escudero está presente en Atoyac y Tecpan en junio de 1920”, apunta Tapia. Fue ese año cuando se fundó el primer Comité Agrario encabezado por Justino Parra, Felipe Manzanares y Lorenzo Cabrera aunque dicho comité no llegó a operar.
Coincidentemente esos años también llegó a radicar a Atoyac Francisco Escudero, quien instaló una tienda de abarrotes en el centro de la ciudad y contrajo matrimonio con Trinidad Hernández Rosas, familiar de Pilar Hernández de Corral Falso. Don Pilarcito sería más tarde uno de los más connotados dirigentes del agrarismo regional. 
La tienda de abarrotes permitía a Francisco Escudero –según José Carmen-- permanecer en la localidad para seguir dirigiendo el trabajo político organizativo. Traía de Acapulco y distribuía entre los campesinos el periódico Regeneración. Esto se sumaba al activismo político que mantenía en Tecpan el maestro Valente de la Cruz Alamar quien cada vez les abría los ojos a más campesinos que pedían el reparto de tierras.
Los Escuderos establecieron muchas relaciones además de don Pilar Hernández de Corral Falso, también con el ex zapatista Manuel R. Radilla y con su sobrino Feliciano Radilla Ruiz de Boca de Arroyo. En la cabecera municipal de Atoyac se mantenían en contacto con Manuel Téllez Castro y David Flores Reynada. Algunos arrieros llevaban cartas y el periódico Regeneración a la sierra donde muchos campesinos se escondían de la mala justicia.
Por el otro lado el jefe de operaciones militares era el general Rómulo Figueroa heredero de la bandera terrateniente y antiagrarista desde 1911 y era quien planeaba el aplastamiento del movimiento campesino guerrerense y en particular en la Costa Grande donde alentaba la formación de guardias blancas que estaban bajo las órdenes de los hacendados.
En 1923 la administración municipal de Atoyac estaba presidida por Andrés Galeana Claudeville, en Tecpan de Galeana gobernaba Amadeo Vidales Mederos y en Coyuca de Benítez Rosendo Cárdenas, los tres simpatizaban con los postulados de Partido Obrero de Acapulco que encabezaba el también alcalde Juan R. Escudero que por segunda ocasión ocupaba la presidencia en ese puerto. Dice Ignacio R. Martínez y Gabino Olea Campos en su tesis La lucha agraria en la Costa Grande de Guerrero de la Revolución a la muerte de Juan R. Escudero 1911-1923 que “estas elecciones habían significado un triunfo de la masas contra la reacción costeña”. Pero los alcaldes agraristas fueron depuestos con la fuerza de las armas.
Aquí con el apoyo del Ejército, los terratenientes destituyeron, de la alcaldía, el 31 de marzo de 1923 a Andrés Galeana Claudeville y en su lugar impusieron a Rosalío Radilla Salas. Desde hacía tiempo el brazo ejecutor de Figueroa en la Costa Grande era el mayor Juan S. Flores quien organizaba las guardias blancas de los hacendados dándoles carácter oficial bajo el título de “defensa social” y a sus participantes se les llamaba “voluntarios”, uno de estos poderosos grupos se instaló en Atoyac y su comandante fue Francisco Lezma.
Aun con las condiciones adversas y a pesar del acoso de las guardias blancas, el 17 de agosto de 1923, se instaló un histórico Comité Agrario en la casa de Patricio Rodríguez del cual quedó como presidente, Manuel Téllez Castro; secretario, David Flores Reynada; tesorero, Patricio Rodríguez, vocales: Ignacio Valente y Silvestre Benítez. Ese día con la presencia de los líderes agraristas de la sierra cafetalera se fundó la Liga de Campesinos de Atoyac.
Tan pronto como se enteró el presidente Rosalío Radilla Salas, de la formación de ese comité, ordenó al comandante de su policía Jesús Santiago, Churía, asesinara al líder agrarista Manuel Téllez Castro. Por eso Téllez fue perseguido por las calles Nicolás Bravo y Vicente Guerrero y luego asesinado a balazos antes de llegar a su casa a las 6 de la mañana de aquel fatídico 29 de octubre del 1923. Comenta José Tapia Gómez que Manuel Téllez era: “Incorruptible, conocía ampliamente el programa del POA y estaba pendiente del avance del Partido Obrero de Tecpan fundado por Valente de la Cruz”.
A raíz de eso su hermano Alberto Téllez se remontó a la sierra y se dedicó a organizar a todos los solicitantes de tierra y acaudilló un levantamiento agrarista local que comenzó el 24 de noviembre de 1923.
De acuerdo con los datos que proporciona Crescencio Otero Galeana en su libro El movimiento Agrario Costeño y el líder agrarista profesor Valente de la Cruz, Zacarías Martínez, Vicente Dionicio y Adrián Vargas dirigentes agraristas de Los Valles, junto con otros hombres vinieron al punto denominado “Los Pozos” donde se encontraba oculto Alberto Téllez. Ahí llegaron también los líderes Juan Mata Severiano, Juan, Aurelio y Sabino Martínez. Al reunirse con Alberto acordaron subir nuevamente a los pueblos de la Sierra Cafetalera para reclutar al mayor número de simpatizantes agraristas. Fueron a San Vicente de Benítez donde se sumó Pedro Cabañas y de ahí se dirigieron de nuevo a Los Valles donde ya los esperaban Toribio Gómez Pino y Timoteo Fierro con sus compañeros. Fue en Los Valles donde comenzó la incursión a los pueblos de la Costa Grande, trayendo ya como cien hombres mal armados. El contingente llegó a Las Clavellinas, una pequeña cuadrilla de cinco casas donde vivía la familia Radilla, ese fue el punto de reunión donde se habían citado con los demás líderes agraristas.
En un principio los dirigentes agraristas de la sierra de Atoyac eran: Adrián y Arnulfo Vargas, Lucio y Zacarías Martínez, Vicente Dionicio y Toribio Gómez todos vivían en Los Valles y muchos campesinos de esa población vinieron a combatir contra el reaccionario Rosalío Radilla que representaba los intereses de los españoles y usurpaba la presidencia municipal.
Dice Otero Galeana que en este movimiento armado participaron muchos jefes y líderes agrarios como: Pilar Hernández, Vicente Dionicio, Prisciliano García, Francisco Pino, El Tejón de la Cinta Baya; Ignacio Valente, Arnulfo Vargas y Feliciano Radilla, quienes se internaron en los montes del municipio buscando elementos para sumarlos a su causa.
Mientras lo anterior ocurría en la Costa Grande; el primero de diciembre de 1923 se sublevó en Iguala, el general Rómulo Figueroa en contra del gobernador Rodolfo Neri; con él se levantó toda la guarnición militar del puerto de Acapulco y de las Costas que servían a la colonia española.
Por otra parte la situación política del país estaba enrarecida y caliente con motivo de la sucesión presidencial. Competían por la presidencia del país Adolfo Delahuerta y Plutarco Elías Calles. Pero los partidarios del callismo, apoyados por el presidente Álvaro Obregón, cada día controlaban la situación, tenían mayoría dentro del gobierno y del congreso. Al sentirse acorralado Adolfo Delahuerta decidió levantarse armas en contra del gobierno el 4 de diciembre de 1923. En el estado de Veracruz lanzó un manifiesto dando a conocer los motivos de su levantamiento.
Ya en la montaña los agraristas, encabezados por Alberto Téllez, fueron informados del estallamiento de la rebelión encabezada por don Adolfo de la Huerta contra el gobierno de Obregón y ellos se sumaron a la causa obregonista. Un grupo de hombres bien armados encabezados por Feliciano Radilla se dirigieron  al puerto de Acapulco para poner a salvo al líder del Partido Obrero Acapulqueño, Juan R. Escudero y a sus hermanos Francisco y Felipe quienes corrían el riesgo de ser asesinados por el coronel Crispín Sámano y el mayor  Juan S. Flores que comandaban las fuerzas federales en el puerto ya declarados delahuertistas.
El 10 de diciembre estaba Feliciano Radilla en Acapulco con sus 25 compañeros bien escogidos buscando poner a salvo a los hermanos Escudero. Mientras los hermanos Amadeo y Baldomero Vidales esperaban en Pie de la Cuesta para cubrir la retirada. No lograron sacarlos porque la madre doña Irene Reguera se opuso y amenazó que si sus hijos daban un paso fuera de Acapulco ella se arrojaría a un pozo de agua. Por eso nada se pudo hacer y resultó el saldo lamentable del asesinato cobarde de los líderes del movimiento.
Fue en Las Clavellinas, después de que regresó la comisión de Acapulco, donde los agrarista planearon el primer golpe al Ayuntamiento de Atoyac. El sábado 19 de diciembre de 1923 se hizo un asalto rápido a la policía urbana de Rosalío Radilla que no tuvo tiempo de defenderse y entregó sus armas sin que hubiera un solo disparo.  Pero los hermanos Juan, Francisco y Felipe Escudero, después de estar prisioneros en el fuerte de San Diego, el 21 de diciembre fueron asesinados por el flamante presidente municipal de Atoyac, Rosalío Radilla, Chalío y sus pistoleros. Así la bandera de los Escudero quedó en manos de los Vidales y de los campesinos de Atoyac.
Después de desarmar a los policías de Rosalío Radilla y se fueron rumbo a Mexcaltepec, pero al sumársele en ese población Lucio Martínez con un grupo de campesinos armados, ese mismo día atacaron a las guardias blancas que los españoles de Acapulco tenían en la fábrica de hilados y tejidos de El Ticuí. Al llegar al canal, a las 10 de la mañana, los agraristas fueron recibidos a tiros desde las azoteas de la fábrica. Contestaron el fuego e impusieron un sitio, incendiaron las puertas para poder entrar y así tomaron el edificio de esa industria. Fue un combate que duró hasta las primeras horas de la tarde porque los hombres que la estaban custodiando encabezados por Juan Juárez y sus hijos estaban bien armados y no daban tregua.
Los revolucionarios tomaron prisionero al español Emilio Miaja que andaba fuera de la fábrica y dentro del edificio murieron Mariano Mesino y Benito Gómez; al primero lo asesinaron sus propios compañeros, cuando pretendía abrirles la puerta a los agraristas atacantes y al segundo lo asesinó la gente armada, cansada de los desmanes sufridos, al encontrarlo refugiado en los telares; el resto de los defensores de la fábrica se salió por las turbinas. En la orilla del río por el lado de El Ticuí murió el español Federico Hormachea. El Tejón de la Cinta Baya le disparó desde lejos con su 30-30 y ahí quedó muerto el explotador español.
Después de este combate los agraristas se fueron rumbo a la sierra y los jefes se reunieron en Mexcaltepec, donde se enteraron del asesinato de sus líderes los hermanos Escudero y para vengarse decidieron atacar nuevamente la ciudad de Atoyac, donde se refugiaba el verdugo Rosalío Radilla, Chalío. Salieron el 22 de la sierra por la noche y llegaron a Atoyac a las cinco de la mañana del 23 de diciembre de 1923, un grupo aproximado de cien hombres; de los cuales veinte venían con machetes.
Otero Galeana escribió en El Movimiento agrario costeño y el líder Profr. Valente de la Cruz, que el ataque se desarrolló con toda rudeza, con valor y coraje. En la avanzada que tenían los delahuertistas en el corredor exterior de la casa de doña Antonia Ayerdi, frente al atrio de la Iglesia, murió Julián Vega peleando a favor de Chalío Radilla y por el Arroyo Ancho donde atacó Feliciano Radilla en compañía de Prisciliano García, Apolonio Pino y de otros jefes agraristas, fallecieron dos soldados federales.





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