Víctor
Cardona Galindo
René
C. García Galeana publicó el libro Apuntes
para el año de 1919, escrito en forma manuscrita por don Patricio Pino y
Solís primer cronista de Atoyac y a quien le tocó ser presidente municipal ese
año. Gracias a este texto podemos ver todo lo que ocurría a su alrededor, desde
las intrigas, la falta de lluvia, el pago de impuestos y los vaivenes del
mercado local que sufría entonces una severa crisis por falta de moneda
fraccionaria.
El
libro forma parte de la colección “Guerrero para el mundo”. En el prólogo René
C. García Galeana nos explica: “En sus páginas, don Patricio nos relata las
incidencias ocurridas en Atoyac durante 1919, un pueblo sumido permanentemente
en la zozobra por la guarnición militar flagelando el comercio y al
Ayuntamiento municipal con préstamos para el pago de los haberes de la tropa, y
por otro lado los revolucionarios de distintas facciones, exigiendo
contribución de Guerra o prestamos forzosos”.
Este
libro, pasó muchos años olvidado el archivo de José Castro Reynada, al fallecer
éste, su familia se lo entregó a doña Juventina Galeana de García quien lo
transcribió y otra vez fue dejado en el olvido hasta que René C. García
Galeana, hijo de doña Juventina, lo desempolvó en el 2015 y lo publicó para que
una gran parte del pueblo atoyaquense tenga acceso a él y se asome a 1919, un
año escabroso de nuestra complicada historia.
Para
entender lo que sucedía en 1919, basta recordar que el país era gobernado por
Venustiano Carraza, que se popularizó el verbo “carrancear” en ese tiempo
sinónimo de robar. Recordar que el general atoyaquense Silvestre Mariscal González llegó a ser gobernador de nuestro
estado, pero el mismo Carranza lo mandó a llamar, por intrigas de la colonia
española de Acapulco. Estando el gobernador en la Ciudad de México fue
encarcelado el 26 de enero de 1918. Ante esto el gobernador interino de
Guerrero Julio Adams se rebeló en contra de Venustiano Carranza y se vino la
desaparición de poderes en nuestra entidad.
Mientras Mariscal estaba prisionero su gente, encabezada
por Arnulfo Radilla Mariscal y Silvestre Castro García El Cirgüelo, se levantó en armas. A este movimiento se sumaron
muchos revolucionarios como Amelia Robles y Pablo Cabañas Macedo. Al conocer del levantamiento Carranza
mandó a combatirlos a los generales Rómulo
Figueroa y Fortunato Maycotte con un ejército llamado “Los verdes”. Después de
combatir con mucha fuerza la gente mariscalista se dispersó y se cometieron
muchos actos de pillaje, por eso el 30 de julio de 1918, Silvestre Castro
García, El Cirgüelo, se amnistió y se
presentó en el puerto de Acapulco ante el general Fortunato Maycotte.
Después del indulto de El Cirgüelo, Arnulfo Radilla fue aprehendido, el 27 de
octubre, en San Andrés de la Cruz por las tropas de Rómulo Figueroa. Más tarde Silvestre
Mariscal recuperó su libertad y se quedó en la Ciudad de México. Luego Arnulfo
Radilla se fugó de la prisión de Chilpancingo y se mantuvo levantado en armas
en la sierra de Atoyac.
Mientras
el general Pablo Cabañas Macedo abandonó en noviembre de 1918 su campamento de
El Paraíso, con Pablo Vargas se sumaron a las fuerzas de Jesús H. Salgado y a
las de Jesús Sintora que operaba por el rumbo de Michoacán y a cada momento
intentaba atacar a los pueblos de Guerrero manteniendo su asedio sobre La
Unión, Zihuatanejo y Petatlán.
Para
devolver la institucionalidad a Guerrero Venustiano Carranza envió una terna al
Senado para que se eligiera el gobernador y el 12 de diciembre salió electo
Francisco Figueroa como gobernador provisional.
En
este contexto se desenvolvía políticamente don Patricio Pino y Solís quien tenía
una larga trayectoria al servicio de su pueblo y fue presidente de Atoyac al
menos en dos ocasiones. Dice René “una ocasión que los anales locales
registran, como cuando Mariscal dispuso que se encargara de la presidencia
provisionalmente, sustituyendo a partir del 2 de mayo de 1911 a don Julián
Mesino, quien atemorizado por el levantamiento revolucionario abandonó la
alcaldía, hasta el domingo 25 de junio, en que entregó el puesto a don Inés D.
Mariscal”.
Como
dije, estaba reciente el levantamiento Mariscalista, de 1918, en contra del
gobierno de Venustiano Carranza, por eso el primero de enero de 1919 no se
verificó el cambio de autoridades porque no hubo elecciones en diciembre en
“virtud de que el general Rómulo Figueroa se negó a que funcionara el
Ayuntamiento del año anterior, quedando el pueblo y todos sus barrios, excepto
San Jerónimo sin autoridad civil y administrativa con perjuicio del comercio y
demás gremios que toman participación en los negocios de la vida general”,
comenta Pino y Solís.
Desde
la aprehensión del gobernador Silvestre G. Mariscal no había autoridad formal
en el estado de Guerrero, fue hasta principios de enero cuando Francisco
Figueroa llegó a Chilpancingo procedente de la Ciudad de México para hacerse cargo del gobierno. El
nuevo gobernador convocó a elecciones, primero de presidentes municipales y
luego de diputados locales. Al mismo tiempo que arreció el combate a los
rebeldes que continuaban dispersos. Uno de los primeros en caer a manos del
gobierno fue el general mariscalista Pablo Vargas.
A Patricio
Pino y Solís no se le iba nada, todo lo anotaba, todo lo observaba, en sus Apuntes para el año de 1919, consigna que el miércoles 29 de enero fue
pasado por las armas y colgado en la salida de Atoyac Malaquías López
originario de Coyuca, desertor del Ejército y de pésima conducta.
Dice
que el 8 de febrero, el gobernador Francisco Figueroa, envió a al coronel Amado
Olivar para pedirle a Juan Francisco Pino Cabadas, que ocupara la presidencia
de forma provisional tan sólo para convocar a las elecciones y poner en
posesión al Ayuntamiento electo.
Para
el domingo 9 febrero, todos los días los soldados del destacamento militar
salían a la sierra para traer ganado que robaban a particulares. El domingo 16 fue
fusilado en San Jerónimo, Norberto de la Cruz. Antes habían fusilado a Víctor
Noriega, ejecuciones ordenadas por el coronel Pérez.
El
lunes 17 de Tecpan llegó la noticia que el 16 murió el rebelde Pablo Vargas. Al
día siguiente Bruno Rosas es tomado prisionero en Acapulco, se le acusaba de
ser desertor del Ejército. El teniente coronel Amado Guzmán despachaba asuntos
judiciales y gubernativos “como si estuviéramos en plena tiranía; este
militarismo que reina en la actualidad, el que sostiene las instituciones”,
escribe don Patricio.
Los
comicios municipales se realizaron el domingo 23 de febrero, don Patricio Pino
y Solís participó en la contienda y resultó triunfador. El jueves 27 se instaló
la junta electoral de 11 secciones que tenía el municipio de Atoyac en todas
triunfó don Patricio Pino, ante la otra fórmula que encabezaba Rosendo Galeana.
“La
comuna rindió protesta el sábado primero de marzo, acompañándolo como síndico
procurador Pedro H. Gómez; como regidor Francisco Hernández, Patricio Rodríguez
y Dionisio González, designando como secretario al joven Rufino Quiñonez;
tesorero, Emiliano Gómez Ávila; primer juez menor propietario, Gabino G. Parra
y suplente Cesareo Nogueda Gómez; segundo juez menor propietario, Epitacio
Vargas y de suplente don Juan Fierro Armenta”, nos recuerda René García
Galeana. Como agente municipal en San Jerónimo fue electo Antonio del Río.
El
jueves 6 de marzo en el punto conocido como El Potrerito al norte de El Ticuí
unos cinco soldados andaban arreando vacas ajenas, cuando desde el monte salió
un disparo pegándole en la nuca a Margarito Radilla alías El Negro que cayó muerto al instante. Diario se presentaban
percances como este.
“En la
noche del jueves 6 de marzo, -escribe René García- su hermano Andrés, quien se
encontraba viviendo temporalmente en la casa familiar de San Jerónimo, fue
asaltado por soldados del destacamento militar exigiéndole dinero a cambio de
su vida, temiendo que cumplieran la amenaza, les pidió un plazo razonable para
conseguirlo entre sus amistades, pero no entendieron razones y como respuesta
le dispararon con un mosquetón que milagrosamente no lo hirió, gracias a la
oportuna intervención de su sobrina Julia, quien lo cubrió con su cuerpo
tirándolo al piso para protegerlo de la furia de los desalmados, que se
dedicaron a saquear la tienda contigua a la vivienda llevándose entre otros
objetos trescientos pesos oro”.
Alarmado
por los acontecimientos, que eran alentados muchas veces por los mismos jefes
militares que se dedicaban a cometer tropelías, don Patricio solicitó una licencia
temporal al Cabildo para separarse del cargo el 7 de marzo. En su lugar quedó
el regidor Francisco Hernández, mientras él se refugiaba, del otro lado el río,
con don Serapio Salceda administrador la fábrica de hilados y tejidos de El
Ticuí. “Conste que el miércoles 5 del corriente, que llegó el coronel Pérez
procedente de Chilpancingo por Acapulco, trajeron preso a dos Isidro Cortés, de
Cacalutla, sin saberse la causa y lo metieron a la cárcel, pero este pidió
amparo al juez de distrito de Acapulco, el cual fue concedido”, registró don
Patricio.
Domingo
16. “El teniente coronel Guzmán y su tropa sigue cometiendo robos y atropellos
y la gente parece que se está enfadando. Yo continúo en la fábrica desde aquí
despacho los negocios más importantes del Ayuntamiento; mientras tanto está
encargado ‘Chico’ Hernández y Pedro Gómez”.
El 23
de marzo hubo comicios para elegir diputados locales. El 27 registra el
asesinato de don Isidro Cortés a manos del jefe del destacamento militar y
perpetrado dentro de la cárcel. Señala como autor intelectual a Benito Gómez.
Hasta
el 30 de marzo se regresó a Atoyac para asumir la presidencia, después que las
autoridades pusieron a buen recaudo a los asaltantes, de su hermano, en el
calabozo del fuerte de San Diego de Acapulco. “Se levanta mi cautiverio
voluntario de 22 días que permanecí hospedado en la fábrica; el personal de la
empresa fue muy atenta y obsequioso conmigo de lo que vivo muy agradecido. Me
separé de la fábrica después de haberme despedido de cada uno de los empleados
repitiéndoles mis agradecimientos por las finas atenciones que tuvieron para
conmigo y salí con mi sobrino Juan y Rufino Quiñones que fueron por mí, a las
8:30 am”.
“En
fin termina este mes dejándonos recuerdos muy ingratos a causa de la mala
conducta que observaron las tropas leales que guarnecían las plazas de Tecpan;
San Jerónimo y Atoyac, las que se constituyeron en una horda de bandidos desde
el coronel Pérez, que los manda hasta el último soldado, todos son un hato de
picaros, balandranes y asesinos”.
Después
que se fue el coronel Pérez, llegó a la plaza el teniente coronel Antonio Reyes,
quien llegó de San Jerónimo el 4 de abril a pasar la revista de la guarnición.
El teniente estuvo en la oficina del Ayuntamiento conferenció con don Patricio
para ofrecer sus servicios y el apoyo de la tropa. Por último le pidió le
consiguiera un préstamo de cien pesos para socorrer el destacamento “quizá no
resulte con buenas noches y al final de cuentas no paguen”, anotó el alcalde.
El
sábado 3 de mayo, el coronel Francisco López le escribe de San Jerónimo
solicitando que por conducto del Ayuntamiento se le consiga con el comercio de
la plaza un préstamo de mil pesos, para pronto reintegro. El 5 a la una de la
tarde los soldados del destacamento, capturaron, en la casa de Julia Castro, al
soldado desertor Basilio Ventura, era de los del coronel Pérez, y al conducirlo
al cuartel pretendió fugarse, le dispararon un tiro y quedó muerto.
El
mayor Tadeo Arredondo, el miércoles 14, pide desde San Jerónimo que el
Ayuntamiento les siga facilitando dinero para el destacamento. Para entonces
Pino se queja que ya entregó a la tropa 790 pesos en préstamo y no hay para
cuando paguen. Mientras tanto el teniente Antonio Reyes, jefe de la plaza de
Atoyac, despacha asuntos judiciales que no son de su incumbencia, impone multas
de hasta 55 pesos. El presidente municipal envía al síndico a San Jerónimo para
acusarlo con el coronel López y aquel envía por Reyes.
Pero
el sábado 24, el teniente Reyes regresa de San Jerónimo “dicho teniente vino
con ínfulas porque hoy aprehendió a Luciano Reyes por cualquier cosa y lo
remitió amarrado para San Jerónimo para que allá le juzgue sus cosas el coronel
López convertido en autoridad judicial. Ahora ya enseñaron el cobre y ya
sabemos a qué atenernos y la conducta que, como funcionarios públicos debemos
observar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario