domingo, 3 de septiembre de 2017

Historia del Ayuntamiento II

Víctor Cardona Galindo
Atoyac ha tenido una historia convulsa y el Ayuntamiento siempre fue la manzana de la discordia. Todos los grupos reclaman un espacio en él, pero siempre es el Palacio Municipal el que sufre las represalias, como aquel  19 de febrero de 1912 cuando los revolucionarios incendiaron el archivo municipal y el juzgado del Registro Civil, pensando que de esa manera borraban evidencias de deudas y de las denuncias que los afectaban.
Comida típica de Atoyac, carne de cuche 
con arroz y café, al fondo el mural del 
mercado Perseverancia que retrata todas 
las luchas en la historia del pueblo de México. 
Foto: Cortesía de Cuauhtémoc Contreras.

Supongo que el archivo sería incendiado otras veces más, durante el periodo revolucionario, porque en el actual Archivo Histórico Municipal, que tiene a su cargo Jacinto Morales Leyva, hay solamente documentos de 1925 a la fecha. Muchos documentos importantes se perdieron en la época revolucionaria y ya no se pudieron recuperar, quedando en la oscuridad una buena parte de la historia del municipio de Atoyac.
Es Wilfrido Fierro Armenta quien en su Monografía de Atoyac rescata todos los acontecimientos del siglo pasado, por eso nos basaremos en su testimonio para hablar de los conflictos políticos que ha enfrentado nuestra tierra.
En los primeros años de su fundación, el municipio fue dirigido por hombres liberales cercanos a la familia Álvarez. Durante el porfiriato fueron comerciantes poderosos y terratenientes los que se rolaron las riendas de la administración. Para muestra de cómo estaban las cosas en ese periodo, Inés Mariscal Dionisio fue presidente 13 veces y Gabino Pino González en siete ocasiones ocupó la alcaldía.
Luego serían los diferentes bandos revolucionarios los que se disputarían el poder. Ya para la década de los treinta el municipio estaba viviendo las secuelas del último movimiento revolucionario. El gobierno federal había apaciguado por medio de las armas el levantamiento subversivo del general Amadeo Sebastián Vidales Mederos, quien al indultarse recibió, de parte del gobierno federal, tierras e implementos de labranza para que sus hombres se dedicaran a actividades agrícolas en la colonia Juan R. Escudero que se fundó en las inmediaciones de la hacienda de Cacalutla. Vidales desde ese lugar se mantuvo activo en la vida política de la región. Con el apoyo decidido del gobernador del estado general Adrián Castrejón ejercía mucha influencia sobre los municipios costeros.
Pero la reacción comenzaba a organizarse en Atoyac. Obdulio Ludwig Reynada organizó y dirigía en nuestra ciudad el Partido Pro-Atoyac, en él se aglutinan todos los terratenientes del municipio para hacer frente al poderío que tenía Amadeo Vidales. Ya David Flores Reynada había formado y consolidado el comité del Partido Socialista del Estado de Guerrero, instituto político fundado por el gobernador Adrián Castrejón. Este partido promovía el reparto de los latifundios a los campesinos que trabajaban la tierra.
El Partido Político Pro-Atoyac estaba integrado por: Antonio y Raymundo Rosas Abarca, Luis Urioste, Pedro Parra Mesino, Pedro Parra Cortés, Felipe Manzanares, Juan Francisco Pino, Andrés Pino González, Perfecto Nogueda, Adolfo Otero, Delfino Meza, Juan laurel, Tomás Sánchez Esteves, Francisco Mesino, Jesús Hernández Pino, Crisóforo Ludwig, Febronio Patiño, Porfirio Radilla, Manuel Ozuna, Emilio Castillo, Guadencio Reynada y Feliciano Fierro.
El Partido Socialista del Estado de Guerrero, lo formaban: los hermanos Pedro, Luis y Abundio Clavel Castro, Juan Ríos Arroyo, Silvestre Hernández Pino, Silvestre Benítez, Jesús Galeana Solís, Genaro Reyes y su hijo Heriberto, Antonio Ayerdi Nogueda, Juan Fierro, Pompilio Ramírez, Ramón Nario, Telésforo Dionisio, Merced Ocampo, Alberto Téllez Castro, Crescencio Pino, Felipe Nogueda y claro el general Amadeo Vidales junto con sus compañeros de armas.
El Partido Político Pro-Atoyac lanzó como candidato a la presidencia municipal para el periodo constitucional de 1930 a Juan Francisco Pino. El Partido Socialista a José Radilla Ruiz, que en el proceso electoral y con el apoyo del gobernador Castrejón salió triunfante, no obstante que todos daban la mayoría a Juan Francisco Pino. José Radilla Ruíz tomó posesión y durante su mandato se dio un enfrentamiento con el cura local. El alcalde intervino ante el secretario de gobernación pidiendo la salida del párroco Manuel Herrera y Munguía por mala conducta. La clase política del momento estaba enfrentada a muerte con el cura como se nota en la correspondencia de la época y porque el sacerdote se negaba a izar bandera en la torre del templo.
“Desde hace dos noches se vienen celebrando en ésta ciudad actos religiosos de culto público, por un considerable número de personas de ambos sexos, consistentes esos actos en cruzar las principales calles de esta ciudad en abierta procesión con una imagen denominada ‘Santo Entierro’, llevando velas encendidas y otros objetos propios de culto católico”. La autoridad municipal protesta por eso y le envía un documento al jefe del sector militar coronel Alberto G. González y le pide aplique el artículo 17 del Código Penal para el Distrito y Territorios Federales. “Porque los cultos deben ser dentro de los templos”. Esto en un oficio fechado el 4 de abril de 1930 firmado por alcalde de ese año José Radilla Ruíz agrarista oriundo de Boca de Arroyo.
El 2 de noviembre de 1930, la Secretaría de Gobernación le impuso una multa de 50 pesos al padre Herrera por no izar la enseña nacional en el templo los días de fiesta y luto nacional. “La dependencia federal ordenó a la autoridad municipal la hiciera efectiva”, escribió doña Juventina Galeana, pero al año siguiente dicha multa fue condonada. En esas fechas también se buscó quitar a la parroquia de una parte del terreno que ocupaba.
Al finalizar el periodo de Radilla vinieron nuevamente las elecciones para el periodo de 1931. Los partidos entraron otra vez en acción; el Socialista apoyó la candidatura de Marcos Martínez y el Pro-Atoyac la del Filiberto Silva.
El triunfo en esta justa política y se dice que a través del fraude electoral quedó a favor del Partido Socialista. Los militantes del Partido Pro-Atoyac, se inconformaron con los resultados y dos días antes de que tomara posesión de Martínez, instalaron guardia permanente en el Palacio Municipal. O sea, “hicieron un plantón como protesta para exigir respeto al voto ciudadano”, dijéramos ahora.
Para resolver el conflicto intervino el Ejército. El coronel Alberto González recibió órdenes superiores y le dio posesión a la planilla de regidores que encabezaba Marcos Martínez, quien tomó las riendas del municipio el primero de enero de 1931. Cabe aclarar que Alberto González, al ser atoyaquense y terrateniente al mismo tiempo, estaba a favor del Partido Pro-Atoyac, aun así obedeció las órdenes de sus mandos.
Debido polarización política que se vivía, entre socialistas y terratenientes, trajo como consecuencias la muerte del presidente municipal Marcos Martínez, quien fue asesinado, el primero de mayo de ese año, en San Jerónimo el Grande por Crisóforo Luna, El Chopo, cuando el alcalde acudió a la celebración de la boda Apolonio Camacho, por eso el resto del periodo constitucional lo cubrió Crescencio Pino.
Marcos Martínez fue revolucionario agrarista combatió al lado de Feliciano Radilla y de Amadeo Vidales Mederos donde alcanzó el grado de mayor. Los Martínez, originarios del Rincón de las Parotas, tenían fama de ser muy valientes. En el periodo que le tocó ser alcalde a Marcos Martínez, los ricos nativos organizaban paseos, en las que participaban las mujeres más bellas de Atoyac. Las Pino eran muy mentadas. En el paso del arroyo Cohetero, a la altura del puente de la calle Juan Álvarez, se hacía una poza. Al pasar por ahí Marcos Martínez espoleó su caballo y se le cayó el sombrero. Entonces el padre Manuel Herrera, con su sotana impecablemente blanca, también espoleó su caballo y le pasó por encima al sombrero. Todos los miembros de la sociedad, que participaban en paseo, festejaron la actitud del cura y se rieron.
Marcos Martínez se regresó, se agachó con agilidad y recogió el sombrero, luego emparejó su caballo al del cura y limpió su sombrero con su blanca sotana. El sacerdote nada dijo porque los dos traían sendas pistolas fajadas. Por esos días el alcalde socialista tenía muchos problemas con la Iglesia.
Debido a las frecuentes derrotas del Partido Pro-Atoyac en las justas políticas, no presentó candidato para el periodo 1932, y llegó a la presidencia municipal Genaro Reyes apoyado por el Partido Socialista. Durante su gestión sucedió en la Ciudad de México el asesinato de general Amadeo Vidales a manos de Asunción Radilla. Cuentan que debido a eso ocurrió la muerte de Abelino Radilla ––primo del homicida de Vidales–– en el poblado de El Ticuí.
Los hechos ocurrieron el 4 de junio de ese año. En esa fecha se realizaba la boda civil de Atilano Rodríguez con María Isabel Juárez Gallardo. El casamiento estaba a cargo del Juez Pedro Clavel Castro quien iba acompañado por el comandante de la Policía Urbana Juan Mesino y el policía Juventino Zárate. Se dice que Abelino Radilla se encontraba armado en la boda, por eso Pedro Clavel ordenó al comandante Mesino que lo desarmara y obedeciendo órdenes procedió, pero como Abelino Radilla se opuso, fue abatido a tiros por el policía Juventino Zárate, quien también resultó herido de una pierna porque Radilla se defendió.
Debido a este hecho sangriento, los enemigos políticos del presidente municipal Genaro Reyes le abrieron proceso ante las Autoridades Judiciales de Tecpan de Galeana. El Juez de Primera Instancia dio entrada a la demanda y dictó orden de aprehensión en contra del presidente municipal, enviaron al Ejército para aprehenderlo, pero no lo logró porque Reyes se defendió en el Palacio Municipal de donde escapó por la madrugada y se refugió a la colonia Juan R. Escudero y de ahí partió a Chilpancingo desde donde renunció al cargo y quedó como sustituto Antonio Serafín, quien terminó el periodo constitucional.
El primer domingo de diciembre de 1932 se llevaron a cabo las elecciones, para entonces entraron en escena los candidatos del Partido Nacional Revolucionario (PNR) sin embargo el gobernador Adrián Castrejón impuso a Julio Ríos Villegas como presidente municipal. Lo primero que hizo el alcalde fue establecer el cierre del comercio los jueves, como día de descanso, costumbre que perduró muchas décadas en nuestra cabecera municipal.
Pero al tomar posesión los nuevos diputados locales se provocó en la capital del estado un enfrentamiento en donde perdió la vida el diputado local por el distrito de Tecpan Octavio Iturburo, eso provocó el desafuero del gobernador Adrián Castrejón y quedó como sustituto Ladislao Alarcón, quien le entregó el cargo Gabriel R. Guevara. A la muerte de Iturburo quedó en su lugar su suplente el atoyaquense Juan Francisco Pino militante del Partido Pro-Atoyac.
Por eso siendo ya gobernador Gabriel R. Guevara, y diputado local Juan Francisco Pino destituyeron al alcalde Julio Ríos Villegas y mediante un convenio se quedó al frente de la administración Juan Laurel. El acto fue festejado, el 27 de mayo de 1933, con un paseo cívico por la principales calles de la cuidad, amenizado por la música viento, yendo a la descubierta personajes del grupo el presidente saliente y del entrante.
Antes de renunciar Ríos Villegas pidió la intervención de gobierno federal. Mediante telegramas, que envió al presidente de la república denunciaba, que el 27 de mayo a las 17 horas, el diputado local Juan Francisco Pino acompañado como de 40 individuos armados asaltó el Palacio Municipal, se apoderaron de las oficinas y los amenazaron con proceder por la fuerza, con apoyo de las autoridades militares si no renunciaban al cargo. Decía que al estar apoderado Pino con sus guaruras del Palacio Municipal, el Ayuntamiento se instaló en una casa particular.
Los agraristas y vidalistas del Partido Socialista al no contar ya con su protector Adrián Castrejón perdieron fuerza. Así que para el periodo constitucional de 1934, tomó las riendas del municipio Antonio Rosas Abarca miembro del otro partido, en ese entonces fungía como jefe del Sector Militar el coronel Francisco Hernández Domínguez, quien tenía a su cargo a los soldados del 32 Batallón.



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