sábado, 24 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXV (Última parte)

Víctor Cardona Galindo
Estando la guerrilla al norte de Ixtla y cerca de Las Trincheras, a mediados de septiembre de 1972, se reincorporaron Carmelo Cortés Castro y Carlos Ceballos Loya, quienes se fugaron de la cárcel de Chilpancingo el 20 de agosto. En esas fechas comenzaron a subir, a la sierra, diversos grupos del Movimiento Armado Socialista que pretendían formar una sola organización revolucionaria en todo el país.
Una llave pública de agua en El Rincón de los Parotas,
 vestigio de lo que fue el Plan de Desarrollo 
Integral del Estado de Guerrero que llevó a las 
comunidades agua potable, caminos, las tiendas 
Conasupo y energía eléctrica. 
Foto: Víctor Cardona Galindo.

El  28 de septiembre de  1972 el gobierno anunciaba el Plan de Desarrollo Integral del Estado de Guerrero y se iniciaría lo que Lucio Cabañas llamó un tercer tipo de campaña en contra de la guerrilla, que empezaron a ser militares y políticas. Llegaron doctores que fueron a curar y a regalar medicinas, pero también comenzaron abriendo carreteras, llevando tiendas de abasto, energía eléctrica, agua potable, cursos de oficios para las mujeres y créditos para los campesinos.
De pronto se supo, en la cabecera municipal, que Lucio Cabañas fusiló en Las Trincheras a los campesinos Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda Radilla. El procurador Francisco Román dijo a la prensa que Lucio Cabañas fusiló a Pedro Nogueda por negarse a colaborar con la causa y otros medios especularon que fueron fusilados por ser familia del gobernador Israel Nogueda Otero.
“Tras un juicio sumario –‘sumarísimo’, dicen aquí-, los campesinos Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda Radilla, este último pariente cercano del actual gobernador Israel Nogueda Otero, fueron ‘pasados por las armas’ la madrugada del sábado, en plena sierra de Atoyac de Álvarez”, publicaba Ultimas Noticias el 16 de noviembre, quien agregaba: “Sin embargo, ha trascendido que los ‘fusilados’ hablaron demasiado  y por ello se expusieron a la venganza de los guerrilleros”.
Por su parte El Gráfico de Acapulco dio a conocer la noticia de que el guerrillero Lucio Cabañas Ba­rrientos, fusiló a dos de sus seguidores de nombre Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda Radilla en el poblado de Las Trincheras de este municipio de Atoyac.
Marco Bellingeri en su libro Del agrarismo armado a la guerra de los pobres 1940-1974, comenta que en noviembre de 1972, la guerrilla había regresado al campamento de Arroyo de Ixtla, cuando se solicitó su intervención en un conflicto de orden interno en la comunidad de Las Trincheras.
“Unos jóvenes habían secuestrado y violado a una campesina. Se pedía a la Brigada que hiciera justicia. Es interesante destacar, en este caso, que el Ejército acababa de retirarse de la localidad y era a los guerrilleros a quienes se les pedía cumplir la función de autoridad. La guerrilla discutió ampliamente el problema y, a instancia de Lucio, se decidió intervenir para castigar a los presuntos culpables. Después de un juicio popular muy sumario, los culpables fueron condenados a ser fusilados en el acto. Sin embargo, ya había sido decidido, y comunicado a la comunidad, que solamente se hubiera debido tratar de un simulacro, considerándolo castigo suficiente por el crimen cometido. Un accidente, que los miembros del grupo guerrillero atribuyeron a la obra consciente de un supuesto provocador infiltrado en la Brigada, provocó que los culpables fuera ajusticiados”.
Dice Gustavo Hirales, en Memoria de la guerra de los justos, que la asamblea sabía que nada más era para asustarlos. La población de la comunidad afectada también sabía que era de mentiras y estaba de acuerdo con el escarmiento. “Pero, naturalmente, los muchachos sentenciados no sabían que era broma y, cuando les estaban formando el cuadro, salieron corriendo”. Héctor les tiró con FAL, porque pensó que iban a denunciar la ubicación de la Brigada.
Ángel Custodio Reyes Serrano, que en aquél tiempo era agente del Ministerio Público en Tecpan de Galeana, escribió el libro: Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y su guerrilla ahí dice que este caso, “Es una historia un poco rara. Sucede que Gumersindo, el muerto, pretendía a una muchacha llamada Teodora, hija de José Plascencia Ponce y Juana Radilla. Según se sabe, lo rechazaba siempre que él se le acercaba y le hablaba de amores. El muchacho, aunque más constante, recibía igual número de rechazos”.
“Desesperado le habló a su amigo Pedro Nogueda, pariente de Teodora, para que éste le ayudara a conquistarla nuevamente fue rechazado Gumersindo, por lo cual despechado decidió junto con Pedro raptarla”. Robarse una muchacha, en aquellos tiempos, era común en la región y el rapto de Teodora se llevó a cabo el 4 de noviembre de 1972.
Teodora acostumbraba todos los días, como todas las muchachas del lugar, acarrear agua del arroyo que se encuentra en la salida del barrio, y ese día bajó como de costumbre. Gumersindo y Pedro la esperaban. La amenazaron, la jalonearon y como se defendía y resistía la golpearon y se la llevaron para el monte.
Ella se defendió y resistió inútilmente, entre los dos lograron someterla a golpes y por la fuerza. Gumersindo abusó de ella y se la llevó para su casa. Por eso sus familiares trataron de arreglar este asunto. José Plascencia, padre de Teodora, hombre sencillo pero de mucho carácter, estaba sumamente indignado con los individuos que raptaron a su hija. “No recibió ni a los familiares, ni a los ‘pedidores’; aunque éstos eran las mejores personas del barrio y eran sus amigos. Serenamente les pidió como única condición para tratar de solucionar este problema. Que estuviera ella presente para decidir esta cuestión”, comenta Reyes Serrano.
“Teodora era menor de edad y quería saber por boca de ella su decisión. Los familiares de Gumersindo estaban renuentes en llevarla quizá porque presentían ‘algo’ desagradable. En el último momento decidieron llevarla, porque consideraron que seguramente ella iba a aceptar el casamiento”.
“Al encontrarse en su casa, con sus padres, Teodora llorando inconsolablemente les relató la amarga experiencia sufrida, la reacción de José era de esperarse, ¡estaba furioso con todo mundo! Corrió a todos, y de no ser por su esposa seguramente que algo malo hubiera pasado. Todos se retiraron en silencio, decir alguna palabra implicaba contradecir a don José, y pues... ni modo, dejaron a Teodora”.
El padre solicitó al comisario hiciera una asamblea para que este problema se tratara y se diera una solución. La asamblea se llevó a cabo el viernes, 10 de noviembre, estuvieron mucha gente en ella: Don José y su hija en primera fila, Jesús Ramírez Delgado, padre de Gumersindo también, y a un costado y junto a él, Félix Nogueda Radilla hermano mayor de Pedro.
En la asamblea el padre de la ofendida pidió que los raptores se fueran de pueblo o si no las cosas se iban arreglar de otra manera. Era una decisión tajante. Luego “Don José y su hija salieron de la asamblea. Él no esperó ninguna sugerencia o alguna proposición”.
Pero luego el pueblo se llevó una sorpresa. Llegó Lucio Cabañas con su gente, inmediatamente reunieron a todos en la escuela del lugar. “Yo soy Lucio Cabañas –dijo- y las personas que me acompañan son de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, y nuestra presencia esta noche con ustedes es antes que nada muy dolorosa para nosotros, porque se trata de un caso muy delicado que ha ocurrido en esta localidad, y el cual todos ustedes conocen perfectamente. Por lo tanto, como ya es bien conocido de todos ustedes ya no entraremos en detalles, valga decir que la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, parte integrante y brazo armado del Partido de los Pobres (Pdlp), ha deliberado ampliamente sobre este bochornoso y humillante caso. ¡Se ha cometido un atropello! ¡A una mujer indefensa hija de un compañero! ¡No podemos pasarlo por alto! ¡Ningún revolucionario  puede permitir semejante ultraje!”.
El “Diario de un Combatiente I” publicado en el libro Papeles de la sedición o la verdadera historia político militar del Partido de los Pobres, compilado por Francisco Fierro Loza dice que cuando se les solicitó por parte de la comunidad intervenir, la guerrilla discutió ampliamente el caso y “Para cumplir esta misión, entramos al pueblo de Las Trincheras en fecha 10 de noviembre de 1972; para cumplir con el plan se habían designado varias comisiones; una para detener a los acusados, otra para realizar el simulacro de fusilamiento, otra más para cubrir las entradas al pueblo y una última para acompañar a Lucio; el resto de la guerrilla se concretaría a estar prevenida para el caso que se suscitara algún problema”.
“Fijamos como hora de entrada al pueblo las cinco de la mañana del día siguiente -11 de noviembre- para poder encontrar a los campesinos todavía sin salir de sus casas”. Las comisiones cumplieron con lo que se les encomendó, los dos campesinos fueron detenidos, se reunió el pueblo en el patio de la escuela y sin que estuvieran presente los capturados se les dijo que se haría un fusilamiento simulado, que se les perdonaría la vida por ser gente pobre. Los jóvenes son conducidos entonces a la escuela donde se les hace un juicio público, con la presencia de la muchacha ofendida y de su padre.
Durante el juicio, la joven niega tener cualquier tipo de relación previa a los hechos con el acusado. Se les declara culpables y se les traslada al pie de una enorme ceiba, donde serían ejecutados. Se les intenta amarrar y vendar pero ellos se niegan. La comisión de fusilamiento se pone frente a los jóvenes y se da la orden que preparen, los fusiles suenan al cortar cartuchos listos para disparar hacia arriba y en este preciso momento los campesinos huyen por la maleza, ansiosos de salvar su vida. “Los fusiles son disparados al aire y se les grita que no corran porque no se les va a matar. Sin embargo Zeferino Arrazola, Héctor, que no tenía ninguna comisión, apunta con toda precisión en contra de uno de ellos y lo atraviesa de un balazo el estómago, al otro, que había logrado alejarse mucho más, Zeferino lo persigue, le apunta con igual precisión y le pega también un balazo, cayendo el cuerpo en la maleza de la orilla de un arroyo. Todo esto sucedió en unos cuantos segundos”.
Lucio gritaba que no disparara y corría detrás de Zeferino sin embargo nada pudo hacer. “Con esta situación dolorosa de la muerte de los dos campesinos a manos de un provocador, terminaba el incidente de una injusticia que quisimos reparar, cometiendo una mayor; el fusilamiento de ‘chismito’, como le decían algunos compañeros, se convertía en una tragedia”, dice el guerrillero que escribió el texto. Hubo llanto colectivo, solicitud de perdón pero ya no había remedio. Esto le causó cierto desprestigio a la Brigada.
Conforme al reporte de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) Pedro Nogueda y Gumersindo Ramírez Ortiz fueron llevados a juicio público en Las Trincheras, por la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, por el secuestro de Teodora Plascencia Radilla. Pedro escapó pero Gumersindo murió de un balazo ese día en el Sanatorio Sotelo, de San Jerónimo.
Dice el informe de la DFS que Lucio estuvo el 11 de noviembre en Las Trincheras “donde pretendieron  juzgar y fusilar en presencia de los pobladores, a Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda secuestradores de Teodora Plascencia”. Agrega el reporte “Pedro Nogueda tuvo la oportunidad de fugarse no así Ramírez Ortiz, que fue herido por proyectil de arma de fuego en la región umbilical falleciendo el día 11 del actual, en el sanatorio Sotelo del poblado de San Jerónimo, cuando era atendido”.
Al arribar dos secciones del 48 Batallón de Infantería a Las Trincheras durante la madrugada del 13, los pobladores dijeron que Ramírez Ortiz fue balaceado en las huertas de café cuando intentaba huir. Señalaron que la Brigada se desplazó rumbo a los Llanos de Santiago y después hacia Río Santiago. Las tropas que inspeccionaban la región encontraron el cadáver de Pedro Nogueda, en pleno estado descomposición, dice la ficha de la DFS.
Los guerrilleros autorizaron al pueblo para que los denunciara ante las autoridades y le echara toda la culpa para evitar la represión. Luego se mantuvieron a la expectativa cerca de Las Trincheras vigilando a los soldados que los buscaban. Después avanzaron un poco y colocaron su campamento el cerro de El Zanate en las inmediaciones de San Martín de las Flores.
Mientras esto ocurría en la sierra. La noche del 19 de noviembre de 1972, durante la velada que el Ayuntamiento organizó con motivo de la víspera del día de la Revolución Mexicana, el joven estudiante de leyes, de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jorge Radilla Galeana, en nombre del Comité Juvenil del PRI, aprovechó su discurso para recordar el 2 de octubre de 1968, denunciar al presidente de la República Luis Echeverría Álvarez y al gobernador Israel Nogueda Otero, lanzando vivas a la fuerzas armadas de la sierra y al guerrillero Lucio Cabañas Barrientos. Antes que abandonara la ciudad fue detenido al llegar a la terminal. Al día siguiente fue destituido el comité juvenil y el presidente del comité municipal del PRI Juan Pano Ríos.

A principios de diciembre de 1972, Lucio viajó a la Ciudad de México y otros estados de la república, dejando como responsable de la Brigada a Carmelo Cortés Castro. La policía detectó a Cabañas en Durango ese mes. 

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