sábado, 10 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXIII


Víctor Cardona Galindo
Las dos granadas que fueron decomisadas a los soldados el día de la emboscada, no sirvieron a la guerrilla. Eran para  Fusil Ametrallador Ligero (FAL) y nadie de los brigadistas sabía cómo usarlas, por eso Lucio con otros guerrilleros las enterraron en la orilla de la brecha. Lucio se llevó el casco, que un soldado le dio, tenía encima una malla tejida de cordón, pero al poco rato de andar con él, pasó a manos de Joel un guerrillero de Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) quien lo usó varios días, pero después nadie supo donde quedó.
El Instituto de Protección a la Infancia (IPI) se construyó 
en un terreno de don Rosendo Radilla Pacheco. Esas 
instalaciones luego fueron cuartel y después vendidas 
a la empresa Teléfonos de México, para tal efecto los 
gobernantes municipales de la época falsificaron la firma 
del líder campesino, porque él ya no estaba cuando se hizo
 la venta, los soldados lo habían desaparecido. 
Foto tomada de la Monografía de Atoyac de Wilfrido Fierro

El cronista de la ciudad Wilfrido Fierro Armenta registraba el 23 de agosto de 1972. “A las 13:30 horas del día de hoy fueron emboscados nuevamente dos comandos y un jefe militar por el profesor Lucio Cabañas Barrientos y sus guerrilleros, en el paraje conocido por El Arroyo Oscuro, o sea al lado norte del poblado del Río de Santiago, de la zona cafetalera. En el asalto murieron 18 federales entre soldados y oficiales, resultando varios heridos. Los convoyes se incendiaron al estallar unos tanques de combustibles con el impacto de las balas. Los sobrevivientes fueron desarmados. Cabañas una vez consumados los hechos se internó en la sierra”.
Ese día el periódico Novedades de Acapulco da a conocer únicamente los nombres de seis heridos: el sar­gento primero José Juan Olvera Conde, los sargentos segundos Luis Flores Becerra y Anastasio Santiago, el cabo Mario Román y los soldados: Basilio San­tiago Carranza y Augusto Carranza Márquez.
El cronista asienta que el 24 de agosto un helicóptero hizo un recorrido en la zona de la sierra cafetalera de este municipio de Atoyac y sobrevoló el lugar donde fueron emboscados los dos comandos militares. En él iba el secretario de la De­fensa Nacional general Hermenegildo Cuenca Díaz, acompañado del general Joaquín Solano Chagoya, jefe de la 27 Zona Militar con sede en Aca­pulco, con el fin de informarse de los hechos ocurridos. Al marcharse dejó instruc­ciones de perseguir tenazmente al guerrillero Lucio Cabañas Barrientos y a su gente.
Dice el informe de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) que 25 de agosto de  1972 fueron movilizados cinco batallones de infantería y diez mil policías del Estado coordinados por el general Javier Fonseca de la dirección de la Policía Militar de la Defensa para acabar con Lucio Cabañas Barrientos, Carmelo Cortés Castro y Carlos Cevallos Loya, éstos dos últimos se habían fugado de la cárcel el 20 de agosto de 1972.
Relata Wilfrido el 26, “A raíz de la emboscada tendida a los dos comandos mi­litares, por el guerrillero profesor Lucio Cabañas Barrientos con esta fecha arriban a esta ciudad con destino a la sierra comandos militares de los batallones 32, 19, 27, 50 y 48,  para perseguir al grupo de guerrilleros”.
Luego, el 28 de agosto a las 10 de la mañana, tuvo lugar en el palacio municipal de Atoyac una asamblea a la que asistieron los comi­sarios y comisariados ejidales del municipio, organizada por el presidente municipal Silvestre Hernández Fierro en la que se dio a conocer el “deseo” del gobernador del estado Israel Nogueda Otero, de que expusieran todos sus problemas y las necesidades de sus comunidades, “ya que por ser él de Atoyac tenía los mejores deseos de ayudar a resolverlos como son: construcciones de escuelas; introducción de la luz y agua potable, irrigación, carreteras y problemas sobre garan­tías, ya que él estaba dispuesto a dárselas y solicitarlas al C. Presidente de la República Lic. Luis Echeverría Álvarez, para que todas estas peti­ciones fueran realidad. Al mismo tiempo los invitaba a que se dedicaran a sus trabajos buscando siempre la unidad, ya que estos eran los deseos tanto del Gobierno Estatal como Federal”.
Ante los asistentes hizo uso de la palabra el teniente coronel Bardomiano de la Vega Morales quien dijo que el Ejército, a raíz de la masacre cometida a los dos comandos militares por Lucio Cabañas Barrientos y sus guerrilleros, no ejercía ninguna acción arbitraria contra los campesinos honrados y trabajadores, sino que solamente perseguían “a los malos elementos que han creado la incertidumbre y la intranquilidad en la sierra”. Les dijo a los comisarios que ellos no debían apoyar a esos bandoleros, que deberían denunciarlos a efecto de que sean perseguidos y atrapados para que reine la paz en bien de todos los habitantes del municipio.
Hablaron enseguida los comisarios de Mexcaltepec, Santiago de la Unión, San Francisco del Tibor y otros diciendo que ellos apoyaban al gobierno y que en la primera oportunidad que estos guerrilleros fueran vistos en sus comunidades avisarían a las autoridades correspondientes. Así que de esta forma y después de agradecer la asistencia el presi­dente municipal Silvestre Hernández Fierro dio por terminada la asamblea. Durante el desarrollo de esta reunión los soldados de la federación cercaron por completo las calles de la ciudad.
Comenta Eneida Martínez: “El júbilo se inoculó en el entusiasmo de los guerrilleros, era un buen estímulo para continuar con la lucha armada. Por otro lado, los brigadistas no resintieron ninguna baja y tampoco sufrieron persecución, no así para los lugareños que una vez más, volvieron a ser víctimas de las represalias militares”.
Isaías Castro Velázquez fue sacado del domicilio de Sostenes Cienfuegos en San Vicente de Benítez, el 27 de agosto de 1972 a las 10 de la mañana, por el coronel Macario Castro Villarreal y el soldado raso José Luis Ornelas y llevado en un helicóptero hacía Acapulco, donde según testimonios lo amarraron de una reata y lo bajaban hacía el mar para que se confesara culpable de participar en la emboscada. Con los años gobierno federal contestó a sus familiares que Isaías cayó muerto en el enfrentamiento entre guerrilleros y soldados en el Arroyo Oscuro, cuando todos los vecinos son testigos de que se lo llevaron del pueblo a la luz del día.
Los barrios fueron el blanco ideal, de las autoridades federales para proporcionarle “un golpe terrible a las bases del Partido de los Pobres. Uno de los pueblos que resintió con mayor grado las represalias por parte del Ejército fue El Quemado, donde sus habitantes ni siquiera habían tenido contacto con los guerrilleros, no conocían ni en persona a Lucio Cabañas”, nos dice Eneida Martínez. La Brigada no había realizado ese lugar ninguna asamblea, como si había ocurrido en otros pueblos. Laura Castellanos en su libro México Armado escribió que del Quemado los soldados se llevaron detenidos 106 campesinos.
El informe de la Femospp recoge: “Puesto que el comandante de la Zona Militar calculó que habían sido atacados por 150 guerrilleros, el secretario de la Defensa le exigió que éstos fueran detenidos”, por eso el Ejército llegó a El Quemado y se llevó a más de 100 hombres. El helicóptero echaba vueltas llevando a los detenidos y casi pasaba por encima del campamento que la Brigada tenía al norte de Ixtla. Cuando los guerrilleros se propusieron derribarlo ya no volvió a pasar.
Las primeras víctimas inocentes empezaron a caer, el 2 de septiembre de 1972, cuando fueron detenidos los primeros 41 pobladores de El Quemado. Los acontecimientos se los narra Nicolás Valdez a Laura Castellanos: “Llegué a mi casa. El gobierno había invitado a la gente a una asamblea en la cancha deportiva que está en medio del pueblo. Había una casa sola en la esquina de la cancha. Y todos fuimos a la reunión, hombres, mujeres y jóvenes. Y el ejército agarró el censo del pueblo. Y dijeron: ‘todo el que oiga su nombre va diciendo presente’. Y cuando llegó mi nombre me dijeron ‘vengase para acá’, y separaron unos para allá y otros para acá. Y dijeron: ‘Ustedes, los de acá, se van para sus casas y estén atentos. Con los otros queremos hacer una plática y luego se van’. Éramos como unos cincuenta. Nos llevaron a la casa. Cuando entraba uno lo cateaban duro, le vendaban los ojos, le amarraban las manos y los pies y lo botaban. Y tantito se quejaba le daban su maltratada”. Según los registros de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) ese día fue detenido en El Quemado Antonio Onofre Barrientos, tío de Lucio Cabañas y uno de los fundadores del Partido de los Pobres quien fue trasladado al Campo Militar Número 1, desde entonces no se conoce su paradero.
Otro testimonio, recogido por la Femospp, dice que el 5 de septiembre el Ejército llegó de nuevo al pueblo El Quemado como a las 8 de la mañana y poco después, como a las 10, arribó el general Chagoya con dos helicópteros y ordenó a un capitán: “Le haces así como te dije” y se fue con los helicópteros.  Y después, “el capitán nos dijo que nos fuéramos todos a la cancha de básquetbol. Los militares traían una lista con los nombres de los que vivíamos en la comunidad y nombrando a cada uno los formaban, los metían a una casa cerca de la cancha y adentro los amarraban de pies y manos y luego los llevaban en helicóptero al cuartel de Atoyac que todavía estaba en construcción”.
“Nos tuvieron igual amarrados, sentados en el piso y sin comer como veinte días. Nos golpeaban mucho. Ahí murió un señor que se llamaba Goyo Flores, ellos los mataron a patadas”, dijo Nicolás Valdés a Laura Castellanos. Del cuartel de Atoyac se los llevaron al puerto de Acapulco.
En otros casos, los campesinos fueron detenidos en sus casas, llegaron los soldados en pequeños grupos y, mientras unos hacían preguntas, otros dejaban artículos militares en lugares escondidos del solar. Después regresaban, encontraban lo que habían escondido y decían que tenían la prueba de que esa gente había participado en la emboscada, ese fue el caso de  Mauro García Téllez y de Antonio Onofre Barrientos.
“Después de ser detenidos eran trasladados a la 27ª zona militar de Atoyac, que se habilitó, a partir de entonces, como campo de concentración. Todos los detenidos que eran llevados allí eran torturados, a muchos de ellos los subieron en helicóptero para no regresar jamás. Unos fueron liberados, muchos otros enviados al campo militar de Pie de la Cuesta en Acapulco que también funcionó, al igual que el Campo Militar Número Uno en la Ciudad de México, como campos de concentración”, dice el informe de la Femospp.
El Ejército se llevó a ancianos, jóvenes y adultos, sólo dejó mujeres y niños. Los detenidos no tenían nada que ver con los hechos que se les imputaban. La Femospp registró de un total de 106 personas inocentes que el Ejército detuvo acusándolas de participar en la emboscada del Arroyo Oscuro. De esas 91 eran de El Quemado y 15 en otras localidades.
Dice el informe de la Femospp, “Es necesario destacar que la tortura a la que fue sometida esta gente fue tan brutal que no solamente todos los detenidos aceptaron los cargos que les imputaron, sino que siete de ellos–Gregorio Flores Leonardo, Martín Gatica Nava, Gumersindo Morales Gacía, Darío Morales Navarrete, Antonio Pino Pérez, José Veda Ríos Ocampo e Ignacio Sánchez Gutiérrez-, no aguantaron el tormento y murieron asesinados por el ejército en sesión de tortura, o a consecuencia inmediata de ella. Don Ignacio fue torturado hasta la muerte enfrente de todos los detenidos. Varios de ellos fueron llevados al Campo Militar Número Uno de México, de donde muchos fueron desaparecidos”.
Entre esos desaparecidos están: Francisco Castro Castañeda, Aurelio Díaz Fierro, Mauro o Mario García Téllez y Rito Izazaga García, este último es de los que fueron liberados para luego ser detenidos y desaparecidos por el Ejército. Rito fue apresado nuevamente por el oficial Benjamín Luna Urbina el 6 de septiembre de 1974 y reportado como paquete. En el caso de Antonio Onofre Barrientos se sabe que fue sacado del Campo Militar Número 1 en octubre de 1974 por Francisco Quirós Hermosillo para ser ejecutado. Otro desaparecido es Cesáreo Villegas Tabares conforme a la información que dio su mamá, Gregoria Tabares Rebolledo, a la Femospp fue detenido el 3 de septiembre de 1972, por el Ejército. Como a los cuatro días lo encontró en Zacualpan, donde los militares la dejaron conversar con su hijo durante un minuto. No sabía por qué estaba detenido. Es la última vez que fue visto.
Por si fuera poco, el Ejército impidió a las familias de los campesinos detenidos de El Quemado que contrataran mano de obra para el corte anual de café, así que las cosechas se perdieron dando con ello un golpe a la economía de los que se quedaron.
Se habla de otras detenciones, en otros pueblos, por ejemplo Pablo Loza Patiño, Braulio fue consignado el 4 de septiembre de 1972, acusado de participar en la primera emboscada. En un informe de la DFS dice que aceptó su participación en la emboscada al personal del 50 Batallón de Infantería, así como haber disparado en seis ocasiones al aire, toda vez que no alcanzaba a ver los elementos militares y que en su poder fueron encontradas tres bombas de manufactura cacera. A esas alturas ser familiar de Lucio Cabañas se volvió peligroso, el 12 de septiembre fue detenido su tío Pedro Cabañas Macedo de 80 años de edad acusado de participar en la segunda emboscada.




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