Víctor
Cardona Galindo
Las
dos granadas que fueron decomisadas a los soldados el día de la emboscada, no
sirvieron a la guerrilla. Eran para Fusil Ametrallador Ligero (FAL) y nadie de los
brigadistas sabía cómo usarlas, por eso Lucio con otros guerrilleros las
enterraron en la orilla de la brecha. Lucio se llevó el casco, que un soldado
le dio, tenía encima una malla tejida de cordón, pero al poco rato de andar con
él, pasó a manos de Joel un
guerrillero de Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) quien lo usó varios
días, pero después nadie supo donde quedó.
El cronista de la ciudad Wilfrido Fierro Armenta
registraba el 23 de agosto de 1972. “A las 13:30 horas del día de hoy fueron
emboscados nuevamente dos comandos y un jefe militar por el profesor Lucio
Cabañas Barrientos y sus guerrilleros, en el paraje conocido por El Arroyo
Oscuro, o sea al lado norte del poblado del Río de Santiago, de la zona
cafetalera. En el asalto murieron 18 federales entre soldados y oficiales, resultando
varios heridos. Los convoyes se incendiaron al estallar unos tanques de
combustibles con el impacto de las balas. Los sobrevivientes fueron desarmados.
Cabañas una vez consumados los hechos se internó en la sierra”.
Ese día el periódico Novedades
de Acapulco da a conocer únicamente los nombres de seis heridos: el sargento
primero José Juan Olvera Conde, los sargentos segundos Luis Flores Becerra y
Anastasio Santiago, el cabo Mario Román y los soldados: Basilio Santiago
Carranza y Augusto Carranza Márquez.
El cronista asienta que el 24 de agosto un helicóptero
hizo un recorrido en la zona de la sierra cafetalera de este municipio de
Atoyac y sobrevoló el lugar donde fueron emboscados los dos comandos militares.
En él iba el secretario de la Defensa Nacional general Hermenegildo Cuenca
Díaz, acompañado del general Joaquín Solano Chagoya, jefe de la 27 Zona Militar
con sede en Acapulco, con el fin de informarse de los hechos ocurridos. Al
marcharse dejó instrucciones de perseguir tenazmente al guerrillero Lucio
Cabañas Barrientos y a su gente.
Dice el informe de la Fiscalía
Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) que 25 de agosto de
1972 fueron movilizados cinco batallones de infantería y diez mil policías del Estado coordinados por el general
Javier Fonseca de la dirección de la Policía Militar de la Defensa para acabar
con Lucio Cabañas Barrientos, Carmelo Cortés Castro y Carlos Cevallos Loya,
éstos dos últimos se habían fugado de la cárcel el 20 de agosto de 1972.
Relata Wilfrido el 26, “A raíz de la emboscada tendida a
los dos comandos militares, por el guerrillero profesor Lucio Cabañas
Barrientos con esta fecha arriban a esta ciudad con destino a la sierra
comandos militares de los batallones 32, 19, 27, 50 y 48, para perseguir al grupo de guerrilleros”.
Luego, el 28 de agosto a las 10 de la mañana, tuvo lugar
en el palacio municipal de Atoyac una asamblea a la que asistieron los comisarios
y comisariados ejidales del municipio, organizada por el presidente municipal
Silvestre Hernández Fierro en la que se dio a conocer el “deseo” del gobernador
del estado Israel Nogueda Otero, de que expusieran todos sus problemas y las
necesidades de sus comunidades, “ya que por ser él de Atoyac tenía los mejores
deseos de ayudar a resolverlos como son: construcciones de escuelas;
introducción de la luz y agua potable, irrigación, carreteras y problemas sobre
garantías, ya que él estaba dispuesto a dárselas y solicitarlas al C.
Presidente de la República Lic. Luis Echeverría Álvarez, para que todas estas
peticiones fueran realidad. Al mismo tiempo los invitaba a que se dedicaran a
sus trabajos buscando siempre la unidad, ya que estos eran los deseos tanto del
Gobierno Estatal como Federal”.
Ante los asistentes hizo uso de la palabra el teniente
coronel Bardomiano de la Vega Morales quien dijo que el Ejército, a raíz de la
masacre cometida a los dos comandos militares por Lucio Cabañas Barrientos y
sus guerrilleros, no ejercía ninguna acción arbitraria contra los campesinos honrados
y trabajadores, sino que solamente perseguían “a los malos elementos que han
creado la incertidumbre y la intranquilidad en la sierra”. Les dijo a los
comisarios que ellos no debían apoyar a esos bandoleros, que deberían
denunciarlos a efecto de que sean perseguidos y atrapados para que reine la paz
en bien de todos los habitantes del municipio.
Hablaron enseguida los comisarios de Mexcaltepec,
Santiago de la Unión, San Francisco del Tibor y otros diciendo que ellos
apoyaban al gobierno y que en la primera oportunidad que estos guerrilleros
fueran vistos en sus comunidades avisarían a las autoridades correspondientes.
Así que de esta forma y después de agradecer la asistencia el presidente
municipal Silvestre Hernández Fierro dio por terminada la asamblea. Durante el
desarrollo de esta reunión los soldados de la federación cercaron por completo
las calles de la ciudad.
Comenta
Eneida Martínez: “El júbilo se inoculó en el entusiasmo de los guerrilleros,
era un buen estímulo para continuar con la lucha armada. Por otro lado, los
brigadistas no resintieron ninguna baja y tampoco sufrieron persecución, no así
para los lugareños que una vez más, volvieron a ser víctimas de las represalias
militares”.
Isaías
Castro Velázquez fue sacado del domicilio de Sostenes Cienfuegos en San Vicente
de Benítez, el 27 de agosto de 1972
a las 10 de la mañana, por el coronel Macario Castro
Villarreal y el soldado raso José Luis Ornelas y llevado en un helicóptero
hacía Acapulco, donde según testimonios lo amarraron de una reata y lo bajaban
hacía el mar para que se confesara culpable de participar en la emboscada. Con
los años gobierno federal contestó a sus familiares que Isaías cayó muerto en
el enfrentamiento entre guerrilleros y soldados en el Arroyo Oscuro, cuando
todos los vecinos son testigos de que se lo llevaron del pueblo a la luz del
día.
Los
barrios fueron el blanco ideal, de las autoridades federales para proporcionarle
“un golpe terrible a las bases del Partido de los Pobres. Uno de los pueblos
que resintió con mayor grado las represalias por parte del Ejército fue El
Quemado, donde sus habitantes ni siquiera habían tenido contacto con los
guerrilleros, no conocían ni en persona a Lucio Cabañas”, nos dice Eneida
Martínez. La Brigada no había realizado ese lugar ninguna asamblea, como si
había ocurrido en otros pueblos. Laura Castellanos en su libro México Armado escribió que del Quemado
los soldados se llevaron detenidos 106 campesinos.
El informe de la Femospp recoge: “Puesto que el comandante de la
Zona Militar calculó que habían sido atacados por 150 guerrilleros, el secretario de la Defensa le exigió
que éstos fueran detenidos”, por eso el Ejército llegó a El Quemado y se
llevó a más de 100 hombres. El helicóptero echaba vueltas llevando a los
detenidos y casi pasaba por encima del campamento que la Brigada tenía al norte
de Ixtla. Cuando los guerrilleros se propusieron derribarlo ya no volvió a
pasar.
Las
primeras víctimas inocentes empezaron a caer, el 2 de septiembre de 1972, cuando
fueron detenidos los primeros 41 pobladores de El Quemado. Los acontecimientos
se los narra Nicolás Valdez a Laura Castellanos: “Llegué a mi casa. El gobierno
había invitado a la gente a una asamblea en la cancha deportiva que está en medio
del pueblo. Había una casa sola en la esquina de la cancha. Y todos fuimos a la
reunión, hombres, mujeres y jóvenes. Y el ejército agarró el censo del pueblo.
Y dijeron: ‘todo el que oiga su nombre va diciendo presente’. Y cuando llegó mi
nombre me dijeron ‘vengase para acá’, y separaron unos para allá y otros para
acá. Y dijeron: ‘Ustedes, los de acá, se van para sus casas y estén atentos.
Con los otros queremos hacer una plática y luego se van’. Éramos como unos
cincuenta. Nos llevaron a la casa. Cuando entraba uno lo cateaban duro, le
vendaban los ojos, le amarraban las manos y los pies y lo botaban. Y tantito se
quejaba le daban su maltratada”. Según los registros de la Dirección Federal de
Seguridad (DFS) ese día fue detenido en El Quemado Antonio Onofre Barrientos,
tío de Lucio Cabañas y uno de los fundadores del Partido de los Pobres quien
fue trasladado al Campo Militar Número 1, desde entonces no se conoce su
paradero.
Otro testimonio, recogido por la Femospp, dice que el 5 de
septiembre el Ejército llegó de nuevo al pueblo El Quemado como a las 8 de la
mañana y poco después, como a las
10, arribó el general Chagoya con dos helicópteros y ordenó a un capitán: “Le
haces así como te dije” y se fue con los helicópteros. Y después, “el capitán nos dijo que nos
fuéramos todos a la cancha de básquetbol. Los militares traían una lista con
los nombres de los que vivíamos en la comunidad y nombrando a cada uno los
formaban, los metían a una casa cerca de la cancha y adentro los amarraban de
pies y manos y luego los llevaban en helicóptero al cuartel de Atoyac que
todavía estaba en construcción”.
“Nos tuvieron igual amarrados, sentados en el piso y sin comer
como veinte días. Nos golpeaban mucho. Ahí murió un señor que se llamaba Goyo
Flores, ellos los mataron a patadas”, dijo Nicolás Valdés a Laura Castellanos.
Del cuartel de Atoyac se los llevaron al puerto de Acapulco.
En otros casos, los campesinos fueron detenidos en sus casas, llegaron
los soldados en pequeños grupos y, mientras unos hacían preguntas,
otros dejaban artículos militares en lugares
escondidos del solar. Después regresaban, encontraban lo que habían escondido y
decían que tenían la prueba de que esa gente había
participado en la emboscada, ese fue el caso de Mauro García Téllez y de Antonio Onofre
Barrientos.
“Después de ser detenidos eran trasladados a la 27ª zona militar
de Atoyac, que se habilitó, a partir
de entonces, como campo de concentración. Todos los detenidos que eran llevados
allí eran torturados, a muchos de ellos los subieron en helicóptero para no
regresar jamás. Unos fueron liberados, muchos otros enviados al campo militar
de Pie de la Cuesta en Acapulco que también funcionó, al igual que el Campo
Militar Número Uno en la Ciudad de México, como campos de concentración”, dice
el informe de la Femospp.
El Ejército se llevó a ancianos, jóvenes y adultos, sólo dejó
mujeres y niños. Los detenidos no
tenían nada que ver con los hechos que se les imputaban. La Femospp registró de
un total de 106 personas inocentes que el Ejército detuvo acusándolas de
participar en la emboscada del Arroyo Oscuro. De esas 91 eran de El Quemado y
15 en otras localidades.
Dice el informe de la Femospp, “Es necesario destacar que la
tortura a la que fue sometida esta gente fue tan brutal que no solamente todos los detenidos aceptaron los
cargos que les imputaron, sino que siete de ellos–Gregorio Flores Leonardo,
Martín Gatica Nava, Gumersindo Morales Gacía, Darío Morales Navarrete, Antonio
Pino Pérez, José Veda Ríos Ocampo e Ignacio Sánchez Gutiérrez-, no aguantaron
el tormento y murieron asesinados por el ejército en sesión de tortura, o a
consecuencia inmediata de ella. Don Ignacio fue torturado hasta la muerte
enfrente de todos los detenidos. Varios de ellos fueron llevados al Campo
Militar Número Uno de México, de donde muchos fueron desaparecidos”.
Entre esos desaparecidos están: Francisco Castro Castañeda, Aurelio
Díaz Fierro, Mauro o Mario García
Téllez y Rito Izazaga García, este último es de los que fueron liberados para
luego ser detenidos y desaparecidos por el Ejército.
Rito fue apresado nuevamente por el oficial Benjamín Luna Urbina el 6 de
septiembre de 1974 y reportado como paquete. En el caso de Antonio Onofre
Barrientos se sabe que fue sacado del Campo Militar Número 1 en octubre de 1974
por Francisco Quirós Hermosillo para ser
ejecutado. Otro desaparecido es Cesáreo Villegas Tabares conforme a la
información que dio su mamá, Gregoria Tabares Rebolledo, a la Femospp fue
detenido el 3 de septiembre de 1972, por el Ejército. Como a los cuatro días lo
encontró en Zacualpan, donde los militares la dejaron conversar con su hijo
durante un minuto. No sabía por qué estaba detenido. Es la última vez que fue
visto.
Por si fuera poco, el Ejército impidió a las familias de los campesinos
detenidos de El Quemado que contrataran mano de obra
para el corte anual de café, así que las cosechas se perdieron dando con ello
un golpe a la economía de los que se quedaron.
Se
habla de otras detenciones, en otros pueblos, por ejemplo Pablo Loza Patiño, Braulio fue consignado el 4 de
septiembre de 1972, acusado de participar en la primera emboscada. En un
informe de la DFS dice que aceptó su participación en la emboscada al personal
del 50 Batallón de Infantería, así como haber disparado en seis ocasiones al
aire, toda vez que no alcanzaba a ver los elementos militares y que en su poder
fueron encontradas tres bombas de manufactura cacera. A esas alturas ser
familiar de Lucio Cabañas se volvió peligroso, el 12 de septiembre fue detenido
su tío Pedro Cabañas Macedo de 80 años de edad acusado de participar en la
segunda emboscada.
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