Víctor
Cardona Galindo
Una
ficha de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) dice que a las 13 horas, del
23 de agosto de 1972, fue emboscado un convoy militar a un kilómetro al norte
de Río Santiago. El ataque fue a un camión Dina y una camioneta de redilas del
48 Batallón de Infantería en que se transportaban un jefe, dos oficiales y 37
elementos de tropa. “Al llegar al punto mencionado fueron interceptados con
fuegos cruzados, originando con ello la detención momentánea del primer vehículo
que era el camión Dina y posteriormente la camioneta de redilas al brindarle el
apoyo inmediato al primer vehículo el cual también cayó emboscado por fuegos
cruzados… Resultado de dicha emboscada muertos: un jefe, un oficial y 16 de
tropa, así como heridos un oficial y 15 de tropa, quedando 6 ilesos”.
Los
sobrevivientes dijeron que “al llegar a las curvas del arroyo Oscuro,
escucharon el fuego de armas automáticas a todo su alrededor, por lo que de
inmediato recibieron la orden del mayor Aarón López Serna de contestar el
fuego. Los que se encontraban en la parte trasera del camión Dina fueron los
primeros en bajar y cayeron abatidos, al acercarse el segundo camión a dar
apoyo, el subteniente Ignacio Revueltas Ugalde bajó del vehículo pero también
pereció en el fuego cruzado”.
Cuando
pararon los disparos. Dijeron los sobrevivientes a la DFS, cuyo agente
comisionado en la región de Acapulco era el capitán Mario Arturo Acosta
Chaparro, que de las orillas bajaron unos 25 hombres dotados de armamento
automático a recoger las armas del personal militar. Por las fotos que les
habían repartido, los soldados reconocieron a Lucio Cabañas quien les dijo que
ya no obedecieran las órdenes de Cuencas Díaz, que eran las de Echeverría y
luego les tomaron fotos a los sobrevivientes, a los muertos y heridos y les
pidieron el nombre de cada uno de ellos.
Los
soldados comentaron que iban a San Vicente de Benítez y que los guerrilleros
quemaron la camioneta de redilas y se llevaron las provisiones.
En
esta emboscada murieron: el mayor de infantería Aarón López Serna, el
subteniente Ignacio Revueltas Ugalde, el sargento segundo Antonio Tafoya
Canchola. Los cabos: Leandro Ramírez Hernández y Abdón Villegas Callejas. Los
soldados: Francisco Ramírez López, Celerino García Sánchez, Mario Lucio
Santiago Hernández, Celso Suárez Sánchez, Luis Manuel Olivera, Tomas Navarrete,
Juan García Sánchez, Raúl Odon Gaytan, Guadalupe Otillo Macer López, Bonifacio
Nolasco Aquino, Antonio Aguilar Díaz, e Isaac Monroy Cepeda. Todos eran del 48
Batallón de Infantería. Los heridos fueron traslados al hospital militar de
Chilpancingo y los cadáveres se concentraron en Cruz Grande sede del cuartel
del 48 Batallón de Infantería y los que salieron ilesos fueron llevados a la
sede de la 27 zona militar en Acapulco, donde rendían su declaración.
“La
guerrilla se retiró con todo el pesado cargamento de armas y material obtenido
en el combate, con la ayuda favorable de una violenta lluvia y una tormenta
eléctrica, que lanzaba rayos que nos parecían disparos de proyectiles, que cada
vez más se acercaban a nosotros, lo que nos hacía apretar el paso y avanzar”,
dice el Diario de un combatiente I.
Los
guerrilleros se fueron del lugar donde se realizó la acción armada rumbo al
campamento estaba a pocos minutos de la brecha, ya en él contaron lo obtenido,
distribuyeron la carga para cada uno y enterraron lo menos importante. Más
tarde el Ejército localizaría el campamento recuperando algunas pertenencias.
Como a
las 4 de la tarde salieron del campamento caminando hacia el oriente. La lluvia
volvió y estaba un poco fuerte, lo que favoreció la retirada porque en la
medida que avanzaban las huellas quedaban borradas por el agua. “Caminamos
cerca de una hora y llegamos a un encinal, en este lugar dejamos todas las
armas no automáticas envueltas en plástico”, dice Eleazar Campos. Luego
continuaron la marcha rumbo al sur, acamparon como a las 8 de la noche y
merendaron té con unos chicharrones que les habían quitado a los soldados,
algunas partes estaban salpicadas de sangre, pero con el hambre que traían no
hicieron caso a ese detalle.
Con
esta caminata los guerrilleros buscaron colocarse exactamente del lado
contrario de donde fue la emboscada. La primera noche la guerrilla acampó al
sur de la comunidad de Río Santiago. “empezó a oscurecer y empezamos a avanzar,
pero bien cargados, o sea, íbamos muy lentos y ya después se vino el aguacero
con una serie de truenos, de rayos que se veían en la montaña, nosotros
caminando. Fue una jornada muy difícil ahí, con todo el cargamento, nuestras
mochilas, alimento que habíamos conseguido y además teníamos que rodear por la
táctica guerrillera, al parecer que vamos para allá y luego regresarnos rumbo
al sur para llegar a la zona más baja de la sierra. (...) hicimos un alto y ahí
preparamos algo que tomar y el aguacero. Pusimos nuestras hamacas y así dormir
con la ropa mojada, quién se iba a desvestir, quién se iba a cambiar, ¡nadie!,
así nos acostábamos en las hamacas, mojados, escurriendo de agua, con zapatos
mojados, o sea, la vida de allá pues, la vida del grupo armado y pues ya uno se
calienta solito ahí. Amanece a otro día ya medio seco por el calor de cuerpo y
así, al otro día otra vez a caminar”, dijo Pedro Martínez para Los
alzados del monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas.
De
acuerdo al libro Lucio Cabañas y el
Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México que compiló
Eleazar Campos Gómez, en la emboscada participaron: Samuel e Isaías, quienes
abrieron fuego. “El equipo de contención, al extremo de la brecha, estaba
compuesto por Ramón, Ruperto, Manuel (Chupachencas). Los encargados de poner fuera de combate a
los soldados somos los siguientes: Lucio,
Tecuapa, Alfonso, Joel, Héctor, Hilario, La Majagua, Oscar, Raúl (La Pinta), Rufino, Marcelo (Chelo) Pullo (no recuerdo el nombre, así se llamaba allí y después
desertó), Marcos como fotógrafo y yo
(Eusebio). En total fuimos 20 compañeros los que participaron en la acción.
Creo necesario aclarar que de los 20 compañeros, no todos tuvimos las mismas
posibilidades de hacer fuego, principalmente por nuestras posiciones, de ahí
que solamente 13 compañeros fueron los que sometieron y eliminaron a los 38
soldados que cayeron en la emboscada”.
Al día
siguiente muy temprano se reforzó la persecución a la guerrilla. “También por
aire se inició una histérica búsqueda, helicópteros militares sobrevolaban la
zona; según la noticia de la radio, era el propio secretario de la defensa,
Hermenegildo Cuenca Díaz, el que dirigía personalmente las operaciones de
persecución de la guerrilla, persecución que equivocadamente se enfilaba con
dirección al centro de la sierra, mientras que la guerrilla caminaba cada vez
más hacia la sierra baja, avanzando por las cercanía de Llanos de
Santiago”. La guerrilla basó por las
inmediaciones de Las Trincheras e instaló su campamento un poco al norte de
Ixtla, como a una hora caminando de la carretera Acapulco-Zihuatanejo.
Ese
lugar donde acamparon ahora los miembros de la BCA ya lo había utilizado como
campamento de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) encabezada
por Genaro Vázquez, cuando tuvieron secuestrado al banquero Donaciano Luna
Radilla.
“Ya
instalados en ese campamento a orilla del arroyo que baja de Las Trincheras
para seguir su curso por Ixtla y continuar para Alcholoa, todo parecía
tranquilo, e incluso todo ruido era cubierto por el más potente de las aguas
que en crecida bajaban hacia la Costa. A los pocos días de estancia en las
orillas de aquel gran arroyo de aguas cristalinas, empezamos a percibir los
rasgos que anteceden a las persecuciones de las tropas del gobierno hacen en
contra de los pueblos serranos; el Ejército en efecto, apareció en Las
Trincheras y ocupó la población desde la cual salían a los alrededores para
rastrear en nuestra búsqueda”, se asentó en el Diario de un Combatiente I.
Dice
Eneida Martínez que inmediatamente los periódicos locales y de circulación
nacional, se refirieron a la emboscada perpetrada por “bandoleros” encabezados
por Lucio Cabañas. Se confirmó oficialmente que fueron 18 soldados muertos y 16
heridos en los hechos sucedidos en el lugar denominado Arroyo Oscuro cerca de
Río de Santiago a unos cuantos kilómetros de San Vicente Benítez. Se señaló que
“todos los soldados que perecieron en la emboscada pertenecían al 48 Batallón
de Infantería que tiene su sede en la población de Cruz Grande, de la región de
Costa Chica”, según los datos que aportó Gaudencio Valente Campos, en la nota
que cabeceó “Oficialmente: 18 muertos”, el Avance de Acapulco, el 26 de
agosto de 1972.
“El mayor Bardomiano de la Vega Morales comandaba a
18 soldados cuando subieron por el camino de San Vicente –ya les habían avisado
que por esos rumbos estaba operando Lucio Cabañas. Sin embargo, no llegaron al
sitio “ya que en plena sierra y en medio de furiosa tormenta, una nube de
guerrilleros les cayó encima y mató a 10 uniformados e hirió a otros 8.” Dicha
emboscada se llevó a cabo a las 17:45, dos de los atacantes quedaron muertos.
Los dos camiones en los que se transportaban los militares “fueron destrozados
por granadas y ráfagas de ametralladora en las proximidades del poblado Santa
Teresa, a 2 kilómetros de donde otros 11 soldados fueron emboscados el pasado
29 de junio”. Tanto el mayor Bardomiano y un subtenientes murieron. Lucio
Cabañas y la gente por él comandada, tomó las armas y el parque de los
militares y se internó a la sierra. Los sobrevivientes indicaron que no
pudieron detectar a los atacantes, debido a la tormenta”, informaba, más bien
desinformaba, El Universal el 29 de
agosto. Muchos datos de esta nota son herrados, porque para empezar el mayor
Bardomiano no murió, únicamente salió herido de un brazo, después lo veremos
organizando la persecución a los guerrilleros cabañistas, así se las gastaba la
prensa de aquella época.
“El general Joaquín Solano Chagoya envió al sitio a
175 soldados para que buscaran a los atacantes”. El recuento fue de que “Los
guerrilleros se apoderaron de más fusiles FAL, de mosquetones de 7 milímetros
de algunos morteros y de pistolas calibre 45”. Mientras tanto, la Secretaría de
la Defensa Nacional anunció que el general de división Hermenegildo Cuenca Díaz
irá a las poblaciones –donde fue el ataque– para “dictar las medidas tendientes
a normalizar la situación imperante en la región”, decía la nota del mismo diario
aquel día.
Como
se ve esta segunda ofensiva guerrillera fue más impactante que la anterior, se
recogió más armamento y las bajas de parte del Ejército fueron mayores. Las
noticias sobre el ataque a las fuerzas armadas se propagaron por todos lados. Porque
en la historia de las guerrillas de los sesentas en México, no habían sucedido hechos
de ésta envergadura.
“Los
noticieros la compararon con las emboscadas de la Revolución Cubana, porque en
América Latina nunca se había escuchado pues de una emboscada como esa y sólo
era comparable con las de la Revolución Cubana, pues eso llenó más de ánimo,
más de alegría, pues estábamos haciendo las cosas más o menos bien, pero como
te digo faltaba otra serie de cosas, hasta ahí era donde subía la espiral de la
guerrilla”, dice Pedro Martínez.
Un
comunicado del Partido de los Pobres salió publicado en la revista Por qué?,
mismo que antes dio a conocer Excélsior
decía: “Damos a conocer que el 23 del presente mes los integrantes de la
Brigada Campesina de Ajusticiamiento atacamos al Ejército de la dictadura que
encabeza Luis Echeverría y Hermenegildo Cuenca Díaz. Es un ataque más que los
oprimidos hacemos como inicio de la nueva Revolución que derrocará al poder de
los millonarios y la dominación gringa en nuestra patria”.
“En
este combate causamos la muerte de 18 soldados, apresamos a 20, incluyendo 9
heridos, a quienes dejamos libres después de explicarles los ideales de la
Revolución Pobrista. Les recogimos 40 armas, entre ellas 11 fusiles FAL con 5
cargadores cada uno; 23 fusiles 7.62; 4 carabinas M-2, contando una que se
quemó en un camión que incendiamos; 2 pistolas .45 y 2 granadas. Además
obtuvimos mochilas, relojes, cobijas, medicinas, alimentación y suficiente
parque para todas las armas capturadas”.
Explica
el comunicado que a raíz de la emboscada del 25 de junio, “se ha torturado,
matado o encarcelado a mujeres, campesinos y estudiantes que son inocentes en
relación a los combates. Este 23 de agosto quedó probado que los responsables
andamos sueltos y haciendo justicia por propia mano contra el ejército
opresor”.
En la
carta, firmada por Lucio Cabañas, Isidro Castro Fuentes, Enrique Velázquez
Fierro y Agustín Álvarez Ríos, se indica que la gente de Lucio Cabañas no
sufrió bajas y que esta segunda emboscada –la primera fue en junio pasado-, fue
en venganza de que las fuerzas militares han apresado a mucha gente y prometen
que seguirán defendiendo al pueblo.
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