domingo, 4 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXII


Víctor Cardona Galindo
Una ficha de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) dice que a las 13 horas, del 23 de agosto de 1972, fue emboscado un convoy militar a un kilómetro al norte de Río Santiago. El ataque fue a un camión Dina y una camioneta de redilas del 48 Batallón de Infantería en que se transportaban un jefe, dos oficiales y 37 elementos de tropa. “Al llegar al punto mencionado fueron interceptados con fuegos cruzados, originando con ello la detención momentánea del primer vehículo que era el camión Dina y posteriormente la camioneta de redilas al brindarle el apoyo inmediato al primer vehículo el cual también cayó emboscado por fuegos cruzados… Resultado de dicha emboscada muertos: un jefe, un oficial y 16 de tropa, así como heridos un oficial y 15 de tropa, quedando 6 ilesos”.
Matilde Valeriano Parra de la comunidad 
de La Remonta, fue detenido en las 
redadas de 1972, estuvo preso en la 
cárcel municipal de Acapulco, acusado de
 participar en la primera emboscada, 
como los otros campesinos detenidos por
el mismo motivo, sufrió maltratos y 
tortura hasta obligarlo a declararse 
culpable, siendo completamente inocente. 
Foto anexo fotográfico del Informe 
de la Comverdad.

Los sobrevivientes dijeron que “al llegar a las curvas del arroyo Oscuro, escucharon el fuego de armas automáticas a todo su alrededor, por lo que de inmediato recibieron la orden del mayor Aarón López Serna de contestar el fuego. Los que se encontraban en la parte trasera del camión Dina fueron los primeros en bajar y cayeron abatidos, al acercarse el segundo camión a dar apoyo, el subteniente Ignacio Revueltas Ugalde bajó del vehículo pero también pereció en el fuego cruzado”.
Cuando pararon los disparos. Dijeron los sobrevivientes a la DFS, cuyo agente comisionado en la región de Acapulco era el capitán Mario Arturo Acosta Chaparro, que de las orillas bajaron unos 25 hombres dotados de armamento automático a recoger las armas del personal militar. Por las fotos que les habían repartido, los soldados reconocieron a Lucio Cabañas quien les dijo que ya no obedecieran las órdenes de Cuencas Díaz, que eran las de Echeverría y luego les tomaron fotos a los sobrevivientes, a los muertos y heridos y les pidieron el nombre de cada uno de ellos.
Los soldados comentaron que iban a San Vicente de Benítez y que los guerrilleros quemaron la camioneta de redilas y se llevaron las provisiones.
En esta emboscada murieron: el mayor de infantería Aarón López Serna, el subteniente Ignacio Revueltas Ugalde, el sargento segundo Antonio Tafoya Canchola. Los cabos: Leandro Ramírez Hernández y Abdón Villegas Callejas. Los soldados: Francisco Ramírez López, Celerino García Sánchez, Mario Lucio Santiago Hernández, Celso Suárez Sánchez, Luis Manuel Olivera, Tomas Navarrete, Juan García Sánchez, Raúl Odon Gaytan, Guadalupe Otillo Macer López, Bonifacio Nolasco Aquino, Antonio Aguilar Díaz, e Isaac Monroy Cepeda. Todos eran del 48 Batallón de Infantería. Los heridos fueron traslados al hospital militar de Chilpancingo y los cadáveres se concentraron en Cruz Grande sede del cuartel del 48 Batallón de Infantería y los que salieron ilesos fueron llevados a la sede de la 27 zona militar en Acapulco, donde rendían su declaración.
“La guerrilla se retiró con todo el pesado cargamento de armas y material obtenido en el combate, con la ayuda favorable de una violenta lluvia y una tormenta eléctrica, que lanzaba rayos que nos parecían disparos de proyectiles, que cada vez más se acercaban a nosotros, lo que nos hacía apretar el paso y avanzar”, dice el Diario de un combatiente I.
Los guerrilleros se fueron del lugar donde se realizó la acción armada rumbo al campamento estaba a pocos minutos de la brecha, ya en él contaron lo obtenido, distribuyeron la carga para cada uno y enterraron lo menos importante. Más tarde el Ejército localizaría el campamento recuperando algunas pertenencias.
Como a las 4 de la tarde salieron del campamento caminando hacia el oriente. La lluvia volvió y estaba un poco fuerte, lo que favoreció la retirada porque en la medida que avanzaban las huellas quedaban borradas por el agua. “Caminamos cerca de una hora y llegamos a un encinal, en este lugar dejamos todas las armas no automáticas envueltas en plástico”, dice Eleazar Campos. Luego continuaron la marcha rumbo al sur, acamparon como a las 8 de la noche y merendaron té con unos chicharrones que les habían quitado a los soldados, algunas partes estaban salpicadas de sangre, pero con el hambre que traían no hicieron caso a ese detalle.
Con esta caminata los guerrilleros buscaron colocarse exactamente del lado contrario de donde fue la emboscada. La primera noche la guerrilla acampó al sur de la comunidad de Río Santiago. “empezó a oscurecer y empezamos a avanzar, pero bien cargados, o sea, íbamos muy lentos y ya después se vino el aguacero con una serie de truenos, de rayos que se veían en la montaña, nosotros caminando. Fue una jornada muy difícil ahí, con todo el cargamento, nuestras mochilas, alimento que habíamos conseguido y además teníamos que rodear por la táctica guerrillera, al parecer que vamos para allá y luego regresarnos rumbo al sur para llegar a la zona más baja de la sierra. (...) hicimos un alto y ahí preparamos algo que tomar y el aguacero. Pusimos nuestras hamacas y así dormir con la ropa mojada, quién se iba a desvestir, quién se iba a cambiar, ¡nadie!, así nos acostábamos en las hamacas, mojados, escurriendo de agua, con zapatos mojados, o sea, la vida de allá pues, la vida del grupo armado y pues ya uno se calienta solito ahí. Amanece a otro día ya medio seco por el calor de cuerpo y así, al otro día otra vez a caminar”, dijo Pedro Martínez para Los alzados del monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas.
De acuerdo al libro Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México que compiló Eleazar Campos Gómez, en la emboscada participaron: Samuel e Isaías, quienes abrieron fuego. “El equipo de contención, al extremo de la brecha, estaba compuesto por Ramón, Ruperto, Manuel (Chupachencas). Los encargados de poner fuera de combate a los soldados somos los siguientes: Lucio, Tecuapa, Alfonso, Joel, Héctor, Hilario, La Majagua, Oscar, Raúl (La Pinta), Rufino, Marcelo (Chelo) Pullo (no recuerdo el nombre, así se llamaba allí y después desertó), Marcos como fotógrafo y yo (Eusebio). En total fuimos 20 compañeros los que participaron en la acción. Creo necesario aclarar que de los 20 compañeros, no todos tuvimos las mismas posibilidades de hacer fuego, principalmente por nuestras posiciones, de ahí que solamente 13 compañeros fueron los que sometieron y eliminaron a los 38 soldados que cayeron en la emboscada”.
Al día siguiente muy temprano se reforzó la persecución a la guerrilla. “También por aire se inició una histérica búsqueda, helicópteros militares sobrevolaban la zona; según la noticia de la radio, era el propio secretario de la defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz, el que dirigía personalmente las operaciones de persecución de la guerrilla, persecución que equivocadamente se enfilaba con dirección al centro de la sierra, mientras que la guerrilla caminaba cada vez más hacia la sierra baja, avanzando por las cercanía de Llanos de Santiago”.  La guerrilla basó por las inmediaciones de Las Trincheras e instaló su campamento un poco al norte de Ixtla, como a una hora caminando de la carretera Acapulco-Zihuatanejo.
Ese lugar donde acamparon ahora los miembros de la BCA ya lo había utilizado como campamento de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) encabezada por Genaro Vázquez, cuando tuvieron secuestrado al banquero Donaciano Luna Radilla.
“Ya instalados en ese campamento a orilla del arroyo que baja de Las Trincheras para seguir su curso por Ixtla y continuar para Alcholoa, todo parecía tranquilo, e incluso todo ruido era cubierto por el más potente de las aguas que en crecida bajaban hacia la Costa. A los pocos días de estancia en las orillas de aquel gran arroyo de aguas cristalinas, empezamos a percibir los rasgos que anteceden a las persecuciones de las tropas del gobierno hacen en contra de los pueblos serranos; el Ejército en efecto, apareció en Las Trincheras y ocupó la población desde la cual salían a los alrededores para rastrear en nuestra búsqueda”, se asentó en el Diario de un Combatiente I.
Dice Eneida Martínez que inmediatamente los periódicos locales y de circulación nacional, se refirieron a la emboscada perpetrada por “bandoleros” encabezados por Lucio Cabañas. Se confirmó oficialmente que fueron 18 soldados muertos y 16 heridos en los hechos sucedidos en el lugar denominado Arroyo Oscuro cerca de Río de Santiago a unos cuantos kilómetros de San Vicente Benítez. Se señaló que “todos los soldados que perecieron en la emboscada pertenecían al 48 Batallón de Infantería que tiene su sede en la población de Cruz Grande, de la región de Costa Chica”, según los datos que aportó Gaudencio Valente Campos, en la nota que cabeceó “Oficialmente: 18 muertos”, el Avance de Acapulco, el 26 de agosto de 1972.
“El mayor Bardomiano de la Vega Morales comandaba a 18 soldados cuando subieron por el camino de San Vicente –ya les habían avisado que por esos rumbos estaba operando Lucio Cabañas. Sin embargo, no llegaron al sitio “ya que en plena sierra y en medio de furiosa tormenta, una nube de guerrilleros les cayó encima y mató a 10 uniformados e hirió a otros 8.” Dicha emboscada se llevó a cabo a las 17:45, dos de los atacantes quedaron muertos. Los dos camiones en los que se transportaban los militares “fueron destrozados por granadas y ráfagas de ametralladora en las proximidades del poblado Santa Teresa, a 2 kilómetros de donde otros 11 soldados fueron emboscados el pasado 29 de junio”. Tanto el mayor Bardomiano y un subtenientes murieron. Lucio Cabañas y la gente por él comandada, tomó las armas y el parque de los militares y se internó a la sierra. Los sobrevivientes indicaron que no pudieron detectar a los atacantes, debido a la tormenta”, informaba, más bien desinformaba, El Universal el 29 de agosto. Muchos datos de esta nota son herrados, porque para empezar el mayor Bardomiano no murió, únicamente salió herido de un brazo, después lo veremos organizando la persecución a los guerrilleros cabañistas, así se las gastaba la prensa de aquella época.
“El general Joaquín Solano Chagoya envió al sitio a 175 soldados para que buscaran a los atacantes”. El recuento fue de que “Los guerrilleros se apoderaron de más fusiles FAL, de mosquetones de 7 milímetros de algunos morteros y de pistolas calibre 45”. Mientras tanto, la Secretaría de la Defensa Nacional anunció que el general de división Hermenegildo Cuenca Díaz irá a las poblaciones –donde fue el ataque– para “dictar las medidas tendientes a normalizar la situación imperante en la región”, decía la nota del mismo diario aquel día.
Como se ve esta segunda ofensiva guerrillera fue más impactante que la anterior, se recogió más armamento y las bajas de parte del Ejército fueron mayores. Las noticias sobre el ataque a las fuerzas armadas se propagaron por todos lados. Porque en la historia de las guerrillas de los sesentas en México, no habían sucedido hechos de ésta envergadura.
“Los noticieros la compararon con las emboscadas de la Revolución Cubana, porque en América Latina nunca se había escuchado pues de una emboscada como esa y sólo era comparable con las de la Revolución Cubana, pues eso llenó más de ánimo, más de alegría, pues estábamos haciendo las cosas más o menos bien, pero como te digo faltaba otra serie de cosas, hasta ahí era donde subía la espiral de la guerrilla”, dice Pedro Martínez.
Un comunicado del Partido de los Pobres salió publicado en la revista Por qué?, mismo que antes dio a conocer Excélsior decía: “Damos a conocer que el 23 del presente mes los integrantes de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento atacamos al Ejército de la dictadura que encabeza Luis Echeverría y Hermenegildo Cuenca Díaz. Es un ataque más que los oprimidos hacemos como inicio de la nueva Revolución que derrocará al poder de los millonarios y la dominación gringa en nuestra patria”.
“En este combate causamos la muerte de 18 soldados, apresamos a 20, incluyendo 9 heridos, a quienes dejamos libres después de explicarles los ideales de la Revolución Pobrista. Les recogimos 40 armas, entre ellas 11 fusiles FAL con 5 cargadores cada uno; 23 fusiles 7.62; 4 carabinas M-2, contando una que se quemó en un camión que incendiamos; 2 pistolas .45 y 2 granadas. Además obtuvimos mochilas, relojes, cobijas, medicinas, alimentación y suficiente parque para todas las armas capturadas”.
Explica el comunicado que a raíz de la emboscada del 25 de junio, “se ha torturado, matado o encarcelado a mujeres, campesinos y estudiantes que son inocentes en relación a los combates. Este 23 de agosto quedó probado que los responsables andamos sueltos y haciendo justicia por propia mano contra el ejército opresor”.
En la carta, firmada por Lucio Cabañas, Isidro Castro Fuentes, Enrique Velázquez Fierro y Agustín Álvarez Ríos, se indica que la gente de Lucio Cabañas no sufrió bajas y que esta segunda emboscada –la primera fue en junio pasado-, fue en venganza de que las fuerzas militares han apresado a mucha gente y prometen que seguirán defendiendo al pueblo.




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