lunes, 21 de septiembre de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), treceava parte.


Víctor Cardona Galindo
“Quiero dejar testimonio /de una sangrienta emboscada /en el vado de Aguas Blancas /es donde fue preparada /planeada por el gobierno y por la motorizada”, cantó José de Molina.
El pleno del Tribunal Superior de Justicia de Guerrero acordó, el 5 de enero de 1996, denunciar penalmente a ante la Procuraduría de Justicia, al diputado local perredista Bernardo Ranferi Hernández Acevedo, por “haber obstruido la diligencia de exhumación de los 17 cadáveres de los campesinos muertos en Aguas Blancas y por haber tomado violentamente el juzgado penal de Acapulco”.
Los diputados federales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) salieron en defensa de su compañero y condenaron la actitud del tribunal y demandaron que “la exhumación se apegue a los criterios establecidos por la ONU, además de que puedan fungir como observadores los organismos no gubernamentales nacionales e internacionales”. Llegó a plantearse el desafuero de Bernardo Ranferi pero no se concretó.
Al conocerse la identidad de los ocupantes del helicóptero que llegó al vado de Aguas Blancas después de la masacre, revelada por el fiscal Alejandro Varela Vidales, el director de comunicación social del gobierno del estado, Carlos Carrillo Santillán, comentó que estuvo en el lugar dos horas después para “recabar datos sobre los acontecimientos” por instrucciones del secretario general del gobierno Rubén Robles Catalán quien luego de estar en Aguas Blancas se concentró en Coyuca de Benítez.
Rocío Mesino Mesino y Bernardo Ranferi Hernández
 Acevedo con el cantaautor José de Molina en un 
evento de la Unión de Organizaciones de la Sierra
 del Sur (USOS) en Chilpancingo. Foto cortesía 
de la familia Mesino.

Por su parte Rubén Figueroa Alcocer dijo que Carrillo acudió al lugar “porque estaba cumpliendo con su trabajo, fue por instrucciones mías para ver qué había pasado, y es cosa normal”. El PRD cuestionó esa revelación porque señaló que en el helicóptero también iba de pasajero el general brigadier del Ejército mexicano Mario Arturo Acosta Chaparro. Un día antes, el 5 de enero, los perredistas habían pedido al juez tercero de lo penal que lo llamara a declarar, porque la enfermera Virgilia Galeana García decía haberlo visto subir, vestido de judicial, al helicóptero en el vado de Aguas Blancas luego que sucedió la masacre.
El 10 de enero de 1996, fueron consignados 20 policías motorizados más, culpados de homicidio, lesiones y abuso de autoridad, en ese paquete estaban el director operativo de la policía motorizada Manuel Moreno González, los comandantes Lorenzo Roque Cortés y Francisco Sandoval Medina y los policías Fidel Apolonio Ceferino, Nicolás Ramírez Rodríguez, Genaro Ramírez Liborio, Masabi Bailón Cortés, Claudio Padilla Delgado, Irineo Gatica Rosario, Porfirio García Cano, Policarpo Mendoza Tenorio, Antonio Barrera Tecuapa, Pedro Alcocer Castro, Jaime Navarrete Valentín, Martín Chámes Castro, Marcelino Castro Castro, Faustino Zamora Memije, Heriberto Hernández Moreno, Omar Figueroa Meza, Carmelo Muñoz Gatica y Eloy Gutiérrez Casarrubias.
De estos, 18 que se encontraban en activo fueron arrestados en sus cuarteles, y dos más, Fidel Apolonio Ceferino y Policarpo Mendoza Tenorio, que desertaron de la corporación antes de esa fecha, escaparon a la acción de la justicia. Entre los detenidos estaba el comandante Lorenzo Roque Cortés, quien supuestamente fue herido de un machetazo al comenzar la balacera, él como sus compañeros se declararon inocentes al ser presentados ante la segunda secretaria de acuerdos del juez tercero del ramo penal en  Acapulco.
Alejandro Varela Vidales también consignó, ese día, por los delitos de homicidio, lesiones, ejercicio indebido, abandono del servicio público y por ocultar información de la que tuvieron conocimiento: al primer subprocurador Rodolfo Sotomayor Espino, al director de gobernación Esteban Mendoza Ramos y al delegado regional de gobernación Gustavo Martínez Galeana.
Lienzo que preparó el pintor Clévert Rea Salgado
alusivo a la masacre de Aguas Blancas. Foto cortesía 
de Clevert Rea.

Las órdenes de aprehensión fueron emitidas y se ejecutaron con prontitud. Ese mismo día fueron detenidos el ex subprocurador de justicia, Rodolfo Sotomayor Espino, el director general de Gobernación, Esteban Mendoza Ramos, el ex director operativo de Seguridad Pública, Manuel Moreno González y el ex delegado de Gobernación en la Costa Grande, Gustavo Martínez Galeana, quienes estuvieron presentes en el vado de Aguas Blancas el 28 de junio, antes, durante y después de los hechos sangrientos.
La defensa denunció que hubo excesos cometidos por los agentes federales que ejecutaron las órdenes de aprehensión, publicó El Sol de Acapulco que un abuso sucedió el 10 de enero a las 9:25 de la mañana, “los de la judicial federal, llegaron al hotel Parador del Marques, desarmaron y sometieron a los agentes de la judicial del estado (que custodiaban a los ex funcionarios arraigados) para en seguida despojarlos de sus armas”, cuando estaban tirados en el piso les pusieron el pie en la espalda y les apuntaron en la cabeza con sus armas de alto poder.
Según el fiscal, los cuatro funcionarios fueron los responsables de los delitos señalados “porque pudieron evitar la masacre de Aguas Blancas” contra los campesinos, y además ocultaron información en el transcurso de la averiguación previa. En el documento de la consignación, el fiscal Varela Vidales plasmó que el operativo del 28 de junio en el vado de Aguas Blancas fue “ilegal, y contrario a la función que deben cumplir los cuerpos de seguridad pública”. De acuerdo con el resultado de su investigación no hubo motivo para que se provocara la balacera en contra los campesinos.
Rocío Mesino Mesino dijo que el fiscal estaba llevando a cabo una investigación “dudosa”, durante un discurso pronunciado en Tepetixtla el 13 de enero para conmemorar el segundo aniversario de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) y en el marco de la Primera Jornada Nacional Contra las Violaciones de los Derechos Humanos en México.
En un comunicado el Ayuntamiento de Atoyac, encabezado por María de la Luz Núñez Ramos y Wilibaldo Rojas Arellano, calificó como una señal alentadora la detención de los cuatro funcionarios y 18 policías “en el sentido de que la fiscalía especial avanza en sus investigaciones con paso firme y acorde con el clamor de justicia de nuestro agraviado pueblo… Los autores materiales de la masacre están siendo castigados, esperamos que también lo sean sus autores intelectuales”.
Varela reveló el 14 de enero, que los primeros estudios de balística realizado por personal de la fiscalía, indicaron que la lona de la camioneta azul donde viajaban los campesinos “presenta 283 perforaciones de bala”, la camioneta más de 30 impactos y el parabrisas ocho en distintas partes.
El fiscal Varela Vidales y el propio gobernador, Rubén Figueroa trataron de dar por terminada la investigación con las detenciones del miércoles 10 de enero de 1996,  porque según las declaraciones los funcionarios ya detenidos y sujetos a proceso “pudieron haber evitado la matanza, pues estuvieron presentes en el lugar de los hechos”.
Las intenciones de dar por concluidas las investigaciones del caso, fueron frustradas por la cantidad de las opiniones reprobatorias que vinieron de los organismos nacionales e internacionales, que observaron en el fallo del fiscal “una clara falta de voluntad para resolver el caso Aguas Blancas”. Al mismo tiempo se confirmaba que el gobierno de Guerrero era “incapaz de actuar imparcial y eficazmente debido al círculo vicioso del abuso e impunidad que se vive en el estado”. Por esos días también la CNDH revelaba que no encontró evidencia directa para probar que Rubén Figueroa fue el autor intelectual de los homicidios cometidos en el vado.
A finales de enero compareció ante la fiscalía especial el general Mario Arturo Acosta Chaparro quien negó su presencia en el lugar de los hechos y el gobernador Rubén Figueroa Alcocer envió su declaración por escrito. María de la Luz Núñez Ramos exigió a la fiscalía que se hicieran públicas las declaraciones de Acosta y las del gobernador. Varela Vidales dijo a los medios de comunicación que la enfermera Virgilia Galeana “se retractó ante nosotros. No reconoce haber visto al general Mario Arturo Acosta Chaparro en el lugar de los hechos”.
Las investigaciones continuaron. El 7 de febrero de 1996, la fiscalía ejerció acción penal, por los delitos de ejercicio indebido y abandono del servicio público, en contra del subsecretario de protección y tránsito, Rosendo Armijo de los Santos, del primer fiscal especial, Adrián Vega Cornejo, del agente determinador central de Acapulco, Elías Reachi Sandoval, de la agente del Ministerio Público de Coyuca, Francisca Flores Rizo, del agente auxiliar, Javier Reyes Grande, del delegado regional de la procuraduría, José María Alcaraz López, del agente del Ministerio Público comisionado, Gildardo López Reyes, de los auxiliares, Jorge Rafael Reyes Serrano y José Antonio Clavel Díaz.
Ese día también fueron consignados por idénticos delitos el jefe del departamento de Servicios Periciales Francisco de Paula Ricart Álvarez y los peritos Alfonso Alonso Piedra, Juan Olea Ventura, Gonzalo Barrera Abarca, Rafaela Cruz Suástegui y Carlos Gruintal Santos. Y la directora de averiguaciones previas, Blanca María del Rocío Estrada Ortega.
Varela Vidales afirmó que el 28 de junio, “hubo manipulación en las actuaciones de parte del determinador, Elías Reachi Sandoval, quien iba al frente del Ministerio Público encargado de las diligencias con posterioridad a los hechos”.
Mientras las investigaciones seguían sus curso, 11 casas fueron entregadas a igual número de viudas de Aguas Blancas en la colonia La Loma de Coyuca de Benítez, el 13 de febrero, en un acto encabezado por el secretario de gobierno estatal Zotico García Pastrana. Las viviendas tenían un valor de 58 mil pesos. Dos más fueron construidas en Atoyaquillo, una en Paso Real, otra en la Barra y una más en Cuernavaca Morelos.
Mientras la situación política se calentaba cada día más, los asesinatos colectivos a manos de cuerpos policiacos continuaban. Aquel 19 de febrero de 1996, la Policía Judicial del Estado emboscó, a las 11 horas, cerca de La Florida, a los ganaderos Agapito Rojas Hernández, de 25 años, Genaro Martínez Sánchez, de 25 y Miguel Rojas Cortés de 18 años de edad. Se supo que los judiciales intentaban secuestrarlos, pero como los campesinos se defendieron el secuestro se frustró.
“Al trasladarse cinco familiares de las víctimas del poblado El Paraíso a La Florida, se encontraron con un grupo de agentes de la PJE, percatándose por las huellas de sangre que uno de los agentes había sido herido”, dice un oficio de la CNDH firmado el 2 de junio de 1997.
Por la noche al estar velando a los difuntos, se enteraron que el judicial herido estaba siendo llevado al puerto de Acapulco y por eso José Rojas Hernández, de 32 años, Isaías Rojas Osorio, de 26, Mauro Altamirano Osorio, de 22, Benigno Figueroa Alquisiras, de 43 y Héctor Aguilar Navarrete, de 31 años, decidieron trasladarse esa ciudad para conocer la identidad del agente y denunciar los hechos, pero al ir tras el policía en el punto denominado El Roble, entre El Papayo y El Zapote, fueron acribillados por policías judiciales dentro del vehículo en que viajaban y arrastrados fuera de él. Todos tenían múltiples heridas y tiro de gracia.
Esa  noche también asesinaron a Marco Antonio Fierro Camacho, de 27 años, quien se encontraba en el velorio y cuando iba rumbo a su casa, fue acribillado frente al panteón de la cabecera municipal con seis balazos calibre 380 en la espalda.
La versión oficial decía que los agentes judiciales al ser agredidos dieron muerte a los cinco campesinos y como responsables quedaron el comandante de la plaza de Tecpan de Galeana, Leopoldo Benítez Pérez y el agente Leonel Rosales Garduño. Los habitantes de El Paraíso, priistas, perredistas y ciudadanos sin partido, tradicionalmente divididos y confrontados por motivos políticos, se movilizaron para exigir justicia, con el apoyo del ayuntamiento perredista de Atoyac.




No hay comentarios:

Publicar un comentario