miércoles, 9 de septiembre de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), onceava parte.


Víctor Cardona Galindo
Durante la segunda mitad de 1995 desarrolló, en algunos pueblos de Guerrero, una Guerra de Baja Intensidad (GBI). A sólo tres meses de ocurrida la masacre de Aguas Blancas, más de 50 personas habían muerto entre policías, campesinos, perredistas, ciudadanos sin partido y priistas. La mayoría de las víctimas eran campesinos que luchaban por sus derechos y demandas, que estaban cayendo a manos de “misteriosos” escuadrones de la muerte.
También algunos miembros de los cuerpos de seguridad pública estatal cayeron a manos de alguna especie de resistencia, ya fuera de bandas de delincuentes comunes, grupos de autodefensa o miembros de alguna célula guerrillera que ya operaban Guerrero desde 1984. Tampoco se podía negar la existencia de bandas de narcotraficantes, sobre todo en la parte alta de la sierra, donde ha persistido el cultivo de amapola debido a su atraso en el desarrollo social y su orografía.
La Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) 
desde hace 21 años ha estado siempre presente en la 
lucha por la presentación de los desaparecidos políticos 
de la década de los setentas. A la izquierda en la esquina 
va Norma Mesino Mesino, atrás camina Julio Mata 
Montiel secretario ejecutivo del Afadem. Foto: Francisco
 Magaña.

“Esta ‘empresa’ ha operado de manera eficiente debido a sus fuertes vínculos tanto en el interior como en el exterior del estado; sólo como ejemplo, mencionaremos que debido a la incapacidad del gobierno para estructurar un programa de desarrollo económico eficiente e incluyente, muchas comunidades indígenas y campesinas se han dedicado a la siembra de estupefacientes como fuente de trabajo y, por lo tanto, como fuente de ingresos para la satisfacción de sus necesidades básicas; ‘el narcotráfico es fuente de poder económico, y de deterioro y de cambio social maligno’”, dice Gabriel Alfonso Castillo Leyva y coautores, en su tesis Inestabilidad Política en el estado de Guerrero. El Caso “Aguas Blancas” y su contexto.
Y agregan: “Los grupos o células guerrilleras siempre han operado dentro del estado y no sólo por sus manifestaciones históricas, sino también, por la misma situación continua de autoritarismo y represión social institucionalizada que durante años ha reinado en el estado… existen las estructuras del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo y del Partido de los Pobres (PROCUP-Pdlp), en Guerrero. Estas dos organizaciones nunca dejaron de existir, desde mediados de la década de los sesenta han desarrollado una labor revolucionaria protegidos por el pueblo”.
 “De acuerdo con reportes de inteligencia militar y de seguridad nacional son siete focos de conflicto que existen en el estado, Filo Mayor, Alta Montaña, Baja Montaña, Costa Grande, Costa Chica, Teloloapan-Iguala y Coahuayutla- Zirándaro donde operan el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo-Partido de los Pobres (PROCUP-Pdlp), el Ejército de Liberación de la Sierra del Sur (ELSS), el Movimiento Popular Revolucionario (MPR), el Ejército Insurgente de Chilpancingo (EICH), las Fuerzas Armadas Clandestinas (FAC) o Fuerzas Armadas Clandestinas de Liberación Nacional (FACLN) y el Ejército de Liberación del Sur (ELS)”, recoge Gabriel Alfonso Castillo Leyva y compañeros.
Esta información parece confirmarse con el ataque del 7 de julio de 1995, donde cinco policías estatales murieron en una emboscada realizada por 40 hombres armados con AK-47 y R-15 en el paraje Ojo de Agua, del municipio de Cualac, “un grupo llamado Brigada Campesina de Ajusticiamiento reivindicó el ataque y dijo que era en respuesta a la matanza de Aguas Blancas. En un comunicado enviado al diario El Financiero expresó: ‘Ya no queremos quedarnos sentados a ver cómo mueren nuestros hermanos; la indignación que hemos venido guardando desde hace tiempo nos ha llevado a la decisión de responder a este crimen con la justicia del pueblo para enfrentar la represión’”, asentó Maribel Gutiérrez en Violencia en Guerrero.
Algunos medios publicaban que grupos especiales del Ejército, de la PGR y cuerpos policiacos del estado peinaban en septiembre la sierra madre del Sur con el objeto de detectar supuestos grupos subversivos. En este contexto de intimidación, la militarización de la entidad, la represión a los indígenas y campesinos, el descontento social, la aparente tradicional presencia de la guerrilla, la impunidad con la que se movían los grupos paramilitares y de los cuerpos de seguridad pública y el autoritarismo gubernamental, provocaron un clima de inestabilidad social en todo el estado, que se tradujo en lo que los estudiosos llaman un “déficit de gobernabilidad”.
Un hecho que conmocionó a la región de la Costa Grande fue que, el 4 de septiembre de 1995, en un lugar conocido como El Venado, de la carretera que conduce a El Paraíso, acribillaron a tiros al comandante de la policía comunal de esa localidad, Adalid Araujo Ávila y al policía Armando Simbras Torres y ambos resultaron muertos. La instalación de la policía comunal era un proyecto de María de la Luz Núñez, como un ejercicio de seguridad ciudadana, para reducir la ola de delincuencia que imperaba en las comunidades de Atoyac.
El 22 de septiembre, un operativo inusual inició en la sierra de Petatlán. En ese recorrido participaron miembros de un grupo antiterrorista y del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del Ejército mexicano. El hecho se dio porque los comisarios denunciaron que unas 20 personas encapuchadas recorrían pueblos de esa demarcación afiliando gente para el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En el proceso de investigación de la masacre de Aguas Blancas, el 22 de septiembre se presentó ante el juez, el agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana quien dijo que el casete, que contenía la filmación de la operación que terminó con la muerte de los 17 campesinos, se lo entregó a su jefe Esteban Mendoza Ramos. – ¿Por qué te pusiste nervioso? –Le preguntó la prensa, después de perseguirlo por los juzgados, –“Cualquiera  se pone nervioso, si no estaba en misa”, –contestó sobre su declaración ante el juez tercero de lo penal Adolfo Van Meeter Roque.
Gustavo, quien fue el encargado de videograbar el operativo del 28 de junio, comentó “después del enfrentamiento de balas cruzadas no hubo ningún disparo… Permanecí aturdido dentro de mi camioneta, porque estaba lloviendo… Ya no vi… no sentía, no sabía qué hacer, como autómata encendí mi camioneta y me vine a Coyuca”. Y sostuvo la versión de los policías de que los campesinos también dispararon.
Al día siguiente, el sábado 23 de septiembre, cuatro policías de la motorizada y tres municipales murieron en una emboscada en Ajuchitlán del Progreso, en la región de la Tierra Caliente. Para entonces 740 policías motorizados habían sido descentralizados a 51 municipios, con motivo de la recomendación 104/95 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En esta tercera emboscada, después de la de Aguas Blancas, los fallecidos fueron: el segundo comandante de la motorizada, recién desincorporado, Cayetano Hidalgo Chino, de 28 años y los policías estatales Feliciano Ramírez Lorenza, de 28 años; Alfredo Adame Emigdio, de 28 años y Armando Vargas Olea, de 31 años. De los policías municipales fallecieron: Juan Araujo Díaz, de 28 años; Erasto Salazar Mondragón, de 23 años y Félix González Mondragón. El ataque fue en el paraje denominado Corre Pescado, aun kilómetro de la cabecera municipal.
La alcaldesa de Atoyac, María de la Luz Núñez Ramos, no aceptó a los 10 policías estatales que venían para el municipio de Atoyac. Por considerar que la mayoría de los elementos estaban ligados a integrantes de bandas de delincuentes, pero además eran autores de los asaltos que se daban en la región, a menudo los policías del estado extorsionaban y en los retenes que instalaban les quitaban el dinero a los campesinos.
En La Cebada municipio de Atoyac, cuatro campesinos fueron acribillados por hombres uniformados como militares. Fue el 26 de septiembre de 1995, por la noche, cuando llegaron cinco hombres, que nadie conoció, con armas de alto calibre, con uniforme verde olivo y entraron a las casas de las víctimas. Los sacaron con violencia, les ataron las manos a la espalda, y los llevaron rumbo a El Camarón donde les dispararon. Los muertos fueron Macario Rodríguez Galeana, de 36 años; su hijo de 16 años, Santana Rodríguez de la Cruz; Ausencio Isabel Mundo, de 45 años y Eliseo Galeana Guerrero, de 25 años. Cuando algunos reporteros llegaron al lugar de los hechos, unos niños jugaban con los cascajos de las balas que mataron a su padre.
Ese clima de violencia traducido en asesinatos y masacres provocó que el 27 de septiembre un grupo de personajes entre obispos, senadores y campesinos se pronunciaran en contra de la inestabilidad que vivía la entidad y el 30 de septiembre renunció el fiscal especial del caso Aguas Blancas, Miguel García Domínguez, para irse a ocupar la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de su natal Guanajuato.
Unos días después, el miércoles 18 de octubre fueron asesinados en El Huapinolar los campesinos Alberto Rosendo y Miguel Vázquez García, cuatro campesinos más fueron heridos en la plaza de Tepetixtla. Al día siguiente llegó un operativo de 70 agentes de la Policía Judicial. De todas maneras el 20 de octubre, fueron asesinados los hermanos Evaristo y Bernardo Nava Hernández, miembros de la OCSS.
Luego, por lo menos 250 miembros del Ejército Mexicano, 100 policías judiciales del estado y 50 de la federal arribaron el sábado 21 a Tepetixtla para tratar de contrarrestar la ola de violencia de la última semana. Unos llegaron caminando otros a bordo de tanquetas.
Mientras en Coyuca por cuarta ocasión, perredistas tomaron el 25 de octubre, el edificio del Comité Municipal del PRI en Coyuca de Benítez. Para estas fechas se hablaba que el Ayuntamiento de Jesús Herrera Vélez tenía un desvío de 900 mil nuevos pesos. Ese mismo  25 de octubre, la Policía Judicial del Estado detuvo en Tecpan de Galeana a Zaragoza Flores Bello como autor intelectual del atentado contra la líder perredista Martha Morales Vázquez.
Después de la renuncia de García Domínguez nadie quería aceptar el “paquetito” de la fiscalía especial. La comisión especial del Congreso local, para el caso Aguas Blancas, se la pasó durante un tiempo buscando quien tomara el cargo y cabildeando con la Secretaría de Gobernación los nombres. Alejandro Oscar Varela Vidales sería el tercer fiscal, para el caso Coyuca nombrado el 9 de noviembre, cinco semanas después que renunciara el segundo.
Ese mismo día jueves el Congreso concedió la licencia a Jesús Herrera Vélez. Ezequiel Zúñiga Galeana fue nombrado en su lugar y como segundo síndico se designó al perredista Héctor Manuel Ponce Radilla, violando la constitución política de Guerrero que estipulaba que se nombraría un segundo síndico en los municipios que tuvieran una población mayor a los 150 mil habitantes y Coyuca de Benítez apenas tenía 70 mil.
Después del nombramiento de Ezequiel Zúñiga Galeana el plantón continuó, el nuevo alcalde comenzó a trabajar en un domicilio particular. Un grupo de perredistas se inconformó por la designación de Héctor Manuel Ponce Radilla de quien dijeron tenía cuatro órdenes de aprehensión y en su lugar querían a Roberto Acosta Orostieta.
El gobierno del estado comenzó a realizar obras en la zona de Tepetixtla y a pavimentar la carretera que conduce a esa comunidad, a mediados de noviembre ya avanzaban los trabajos. Por el homicidio de los priistas Miguel Ángel, Adelaido y Rosendo Vázquez García, fue detenido el militante de la OCSS Faustino Valente Castro y había crecido la lista de órdenes de aprehensión en contra de miembros de esa organización.
En Coyuca, Honorio de los Santos Gil de 65 años, aliado de los perredistas en el movimiento contra Jesús Herrera Vélez, sufrió un atentado el lunes 20 de noviembre por la mañana y fue herido de tres balazos en las piernas. La policía judicial lo atacó cuando salía de su domicilio a las 8:30 en la colonia El Pugido. La versión oficial fue que se negó a entregar la pistola 9 milímetros que traía en la cintura y le hizo frente a los agentes con quienes se dio de balazos.


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