domingo, 6 de septiembre de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, décima parte

Víctor Cardona Galindo
Algunas agrupaciones consideraron que la recomendación, 104/95 de la CNDH, estaba incompleta porque no incluyó la responsabilidad del general brigadier Mario Arturo Acosta Chaparro, quien habría llegado en el helicóptero azul al vado de Aguas Blancas después de la masacre. Tampoco alcanzaba al operador político del gobierno, el subsecretario de finanzas Héctor Vicario Castrejón y al propio gobernador Rubén Figueroa Alcocer.
Acosta Chaparro se estaba moviendo en Guerrero como “asesor” del gobernador, auspició la formación del grupo Tigre, un comando parapolicial encargado de operaciones especiales y que estaba bajo las órdenes de Elías Reachi Sandoval titular de la agencia central del Ministerio Público en Acapulco.
Se supo de su presencia en Atoyac, el 21 de junio de 1994. Por la mañana, el general contrainsurgente estuvo presente en la reunión que el padre Máximo Gómez sostuvo con Rubén Figueroa Alcocer en las oficinas de la estación de radio Stereosol y escuchó parte de esa conversación. Por la tarde, agentes de la Policía Judicial del estado miembros del grupo Tigre catearon las instalaciones de la parroquia El Dios Único del padre Máximo Gómez Muños buscando de armas. Al frente de la operación iba el propio Mario Arturo Acosta Chaparro, el capitán Alfredo Mendiola y Elías Reachi Sandoval.
De acuerdo con los datos recogidos por Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero Acosta Chaparro estuvo el 26 de junio de 1995 en la oficina de Figueroa en el palacio de gobierno de Chilpancingo donde habló “sobre grupos que hacen asambleas y entrenamientos armados en el área llamada ‘El Triángulo’ que se forma en el mapa trazando líneas de Atoyac a Coyuca y a Tepetixtla (…) El propio Acosta Chaparro divulgó después una interpretación en la que parecen en la zona de ‘El Triángulo’, la OCSS, el PROCUP y el Partido de los Pobres (Pdlp), como peligrosos para el gobierno federal y estatal porque pueden levantarse en armas en cualquier momento”.
Acosta Chaparro hacía suposiciones sobre sacerdotes a los que señalaba como guerrilleros: Jesús y Ramón Mendoza Zaragoza, Orbelín Jaramillo y Pedro Rumbo Alejandri quienes según su imaginación controlaban “El Triángulo”. Esas suposiciones del general influirían en las decisiones de Figueroa en torno a la OCSS. Después del 28 de junio Acosta Chaparro se reunió nuevamente con el gobernador de Guerrero. Por eso se denunció que el brigadier tenía participación en los hechos de Aguas Blancas.
A partir de la llegada de Figueroa Alcocer, a la gubernatura, regresaron funcionarios que participaron en la persecución a la guerrilla en la década de los setentas, “como el procurador Antonio Alcocer que en esa época fue juez penal en Acapulco y el determinador del Ministerio Público, Elías Reachi Sandoval, que fue subjefe de agentes del Ministerio Público en los tiempos de Figueroa Figueroa y en 1995 era gerente de la empresa de Transportes Figueroa, propiedad del gobernador y su familia. Esos funcionarios trabajaron en el gobierno de Figueroa Figueroa vinculados al entonces director de las corporaciones policiacas estatales, Mario Arturo Acosta Chaparro”, dice Maribel.
Héctor Vicario Castrejón se movía, por la sierra de Atoyac y Coyuca con una escolta armada, ofreciendo dinero a los dirigentes de la OCSS y a los heridos de la masacre de Aguas Blancas para tratar de acallar sus denuncias y manifestaciones de inconformidad. Una noche se presentó en la casa de Hilario Mesino Acosta para ofrecerle dinero a cambio de volver al diálogo con el gobierno a Benigno Guzmán le enviaba mensajes por medio de un hermano.
“Buscaba, con dinero, borrar la historia que muchos conocen. Pretendía comprar declaraciones falsas, favorables al gobierno de Figueroa, o por lo menos el silencio. ‘Ya no sigas declarando en contra de mi gobierno’, le dijo al joven campesino Norberto Pastrana Gallardo, sobreviviente de la matanza de Aguas Blancas, que fue herido de bala en un brazo. Y sacó de su portafolios 40 mil nuevos pesos en efectivo, que le dio antes de cerrar con una amenaza: ‘Ya sabes lo que te puede pasar si sigues chingando al gobierno’”, recogió para la historia Maribel Gutiérrez.
El miércoles 2 de agosto, durante una reunión, Pastrana Gallardo entregó 30 mil pesos a su pueblo Paso Real y tomó 10 mil pesos que era la cantidad que el gobierno estaba dando a los heridos. “La asamblea acordó que ese dinero quedara como fondo para que la comunidad siguiera participando en las movilizaciones para exigir justicia”.
A los heridos, además de ofrecerles dinero por su silencio, se les obligó firmar actas sobre su declaración las cuales nunca leyeron y no supieron de su contenido.
Enrique Soto Oliver de la Asociación de Abogados Democráticos señaló que era ilegal que Vicario ofreciera dinero del erario, con el fin de tratar de componer la imagen del gobernador. Propuso que “los funcionarios responsables paguen de su peculio las indemnizaciones y los gastos ocasionados por los actos represivos que cometieron”.
La Coordinadora Suriana por la Paz y la Democracia dijo que los cambios en el gobierno del estado derivados de la recomendación no son una “rectificación de fondo”, y criticó los nombramientos que hizo el gobernador que muestran que “Rubén Figueroa pretende seguir gobernando sólo con un pequeño grupo de incondicionales y bajo la misma línea”. Señaló que los funcionarios nombrados son “fichas del mismo dominó” que eran empleados subordinados a los destituidos, y destacó el caso del director de la Policía Judicial Erik Montufar, quien era secretario del destituido Gustavo Olea Godoy.
El Palacio Municipal de Coyuca seguía tomado, Jesús Herrera Vélez se negaba dejar la alcaldía y despachaba en el edificio del PRI, donde el 16 de agosto militantes del PRD y de la OCSS le hicieron un mitin, para pedir su salida y la del síndico Jorge Serna Guerrero.
Mientras en la sierra las cosas estaban a rojo vivo, Belén Hernández Martínez de 60 años y Benjamín Jiménez de 55 años, ambos de militancia priista, fueron asesinados el 22 de agosto en Tepetixtla. Primero cayó Belén a las 7:30 y Benjamín alrededor de las nueve de la mañana. En el primer caso se encontraron huellas de 15 personas y el segundo de siete. Sus cuerpos fueron destrozados con disparos de AK-47, M-1 y escopetas calibre 12.
En las afueras de Tepetixtla fueron vistos hombres armados con ropas negras y el rostro cubierto. Algunas voces se quejaban de que tenía año y medio que habían iniciado los secuestros en la zona. Los priistas acusaban a los de la OCSS de ser los sospechosos de los ilícitos.
El 23 de agosto se publicó una nota en El Sol de Acapulco donde pobladores de la sierra denunciaban que 12 personas de El Molote, municipio de Atoyac, adquirieron un buen lote de rifles AK-47 conocidos como Cuernos de chivo. Una Asociación Estatal Independiente de Derechos Humanos acusaba a ese grupo armado de asesinar el 27 de julio a los campesinos Gerardo Martínez Simbras de 21 años y a Víctor Simbras Figueroa. Aunque llamaba la atención que este grupo subversivo estaba ligado a los talamontes, así lo decían los denunciantes.
La OCSS se incorporó a la Unión de Organizaciones de la Sierra del Sur (UOSS) y encabezados por Bernardo Ranferi Hernández Acevedo realizaron una marcha a la ciudad de México en la que participaron alrededor de 500 campesinos, salieron el jueves 24 de agosto de Chilpancingo y el 25 estuvieron en Iguala. El 27 de agosto el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hizo su “Consulta nacional por la paz y la democracia”.
El 29 de agosto fue designado Miguel Ángel García Domínguez agente del Ministerio Publico encargado el caso Coyuca de Benítez. Según los análisis políticos de la época, el gobierno estatal únicamente habría cumplido cuatro puntos de la recomendación y los 11 restantes habían sido parcialmente acatados. Si bien el gobernador designó a Miguel Ángel García Domínguez, como nuevo Fiscal Especial para el “caso Coyuca”, éste nombramiento no cumplía con el requisito de que no debería tener ningún vínculo con el gobierno, ya que según la Coordinadora Suriana por la Paz y la Democracia, la relación entre el nuevo Fiscal y los Figueroa (padre e hijo) era añeja; lo que significaba que el gobernador Rubén Figueroa no cedía y continuaba en su misma línea dura e inflexible ante toda manifestación de oposición a los actos gubernamentales, además de mostrarse insensible ante la delicada situación que vivía el estado.
El 3 de septiembre la Coordinadora Suriana por la Paz y la democracia realizó una conferencia de prensa en Acapulco, ahí la alcaldesa de Atoyac María de la Luz Núñez Ramos “consideró que el gobernador Figueroa no ha cumplido plenamente la recomendaciones de la CNDH, ‘Las ha cumplido a su modo’, no de manera efectiva ni como lo señala la misma comisión, dijo, y puso como ejemplo el punto 14, que se refiere a impulsar programas de desarrollo para Atoyac y Coyuca, sobre lo ‘no hay nada’”, publicó El Sur. Luego una delegación de la Coordinadora Suriana se reunió el 6 de septiembre con el subsecretario de gobernación Arturo Núñez en la Ciudad de México.
El  mismo día que se vencía el arraigo de los 19 ex servidores públicos coparticipe en la masacre de Aguas Blancas, el 30 de septiembre renunció García Domínguez y el 2 de octubre el Congreso local aceptó su renuncia, 17 días estuvo al frente de las investigaciones.
Durante el mes de octubre los actos de intimidación de los agentes de gobernación alcanzaron a dirigentes del PAN y al Frente Cívico de Acapulco. Mientras el gobierno estatal por medio de Elías Reachi Sandoval preparó un montaje para que un pistolero de nombre Gabino de la Cruz Mariano acusara a David Molina Francisco de haberle pagado para que matara al también perredista Orlando Romero Romero. El supuesto pistolero dijo que Molina quería matar a Orlando para causar caos en el estado.
El día que hicieron una manifestación en defensa de Molina Francisco, y para demandar la caída de Figueroa, el 14 de octubre de 1995, fue acribillada la dirigente perredista Martha Morales Vázquez, médica de profesión y una de las principales activistas del PRD en la Costa Grande quien fue candidata a la presidencia municipal de Tecpan de Galeana.
En el mitin de Coyuca de Benítez, “los dirigentes regionales manifestaron su rechazo a las acusaciones del gobierno del estado contra David Molina Francisco. En una breve intervención, Martha Morales calificó de ‘absurdas’ las acusaciones contra Molina. Y concluyó, con ironía, preguntando ¿qué tiene Figueroa en la cabeza?: ‘Sería necesario preguntarle a Figueroa (con el puño se tocó dos veces la cabeza) tan tan ¿hay alguien?’”, es una imagen que plasmó Maribel Gutiérrez de aquel día.
Cuando llegaba a su domicilio luego de participar en el foro de Coyuca de Benítez fue agredida junto a Baldomero Galeno Lagunas. Dos pistoleros les dispararon con armas 9 milímetros, Martha recibió un disparo en el cuello que penetró por el lado izquierdo. El proyectil le destrozó la vértebra cervical. Baldomero recibió 3 balazos en el abdomen.
Según los testimonios recabados, Baldomero Galeno Lagunas acompañó a la doctora hasta la puerta de su casa, donde los recibió su esposo Reynaldo Soria Juárez, presidente del PRD en Tecpan de Galeana y médico propietario de la clínica San Luis Rey. “Se estaban despidiendo en la entrada de la casa, cuando aparecieron dos jóvenes desconocidos. Uno de ellos preguntó: ¿la doctora Martha Morales? Ella alcanzó a decir: soy yo, mientras el desconocido levantó una pistola y le disparó una bala expansiva calibre 9 milímetros, que le atravesó el cuello. Los pistoleros siguieron disparando y cayó herido Baldomero Galeno”. Heridos fueron trasladados al hospital general del IMSS en Acapulco donde el 6 de noviembre murió Martha Morales tras 22 días de agonía. Tenía 42 años de edad.



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