martes, 11 de febrero de 2025

Los cuitlatecos

Víctor Cardona Galindo 

Hace más de mil 500 años ya había seres humanos en el territorio que ahora ocupa Atoyac. Se encontraron registros de una etnia desaparecida a quienes les llamaban “los cuitlatecas” o “Cuitlatecos”. Una cultura que tenía un calendario, una lengua diferente y un Dios patrono.

Cuitlateca significa “gente de excremento” o “gente de cieno”. Que tiene el sentido figurado de “gente bastarda” o puede interpretarse como “gente de atrás”. El nombre es probable que haya sido impuesto por los mexicas, quienes acostumbraban a denominar de manera despectiva a los grupos minoritarios que dominaban.

Representación de Xipe Tótec en el sitio Las Granaditas.


Siguiendo los estudios realizados por Raúl Vélez Calvo, los Cuitlatecos vinieron del Sureste de Michoacán y por el año 2 mil 500 a.C. se introdujeron a territorio guerrerense. Pero fue hasta el mil 500 antes de Cristo que los purépechas acabaron de expulsarlos de Michoacán y ocuparon el territorio que ahora es Costa Grande, después se extendieron hasta el Río Balsas y hay quien dice que llegaron hasta el Valle de Toluca.

Los cuitlatecas de Atoyac sobrevivieron hasta principios del siglo XX. El lugar que ocupaban los cuitlatecas, se llamaba Cuitlatecapan que significa “sobre los cuitlatecas o lugar de cuitlatecas”.

Según se desprende de las Relaciones Geográficas del Siglo XVI, la provincia cuitlateca abarcaba la totalidad de los actuales municipios de Atoyac, Benito Juárez, Tecpan, Petatlán y Zihuatanejo, así como la porción occidental del municipio de Coyuca de Benítez en la Costa Grande.

En la Tierra Caliente los cuitlatecas estaban establecidos en los municipios de Ajuchitlán del Progreso, San Miguel Totolapan y en Tetela del Río, al norte del municipio de Heliodoro Castillo.

Los cuitlatecas fueron sometidos por guerreros de la Triple Alianza, formando la provincia tributaria de Cihuatlán. Aunque de las mismas Relaciones Geográficas del Siglo XVI, se desprende que muchos pueblos cuitlatecas, entre los que estaban Mexcaltepec, no pagaban tributo al Tlatoani, más bien le servían de soldados en la guerra que traían con los purépechas de Michoacán y los Yopes de Acapulco.

Aunque los purépechas o tarascos lograron someter a los cuitlatecas de los municipios de Ajuchitlán y San Miguel Totolapan. Por lo que se denota que los cuitlatecas se enfrentaron entre sí, sirviendo tanto a los mexicas como a los purépechas.

El viajero Pedro R. Hendrichs hizo una descripción de cómo debieron ser los cuitlatecos: “cuerpo bajo y grueso, piernas cortas y hombros anchos, sobre los que se levantaba una cabeza grande con cara ancha y carnosa, ojos pequeños, nariz chata y una boca que algunas veces es ancha con labios un poco abultados. Su tez de color cobre mate. De jóvenes tenían constitución atlética”.

Los pueblos cuitlatecos llegaron a ser muy numerosos y tenían una capital que era Mexcaltepec. Pero las guerras, las epidemias y los maltratos de los españoles los diezmaron. Según los cálculos de los historiadores la población cuitlateca pudo ascender a 300 mil individuos en toda la región.

Sobrevivían cultivando productos como: el maíz, algodón, chile, frijoles, camotes, calabaza, chía, pepitas y quelites, que eran los mismos cultivos de toda Mesoamérica, aunque para los cuitlatecas eran más importante el maíz, la calabaza y el chile.

Debieron usar como alimento a los venados, conejos, guajolotes, faisanes, palomas, codornices y patos. Además de iguana, perdiz, chachalaca y armadillo.

Para cazar las aves utilizaban el cacaxtle que se sigue utilizando hasta nuestros días en la sierra. Para cazar el venado se valían de la gamitera para imitar el sonido del venado. Los cuitlatecos de la Costa Grande se surtían de sal de las lagunas que se formaban con agua de mar.

Los principales traían ropas largas hasta los pies tejidas de algodón, de muchos colores y unas capas que les llegaban hasta las rodillas, con su cabello largo trenzado. Entre la gente común los hombres, andaban desnudos y algunos con mantillas que les servían de capas. Las mujeres, todas, traían naguas y huipiles de colores, con cabello largo tendido sobre los hombros.

Algunas fuentes dicen que andaban vestidos con mantas atadas al hombro y unos pañales para cubrir las partes nobles. Otros traían camisas largas, sin cuello que les arrastraban. Las mujeres con sus huipiles y enaguas. La ropa y mantas eran tejidas por las mujeres en el telar de cintura. Sus viviendas eran de bajareque, con techos de paja.

Los cuitlatecas sometidos por los purépechas eran regidos por un gobernador y los que estaban en el dominio azteca por un capitán, quienes se encargaban de cobrar tributo, había además principales que contaban con el visto bueno de los conquistadores.

A los adúlteros les cortaban las narices. Eso los diferenciaba en cuanto a castigo se refiere de los demás pueblos de Mesoamérica. Los cuitlatecos adoraban a un Dios patrono que se llamaba Nenepiltatapach Tecuhtli que según algunas fuentes el nombre significaba “Señor de la lengua áspera” y lo pintaban en piedras, había unos ancianos que servían de sacerdotes, de los cuales uno que era casto y respetado, durante cuatro años no salía, todo el tiempo estaba en el templo, al servicio del ídolo. Ofrecían a su Dios inciensos y mantas. No está claro si había sacrificios.

Las evidencias arqueológicas nos dicen que también tenían predilección por dioses como Tláloc y Xipe Tópec. Lo que quiere decir que no escapaban a la cosmovisión de toda Mesoamérica.

Tenían su propio calendario, al parecer de 260 días, lo que quiere decir que tenían un conocimiento avanzado de astronomía y matemáticas. Cada día del año tenía un nombre y a los niños le daban el nombre del día en que nacían. Al nacer le asignaban pareja, cuando crecían los llevaban ante su Dios patrono. Los parientes llevaban regalos, el sacerdote ataba la manta del hombre con el huipil de la mujer y quedaban formalmente casados.

Cuando morían los enterraban en los templos, hacían hoyos redondos, los enterraban sentados con la ropa que tenían y comida. Si era de la clase gobernante, enterraban con él a los esclavos que tenía. Los petrograbados que están en Las Granaditas evidencian las creencias que los antiguos cuitlatecos tenían sobre la muerte, creían que el alma tenía que bajar los nueve niveles del inframundo hasta llegar ante Mictlantecuhtli, donde permanecían durante cuatro años para luego volver a la tierra convertidas en colibríes.

Según la monografía Tecpan, historia de un pueblo heroico, escrita por Ramón Sierra López, son derivadas del cuitlateco las palabras:

Ajá: afirmación

Bembo: inútil, tonto

¡Épale!: cuidado

Memela: tortilla

 

LA TRIPLE ALIANZA

 

Ahuízotl vino a conquistar a los cuitlatecas. Los nativos de ese tiempo no eran muy poderosos, así que los mexicas los conquistaron con mucha facilidad. Formaron una provincia tributaria a la que llamaron Cihuatlán, que quiere decir lugar de mujeres. La cabecera de esa provincia estaba entre los pueblos de San Luis la loma y San Luis San Pedro. Si nos fijamos, el río que divide a los sanluises se llama Cihuatlán. Los cuitlatecas de Atoyac no se sometieron con facilidad, pelearon hasta que los mexicas pactaron y estos se convirtieron en sus guerreros para pelear en contra de los yopes de Acapulco y los purépechas de Michoacán.

Los aztecas mataron dos pájaros de una pedrada. Al mismo tiempo que combatían a sus enemigos más fuertes, mermaban las fuerzas de los cuitlatecas que en su mayoría perecieron y quedaron muy poquitos. Los mexicas trajeron parientes suyos a repoblar la región por eso había gente que hablaba náhuatl cuando llegaron los españoles a conquistarnos.

 

AHUÍZOTL (1486-1502)

 

Ahuízotl, “El Monstruo de agua”, octavo rey de Tenochtitlan, hermano de Tizóc. Se atribuye al año 1498 la fundación de Atoyac porque ocurrió el hecho de la incursión de Ahuízotl, por estas tierras.

Durante el reinado de Ahuízotl (1486-1502) fue sometida la mayor parte del territorio guerrerense y fue quien consolidó el dominio azteca en La Costa Grande, formando la provincia tributaria de Cihuatlán.

Ahuízotl estableció de manera firme el dominio azteca en Guerrero. La fuerte presión purépecha por Tierra Caliente hizo que el Tlatoani convirtiera en un centro de operaciones la región del Balsas para poder flanquear a sus enemigos michoacanos por la Costa del Pacífico.

Dentro del actual territorio guerrerense estaban ubicadas seis provincias tributarias y pequeñas porciones de otras tres según consta en el códice Mendocino y la Matrícula de Tributos.

La Matrícula de Tributos es un códice que consiste en el registro del pago de tributos de los pueblos sujetos a Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, conquistados por los miembros de la Triple Alianza. En cada hoja aparece el pueblo que encabeza la provincia tributaria, representado por glifos toponímicos, así como los demás pueblos que formaban la provincia.

Aparece la provincia de Cihuatlán en la lámina 18 de la Matrícula de Tributos. Estaba formada por los municipios de Coahuayutla, La Unión, José Azueta, Petatlán, Tecpan y parte de Atoyac.

Cihuatlán tributaba pieles, animales vivos y fauna marina para ofrendas ceremoniales o para la alimentación. Según la matrícula de tributos, el 4% de los productos agrícolas recibidos en México-Tenochtitlán procedían de Cihuatlán y Tepecoacuilco, al igual que el 60% de la miel, el 18% del algodón, casi el 7% de la ropa de mujer, el 99% del incienso llamado ecozahuitl y el 50% del copal.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario