Víctor Cardona Galindo
El 18
de mayo de 1967, el mitin de la Escuela Juan Álvarez fue reprimido con
violencia por parte de policías judiciales estatales. Esa masacre ocasionó que
Lucio Cabañas, el principal orador, dejara de ser profesor y se convirtiera en
guerrillero. La Escuela Juan Álvarez antes se llamó Escuela Real. La cual, según el testimonio de don Cipriano
Castillo “era una casa blanca de tejas tenía tres puertas de madera, y una
salida a la barda. Formaban a los niños antes de entrar al pie de la casa. Se
podía cursar hasta cuarto año, después salían y se iban a estudiar a otro
lugar. Tenía un pretil hacia el lado del poniente, en la calle Juan Álvarez
como de metro y medio de alto”.
Aspecto de la construcción de la escuela Juan Álvarez. Foto. Del álbum de María Laurel. |
En
1940 entre el Ayuntamiento y la escuela había un cuarto que era la comandancia
y cuando salían los niños a jugar iban a ver a los presos, porque la barda del
Ayuntamiento era la misma con la de la escuela.
El
maestro Teófilo Salas Cervantes recuerda que llegó a la Escuela Juan Álvarez el
10 de noviembre de 1954, cuando estaba de director Porfirio Alday Mújica. En
ese entonces había siete grupos, a él le asignaron el tercer año. Teófilo
estuvo 25 años frente a grupo y 21 como director de ese plantel. Se jubiló a
los 46 años de servicio.
Cuando
llegó la escuela era de adobe y tejas con corredor y dos salones grandes, uno
que venía de la avenida Juan Álvarez hacia donde era el Ayuntamiento; el otro,
de norte a sur era un salón largo que se dividía para separar los grupos y
abajo había un desnivel donde estaban los primeros años; ahí había primer año y
parvulito que era como el kínder porque después de parvulito pasaban a primer año.
Rememorando
su estancia en la escuela el profesor Teófilo Salas señala la fecha de su
fundación en 1886, cuando se llamaba Escuela
Real. Con el tiempo llegó a llamarse Escuela
Primaria Semi-urbana del Estado Juan N. Álvarez. Luego pasó a ser urbana.
Después
de una investigación exhaustiva en la que participó doña Juventina Galeana y el grupo Convivencia Cultural se le suprimió la “N” y se llama ahora Escuela Primaria Urbana del Estado Juan
Álvarez, porque se logró demostrar que el general firmaba únicamente como
Juan Álvarez y la “N” no tenía razón de ser.
Don
Custodio Pino a sus casi 100 años recordó que fue secretario de la mesa
directiva de padres de familia que encabezó Bonifacio López Díaz, y que un día
de 1956 visitaron al presidente municipal doctor Segundo de la Concha para
solicitarle permiso para hacer el baile del 16 de septiembre y recabar fondos
en beneficio de la escuela. El doctor Segundo de la Concha les dijo “Lo siento
mucho pero el baile ya lo está organizando el Ayuntamiento, pero les voy a dar
otra cosa mejor. Les voy a ceder lo que es el palacio municipal para que se
haga grande la escuela”. A los pocos días cumplió y luego murió.
En
1956 la escuela de tejas y adobe tenía un color rosita. Antes de ir a clases
los alumnos iban al río por agua, porque las casas no tenían agua potable. Para
el consumo doméstico de las familias se traía del río, donde se hacían unos
pocitos a la orilla para sacar el líquido vital.
A
principios de los cincuentas los alumnos usaban el uniforme blanco únicamente
para desfilar y los demás días iban como podían. Ya para 1953 se había
instituido el pantalón azul y camisa blanca para los hombres. Las mujeres
llevaban un vestido azul con un cuello color blanco y rojo, algunas lo llevaban
de plástico. Se hacía una comisión para el aseo en cada salón y se calificaba
higiene y puntualidad, rememora Zacarías Mesino Patiño alumno que egresó en
1956.
En la
escuelita de adobe y con mesabancos tradicionales, cursó el sexto año el
compositor José Francisco Pino Navarrete quien concluyó la primaria en 1957. Él
narró que con un grupo de 15 jovencitos venía a clases desde El Ticuí, porque
en la escuela Valentín Gómez Farías sólo había hasta quinto año. Les tocó tomar
clases en lo que fue el Ayuntamiento, donde se instaló el grupo de sexto año,
después de que este edificio fuera donado a la escuela.
Antes
de 1957 en el año que egresó Zeferino Serafín Flores la construcción era
antigua, había siete grupos. Viendo la escuela de frente estaba el cuarto,
quinto y sexto año, al fondo haciendo una escuadra estaba el tercero y segundo
año. En un desnivel viéndola de frente estaba el primero “A” y primero “B”.
A
finales de la década de los cincuentas no había salones de baile por lo tanto
se organizaban bailes para recabar fondos en la escuela Juan Álvarez. Tenían
divididas las paredes con tabiques, pero como estorbaban para la bailada, se
mandaron hacer divisiones de fibracel con zapatas para hacerlas movibles y a la
hora del baile quedaba una sola galera. En ese tiempo se celebraban fiestas de
disfraces durante el carnaval. Aunque en ocasiones también se hacían eventos
para beneficio del plantel en la barda de doña Mariana Herrera ubicada donde
estuvo la fábrica de hielo. El 22 de noviembre se festejaba el día del músico y
algunas veces para economizar los alumnos servían de meseros dice Zeferino
Serafín.
En
diciembre y antes de salir de vacaciones de Semana Santa, los alumnos más
grandes iban de excursión a la playa en el lugar denominado Costa de Plata. Con
el permiso de los padres se aportaba una módica cantidad y se alquilaba una
camioneta.
Zeferino
Serafín dice que también llegaron a ir de excursión al río a un lugar que se
conocía como Paso Hondo, donde ahora está la presa; también visitaron algunas
huertas como la de don Timo Flores.
Las
festividades del 10 de mayo se hacían en la escuela y a veces en el cine
Álvarez. Había una comida a medio día con un programa literario musical.
El 9 de mayo se salía a cantar las mañanitas
a las madres, en cabalgatas con faroles hechos con huesos de palapa y papel de
china que llevaban una vela en el centro. A veces se cantaban las mañanitas el
mero
Cuando
era día de una celebración nacional los alumnos estaban frente al Ayuntamiento,
antes de las seis de la mañana para izar la bandera en un acto encabezado por
el presidente municipal quien izaba la bandera y los alumnos apoyaban con el
himno nacional y la banda de guerra. En la tarde se repetía el procedimiento
para arriar el lábaro patrio.
Se
desfilaba el 16 de septiembre, el 12 de octubre, el 20 de noviembre y el 5 de
mayo. Todos los 27 de enero los alumnos de la escuela asistían a la comunidad
de Los Arenales para conmemorar el nacimiento del general Juan Álvarez y el 13
de abril iban a Tecpan de Galeana para participar en los festejos del natalicio
del general Hermenegildo Galeana.
Hubo
también una parcela escolar en un islote del río, donde se sembraban hortalizas
y legumbres. Se formaban comisiones para darle mantenimiento a la parcela. A
muchos alumnos les tocó sembrar. En la explanada, frente al Ayuntamiento se
instalaban tableros e improvisaban canchas de básquetbol y se jugaba en la
tierra, igual ponían redes para practicar voleibol, expresa Dagoberto Ríos Armenta.
La
barda de la escuela se cayó porque don José Navarrete Nogueda iba a construir
su casa y no previeron lo que podría venir. Escarbaron al lado de la avenida
Juan Álvarez y se derrumbó la vieja
construcción el 30 de abril de 1959. Les cayó encima a unas personas que
vendían esquimos pegados a la pared y murió la niña Fidelina Salgado Cruz de
nueve años, su familia se salvó de milagro.
“Después
de la caída de la barda comenzó a organizarse el patronato y la sociedad de
padres de familia para construir otra pared. Estaban en ese comité Flaviano
Sánchez, Rosalino Sotelo, Pedro Mesino, Gonzalo Mesino y Custodio Pino, se
trabajaba muy bien, organizaron bailes para recabar fondos”, explica el profesor
Teófilo Salas Cervantes.
Le
solicitaron apoyo al gobernador Raúl Caballero Aburto, quien les autorizó los
recursos para la construcción del plantel. Se empezó a tumbar la vieja
construcción el 8 junio de 1960 y luego comenzó la construcción aunque con el
desafuero de Caballero Aburto y la desaparición de poderes en el estado, la
obra se suspendió. Posteriormente los padres de familia y la autoridad
municipal continuaron con los trabajos. Logrando finalmente obtener el apoyo
del gobernador sustituto Arturo Martínez Adame.
Mientras
se construía el nuevo plantel, los alumnos tomaron clases en casas
particulares. Se distribuyeron de acuerdo a la cooperación de los padres de
familia que tuvieron la voluntad de prestar sus casas sin cobrar ni un quinto
de renta. Había unos grupos en casa de Agustín Galeana, donde Nicolás
Manríquez, Custodio Pino, Lucio Castro Radilla, Rosendo Téllez Blanco, Asunción
Benítez, Hermenegildo Zambrano, Sabás Javier y Eduardo Gómez dice Wilfrido Fierro,
en la Monografía de Atoyac.
Según
el maestro Teófilo siempre estuvieron bien organizados nunca hubo ningún
accidente, todos eran responsables, los maestros, padres de familia y los
niños. Los homenajes se hacían en la calle independencia frente a la casa del
señor Agustín Galeana.
Dice
doña María Laurel que el 16 de diciembre de 1960, Raúl Caballero Aburto,
gobernador del estado en una visita a este pueblo fue a la escuela Juan Álvarez
para ver los avances que tenía la construcción. Luego el 12 de noviembre de
1961, el huracán Tara derrumbó un muro de ladrillos que estaba cimentando el
segundo piso de la escuela.
Finalmente
el 24 de marzo de 1963 fue inaugurado el nuevo edificio de La Escuela Juan
Álvarez, cuando ya era presidente municipal Luis Ríos Tavera, aunque el trabajo
y las gestiones recayeron principalmente en el ex alcalde Raúl Galeana Núñez,
quien tiene el mayor mérito en la construcción de ese moderno edificio del cual
goza actualmente el plantel. Toda la madera que se utilizó para colar la loza
se trajo de su huerta que tenía en El Encanto.
Zacarías
Mesino no considera que haya sido la
escuela de los ricos como le llamaba la gente: “En 1956, había una
hermandad entre los maestros y alumnos. Entonces no había distinción del que
fuera rico o pobre. Posteriormente se dio eso, que dijeron que ya los ricos
manejaban la institución, que la maestra Julia Paco estaba actuando mal. Luego
vino un movimiento para quitarla, yo ya no viví eso”
Para
Zeferino Serafín la Escuela Juan Álvarez era la escuela principal, más no la escuela de ricos, esa es una versión
que se corrió en el movimiento de 1967. Pero en su tiempo había gente que no
llevaba ni siquiera huaraches, andaban descalzos. En 1957, ya era obligatorio
el uniforme. La edad no era controlada terminaban algunos de 15, 16 ó 17 años.
Había alumnos de distintas edades en un grupo. Algunos estudiantes por
cuestiones de trabajo se iban a la sierra a “la corta del café”, abandonaban la
escuela y después volvían a comenzar de nuevo por eso salían de más de 15 años.
Algo
que pudo darle el mote de escuela de los
ricos fue que la mayoría de los presidentes municipales le daban
preferencia a la Juan Álvarez. Sólo cuando Rosendo Radilla Pacheco fue alcalde
tuvo la preferencia la Modesto Alarcón, que encabezó el desfile ese año.
El profesor
Salas Cervantes expresó: “Es mentira que no se recibía a fulano porque no traía
zapatos. A esta escuela le decían la
escuela de los ricos, pero aquí siempre se ha recibido a todo mundo y hasta
en la actualidad se sigue recibiendo a la gente más pobre”.
Consideró
que: “el uniforme es preferible porque con un vestido que el papá le pudiera
comprar a su hijo no tenía necesidad de andar comprando más vestidos. Es bueno
tener uniforme porque la gente que tiene dinero le compra buena ropa a sus
hijos y los que son de escasos recursos vienen los niños con ropa humilde y con
el uniforme no hay ninguna discriminación”.
Actualmente
la escuela es dirigida por el profesor Baltazar Hernández Valle. El maestro
Teófilo fue penúltimo director y hace el recuento de su gestión: se construyó
la cancha de básquetbol, se arreglaron los salones y todos los baños. Además de
mejorar el mobiliario, todo lo necesario para el bien de los niños y para la
presentación de la escuela. Con satisfacción dice que no hay en todo el estado
una escuela que esté tan bien cuidada como la Juan Álvarez. Ahora tiene aire
acondicionado, computadoras y bocinas en cada uno de los salones. La escuela va
mejorando de acuerdo a la tecnología. Todo eso gracias a los padres de familia
y a los maestros que les gusta trabajar.
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