Víctor Cardona Galindo
La
persecución que se dio en la sierra se reflejó someramente en los medios de
comunicación. Eran pocos los periodistas que se atrevían a llegar a la zona de
conflicto. Excélsior informaba el 27
de junio. “Una gran extensión de la sierra de esta región está totalmente
cercada por la fuerzas militares que buscan a los autores de la emboscada y
matanza de soldados el domingo, en la carretera a San Vicente de Benítez”.
Explicaba
que muchos “yips” o comandos se dirigieron a la sierra, por los distintos
rumbos, cargados con soldados, provisiones y armamentos. Tres helicópteros
sobrevolaban la sierra ininterrumpidamente. La foto de Lucio Cabañas
Barrientos, tomada durante un desfile por Josefina Mesino, fue repartida
masivamente entre la tropa. A la cacería se sumaron un numeroso grupo de
agentes de la Policía Judicial del estado.
El
comandante de la 27 zona militar general Joaquín Solano Chagoya quien juraba
que en cuestión de horas atraparía a Lucio Cabañas le comentó a Enrique Díaz
Clavel que “los soldados emboscados no tuvieron tiempo de disparar”.
El
soldado Marco Silverio Gómez sobreviviente de la emboscada del 25 de junio de
1972 declaró ante el procurador de Justicia del Estado, Francisco Román Román.
Su versión fue recogida por El Heraldo,
dijo que pasando “el pueblo de la Cruz, aproximadamente a un kilómetro y medio,
ocho individuos agazapados detrás de los árboles y matorrales a ambos lados de
la carretera los sorprendieron”.
Explicó
que el primero en caer mortalmente herido fue el chofer del camión, sargento
segundo Jesús Álvarez Sosa. “Cuando los asesinos vieron que ya nadie disparaba
desde el camión salieron a campo abierto y gritaron si todavía había alguien
con vida, que saliera y que no le harían nada”.
Agregó
que salió como pudo, pues estaba mal herido y el vehículo se había volteado.
Los individuos tomaron todas las armas y el parque y se retiraron, internándose
entre la maleza.
Marcos
Silverio Gómez dio la descripción de dos de sus atacantes, pues indicó que a
los demás no los pudo ver bien. “Uno de ellos tiene como 22 años de edad, es
moreno, lampiño, robusto, cara afilada, nariz gruesa y chata, labios gruesos,
vestía gorra y uniforme militar y llevaba, al igual que todos sus compañeros
pelo largo”.
“El
otro tenía el pelo largo, mide 1.60 aproximadamente, tiene como 32 años, es
delgado, moreno claro, lampiño y vestía pantalones y botas de color amarillo
(…) todos sus atacantes tienen tipo de campesinos y que llevaban rifles de alto
calibre”.
El Heraldo
también informaba que de acuerdo a los peritos de la Procuraduría de Guerrero,
dice que el transporte militar recibió 400 impactos de bala de alto calibre.
Para
el 2 de agosto habían quedado consignados ante el Juez del Distrito de Acapulco
un grupo de campesinos quienes bajo tortura se culparon del ataque entre ellos
estaban: Eligio Chávez González, Alberto Chávez Silva, J. Trinidad Gutiérrez,
Cruz Rodríguez Radilla, Pablo Leyva Flores, Israel Díaz Téllez, Juvenal Cabañas
del Valle, Enrique Chávez Fuentes, Marco Téllez Ramírez y Benigno Vargas
Sánchez.
El 4
de agosto el Juez de distrito dictó auto de formal prisión contra 17 campesinos
acusados de participar en la emboscada del transporte militar, la lista la
encabezada Juan Pastor García e iba incluida Ana María Gómez Valencia.
Juan
Pastor García en el momento de rendir su declaración preparatoria ante del Juez
del distrito se retractó de las declaraciones, donde había confesado su
actuación en los hechos del 25 de junio. Denunció que fue terriblemente
torturado por los militares que lo detuvieron para que se declarara culpable de
delitos que no cometió. Dijo que su martirio duró más de un mes y que durante
ese tiempo lo mantuvieron con los ojos vendados y que sus captores le aplicaron
fuego en las partes nobles”, publicaba el Novedades
de Acapulco ese 2 de agosto.
“No
sólo él manifestó que lo obligaron, por medio de los tormentos físicos y
psicológicos, echarse la culpa, sino también el resto de los detenidos así lo declararon.
Sin embargo, no se les creyó su inocencia y, al contrario, siguieron con más
detenciones de pobladores que no tenían nada que ver con la emboscada”, nos
comenta Eneida Martínez en su libro Los alzados del monte. Historia de la
guerrilla de Lucio Cabañas.
Durante
el mes agosto los militares siguieron incursionando en los diferentes barrios
en busca de chivos expiatorios para mostrarlos ante la opinión pública, como
reos de alta peligrosidad y así decir que sí estaban arrojando resultados en
las investigaciones. Como era de esperarse las autoridades desmintieron el
hecho de que estas personas hubieran sido víctimas de tortura.
Pablo
Loza Patiño comisario de El Porvenir fue detenido el 7 de agosto, que según los
agentes del gobierno, en su declaración dijo que fue reclutado para el Partido
de los Pobres por Francisco Fierro Loza con quien repartían los volantes que
Lucio Cabañas le mandaba.
Con
mucho sigilo y misterio fueron bajados a esta ciudad [Atoyac] treinta
campesinos (...) a las cinco de la tarde. (...) La captura de estos 30
campesinos se llevó a cabo en un acción coordinada por autoridades federales,
que abarcó los poblados de: Santo Domingo, El Carrizo, La Cebada, San Juan de
las Flores, El Agua Fría, y en las afueras de Pie de la Cuesta (...) De los
treinta detenidos, Avance de Acapulco, pudo obtener solamente los
siguientes nombres: Joaquín Flores Cabañas y Aldegundo Flores Cabañas (...) los
mencionados son primos hermanos de Lucio Cabañas”, dice una nota publicada el
18 de agosto.
El Partido de
los Pobres envió un comunicado a la revista Porque?
Que se publicó el 17 de agosto iba dirigido al pueblo mexicano y reivindicaba
el ataque del 25 de junio.
“Que
este ataque sea para emparejar un poco la sangre revolucionaria que la
dictadura ha regado en toda la patria. Que sirva un poco para que soldados y
policías reflexionen y se acuerden que son hijos de los pobres y que les
corresponde defender al campesino, al obrero, al estudiante. Que sepan,
soldados y policías, que defender al mal gobierno de los ricos es traicionar la
patria de Cuauhtémoc, Morelos y Zapata”.
“Todos
los que somos patriotas y amantes de la libertad, debemos unir nuestras fuerzas
para derribar con las armas al gobierno de la oligarquía. Debemos formar nuevos
partidos y grupos que se propongan una revolución armada para formar un
gobierno de pobres, para hacer valer las cosechas, para elevar los sueldos,
para rebajar los precios de los grandes comercios y para que el pueblo tenga
derecho a elegir a sus gobernantes”.
Otro
texto del Partido de los Pobres publicados por la revista el mismo día decía:
El
Ejército federal ha participado en diversos atentados, crímenes y persecuciones
entre los trabajadores, en particular contra los campesinos. Pueden citarse: la
masacre del dos de octubre de 1968, en Tlatelolco contra estudiantes y pueblo,
los asesinatos de campesinos en Puebla y Veracruz y otros estados de la
república, las persecuciones contra obreros ferrocarrileros, el asesinato del
líder campesino Rubén Jaramillo, de su esposa embarazada y de sus hijos,
etcétera, y aquí en la Sierra de Atoyac, 12 campañas de persecución contra las
grupos armados desde el año de 1967, incluyendo “cuatro campañas de asistencia
social”. Las campañas de persecución se han distinguido por el gran número de
muertos, desparecidos, inocentes presos, secuestrados y torturados; por la
quema de algunas casas y bombardeos de helicópteros sobre los campesinos.
Entre
los muertos están: Pedro Rojas, Julio Hernández Hinojosa, Agripino de Jesús,
Salomé Cabañas, Luis Velázquez, José y Leonardo Carbajal y tres (cuatro)
desconocidos indígenas “chantes”, asesinados por el Rumbo de la Remonta Gro.;
entre los desaparecidos están: el profesor Juan Fierro y Villado Martínez desde
hace más de un año; Crescencio Calderón, Eusebio Arrieta, Miguel Cadena, José
Ríos, el profesor Luis Cabañas Ocampo y José Pérez González y los presos sin
causa, hombres y mujeres son innumerables. Todavía en los días recientes
después del ataque fueron detenidos y llevados con rumbo desconocido cuando
menos 24 campesinos pacíficos de los barrios de San Vicente de Jesús, San
Andrés de la Cruz, Santiago de la Unión y Rincón de las Parotas, rumorándose
hechos graves acerca de algunos de ellos, sin que hasta ahora se conozca la
realidad de su suerte. “Las Campañas de Asistencia Social” se distinguieron
porque se atendió algunos poblados a orillas de la carretera federal, porque se
usaron para investigar sobre los grupos armados y para querer borrar la mala
impresión que aquí se tiene del Ejército Federal.
Este
ataque es la contestación de los trabajadores a los crímenes y abusos de las
fuerzas federales y de la policía del estado, a los despojos que la clase rica
y el gobierno hacen del producto del trabajo y de la tierra del campesino y el
desprecio a los problemas de la clases pobre. Que sirva de escarmiento a
quienes quieren humillar a los trabajadores por su pobreza y a quienes sirven a
la clase rica y a su gobierno. Que de ejemplo de cómo unirse toda la clase
trabajadora en la lucha contra la dominación de la clase rica y contra su
dictadura en el gobierno.
La
Brigada Campesina de Ajusticiamiento respetará las vidas de los soldados
heridos y de los que se rindan, considerando que la gente que forma el Ejército
federal en muchos casos es sacada por la pobreza de su medio de trabajo y
obligada por la disciplina militar a obedecer las órdenes de los altos jefes
que hacen la guerra al trabajador desde sus oficinas de México, Chilpancingo o
Acapulco, pero también está dispuesta a usar los armamentos que el Ejército
llama “medicamentos”, “ropa” y “víveres” capturados, contra todo pelotón que
quiera encargarse del trabajo de repartirlos.
Todo
crimen, toda humillación y opresión que de hoy en adelante la oligarquía, el
imperialismo y sus fuerzas represivas cometan contra el pueblo serán castigados
duramente por la Justicia Revolucionaria y nada quedará impune.
¡Constaremos
ojo por ojo y diente por diente!
¡Por
un Partido de los Pobres!
¡Por
un gobierno de trabajadores!
¡Por
el Ejército del Pueblo!
Por
la Brigada Campesino de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres: Lucio
Cabañas B. Isidro Castro Fuentes, Enrique Velázquez F.
Comenta
Eneida Martínez que: “El éxito de los brigadistas en esta primera emboscada, de
cierta manera, les obnubiló las consecuencias que había traído este ataque, los
pobladores estaban siendo golpeados por el ejército, de ahí la violencia se
iría escalando poco a poco. Los pueblos que más se vieron afectados fueron El
Camarón, San Juan de las Flores y la Remonta.
Aunque hubo una especie de reflujo de la represión, pues pasada esta
serie de detenciones se apaciguaron las cosas. Pero estaba muy lejos de que las
aguas quedaran en calma”.
Pocos
de los estuvieron en las mazmorras de las cárceles militares recuerdan,
detalles fuera de su dolor y el miedo a las torturas. Algunos campesinos de San
Francisco del Tibor recuerdan los apodos de algunos soldados que los cuidaban
en el cuartel de Atoyac, a uno le decían Butanda
a otro Botella y uno muy bravucón era
El Judío. Butanda compartió su comida con el jovencito Marcos Téllez, de ahí
nunca más volvió a escuchar su voz. “Tal vez lo castigaron”, piensa el ahora
abogado.
José Luis Blanco Flores
siendo niño todavía, el 18 de julio de 1972, fue detenido en la comunidad de
San Francisco del Tibor junto con los otros 37 campesinos, sólo recuerda que a
un soldado, los otros militares, le decía El
Cabezón no hay más recuerdos de comunicación entre sus carceleros y
verdugos. Cuando estuvo encerrado en el cuartel de Atoyac fue testigo de cómo
los soldados sacaban cadáveres de ese lugar y después regresaban con tierra en
las botas. Dice que una mujer de nombre Adela murió en esas instalaciones
debido a las torturas. Por la noche los soldados se la llevaron y regresaron con
las botas llenas de lodo. Recuerda que cuando salían con los cuerpos los
soldados no tardaban mucho en regresar. Por las noches también se escuchaba el
sonido que hacían las máquinas excavadoras al trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario