Víctor Cardona Galindo
“En el cielo de Guerrero, un lucero apareció / que nos marca el
nacimiento /de quien muriendo nació /fue niño joven y hombre /y Genaro se
llamó”, cantó José de Molina.
Del 31 de diciembre de 1971 al 4 de enero de 1972 Genaro y su
grupo ocuparon como casa de seguridad una
residencia localizada en Humboldt 210, a 200 metros del Palacio de Gobierno de Cuernavaca Morelos misma que fue contratada por
Arturo Miranda. El que haya ocupado ese domicilio, después de su muerte fue
objeto una “campaña perniciosa que hizo El
Heraldo de México, al dar a conocer su estancia en ‘tan lujosa residencia’.
Lo acompañaba Sabina Ledezma Javier, con quien apareció en las fotografía
tomadas por el propio Bracho y que fueron encontradas en el vehículo el día del
accidente”, dice Arturo
Miranda Ramírez y Carlos G. Villarino en su libro El otro rostro de la guerrilla 40 años después.
“La policía explotó las fotos
promoviendo su publicación en todos los periódicos nacionales y locales para desacreditar
al movimiento guerrillero y a los más destacados luchadores sociales de aquella
época; se pretendió exhibir a Genaro como un vulgar mujeriego y vividor del
producto de los secuestros”.
Al abandonar Cuernavaca, Genaro y
acompañantes se dirigieron a Tlanepantla, Estado de México, a un domicilio
propiedad del licenciado Mario Padilla. De acuerdo al testimonio de Arturo
Miranda ahí permanecieron hasta las 8 de la noche, del primero de febrero de 1972, cuando Genaro decidió regresar a la
Sierra de Atoyac, donde tenía sus bases de apoyo, dando la vuelta por Michoacán.
El chofer que se consiguió para realizar ese trayecto, fue
Salvador Flores Bello, Fidel; quien
era novel en el volante. Así viajaban Genaro, José Bracho, Sabina Ledesma
Javier, María Aguilar Martínez, Araceli y Salvador Flores manejando el automóvil Dodge Dart modelo 1965
color azul placas LKL 056 del Distrito Federal.
Dice Alberto López
Limón: “Por contar con cobertura
legal y ser el único que sabía manejar, conducía el automóvil Salvador Flores
Bello, conductor inexperto de reciente reclutamiento utilizado como chofer,
distribuidor de mensajes y dinero que no estaba detectado por los cuerpos
policiales. El 1 de febrero había estado a punto de ser detenido en Tizayuca,
Estado de México, pero logró evadir el cerco policial y llegar al refugio de
Genaro en Cuernavaca y luego al Estado de México”.
A la 01:30 de la mañana del 2 de febrero de 1972, al llegar al
puente angosto de Irapeo Michoacán, ubicado en el kilómetro 226. 7, Flores Bello
se durmió. “Bracho comenta que sintió cuando el vehículo extrañamente adquiría
mayor velocidad y sin darle tiempo de nada se estrelló contra el alero del
puente”. El coche quedó prácticamente destrozado. De los que viajaban en la
parte delantera José Bracho, recibió tremenda herida a lo largo de la cara;
Araceli perdió su dentadura y Salvador Flores Bello que iba al volante, apenas
recibió un leve golpe en la garganta.
Dice Miranda, “Cuando Bracho recuperó el conocimiento, vio a
Flores Bello caminando por la carretera como sonámbulo; Araceli parecía muerta
y Genaro roncaba como dormido; asegura que trató de rescatarlo pero le fue
imposible por lo incomodo del carro y sus propias condiciones. Comprobó que
estaba vivo y tiene la convicción de que fue asesinado en el cuartel del Ejército
en Morelia luego de que fue identificado”.
“La noche era muy negra y no se podía ver casi nada. Intenté
levantarlo y no le sentí herida alguna ni toqué algo que pareciera sangre. El
dolor en la cabeza era insoportable y busque a Fidel para que me ayudara con Genaro. Camine
unos veinte metros y perdí de nuevo el conocimiento. Cuando desperté, vi muchas
luces junto al carro y unas muy fuertes que parecían de camión. Me retiré del
lugar aturdido y atropelladamente... Genaro viajaba en el lugar menos peligroso
para un accidente de esa naturaleza, aparte de que ninguno de nosotros salió
seriamente lesionado”, comentó Bracho.
Genaro murió 20 minutos después de llegar al hospital de la Cruz
Roja en Morelia. La causa de la muerte fue una fractura en el cráneo. La
versión más socorrida entre los grupos de izquierda es que la fractura no fue
resultado del accidente, más bien fue asesinado por el Ejército. Esa es la
hipótesis que maneja Carlos Montemayor en esa historia narrativa que se llama Guerra en el paraíso, en una de las
escenas un militar reflexiona: “le resultaba difícil aceptar que dos hombres
hubieran salido ilesos del accidente. Y en especial que se tratara de los que
venían en asiendo delantero”.
La
hipótesis de su asesinato se refuerza al considerarse que viajaba en la parte trasera
y de acuerdo al impacto del vehículo, no existe algún objeto que haya podido
dejarle el tipo de herida que presentaba en el cráneo. La herida tenía forma de
V que pudo ser la marca de la culata de un mosquetón, arma reglamentaria que usaban
los soldados en esa época. “No se haga pendejo sargento. Su ordenanza le partió
la madre de un culatazo”, escribe Montemayor.
El Dueto Igualteco cantó en su corrido “Genaro fue asesinado en un
trágico accidente /el gobierno así vivió /planeando muy bien su muerte /no
quisieron peligrar /sabían que era hombre valiente”.
Es que una ambulancia rescató a Genaro y a las dos mujeres que
fueron trasladados al hospital Miguel Silva de la ciudad de Morelia, Michoacán.
Mientras tanto patrullas y carros del ejército llegaron a la escena del
accidente, al revisar el auto y sacar a los heridos se encontraron el
armamento, literatura y propaganda guerrillera del Movimiento de Acción
Revolucionaria (MAR) muchos rollos de película filmada, fotografías, cintas
grabadas y manifiestos dirigidos al pueblo de México.
La policía ya tenía ubicado el vehículo, porque Jorge Mota, bajo
tortura, había dado los datos sobre las características y placas del coche en
que viajaban los guerrilleros. En el vehículo llevaban armas, propaganda,
parque y dinero, millón y medio de pesos, de los que la policía sólo presentó
trescientos ochenta mil. Un reporte de la policía dice que llevaban un M-2 con
ocho cargadores, dos bolsas de lona con cartuchos, libros marxistas leninistas,
unos binoculares. Unas grabadoras, doce casetes y billetes de diferentes
denominación con un total de medio millón de pesos.
A Genaro también le encontraron fotografías, cintas grabadas, su diario
con nombres y direcciones de muchos
compañeros. Así se conoció la casa de Humboldt y las fotos que se tomó con
Sabina. Un capitán de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) se quedó con la
pistola de Genaro como un trofeo de guerra.
José Bracho Campos, lugarteniente de Genaro fue capturado cuatro
días después, cuando ya la herida que tenía en el rostro estaba infectada, fue trasladado
a México y luego a la penitenciaría de Chilpancingo.
Bracho declaró que transportaban millón y medio de pesos, de
los cuales sólo aparecieron alrededor de trescientos ochenta mil, la diferencia
fue el clásico botín de guerra que los cuerpos de seguridad obtenían en su
lucha contra la insurgencia armada. En poder del Ejército y de la Procuraduría
General de la República quedaron la propaganda, armas, parque, dinero y otros
materiales comprometedores que eran trasladados en el vehículo.
Conforme a
Salvador Flores Bello, “llegó el ejército, militarizó el hospital, desalojaron
al personal civil y los reemplazaron con enfermeras y médicos militares. El día
siguiente nuestro comandante amaneció muerto, fue asesinado, tenía una herida
provocada por una estructura triangular, como para aparentar que fue un
accidente”
Las primeras noticias que se difundieron de la muerte de Genaro fueron
confusas. La primera información llego a través de la radio, que decía que
Genaro había muerto en un enfrentamiento con el Ejército. La primera edición de
los diarios de ése día ya habían salido de las rotativas cuando se dio a
conocer la noticia, ninguno de los diarios de la mañana pudieron dar la
información, Excélsior publicó la
entrevista que un día antes les había concedido la profesora Consuelo Solís.
Vázquez Rojas murió el mismo día que se publicó la entrevista en que su esposa
Consuelo Solís, declaró que ya se sentía viuda.
Al otro día Excélsior
así anunció su muerte: “Pereció Jenaro Vázquez rojas en un choque en el camino
a Morelia”
Dos mujeres que iban con el rebelde,
heridas.-Llevaba en el auto trescientos cincuenta mil pesos, bombas, armas,
parque, películas y propaganda.
La
nota fue de Víctor Payán, firmada en Morelia. “El profesor Jenaro Vázquez
Rojas, jefe de un grupo de rebeldes en la sierra de Guerrero, pereció esta
madrugada en el Hospital Civil de esta población, a consecuencia de las lesiones que sufrió al chocar el automóvil en que
viajaba contra la barda de un pequeño puente en el kilómetro doscientos
veintiséis de la carretera México-Morelia, a las 1:20 horas”, publicaba el Excélsior el 3 de febrero.
José Bracho lugarteniente de Genaro Vázquez confirmo la versión del
accidente: “Nos habían cerrado las puertas de las montañas y la única que se
pudo abrir fue la de la ciudad. Ya estábamos detectados, varios compañeros
habían caído, otros fueron torturados para que hablaran y algunos estaban
desaparecidos, como Elpidio Ocampo Mancilla. Nos seguían el rastro y fuimos a
refugiarnos al Estado de México. Teníamos que salir apuradamente, porque el
compa que nos había prestado su casa fue visitado por la policía. ‘Tienen que
salir’, fue el aviso, además de que nosotros también advertimos movimientos
raros. Pardeaba la tarde del primero de febrero de 1972 cuando salimos casi
corriendo a bordo del Dodge Dart que pintamos de color azul íbamos
Genaro, el chofer Salvador López Bello, dos compañeras que nada tenían que ver
con la lucha y yo; ellas decidieron acompañarnos para despistar a la policía,
pues iban por otro rumbo”.
“Genaro iba en el asiento de atrás con una de ellas y nosotros adelante.
Nos dirigíamos a Morelia. Ya en la noche, Salvador se quejó de tener un poco de
sueño... más adelante, sin precisar el lugar exacto, nos detuvimos para
descansar. A la medianoche proseguimos el camino y no tuvimos ningún
contratiempo hasta que se dio el accidente. Era ya de madrugada, pero no podría
precisar a ciencia cierta lo que pasó”, dijo Bracho a la revista Proceso número 457 del 5
agosto de 1985.
Genaro Vázquez Rojas murió en el hospital civil de Morelia la mañana del
2 de febrero de 1972, al que llegó con vida, según informaron los paramédicos
que lo trasladaron. Murió cuando estaba siendo preparado para una intervención
quirúrgica, unos veinte minutos después de llegar al hospital, “fractura de
cráneo por contusión”, fue la causa de la muerte dijeron los médicos.
La hipótesis se fortalece por los resultados arrojados por la
autopsia a su cadáver y la rápida forma en que el gobierno obligó a los
familiares a enterrarlo, en su natal San Luis Acatlán.
Según los resultados arrojados por la autopsia que se le
practicó a su cuerpo, Genaro “Tiene dos heridas contusas, la primera de ellas
situada en la parte anterior de la región occipital frontal sobre la línea
media en forma de “V” con su vértice hacia delante, midiendo cuatro y medio
centímetros el lado izquierdo y cinco centímetros el derecho, está interesado
el cuero cabelludo. En el lado izquierdo del labio superior se encuentra la
segunda herida contusa de dos centímetros de extensión, de bordes irregulares
que interesó dicho labio en todo su espesor”.
La causa determinante de la muerte fue fractura de cráneo por
contusión, esta lesión se califica como mortal por necesidad. Nunca
se abrió alguna investigación judicial y se desecharon rápidamente cualquier
cuestionamiento a la versión oficial.
“Vuela
vuela palomita /vuela vuela entre las balas /que el corazón de Genaro /lo
llevas entre las alas”, dice un verso de Oscar Chávez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario