sábado, 14 de mayo de 2016

Guerrilleros VI

Víctor Cardona Galindo

Dice Aturo Miranda que el 18 de noviembre de 1971, Genaro Vázquez Rojas les manifestó a sus compañeros su deseo de buscar la posibilidad de unir su movimiento con el de Lucio Cabañas Barrientos, una vez que éste no estuviera supeditado a las decisiones del mal llamado Partido Comunista Mexicano. Más cuando ahora sabemos que Lucio nunca renunció a ese partido.
Por medio de los documentos que se encuentran en el Archivo General de la Nación (AGN), la prensa y los testimonios que Arturo Miranda Ramírez ha plasmado en diversos libros, podemos seguir los últimos días de  Genaro Vázquez Rojas.
Un periódico de aquella época, Excélsior  del 2 de 
diciembre de 1971, luego que fue liberado Jaime 
Castejón Díez. Foto Víctor Cardona Galindo.

El vehículo en que fue secuestrado el rector Jaime Castrejón Díez estaba a nombre del profesor Vicente Iris Sánchez Antonio, con domicilio en la colonia Aragón del Distrito Federal hoy Ciudad de México. Ese colaborador fue detenido el mismo día del secuestro por agentes federales y por la policía secreta. Inmediatamente fue conducido al Campo Militar Número 1 donde fue torturado cruelmente para que delatara a Genaro.
Sánchez Antonio en su declaración delató a Jorge Mota González quien fue detenido a mediados de enero cuando se disponía visitar un domicilio que ya estaba ubicado por la policía. Este después de su respectiva sesión de tortura empezó por entregar al profesor Fausto Ávila Juárez, “quien a pesar de haberse alejado unos meses antes, no escapó a la tortura y a ser recluido en la Penitenciaría General del Estado en Chilpancingo”, comenta Aturo Miranda. También caen prisioneros los doctores José Gutiérrez y Eugenio Martínez Bravo.
Laura Castellano en su libro México Armado, comenta: “La acometida no es exclusiva del ACNR, se extiende a los diversos grupos urbanos armados que surgen en el país. Este periodo queda registrado en el calendario de la guerrilla mexicana con el nombre de ‘invierno trágico’, pues mientras las detenciones se multiplican en la sierra de Atoyac, son aplastadas las dirigencias del Comando Armado del Pueblo (CAP), del Frente Urbano Zapatista (FUZ), de los Comandos Armados de Chihuahua, y capturan a integrantes del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) que habían sido entrenados en Corea del Norte”.
Dice Laura Castellanos que el licenciado José Rojo Coronado agotaba todas las instancias ante la embajada cubana para lograr que la familia Vázquez Solís fuera asilada en Cuba. No lo logra. Luego el 26 de enero Consuelo fue secuestrada junto con su hija y dos amigos de la familia. Fueron trasladados al Campo Militar Número 1, pero la rápida intervención del abogado logró que un juez diera curso a una demanda de amparo y las víctimas fueron liberadas tres días después.
Al saber de su desaparición el licenciado Rojo Coronado recorrió los periódicos de la capital para denunciar el hecho. Dijo que “la desaparición de la esposa del profesor Vázquez Rojas ocurrió cuando hacía trámites para irse a Cuba con sus seis hijos… El profesional afirmó categóricamente que Consuelo Solís no tenía ya ninguna relación con su esposo, prófugo en la sierra de Guerrero y señalado como el responsable de varios secuestros y asaltos”, informaba el Excélsior aquel 28 de enero de 1972.
“La mujer, indicó el abogado, le habló por teléfono poco antes de las 20: 00 horas para avisarle que iba a su despacho a firmar los papeles; le informó que llegaría en treinta minutos y que desde hacía rato la seguían dos hombres, al parecer agentes policíacos...Según el abogado, desde hace mucho tiempo varios agentes, al parecer de la D.F.S., vigilan de cerca a la esposa de Vázquez Rojas”.
Consuelo era profesora de la escuela primaria Carlos Zapata Vela ubicada en avenida Del Recreo, colonia Tlacotal, frente a la secundaria 61. Vivía en la colonia Ramos Millán, en la calle Tlacotal letra Z número 2432, con su madre y sus hijos: América de doce años, Consuelo de once, Francisco de diez, Genaro de nueve, Ulises de siete y Roque Filiberto de cuatro años.
En junio de 1971 también fue secuestrado Genaro Vázquez Solís hijo de Genaro Vázquez rojas y Consuelo Solís, por la policía del DF,  eso lo informó el abogado quien denunció que querían “obligarla a decirles dónde está Jenaro. Nada dijo porque nada sabe”. Consuelo tenía cuatro años sin ver a su esposo.
Luego ese día, 26 de enero, junto a la señora Consuelo desaparecieron su hija adoptiva Austreberta, de catorce años de edad y los hermanos Guadalupe y Alejandro Mota de 18 y 16 años respectivamente, que la acompañaban cuando acudía a la entrevista con su abogado. Como no acudió a la cita. “Rojo Coronado fue a buscarla a su casa, la esperó hasta medianoche y no llegó. Ayer en la mañana fue a la escuela y supo que no había ido a clases. En la casa le informaron que no llegó a dormir, cosa que no había hecho nunca; sus hijos estaban con su abuelita”.
El abogado dijo que la buscó en varias dependencias policíacas pero le dijeron que no la tenían. Por eso en la noche empezó a preparar la denuncia que presentaría ese 28 a las 9: 00 horas en la Procuraduría de Justicia del Distrito y la demanda de amparo que enviaría al juez primero de distrito, licenciado Eduardo Ferrer McGregor.
Por otro lado Jorge Mota González llevó a la policía a la casa de Elpidio Ocampo Mancilla, quien fue aprehendido y conducido al Campo Militar Número 1, según les consta a varios detenidos que en ese lugar hablaron con él, pero jamás se volvió a saber de su paradero. “La ACNR perdía a uno de sus mejores cuadros de la ciudad. Era el responsable de todo el trabajo político a nivel del movimiento de masas y del apoyo logístico”, dice Miranda. “Este cívico seguramente murió en la tortura pero no entregó a Genaro porque, a decir verdad, era el único que realmente sabía su ubicación cuando andaba abajo”.
Fue el 30 de enero de 1972, cuando agentes de la Dirección General de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia llegaron hasta el hogar de Elpidio Ocampo Mancilla, en Atencingo Puebla, lo detuvieron y lo desaparecieron. Nunca más regresó a su casa. Desde entonces lo busca su hijo, Moisés Ocampo Delgado, dirigente del Movimiento Urbano Popular de Iguala (MUPI) y profesor de la escuela preparatoria 32.
“Llegaron cerca de 15 vehículos con alrededor de 30 agentes judiciales vestidos de civil y fuertemente armados; llevaban a Jorge Mota González y Fausto Ávila, notoriamente golpeados porque habían sido detenidos días antes; seguramente fueron golpeados para acusar a varios compañeros”, dijo una ocasión a la presa Moisés Ocampo.
Jorge Mota y Fausto Ávila vieron cuando torturaban a Elpidio Ocampo en las instalaciones de la Dirección General de Policía, en Tlaxcoaque, Distrito Federal. Donde también coincidieron con la esposa de Genaro Vázquez, que estaba ahí detenida junto con otros miembros de la ACNR. De Tlaxcoaque fueron trasladados al Campo Militar Número 1.
En los dos lugares, los detenidos fueron torturados. Luego todos fueron puestos en libertad salvo Ocampo, quien hasta la fecha está desaparecido. Su esposa, Reyna Delgado Moreno, recorrió varias corporaciones policiacas en el DF, en Puebla, en Chilpancingo y Atoyac Guerrero. También visitó el Campo Militar Número 1, en ningún lugar le dieron razón.
La historia de Elpidio es la historia de los cívicos. Aquel 10 de septiembre de 1959, que en la Ciudad de México, quedó constituida la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) se nombraron comisiones para recorrer el estado de Guerrero y formar los comités cívicos municipales. Se buscaba recoger las quejas del pueblo contra el gobernador Raúl Caballero Aburto para denunciarlas ante el gobierno federal. En el primer recorrido que realizó Genaro Vázquez Rojas por la entidad, se sumó en Iguala Elpidio Ocampo Mancilla, quien se convirtió en uno de los integrantes más destacados del movimiento cívico en esa localidad. El mitin realizado el 20 de abril de 1960 en la “ciudad de los tamarindos” le valió su primera orden de aprehensión.
Elpidio Ocampo Mancilla nació nació el 4 de marzo de 1929 en la comunidad de Ojo de Agua municipio de Taxco de Alarcón, Guerrero. En su juventud emigró a Iguala para dedicarse a la sastrería. Una vez integrado al movimiento contra Caballero Aburto, su domicilio de la calle Abasolo 1 se convirtió en el cuartel general de los cívicos, que se reunían ahí para organizar manifestaciones pacíficas frente al palacio municipal.
La ciudad de Iguala fue uno de los bastiones más fuertes de los cívicos y estaba en pie de lucha permanente: todos los días se realizaban manifestaciones. Los caciques acusaron a Israel Salmerón, Elpidio Ocampo Mancilla y Enrique Bucio de intentar quemar el automóvil del presidente municipal Darío Arrieta Leyva, razón por la cual fue detenido Enrique Bucio.
Elpidio, sin duda uno de los dirigentes más reconocidos de la Asociación Cívica Guerrerense, fue comandante de la policía municipal en el consejo cívico que encabezó Israel Salmerón en 1961. “El municipio de Iguala, por primera vez en la historia política de Guerrero, vivió un momento de verdadera democracia; las decisiones eran sometidas a discusiones con el pueblo, la policía municipal era designada a sugerencia de la ciudadanía. El comandante de esa corporación, Elpidio Ocampo Mancilla, fue nombrado democráticamente por una asamblea popular de igualtecos”, recordó Antonio Sotelo Pérez, en su libro Breve historia de la Asociación Cívica Guerrerense, jefaturada por Genaro Vázquez Rojas.
El 24 de julio de 1966, en Iguala, Genaro Vázquez se reunió con los cívicos en la casa de Elpidio Ocampo Mancilla y de ahí partió a la Ciudad de México porque la policía le pisaba los talones. Tres días después a las seis de la tarde el 27 de julio, la casa de Elpidio fue rodeada por cientos de policías para detener a todos los dirigentes, entre ellos el propio Elpidio y Genaro. El comandante Mario González de los Santos gritaba que iba “por órdenes de Abarca Alarcón para detener vivo o muerto a Genaro Vázquez”.
Entraron por la puerta mientras disparaban hacia todos lados y otros empezaron a brincar por la barda al interior de la sastrería. La mayoría de los presentes salieron ilesos, menos Delfino Ocampo, de 14 años, hijo de Elpidio. “Los policías irrumpieron en la casa, disparando al interior y es ahí donde cayó muerto mi hermano y otras dos personas salieron heridas”, narró Moisés Ocampo. Otros testimonios dicen que ese día los judiciales también hirieron mortalmente a la niña Elvia Solorio, quien falleció después. Elpidio fue detenido, aunque le concedieron permiso para asistir al sepelio de su hijo.
Los judiciales que actuaron en esa ocasión jamás mostraron orden de cateo o detención. Se vejó, golpeó y encarceló en la prisión municipal a los cívicos y miembros del Consejo de Autodefensa del Pueblo (CAP) de Iguala, Elpidio Ocampo Mancilla, Jesús Orduña Mejía, Raúl Hernández e Isaías Ocampo. Además, la policía robó bienes propiedad de la familia Ocampo por valor de 24 mil pesos. Ante estos hechos, tras salir de la cárcel, Elpidio consideró que ya no había condiciones para seguir viviendo en Iguala y se trasladó con sus hijos y esposa a Atencingo Puebla. Hasta allá llegaron a detenerlo después del secuestro de Jaime Castrejón Díez.
Por su parte Consuelo Solís al regresar, el 1 de febrero de 1972, a su casa concedió una entrevista al periódico Excélsior, en la que narró su estancia en los separos y afirmó “me siento viuda” y en la que confirmaba su intención de pedir asilo político en Cuba, dada la terrible persecución y acoso al que estaba sometida.
Cuando el reportero le preguntó por Genaro, negó la posibilidad de volver a verlo vivo. “Estoy segura que morirá feliz por sus ideales (…) Es un presentimiento fundado en muchas realidades. Morirá por su lucha, veo muy difícil que pueda llegar ante las autoridades para que se haga juicio de sus actividades. Yo ya me resigné a perderlo, me he ido haciendo la idea de que no lo volveremos a ver, y a mis hijos los preparo para que comprendan que algún día su padre será hombre muerto”. Al día siguiente se cumpliría su predicción.



No hay comentarios:

Publicar un comentario