sábado, 22 de agosto de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, Octava parte

Víctor Cardona Galindo

Después de la masacre de Aguas Blancas perpetrada por policías motorizados en la que murieron 17 campesinos, las acciones de intimidación hacia la población no se hicieron esperar. El Ejército intensificó sus patrullajes en los caminos de terracería que llevan a las comunidades de donde se nutrió la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), como Paso Real, Atoyaquillo, Yerbasantita y Tepetixtla.
 “El 30 de junio de 1995, dos días después de la matanza de Aguas Blancas, cuando los campesinos no habían terminado de enterrar a sus muertos, aviones y helicópteros militares sobrevolaron Paso Real y Atoyaquillo, los pueblos de origen de las víctimas, así como el vado de Aguas Blancas y la ciudad de Coyuca de Benítez, donde además el Palacio Municipal, tomado por perredistas, era vigilado a cierta distancia por efectivos de la Marina Armada. También hubo movimientos de tropas hacia la sierra, con incursiones en los pueblos, patrullajes e interrogatorios”, asentó Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero.
En la escena política, el 30 junio en Acapulco, el gobernador Rubén Figueroa se reunió con los deudos de las víctimas donde les aseguró que se estaba realizando una minuciosa investigación de los hechos y que en las indagatorias estaban participando la comisión de derechos humanos y que se castigaría a los responsables.
Según lo publicado por Diario 17. “Dialogaron con el Ejecutivo Estatal las esposas de 13 de las víctimas: Ranulfa Miranda Cortés, Zeferina Tacuba Abarca, Refugio Apolinar González, Mónica Balanzar González, Cecilia Analco Vázquez, Paula Galeana Balanzar, Virginia Galeana Méndez, Ruperta Avelino Molina, Josefina Vázquez Reyna, Ángela Heliodoro Alemán, Paula Mendoza Téllez, Cruz Lozano Rebolledo y Reyna Hernández González. También una tía y tres madres de los victimados: Romana Bernal Valente, Martina Reza Andrade, Cirenia García Marín y Reyna Gil Gutiérrez.
Ese día el director de gobernación Esteban Mendoza Ramos declaró a los medios de comunicación que dirigentes radicales orillaron a la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) “a cometer una serie de ilícitos, entre ellos el plagio de choferes de vehículos a los que obligaban a transportar a sus miembros a Tepetixtla; daños en propiedad ajena; destrozos a vehículos, casas habitación, edificios públicos e incendios de grúas, además, lesiones a personas, robos a turistas y bloqueo de carreteras”.
Enumeró algunos hechos, dijo que en Coyuca de Benítez, “del 9 al 12 de enero pasado, 50 personas portando armas de fuego, machetes y garrotes, cortaron las líneas de energía eléctrica y de teléfonos e intentaron agredir a elementos policiacos. El 10 de abril en el puerto de Zihuatanejo, 300 miembros de la OCSS armados, realizaron una marcha mitin en protesta por la política neoliberal, despojando de cámara de video a la turista mexicana Graciela Pineda y al extranjero John Cassidir y su esposa, además, agredieron a miembros del Ejército Mexicano”.
Mendoza señaló que el 21 de abril, 80 integrantes de la OCSS, encabezados por Benigno Guzmán Martínez, secuestraron camiones cargados de madera para evitar que la empresaria Isabel Calderón Félix continuara explotando los recursos forestales.
Habló de una relación de averiguaciones previas en contra de Benigno Guzmán. La primera por el delito de secuestro en agravio de Valentín García Ríos, la segunda por los delitos de daños y secuestro en agravio de Isabel Calderón Félix, la tercera por los delitos de robo y daños en agravio del agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana, la cuarta por ataques a las vías de comunicación, una quinta por lesiones en agravio de Néstor Vargas Hernández y Arturo Salinas y la sexta por robo y privación de la libertad personal en agravio de Asunción Solís de los Santos y Salomón Bielma Solís. Luego resultó una séptima por privación ilegal de la libertad de la alcaldesa de Atoyac María de la Luz Núñez Ramos.
El primero de julio legisladores federales del Partido Acción Nacional (PAN), Partido del Trabajo (PT) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) demandaron en la Cámara de Diputados, el esclarecimiento a fondo y rápido de la matanza de los 17 campesinos de Coyuca de Benítez y se pronunciaron porque cayera todo el peso de la ley para los responsables incluyendo al gobernador Rubén Figueroa Alcocer.
Mientras eso sucedía en la ciudad de México, en Coyuca Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano encabezó un mitin con militantes del PRD y de la OCSS en el que se demandó la renuncia del gobernador a quien responsabilizaron de la masacre. Cárdenas Solórzano exigió al gobierno de Ernesto Zedillo fijar una postura frente a este crimen, y dejar a un lado la amistad con Figueroa Alcocer para restablecer el Estado de derecho en el estado. Aquí se hablaba que el presidente y el gobernador eran compadres.
Los oradores de ese día, entre los que se encontraba el secretario general del PRD Mario Saucedo, coincidieron que, lo de Aguas Blancas fue crimen de Estado y un abuso desmesurado del poder. Por eso la dirigencia del PRD se comprometió a llevar una campaña en todo el país, para exigir la destitución y enjuiciamiento penal y político del gobernador Rubén Figueroa, así como la desaparición de poderes en Guerrero y el castigo a los culpables de la masacre.
Benigno Guzmán se presentó al evento con el rostro entrecubierto con un sombrero de palma. Ya se había de dicho que pesaban en su contra más de cinco órdenes de aprehensión. Ranferi Hernández Acevedo dijo en su discurso que en Guerrero el gobierno tenía una lista negra de muerte en la que se encontraban muchos dirigentes perredistas.
En esa manifestación participaron alrededor de cuatro mil campesinos. Como a las cuatro y media de la tarde, luego que se fue Cárdenas un grupo de campesinos se introdujeron al Palacio Municipal, con palos y con machetes causaron destrozos en el inmueble y la prendieron fuego. Afortunadamente las llamas no crecieron y todo quedó en un connato de incendio.
“El primero de julio de 1995, dos horas después del mitin en el que estuvo Cuauhtémoc después que él se marchó, unos 25 campesinos jóvenes, con movimientos coordinados, destrozaron ventanales del palacio municipal y le prendieron fuego a muebles y a la papelería”, escribió Álvaro Delgado en la revista Proceso del 10 de julio de 1995.
Los militantes del PRD habían tomado el Palacio municipal de Coyuca de Benítez desde el 29 de junio, al día siguiente de la masacre, lo hicieron para demandar la desaparición de poderes en la entidad. El plantón en este lugar se mantuvo alrededor de seis meses, aun después que el congreso nombró como presidente sustituto a Ezequiel Zúñiga Galeana.
Terminando el evento de Coyuca, Cárdenas visitó Paso Real y Atoyaquillo, en este último lugar montó una guardia de honor ante la tumba de los 11 campesinos caídos y dio el pésame a los familiares.
Ese mismo día la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) detuvo y consignó ante el juez penal a dos comandantes de la policía del estado y a ocho agentes de esa corporación, mismos que fueron presentados a los medios de comunicación por el procurador Antonio Alcocer Salazar en calidad de presuntos responsables del homicidio de los 17 campesinos y por abuso de autoridad en agravio de la sociedad. Ahí mismo, dijo que se ejecutarían las órdenes de aprehensión contra de dirigentes de la OCSS.
Los detenidos fueron los comandantes de la subsecretaría de protección y vialidad, Dunstano Vargas Hernández e Ignacio Hernández Carbajal y los policías motorizados, Alfonso Díaz Jiménez, José Manuel Rodríguez Pino, Benito Cruz Hernández, Hermilo Tacuba Alonso, Jesús Medina Mora, Marco Antonio Villamar Argüello, Alberto Navarrete Nava e Hilario Piedra Orozco. El discurso oficial se contradecía con ésta acción, si los policías únicamente habían respondido a la agresión de los campesinos ¿entonces por qué fueron detenidos? y si los de la OCSS habían disparado primero ¿por qué no había policías muertos o heridos? Tampoco se presentó al policía herido, que según la versión oficial, recibió un machetazo.
Por la declaración de los policías detenidos podemos saber: que la operación se preparó dos horas  antes de la balacera supervisada por el mayor Manuel Moreno González. Los  dos comandantes, Dunstano Vargas Hernández e Ignacio Benítez Carbajal sostuvieron la versión del gobierno de que dispararon sus armas para repeler la agresión de los campesinos. Siete de los policías dijeron que no dispararon, únicamente Alberto Navarrete Nava reconoció haber accionado su arma.
Pronto los senadores y diputados priistas demandaron al presidente de la República Ernesto Zedillo que mantuviera su apoyo al gobernador Rubén Figueroa Alcocer. La carta se publicó el lunes 3 de julio en los medios locales y nacionales, donde culpaba a Cárdenas de haber incitado a la violencia y al rompimiento del Estado de derecho en Coyuca. En el comunicado cuya firma encabezaba la senadora Guadalupe Gómez Maganda, los priistas prácticamente acusaban a Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y al subcomandante Marcos de causar los hechos de Guerrero “escogieron nuestra entidad Guerrero, como si fuera de su propiedad para tratar de iniciar otro proceso desestabilizador en la República Mexicana”. Los legisladores priistas aseguraban que Guerrero no sería un segundo Chiapas.
Ante  la fuerte presión política el gobernador nombró un fiscal especial para investigar los hechos ocurridos en Coyuca de Benítez, la responsabilidad recayó Adrián Vega Cornejo quien ya coadyuvaba con la procuraduría del estado en las averiguaciones de otros ocho casos de violencia, como la emboscada del 9 de febrero de 1993, en Huautla Tlacotepec, en la que fueron asesinados 24 campesinos; el asesinato de Ángel Urióstegui Salgado, hermano del entonces presidente del consejo municipal perredista en Teloloapan; el del atentado contra el dirigente del PRD en Cutzamala de Pinzón, Andrés Rosales Aguirre, baleado en su domicilio, el 21 de marzo de 1995 y el asesinato del abogado Norberto Flores Baños ocurrido el 26 de mayo de 1995, en su despacho en el centro de Chilpancingo.
El gobernador insinuó inicialmente que el fiscal especial sería Juan Alarcón Hernández presidente de la Comisión Estatal de Defensa de los Derechos Humanos (CEDDH) que “investigará lo concerniente a estos hechos para esclarecer la responsabilidad de quienes la tengan, y aplicar el rigor de la ley”. Luego el procurador Antonio Alcocer Salazar diría que ningún campesino recibió tiro de gracia, cuando anunció que el fiscal especial sería Adrián Vega Cornejo y coadyuvaría un representante de la comisión estatal de derechos humanos.
A pesar de que la CEDDH ya intervenía haciendo algunas pesquisas, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), consideró el caso de especial importancia y decidió darle seguimiento de manera directa a los hechos ocurridos en Coyuca de Benítez.
Desde el martes 4 de julio de 1995, tanquetas de la 27 zona militar recorrieron poblaciones de la sierra de Atoyac. “En Atoyaquillo, comunidad de donde eran originarios 11 de los campesinos acribillados el miércoles 28, cuatro unidades del Ejército, también con ocho elementos que portaban metralletas, pasaron por el camino que conduce a Tepetixtla, donde está la sede de la OCSS… El reforzamiento de la vigilancia militar en la región coincidió con lo dicho por el gobernador Rubén Figueroa, en el sentido de que la OCSS está vinculada al Partido Revolucionario Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP) y el Partido de los Pobres (PDLP)”, publico Álvaro Delgado en la revista Proceso del 10 de julio.

Por su parte Maribel Gutiérrez dice: “Los movimientos militares fueron más visibles el 5 de julio, cuando 200 efectivos subieron a la sierra de Coyuca. Antes de llegar a Aguas Blancas hicieron una parada en la colonia Tierra y Libertad” donde habitan familias de la OCSS y del PRD. “Ahí los soldados interrogaron a varios vecinos, hombres y mujeres, con preguntas sobre los dirigentes de la OCSS y del PRD”. Después subieron para hacer estación en Yerbasantita y caminaron por toda la zona donde surgió la OCSS.

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