miércoles, 19 de agosto de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) séptima parte


Víctor Cardona Galindo

María de la luz argumentó que la masacre se arregló con toda premeditación, porque el hospital general de Atoyac recibió instrucciones de prepararse para recibir heridos. Al frente de la operación de Aguas Blancas estuvieron funcionarios de alto nivel y todos los muertos y todos los heridos por armas de fuego fueron ciudadanos civiles. “Estamos sin duda ante un exceso desmesurado de la fuerza policiaca; de abuso de poder. Las imágenes proyectadas en la televisión; el video exhibido son pruebas más que contundentes”, dijo la alcaldesa de Atoyac.
Desde el 27 de junio por la tarde llegaron a Coyuca de Benítez unos 500 policías motorizados y antimotines. El municipio estaba gobernado por Jesús Herrera Vélez uno de los llamados “guerrilleros arrepentidos” quienes después de participar en acciones armadas en la década de los setentas, aceptaron en cuerpo y alma el cobijo y protección de la familia Figueroa.
Ese 28 de junio a las seis de la mañana salieron de Tepetixtla más de 300 campesinos en cuatro vehículos. El primer grupo en un camión torton maderero. Detrás venían otras tres camionetas. Marino Sánchez venía como representante en el torton, en el segundo venía al frente José Ascensión Domínguez, pero la camioneta se quedó atascada en el lodo y una camioneta azul Ford modelo 1974 con placas 83416-E, que cubría la ruta Coyuca-Atoyaquillo, que traía pasajeros comunes y miembros de la OCSS, los rebasó y se fue atrás del primer camión.
Después de pasar el vado del arroyo Las Hamacas, se encontraron con un impresionante operativo de la motorizada que detuvo al torton y al llegar la camioneta alguien dijo: “esa es”. Al acercarse la camioneta se escucha una voz de mando que dice “corten, corten”, luego otras voces que dicen “deténgase ahí”, los policías motorizados se mueven hacia la camioneta, se nota un pequeño forcejeo en la parte trasera de la camioneta, se escuchan disparos y la voz: “ya cayó el primero, eso quieren, eso quieren”,  y  luego arrecia la balacera que duró un minuto, comenzó a las 10:30 y terminó a las 10:31 de la mañana, todo esto según el video filmado por el agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana, que después llegó a manos de Televisa.
Fueron aproximadamente 400 elementos de la policía estado de Guerrero, al mando del mayor Manuel Moreno González los que interceptaron al contingente de aproximadamente 300 campesinos de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que se dirigían al mitin de Atoyac para reclamar la presentación con vida de su compañero Gilberto Romero Vázquez, materiales para construcción y fertilizantes prometidos por el ejecutivo estatal. La policía los recibió a disparos por eso 14 campesinos quedaron muertos en el lugar y tres más murieron en el hospital de Acapulco, 17 muertos y 21 heridos en total.
La versión del gobierno publicada en El Sol de Acapulco fue: “al detenerse el vehículo un individuo no identificado bajó de la camioneta y asestó un machetazo al comandante del grupo de la motorizada, Lorenzo Roque Cortés, originando un forcejeó por la posesión del arma del destacamento”. El parte oficial señaló que las personas que se encontraban en el interior de la camioneta comenzaron a disparar contra los elementos policiales que repelieron la agresión.
Después de la balacera la policía sembró en el lugar las armas, el agente del Ministerio Publico de Acapulco, Elías Riachi Sandoval diría que encontraron, un AK-47 conocido como Cuerno de chivo, una ametralladora calibre 22, pistolas calibre 9 milímetros, 45, 38 súper, 38 especial y una escuadra calibre 35 milímetros. Cuando en realidad las armas que traían los campesinos eran palos, machetes y varillas. También llevaban maíz y aguacates para vender en Coyuca.
Martín Gómez Muños fue el primer fotógrafo que llegó al lugar de los hechos y sus imágenes fueron contrastadas con las que presentaron los funcionarios a los medios donde los campesinos aparecen armados. “Las pruebas demuestran que luego de la matanza los policías procedieron armar a los muertos, y los fotografiaron empuñando pistolas escuadras al menos en dos casos, sin saber que esos mismos cadáveres habían sido captados inermes antes por nuestro compañero Gómez Muños, y que ninguno de ellos empuñaba pistola alguna al ser baleado”, publicaba El Sol de Acapulco el 1 de julio.
Para reforzar la versión que iban armados, el primer fiscal especial para el caso Adrián Vega Cornejo diría que siete de los campesinos muertos dieron positivo a la prueba de que habían disparado arma de fuego. Marino Sánchez sobreviviente de la masacre narró a los medios de comunicación que algunos heridos fueron rematados con tiro de gracia. Otros testigos coincidieron con él.
Al saber de la masacre un grupo de mujeres se movilizó y buscó a los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Coyuca. En ese momento Jorge Salas Pérez y Héctor Ponce Radilla eran los líderes más visibles. Se organizaron comisiones, pero el contingente donde iba Jorge Salas Pérez, en esos días candidato a la dirigencia municipal del partido, llegó únicamente hasta la bomba de agua de Aguas Blancas, porque la policía no los dejó pasar, pero ya había grupos que lograron llegar hasta el vado. Al  no pasar, la gente se fue a checar la relación de los muertos que ya estaba en la Cruz Roja de Coyuca donde Benigno Guzmán encabezaba la lista. Afortunadamente para ese momento el principal líder de la OCSS se encontraba refugiado en el campamento Tierra y Libertad.
La gente protestaba en la plaza principal de Coyuca cuando pasó el convoy de la Policía Judicial del Estado con tres camionetas del Servicio Médico Forense, en una combi iban unos diez cuerpos apilados, llevaban también heridos porque se escuchaban quejidos y como estaba lloviendo a la combi le escurría agua con sangre. Al pasar, los militantes perredistas golpearon la combi queriendo bajar a los difuntos. Mientras un reportero de TV Azteca gravaba la escena, unos 20 judiciales que custodiaban la combi se bajaron de sus camionetas y cortaron cartucho, entonces la gente enardecida se les echó encima. Los agentes recibieron puñetes y sombrillazos y  al no poder contener la multitud escaparon corriendo del lugar, porque la gente amenazaba con lincharlos.
En la tarde, en el Servicio Médico Forense de Acapulco, se amontonaban los familiares de las 14 víctimas con el fin de reclamar los cadáveres y trasladarlos a sus lugares de origen. Cuando llegaban a identificar a los muertos, fueron detenidos por agentes del grupo Tigre y por órdenes del agente del Ministerio Público Elías Riachi Sandoval, Jorge Salas Pérez y Héctor Manuel Ponce Radilla.
Es que los perredistas se movilizaron para reclamar los muertos al Semefo de Acapulco, buscaron al abogado José Salgado Sotelo pero no lo encontraron. Se fueron solos y cuando llegaron al Semefo ya había policías apostados por todos lados. Al verlos les cortaron cartucho y les dijeron: “ustedes son los causantes de este pedo. Ustedes los mataron”. Las mujeres lloraban mientras una voz les gritaba “pásenles hijos de la chingada, mancha de revoltosos”. Cuando entraron Ponce y Jorge Salas los metieron a la cárcel. Primero echaron a Ponce porque Jorge se defendió a puñetes como 10 minutos pero después se metió voluntariamente a las rejas al escuchar a Ponce que le dijo que se rindiera. En los separos de la judicial había como 10 detenidos que al verlos se replegaron a la pared. Veían a los perredistas como perros rabiosos.
Los dirigentes perredistas de Coyuca de Benítez quedaron detenidos desde las tres de la tarde, pero a las nueve de la noche los liberaron porque las autoridades no aguantaron la presión de la gente. Un hombre que parecía ser el jefe llevó a Jorge Salas para mostrarle sobre una tela roja un montón de armas y le dijo “ve con que le tiraron a la policía”. Entre las armas mostradas al perredista destacaba un cuerno de chivo y una ametralladora Thompson calibre 22, Jorge contestó: “si los campesinos hubieran tirado con eso habría muchos de ustedes muertos”.
Jorge salió a la calle, donde ya lo esperaba el presidente del PRD, Saúl López Sollano y Octaviano Santiago Dionisio. Horacio Bahena les alcanzó una bolsa con tortas que devoraron entre los dos con Ponce.
En Coyuca de Benítez ya David Molina Francisco encabezaba la toma del Palacio Municipal, con unos 300 perredistas. Mientras en el Semefo de Acapulco, a las tres de la mañana les dijeron que les iban a entregar uno de los cadáveres, para esa hora la presión había disminuido porque de 300 que eran a las 9 de la noche, ya solamente quedaban unos 40 manifestantes que acompañaban a los familiares de los caídos.
Jorge Salas se metió a “la brava” a las instalaciones del Semefo y alcanzó a ver como algunos de los caídos le sacaban las vísceras y en su lugar les metían periódicos y a otros les sacaron el cerebro y también les metieron periódicos. La ropa ensangrentada de los caídos estaba apilada en un rincón de la sala mortuoria.
A las 10 de la mañana del 29 comenzó a aumentar de nuevo la presencia de la gente y como a la una de la tarde le dieron el primer cadáver. Luego les comenzaron a dar más, parece que se los dieron lento para dispersar a la gente. Pero la estratagema no resultó porque 12 fallecidos fueron llevados al templo de San Miguel Arcángel de Coyuca de Benítez, donde el párroco, Hugo Hernández Maldonado ofició una misa de cuerpo presente. Luego unas 800 personas, entre familiares, perredistas y miembros de la OCSS caminaron con los féretros por las principales calles y en una marcha silenciosa exigieron justicia.
El penúltimo se los entregaron a las seis de la tarde y el último como a las siete de la noche fue un campesino al que le apodaban El Kalimán único caído de Tepetixtla. Jorge se vino con él último cuerpo. Cuando pasó por Paso Real la gente ya venía del panteón de sepultar sus cinco muertos. Pero para sepultar los 11 caídos de Atoyaquillo las cosas fueron más complicadas porque los hombre huyeron para protegerse de una posible represión sólo había gente de afuera, mujeres y niños.
Únicamente tres personas velaban a Daniel López. Como ya habían pasado más de 24 horas algunos cuerpos ya olían, y así cinco fueron subidos a una camioneta del PRD que manejó Saúl López Sollano. Pero el vehículo no pudo llegar hasta el panteón así que tuvieron que cargar. Jorge Salas Pérez recuerda que las cajas eran de las más corrientes que tiene la funeraria Manzanares y que pagó el gobierno del estado. Pero además los cuerpos no fueron lavados ni secados, por eso la sangre les escurría por el hombro a los que cargaban. Ya oscuro el 29 terminaron de enterrarlos en una fosa común. Después de dejarlos en el panteón los que subieron abandonaron el pueblo y ya oscuro la gente del pueblo seguía echando paladas para tapar los cuerpos.
Cuando bajaron encontraron el Palacio Municipal de Coyuca ardiendo, la gente lo saqueó y se llevó lo encontró de valor. Quemaron los cuadros del presidente de la República y del gobernador. Desde la madrugada del 29 de junio la gente enardecida destruyó parcialmente las oficinas del Ayuntamiento, de donde se llevaron archivos y otros documentos. Encerraron al comandante de la preventiva, Ascensión Gallardo con otros ocho policías. Seis meses duró tomado el Ayuntamiento por guardias campesinas.
De lo ocurrido el 28, Saulo Luna Nava chofer del Torton declaró que él traía gente en contra de su voluntad. Por su parte Mauro Hernández Lozano chofer de la camioneta balaceada resultó con dos dedos de la mano derecha prácticamente cercenados, narró que había como 10 carros de policías y que al detenerse lo recibieron a balazos. Por su parte el gobierno identificaba como líderes de la OCSS a Benigno Guzmán, José Ascensión Domínguez y Marino Sánchez Flores  a quienes responsabilizaba de manipular a los campesinos de la sierra.
Figueroa calificó a la OCSS como una agrupación agresiva, violenta, la cual ya creó problemas en Zihuatanejo, en Atoyac y han tomado muchas veces las carreteras. Culpó a Benigno Guzmán “quien ha cometido diversos delitos e incluso cuenta con nueve órdenes de aprehensión”.
En cerca del vado de Aguas Blancas el Ayuntamiento de Atoyac mandó a construir una estela donde están los nombres de los caídos: Amado Sánchez Gil, Anacleto Huateco Coyote, Climaco Martínez Reza, Daniel López Castañeda, Efraín Vargas Sobayo, Fabián Gallardo García, Francisco Rogel Gervasio, Francisco Blanco Nava, Florente Rafael Ventura,  Gregorio Analco Tabares, Heliodoro López Vargas, José Rebolledo Gallardo, Mario Pineda Infante, Paz Hernández González, Simplicio Martínez Reza, Tomas Porfirio Rondín y Victorio Flores Balanzar.


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