Víctor
Cardona Galindo
María
de la luz argumentó que la masacre se arregló con toda premeditación, porque el
hospital general de Atoyac recibió instrucciones de prepararse para recibir
heridos. Al frente de la operación de Aguas Blancas estuvieron funcionarios de
alto nivel y todos los muertos y todos los heridos por armas de fuego fueron
ciudadanos civiles. “Estamos sin duda ante un exceso desmesurado de la fuerza
policiaca; de abuso de poder. Las imágenes proyectadas en la televisión; el
video exhibido son pruebas más que contundentes”, dijo la alcaldesa de Atoyac.
Desde
el 27 de junio por la tarde llegaron a Coyuca de Benítez unos 500 policías
motorizados y antimotines. El municipio estaba gobernado por Jesús Herrera
Vélez uno de los llamados “guerrilleros arrepentidos” quienes después de
participar en acciones armadas en la década de los setentas, aceptaron en
cuerpo y alma el cobijo y protección de la familia Figueroa.
Ese 28
de junio a las seis de la mañana salieron de Tepetixtla más de 300 campesinos
en cuatro vehículos. El primer grupo en un camión torton maderero. Detrás venían
otras tres camionetas. Marino Sánchez venía como representante en el torton, en
el segundo venía al frente José Ascensión Domínguez, pero la camioneta se quedó
atascada en el lodo y una camioneta azul Ford modelo 1974 con placas 83416-E,
que cubría la ruta Coyuca-Atoyaquillo, que traía pasajeros comunes y miembros
de la OCSS, los rebasó y se fue atrás del primer camión.
Después
de pasar el vado del arroyo Las Hamacas, se encontraron con un impresionante
operativo de la motorizada que detuvo al torton y al llegar la camioneta
alguien dijo: “esa es”. Al acercarse la camioneta se escucha una voz de mando
que dice “corten, corten”, luego otras voces que dicen “deténgase ahí”, los
policías motorizados se mueven hacia la camioneta, se nota un pequeño forcejeo
en la parte trasera de la camioneta, se escuchan disparos y la voz: “ya cayó el
primero, eso quieren, eso quieren”, y luego arrecia la balacera que duró un minuto,
comenzó a las 10:30 y terminó a las 10:31 de la mañana, todo esto según el
video filmado por el agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana, que
después llegó a manos de Televisa.
Fueron
aproximadamente 400 elementos de la policía estado de Guerrero, al mando del
mayor Manuel Moreno González los que interceptaron al contingente de
aproximadamente 300 campesinos de la Organización Campesina de la Sierra del
Sur (OCSS) que se dirigían al mitin de Atoyac para reclamar la presentación con
vida de su compañero Gilberto Romero Vázquez, materiales para construcción y fertilizantes
prometidos por el ejecutivo estatal. La policía los recibió a disparos por eso
14 campesinos quedaron muertos en el lugar y tres más murieron en el hospital
de Acapulco, 17 muertos y 21 heridos en total.
La
versión del gobierno publicada en El Sol
de Acapulco fue: “al detenerse el vehículo un individuo no identificado
bajó de la camioneta y asestó un machetazo al comandante del grupo de la
motorizada, Lorenzo Roque Cortés, originando un forcejeó por la posesión del
arma del destacamento”. El parte oficial señaló que las personas que se
encontraban en el interior de la camioneta comenzaron a disparar contra los
elementos policiales que repelieron la agresión.
Después
de la balacera la policía sembró en el lugar las armas, el agente del
Ministerio Publico de Acapulco, Elías Riachi Sandoval diría que encontraron, un
AK-47 conocido como Cuerno de chivo,
una ametralladora calibre 22, pistolas calibre 9 milímetros, 45, 38 súper, 38
especial y una escuadra calibre 35 milímetros. Cuando en realidad las armas que
traían los campesinos eran palos, machetes y varillas. También llevaban maíz y
aguacates para vender en Coyuca.
Martín
Gómez Muños fue el primer fotógrafo que llegó al lugar de los hechos y sus
imágenes fueron contrastadas con las que presentaron los funcionarios a los
medios donde los campesinos aparecen armados. “Las pruebas demuestran que luego
de la matanza los policías procedieron armar a los muertos, y los fotografiaron
empuñando pistolas escuadras al menos en dos casos, sin saber que esos mismos
cadáveres habían sido captados inermes antes por nuestro compañero Gómez Muños,
y que ninguno de ellos empuñaba pistola alguna al ser baleado”, publicaba El Sol de Acapulco el 1 de julio.
Para
reforzar la versión que iban armados, el primer fiscal especial para el caso
Adrián Vega Cornejo diría que siete de los campesinos muertos dieron positivo a
la prueba de que habían disparado arma de fuego. Marino Sánchez sobreviviente
de la masacre narró a los medios de comunicación que algunos heridos fueron
rematados con tiro de gracia. Otros testigos coincidieron con él.
Al
saber de la masacre un grupo de mujeres se movilizó y buscó a los dirigentes
del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Coyuca. En ese momento Jorge
Salas Pérez y Héctor Ponce Radilla eran los líderes más visibles. Se
organizaron comisiones, pero el contingente donde iba Jorge Salas Pérez, en
esos días candidato a la dirigencia municipal del partido, llegó únicamente
hasta la bomba de agua de Aguas Blancas, porque la policía no los dejó pasar,
pero ya había grupos que lograron llegar hasta el vado. Al no pasar, la gente se fue a checar la relación
de los muertos que ya estaba en la Cruz Roja de Coyuca donde Benigno Guzmán
encabezaba la lista. Afortunadamente para ese momento el principal líder de la
OCSS se encontraba refugiado en el campamento Tierra y Libertad.
La
gente protestaba en la plaza principal de Coyuca cuando pasó el convoy de la
Policía Judicial del Estado con tres camionetas del Servicio Médico Forense, en
una combi iban unos diez cuerpos apilados, llevaban también heridos porque se
escuchaban quejidos y como estaba lloviendo a la combi le escurría agua con
sangre. Al pasar, los militantes perredistas golpearon la combi queriendo bajar
a los difuntos. Mientras un reportero de TV Azteca gravaba la escena, unos 20
judiciales que custodiaban la combi se bajaron de sus camionetas y cortaron
cartucho, entonces la gente enardecida se les echó encima. Los agentes recibieron
puñetes y sombrillazos y al no poder
contener la multitud escaparon corriendo del lugar, porque la gente amenazaba
con lincharlos.
En la
tarde, en el Servicio Médico Forense de Acapulco, se amontonaban los familiares
de las 14 víctimas con el fin de reclamar los cadáveres y trasladarlos a sus
lugares de origen. Cuando llegaban a identificar a los muertos, fueron
detenidos por agentes del grupo Tigre y por órdenes del agente del Ministerio
Público Elías Riachi Sandoval, Jorge Salas Pérez y Héctor Manuel Ponce Radilla.
Es que
los perredistas se movilizaron para reclamar los muertos al Semefo de Acapulco,
buscaron al abogado José Salgado Sotelo pero no lo encontraron. Se fueron solos
y cuando llegaron al Semefo ya había policías apostados por todos lados. Al
verlos les cortaron cartucho y les dijeron: “ustedes son los causantes de este
pedo. Ustedes los mataron”. Las mujeres lloraban mientras una voz les gritaba “pásenles
hijos de la chingada, mancha de revoltosos”. Cuando entraron Ponce y Jorge
Salas los metieron a la cárcel. Primero echaron a Ponce porque Jorge se
defendió a puñetes como 10 minutos pero después se metió voluntariamente a las
rejas al escuchar a Ponce que le dijo que se rindiera. En los separos de la
judicial había como 10 detenidos que al verlos se replegaron a la pared. Veían
a los perredistas como perros rabiosos.
Los
dirigentes perredistas de Coyuca de Benítez quedaron detenidos desde las tres
de la tarde, pero a las nueve de la noche los liberaron porque las autoridades no
aguantaron la presión de la gente. Un hombre que parecía ser el jefe llevó a
Jorge Salas para mostrarle sobre una tela roja un montón de armas y le dijo “ve
con que le tiraron a la policía”. Entre las armas mostradas al perredista
destacaba un cuerno de chivo y una
ametralladora Thompson calibre 22, Jorge contestó: “si los campesinos hubieran tirado
con eso habría muchos de ustedes muertos”.
Jorge
salió a la calle, donde ya lo esperaba el presidente del PRD, Saúl López
Sollano y Octaviano Santiago Dionisio. Horacio Bahena les alcanzó una bolsa con
tortas que devoraron entre los dos con Ponce.
En
Coyuca de Benítez ya David Molina Francisco encabezaba la toma del Palacio
Municipal, con unos 300 perredistas. Mientras en el Semefo de Acapulco, a las
tres de la mañana les dijeron que les iban a entregar uno de los cadáveres,
para esa hora la presión había disminuido porque de 300 que eran a las 9 de la
noche, ya solamente quedaban unos 40 manifestantes que acompañaban a los
familiares de los caídos.
Jorge
Salas se metió a “la brava” a las instalaciones del Semefo y alcanzó a ver como
algunos de los caídos le sacaban las vísceras y en su lugar les metían
periódicos y a otros les sacaron el cerebro y también les metieron periódicos.
La ropa ensangrentada de los caídos estaba apilada en un rincón de la sala
mortuoria.
A las
10 de la mañana del 29 comenzó a aumentar de nuevo la presencia de la gente y
como a la una de la tarde le dieron el primer cadáver. Luego les comenzaron a
dar más, parece que se los dieron lento para dispersar a la gente. Pero la
estratagema no resultó porque 12 fallecidos fueron llevados al templo de San
Miguel Arcángel de Coyuca de Benítez, donde el párroco, Hugo Hernández
Maldonado ofició una misa de cuerpo presente. Luego unas 800 personas, entre
familiares, perredistas y miembros de la OCSS caminaron con los féretros por
las principales calles y en una marcha silenciosa exigieron justicia.
El
penúltimo se los entregaron a las seis de la tarde y el último como a las siete
de la noche fue un campesino al que le apodaban El Kalimán único caído de Tepetixtla. Jorge se vino con él último
cuerpo. Cuando pasó por Paso Real la gente ya venía del panteón de sepultar sus
cinco muertos. Pero para sepultar los 11 caídos de Atoyaquillo las cosas fueron
más complicadas porque los hombre huyeron para protegerse de una posible
represión sólo había gente de afuera, mujeres y niños.
Únicamente
tres personas velaban a Daniel López. Como ya habían pasado más de 24 horas
algunos cuerpos ya olían, y así cinco fueron subidos a una camioneta del PRD
que manejó Saúl López Sollano. Pero el vehículo no pudo llegar hasta el panteón
así que tuvieron que cargar. Jorge Salas Pérez recuerda que las cajas eran de
las más corrientes que tiene la funeraria Manzanares y que pagó el gobierno del
estado. Pero además los cuerpos no fueron lavados ni secados, por eso la sangre
les escurría por el hombro a los que cargaban. Ya oscuro el 29 terminaron de
enterrarlos en una fosa común. Después de dejarlos en el panteón los que
subieron abandonaron el pueblo y ya oscuro la gente del pueblo seguía echando
paladas para tapar los cuerpos.
Cuando
bajaron encontraron el Palacio Municipal de Coyuca ardiendo, la gente lo saqueó
y se llevó lo encontró de valor. Quemaron los cuadros del presidente de la
República y del gobernador. Desde la madrugada del 29 de junio la gente enardecida
destruyó parcialmente las oficinas del Ayuntamiento, de donde se llevaron
archivos y otros documentos. Encerraron al comandante de la preventiva,
Ascensión Gallardo con otros ocho policías. Seis meses duró tomado el
Ayuntamiento por guardias campesinas.
De lo
ocurrido el 28, Saulo Luna Nava chofer del Torton declaró que él traía gente en
contra de su voluntad. Por su parte Mauro Hernández Lozano chofer de la
camioneta balaceada resultó con dos dedos de la mano derecha prácticamente
cercenados, narró que había como 10 carros de policías y que al detenerse lo
recibieron a balazos. Por su parte el gobierno identificaba como líderes de la
OCSS a Benigno Guzmán, José Ascensión Domínguez y Marino Sánchez Flores a quienes responsabilizaba de manipular a los
campesinos de la sierra.
Figueroa
calificó a la OCSS como una agrupación agresiva, violenta, la cual ya creó
problemas en Zihuatanejo, en Atoyac y han tomado muchas veces las carreteras.
Culpó a Benigno Guzmán “quien ha cometido diversos delitos e incluso cuenta con
nueve órdenes de aprehensión”.
En
cerca del vado de Aguas Blancas el Ayuntamiento de Atoyac mandó a construir una
estela donde están los nombres de los caídos: Amado Sánchez Gil, Anacleto
Huateco Coyote, Climaco Martínez Reza, Daniel López Castañeda, Efraín Vargas
Sobayo, Fabián Gallardo García, Francisco Rogel Gervasio, Francisco Blanco Nava,
Florente Rafael Ventura, Gregorio Analco
Tabares, Heliodoro López Vargas, José Rebolledo Gallardo, Mario Pineda Infante,
Paz Hernández González, Simplicio Martínez Reza, Tomas Porfirio Rondín y Victorio
Flores Balanzar.
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