domingo, 30 de agosto de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), novena parte


Víctor Cardona Galindo
El 5 de julio de 1995, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) solicitó ante la comisión permanente del Congreso de la Unión, que se integrara una comisión especial para dar seguimiento a los acontecimientos de Coyuca de Benítez y se convocara a un período extraordinario de sesiones para tratar el tema de la desaparición de poderes en Guerrero. Pero todas las propuestas fueron rechazadas por la mayoría priista.
Ese mismo día, miércoles 5, se suscitó otra masacre en el estado. Una banda de cuando menos 10 hombres, con rifles de asalto, asesinaron a balazos a otras 12 personas, entre hombres, mujeres y cuatro niños, cerca de San Rafael municipio de San Miguel Totolapan. Dos días después, en Cualac murieron emboscados cinco policías.
También el PRD presentó, el 7 de julio, una demanda formal y legal, ante la Procuraduría General de la República (PGR), a través del secretario de Asuntos Jurídicos y Reforma del Estado del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, Samuel del Villar contra del gobernador del estado de Guerrero, Rubén Figueroa Alcocer y las autoridades policiacas estatales responsables del homicidio colectivo en Aguas Blancas.
Fue en estas fechas cuando el gobernador Rubén Figueroa Alcocer expresó: “al parecer, los miembros de la organización forman parte de grupos clandestinos como el Partido Revolucionario Obrero Campesino Unión del Pueblo (PROCUP) y el Partido de los Pobres (Pdlp) que participaron en la guerrilla guerrerense”.
Los dirigentes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) en la Costa Grande encabezados por Hilario Mesino Acosta negaron tener vínculos con el PROCUP-PdlP, dijeron que el gobernador del estado comentó eso “sólo con el fin de justificar los crímenes cometidos por el gobierno y justificar las próximas detenciones, desapariciones y asesinatos”. Luego el 11 de julio el PROCUP-PdlP negó tener nexos con la OCSS.
En esos días el padre Máximo Gómez Muñoz, el líder de la Coalición de Ejidos de la Costa Grande Zohelio Jaimes Chávez y la alcaldesa de Atoyac María de la Luz Núñez Ramos dijeron al reportero de Proceso Álvaro Delgado “que las condiciones de violencia que prevalecen ‘son las mismas que abonaron el surgimiento’ de la guerrilla, que dejó centenares de desaparecidos, quienes siguen siendo reclamados por sus familiares”.
Antes de los hechos de violencia ocurridos en Coyuca de Benítez, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) hizo, al gobierno de Rubén Figueroa, diversas recomendaciones de suspensión de funcionarios públicos por excesos, abuso de poder y violaciones a los derechos humanos, mismas que no fueron atendidas por el ejecutivo estatal. Como la que pedía la destitución del director de Seguridad Pública mayor Manuel Moreno González por el desalojo violento a los miembros del Consejo Guerrerense 500 Años de Resistencia Indígena y Negra, ocurrido el 14 de septiembre de 1994, donde al menos 30 personas resultaron golpeadas por la policía estatal, por lo que la CNDH emitió la recomendación 32/95.
Al crecer las movilizaciones de descontento social, el gobierno del estado respondió con una ofensiva hacia el movimiento, primero fue la campaña de desprestigio contra la OCSS y el PRD, luego ofreció dinero a los representantes de la OCSS y les propuso atender todas sus demandas a cambio de entablar un diálogo con el gobierno, frenar las marchas y plantones en exigencia de la desaparición de poderes.
La ofensiva gubernamental también incluyó la militarización en la mayor parte del estado, bajo el argumento que era un operativo por el combate a las drogas y no para intimidar a las comunidades donde tenía presencia la OCSS y otras organizaciones independientes. “Hemos encontrado un gran número de efectivos y con armamento sofisticado”, declaró a los medios de comunicación Rubén Aguirre Ponce líder perredista en Petatlán. Mientras en Atoyac la alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos fue amenazada de muerte mediante anónimos y ella públicamente responsabilizó al secretario general de gobierno Rubén Robles Catalán.
Con la presencia de este clima de incertidumbre, el sábado 15 de julio de 1995, asesinaron en Tepetixtla a Ismael Mena Álvarez y Eugenio Aguirre Bahena, cuando salían de las oficinas de la OCSS, con los que sumaron 19 militantes de esta organización ultimados en menos de un mes.
Para el 24 de julio se hablaba de gente encapuchada en Tepetixtla, mientras efectivos del Ejército y algunos agentes de la Policía Judicial Federal se mantenían en las cercanías del pueblo. Habían visto subir a la tropa en grandes números pero nadie estaba seguro ni los priistas ni los miembros de la OCSS.
Había muchas movilizaciones que pedían la desaparición de poderes en Guerrero. Como la que se realizó el 28 de julio en Acapulco convocada por la Coordinadora Suriana por la Paz y la Democracia. Ese día, un grupo de militantes de la OCSS, muy radicalizados, con el rostro cubierto y portando cuchillos y machetes, se dedicaron a realizar pintas y en diversos edificios por donde pasó la movilización, a la altura de la Gran Plaza estuvo a punto de darse un enfrentamiento entre los campesinos enmachetados y perredistas de Atoyac, cuando éstos últimos no quisieron participar en la golpiza que le propinaron, los otros, a un policía desarmado afuera de ese centro comercial.
Buscando justicia, el PRD llevó el caso a las instancias internacionales, presentó una denuncia ante la Comisión lnteramericana de Derechos Humanos (CIDH) para que ésta instancia solicitara al gobierno mexicano permiso para investigar el caso Guerrero. De igual forma, dirigentes y legisladores de ese partido presentaron ante la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, una denuncia contra el gobernador Rubén Figueroa como responsable de la masacre de Aguas Blancas.
Por otro lado, el secretario de Asuntos Políticos de los Estados Unidos Joseph Manso, visitó la entidad con motivo de la muerte de los 17 campesinos, pero según la embajada de ese país fue para entender y tratar de manera apropiada los asuntos de la relación entre México y Estados Unidos y no con la finalidad de investigar los hechos.
El primero de agosto apareció una nota en El Sol de Acapulco donde priistas denunciaban un complot de Cuauhtémoc Cárdenas y Arturo Martínez Nateras para desestabilizar el estado, “este último desde la cooperativa La Pintada… politiza delincuentes y pretenden crear un corredor violento desde Chiapas, Michoacán y Guerrero”.
Luego se denunció una vez más que en Tepetixtla se vieron 12 hombres vestidos de negro, con botas militares y encapuchados. Se decía que eran pistoleros que subieron a matar a los de la OCSS. Y otros especulaban que eran los de la OCSS que ya andaban alzados. A este grupo se le atribuyeron asaltos y asesinatos.
El 4 de agosto de 1995, un grupo de perredistas, encabezado por Martha Morales Vázquez y Reynaldo Soria Juárez, protestaron por los hechos de Aguas Blancas y destruyeron el templete que sería utilizado para recibir al gobernador Rubén Figueroa en Tecpan de Galeana. Luego, cuando unos 800 priistas realizaban una marcha en apoyo al mandatario estatal, los perredistas les salieron al paso y le lanzaron proyectiles entre los que iban piedras, huevos y jitomates. Hubo varios priistas descalabrados que fueron al hospital.
A las 7:30 de la mañana se suscitó el primer connato de violencia cuando los priistas instalaban el templete en la plaza cívica para recibir al gobernador Rubén Figueroa, los perredistas que tenían 20 días en un plantón para exigir la desaparición de poderes en estado destruyeron lonas y templete. Más tarde cuando los priistas marchaban y los perredista les hicieron frente.
Félix Rea escribió en El Novedades que hubo “dos heridos por el partido oficial, mientras los solaztequistas, quienes iniciaron la agresión a huevazos, solo una señora recibió un golpe en pómulo que le rompió la piel hasta el hueso”. Después de esto Rubén Figueroa no llegó al acto que tenía programado para entregar recursos a la región.
Casi a diario había movilizaciones, el 9 de agosto perredistas realizaron un bloqueo parcial a la altura del puente del río Coyuca para exigir el desafuero del presidente municipal Jesús Herrera Vélez. La protesta inició a las 9 y media de la mañana frente al Ayuntamiento provisional y a las una de la tarde se trasladaron al puente de la carretera federal donde instalaron un retén informativo. Además de la salida de Jesús Herrera Vélez, pudieron justicia para el caso Aguas Blancas y la desaparición de poderes en Guerrero.
Al día siguiente, 10 de agosto, a las cinco de la tarde, fue asesinado el campesino Juan Rodríguez Nieves de 45 años de edad en la calle principal de Coyuca, del crimen acusaron al dirigente de la OCSS José Ascencio Rodríguez y a Benito Aguirre Bahena. Según el Ministerio Público de Coyuca a Juan Rodríguez Nieves se le seguía una averiguación previa por el crimen de Ismael Mena y Eugenio Aguirre Bahena.
El Congreso del Estado nombró una comisión especial plural para darse seguimiento al caso Coyuca. Pero tuvieron que pasar varios días y muchas movilizaciones por parte de organizaciones políticas y campesinas guerrerenses, para que Figueroa decidiera relevar al fiscal especial para la investigación del multiasesinato, Adrián Vega Cornejo, y nombró a la presidenta de la Barra de Abogados de Acapulco, Virginia López Valencia. La recomendación de la CNDH dejó fuera esa decisión porque recomendó que el fiscal especial debiera ser un jurista ajeno a los grupos políticos de Guerrero.
En 360 páginas de la recomendación 104/95 con fecha 14 de agosto, la CNDH hizo 15 recomendaciones y señaló que en su investigación sobre el caso “encontró numerosas irregularidades en la integración de la averiguación previa de los hechos y calificó las conclusiones de los criminalistas de la Procuraduría de Justicia del Estado (PJE) como infundadas, erróneas y aventuradas” y luego envió la recomendación al gobernador donde pedía la remoción y arraigo de 22 funcionarios, entre los que destacaban el secretario de Gobierno Rubén Robles Catalán y el procurador Antonio Alcocer Salazar.
La CNDH recomendó fincarles responsabilidades administrativas y averiguaciones previas contra Elías Riachi Sandoval y Javier Reyes Grande, agentes del Ministerio Público de Acapulco; Francisca Flores Rizo agente del Ministerio Público de Coyuca de Benítez; Gonzalo Barrera Abarca y Rafaela Cruz Suástegui, peritos criminalistas; así como a Juan Olea Ventura y Carlos Gruintal Santos, peritos químicos forenses de la procuraduría; “por su ilícita, irregular, deficiente y negligente participación en la integración de la Averiguación Previa TAB/I/3208/95, por haber ocultado, destruido o impedido la observación de evidencias fundamentales”.
La Coordinadora Suriana por la Paz y la Democracia, un frente compuesto por distintas organizaciones, agrupadas después de la masacre de Aguas Blancas exigieron al gobernador que no sólo destituyera a los principales funcionarios de su gabinete, sino que también cumpliera las recomendaciones de la CNDH de poner en marcha programas de apoyo al campo, de desarrollo social, de asistencia y seguridad pública, de procuración y administración de justicia, de creación de condiciones para la vigencia de los derechos humanos y de representación política y democracia.
A los pocos días de haber recibido la recomendación de la CNDH, Rubén Figueroa comenzó a cumplir parcialmente las recomendaciones y realizó cambios en su gabinete, el presidente del Congreso local Zotico García Pastrana sustituyó a Rubén Robles Catalán. Para la oposición y para las organizaciones integradas en la Coordinadora Suriana por la Paz y la Democracia, la remoción de funcionarios no constituyó un cambio real en el gobierno, fueron cambios meramente formales, “cambios por escalafón”, se diría



sábado, 22 de agosto de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, Octava parte

Víctor Cardona Galindo

Después de la masacre de Aguas Blancas perpetrada por policías motorizados en la que murieron 17 campesinos, las acciones de intimidación hacia la población no se hicieron esperar. El Ejército intensificó sus patrullajes en los caminos de terracería que llevan a las comunidades de donde se nutrió la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), como Paso Real, Atoyaquillo, Yerbasantita y Tepetixtla.
 “El 30 de junio de 1995, dos días después de la matanza de Aguas Blancas, cuando los campesinos no habían terminado de enterrar a sus muertos, aviones y helicópteros militares sobrevolaron Paso Real y Atoyaquillo, los pueblos de origen de las víctimas, así como el vado de Aguas Blancas y la ciudad de Coyuca de Benítez, donde además el Palacio Municipal, tomado por perredistas, era vigilado a cierta distancia por efectivos de la Marina Armada. También hubo movimientos de tropas hacia la sierra, con incursiones en los pueblos, patrullajes e interrogatorios”, asentó Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero.
En la escena política, el 30 junio en Acapulco, el gobernador Rubén Figueroa se reunió con los deudos de las víctimas donde les aseguró que se estaba realizando una minuciosa investigación de los hechos y que en las indagatorias estaban participando la comisión de derechos humanos y que se castigaría a los responsables.
Según lo publicado por Diario 17. “Dialogaron con el Ejecutivo Estatal las esposas de 13 de las víctimas: Ranulfa Miranda Cortés, Zeferina Tacuba Abarca, Refugio Apolinar González, Mónica Balanzar González, Cecilia Analco Vázquez, Paula Galeana Balanzar, Virginia Galeana Méndez, Ruperta Avelino Molina, Josefina Vázquez Reyna, Ángela Heliodoro Alemán, Paula Mendoza Téllez, Cruz Lozano Rebolledo y Reyna Hernández González. También una tía y tres madres de los victimados: Romana Bernal Valente, Martina Reza Andrade, Cirenia García Marín y Reyna Gil Gutiérrez.
Ese día el director de gobernación Esteban Mendoza Ramos declaró a los medios de comunicación que dirigentes radicales orillaron a la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) “a cometer una serie de ilícitos, entre ellos el plagio de choferes de vehículos a los que obligaban a transportar a sus miembros a Tepetixtla; daños en propiedad ajena; destrozos a vehículos, casas habitación, edificios públicos e incendios de grúas, además, lesiones a personas, robos a turistas y bloqueo de carreteras”.
Enumeró algunos hechos, dijo que en Coyuca de Benítez, “del 9 al 12 de enero pasado, 50 personas portando armas de fuego, machetes y garrotes, cortaron las líneas de energía eléctrica y de teléfonos e intentaron agredir a elementos policiacos. El 10 de abril en el puerto de Zihuatanejo, 300 miembros de la OCSS armados, realizaron una marcha mitin en protesta por la política neoliberal, despojando de cámara de video a la turista mexicana Graciela Pineda y al extranjero John Cassidir y su esposa, además, agredieron a miembros del Ejército Mexicano”.
Mendoza señaló que el 21 de abril, 80 integrantes de la OCSS, encabezados por Benigno Guzmán Martínez, secuestraron camiones cargados de madera para evitar que la empresaria Isabel Calderón Félix continuara explotando los recursos forestales.
Habló de una relación de averiguaciones previas en contra de Benigno Guzmán. La primera por el delito de secuestro en agravio de Valentín García Ríos, la segunda por los delitos de daños y secuestro en agravio de Isabel Calderón Félix, la tercera por los delitos de robo y daños en agravio del agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana, la cuarta por ataques a las vías de comunicación, una quinta por lesiones en agravio de Néstor Vargas Hernández y Arturo Salinas y la sexta por robo y privación de la libertad personal en agravio de Asunción Solís de los Santos y Salomón Bielma Solís. Luego resultó una séptima por privación ilegal de la libertad de la alcaldesa de Atoyac María de la Luz Núñez Ramos.
El primero de julio legisladores federales del Partido Acción Nacional (PAN), Partido del Trabajo (PT) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) demandaron en la Cámara de Diputados, el esclarecimiento a fondo y rápido de la matanza de los 17 campesinos de Coyuca de Benítez y se pronunciaron porque cayera todo el peso de la ley para los responsables incluyendo al gobernador Rubén Figueroa Alcocer.
Mientras eso sucedía en la ciudad de México, en Coyuca Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano encabezó un mitin con militantes del PRD y de la OCSS en el que se demandó la renuncia del gobernador a quien responsabilizaron de la masacre. Cárdenas Solórzano exigió al gobierno de Ernesto Zedillo fijar una postura frente a este crimen, y dejar a un lado la amistad con Figueroa Alcocer para restablecer el Estado de derecho en el estado. Aquí se hablaba que el presidente y el gobernador eran compadres.
Los oradores de ese día, entre los que se encontraba el secretario general del PRD Mario Saucedo, coincidieron que, lo de Aguas Blancas fue crimen de Estado y un abuso desmesurado del poder. Por eso la dirigencia del PRD se comprometió a llevar una campaña en todo el país, para exigir la destitución y enjuiciamiento penal y político del gobernador Rubén Figueroa, así como la desaparición de poderes en Guerrero y el castigo a los culpables de la masacre.
Benigno Guzmán se presentó al evento con el rostro entrecubierto con un sombrero de palma. Ya se había de dicho que pesaban en su contra más de cinco órdenes de aprehensión. Ranferi Hernández Acevedo dijo en su discurso que en Guerrero el gobierno tenía una lista negra de muerte en la que se encontraban muchos dirigentes perredistas.
En esa manifestación participaron alrededor de cuatro mil campesinos. Como a las cuatro y media de la tarde, luego que se fue Cárdenas un grupo de campesinos se introdujeron al Palacio Municipal, con palos y con machetes causaron destrozos en el inmueble y la prendieron fuego. Afortunadamente las llamas no crecieron y todo quedó en un connato de incendio.
“El primero de julio de 1995, dos horas después del mitin en el que estuvo Cuauhtémoc después que él se marchó, unos 25 campesinos jóvenes, con movimientos coordinados, destrozaron ventanales del palacio municipal y le prendieron fuego a muebles y a la papelería”, escribió Álvaro Delgado en la revista Proceso del 10 de julio de 1995.
Los militantes del PRD habían tomado el Palacio municipal de Coyuca de Benítez desde el 29 de junio, al día siguiente de la masacre, lo hicieron para demandar la desaparición de poderes en la entidad. El plantón en este lugar se mantuvo alrededor de seis meses, aun después que el congreso nombró como presidente sustituto a Ezequiel Zúñiga Galeana.
Terminando el evento de Coyuca, Cárdenas visitó Paso Real y Atoyaquillo, en este último lugar montó una guardia de honor ante la tumba de los 11 campesinos caídos y dio el pésame a los familiares.
Ese mismo día la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) detuvo y consignó ante el juez penal a dos comandantes de la policía del estado y a ocho agentes de esa corporación, mismos que fueron presentados a los medios de comunicación por el procurador Antonio Alcocer Salazar en calidad de presuntos responsables del homicidio de los 17 campesinos y por abuso de autoridad en agravio de la sociedad. Ahí mismo, dijo que se ejecutarían las órdenes de aprehensión contra de dirigentes de la OCSS.
Los detenidos fueron los comandantes de la subsecretaría de protección y vialidad, Dunstano Vargas Hernández e Ignacio Hernández Carbajal y los policías motorizados, Alfonso Díaz Jiménez, José Manuel Rodríguez Pino, Benito Cruz Hernández, Hermilo Tacuba Alonso, Jesús Medina Mora, Marco Antonio Villamar Argüello, Alberto Navarrete Nava e Hilario Piedra Orozco. El discurso oficial se contradecía con ésta acción, si los policías únicamente habían respondido a la agresión de los campesinos ¿entonces por qué fueron detenidos? y si los de la OCSS habían disparado primero ¿por qué no había policías muertos o heridos? Tampoco se presentó al policía herido, que según la versión oficial, recibió un machetazo.
Por la declaración de los policías detenidos podemos saber: que la operación se preparó dos horas  antes de la balacera supervisada por el mayor Manuel Moreno González. Los  dos comandantes, Dunstano Vargas Hernández e Ignacio Benítez Carbajal sostuvieron la versión del gobierno de que dispararon sus armas para repeler la agresión de los campesinos. Siete de los policías dijeron que no dispararon, únicamente Alberto Navarrete Nava reconoció haber accionado su arma.
Pronto los senadores y diputados priistas demandaron al presidente de la República Ernesto Zedillo que mantuviera su apoyo al gobernador Rubén Figueroa Alcocer. La carta se publicó el lunes 3 de julio en los medios locales y nacionales, donde culpaba a Cárdenas de haber incitado a la violencia y al rompimiento del Estado de derecho en Coyuca. En el comunicado cuya firma encabezaba la senadora Guadalupe Gómez Maganda, los priistas prácticamente acusaban a Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y al subcomandante Marcos de causar los hechos de Guerrero “escogieron nuestra entidad Guerrero, como si fuera de su propiedad para tratar de iniciar otro proceso desestabilizador en la República Mexicana”. Los legisladores priistas aseguraban que Guerrero no sería un segundo Chiapas.
Ante  la fuerte presión política el gobernador nombró un fiscal especial para investigar los hechos ocurridos en Coyuca de Benítez, la responsabilidad recayó Adrián Vega Cornejo quien ya coadyuvaba con la procuraduría del estado en las averiguaciones de otros ocho casos de violencia, como la emboscada del 9 de febrero de 1993, en Huautla Tlacotepec, en la que fueron asesinados 24 campesinos; el asesinato de Ángel Urióstegui Salgado, hermano del entonces presidente del consejo municipal perredista en Teloloapan; el del atentado contra el dirigente del PRD en Cutzamala de Pinzón, Andrés Rosales Aguirre, baleado en su domicilio, el 21 de marzo de 1995 y el asesinato del abogado Norberto Flores Baños ocurrido el 26 de mayo de 1995, en su despacho en el centro de Chilpancingo.
El gobernador insinuó inicialmente que el fiscal especial sería Juan Alarcón Hernández presidente de la Comisión Estatal de Defensa de los Derechos Humanos (CEDDH) que “investigará lo concerniente a estos hechos para esclarecer la responsabilidad de quienes la tengan, y aplicar el rigor de la ley”. Luego el procurador Antonio Alcocer Salazar diría que ningún campesino recibió tiro de gracia, cuando anunció que el fiscal especial sería Adrián Vega Cornejo y coadyuvaría un representante de la comisión estatal de derechos humanos.
A pesar de que la CEDDH ya intervenía haciendo algunas pesquisas, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), consideró el caso de especial importancia y decidió darle seguimiento de manera directa a los hechos ocurridos en Coyuca de Benítez.
Desde el martes 4 de julio de 1995, tanquetas de la 27 zona militar recorrieron poblaciones de la sierra de Atoyac. “En Atoyaquillo, comunidad de donde eran originarios 11 de los campesinos acribillados el miércoles 28, cuatro unidades del Ejército, también con ocho elementos que portaban metralletas, pasaron por el camino que conduce a Tepetixtla, donde está la sede de la OCSS… El reforzamiento de la vigilancia militar en la región coincidió con lo dicho por el gobernador Rubén Figueroa, en el sentido de que la OCSS está vinculada al Partido Revolucionario Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP) y el Partido de los Pobres (PDLP)”, publico Álvaro Delgado en la revista Proceso del 10 de julio.

Por su parte Maribel Gutiérrez dice: “Los movimientos militares fueron más visibles el 5 de julio, cuando 200 efectivos subieron a la sierra de Coyuca. Antes de llegar a Aguas Blancas hicieron una parada en la colonia Tierra y Libertad” donde habitan familias de la OCSS y del PRD. “Ahí los soldados interrogaron a varios vecinos, hombres y mujeres, con preguntas sobre los dirigentes de la OCSS y del PRD”. Después subieron para hacer estación en Yerbasantita y caminaron por toda la zona donde surgió la OCSS.

miércoles, 19 de agosto de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) séptima parte


Víctor Cardona Galindo

María de la luz argumentó que la masacre se arregló con toda premeditación, porque el hospital general de Atoyac recibió instrucciones de prepararse para recibir heridos. Al frente de la operación de Aguas Blancas estuvieron funcionarios de alto nivel y todos los muertos y todos los heridos por armas de fuego fueron ciudadanos civiles. “Estamos sin duda ante un exceso desmesurado de la fuerza policiaca; de abuso de poder. Las imágenes proyectadas en la televisión; el video exhibido son pruebas más que contundentes”, dijo la alcaldesa de Atoyac.
Desde el 27 de junio por la tarde llegaron a Coyuca de Benítez unos 500 policías motorizados y antimotines. El municipio estaba gobernado por Jesús Herrera Vélez uno de los llamados “guerrilleros arrepentidos” quienes después de participar en acciones armadas en la década de los setentas, aceptaron en cuerpo y alma el cobijo y protección de la familia Figueroa.
Ese 28 de junio a las seis de la mañana salieron de Tepetixtla más de 300 campesinos en cuatro vehículos. El primer grupo en un camión torton maderero. Detrás venían otras tres camionetas. Marino Sánchez venía como representante en el torton, en el segundo venía al frente José Ascensión Domínguez, pero la camioneta se quedó atascada en el lodo y una camioneta azul Ford modelo 1974 con placas 83416-E, que cubría la ruta Coyuca-Atoyaquillo, que traía pasajeros comunes y miembros de la OCSS, los rebasó y se fue atrás del primer camión.
Después de pasar el vado del arroyo Las Hamacas, se encontraron con un impresionante operativo de la motorizada que detuvo al torton y al llegar la camioneta alguien dijo: “esa es”. Al acercarse la camioneta se escucha una voz de mando que dice “corten, corten”, luego otras voces que dicen “deténgase ahí”, los policías motorizados se mueven hacia la camioneta, se nota un pequeño forcejeo en la parte trasera de la camioneta, se escuchan disparos y la voz: “ya cayó el primero, eso quieren, eso quieren”,  y  luego arrecia la balacera que duró un minuto, comenzó a las 10:30 y terminó a las 10:31 de la mañana, todo esto según el video filmado por el agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana, que después llegó a manos de Televisa.
Fueron aproximadamente 400 elementos de la policía estado de Guerrero, al mando del mayor Manuel Moreno González los que interceptaron al contingente de aproximadamente 300 campesinos de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que se dirigían al mitin de Atoyac para reclamar la presentación con vida de su compañero Gilberto Romero Vázquez, materiales para construcción y fertilizantes prometidos por el ejecutivo estatal. La policía los recibió a disparos por eso 14 campesinos quedaron muertos en el lugar y tres más murieron en el hospital de Acapulco, 17 muertos y 21 heridos en total.
La versión del gobierno publicada en El Sol de Acapulco fue: “al detenerse el vehículo un individuo no identificado bajó de la camioneta y asestó un machetazo al comandante del grupo de la motorizada, Lorenzo Roque Cortés, originando un forcejeó por la posesión del arma del destacamento”. El parte oficial señaló que las personas que se encontraban en el interior de la camioneta comenzaron a disparar contra los elementos policiales que repelieron la agresión.
Después de la balacera la policía sembró en el lugar las armas, el agente del Ministerio Publico de Acapulco, Elías Riachi Sandoval diría que encontraron, un AK-47 conocido como Cuerno de chivo, una ametralladora calibre 22, pistolas calibre 9 milímetros, 45, 38 súper, 38 especial y una escuadra calibre 35 milímetros. Cuando en realidad las armas que traían los campesinos eran palos, machetes y varillas. También llevaban maíz y aguacates para vender en Coyuca.
Martín Gómez Muños fue el primer fotógrafo que llegó al lugar de los hechos y sus imágenes fueron contrastadas con las que presentaron los funcionarios a los medios donde los campesinos aparecen armados. “Las pruebas demuestran que luego de la matanza los policías procedieron armar a los muertos, y los fotografiaron empuñando pistolas escuadras al menos en dos casos, sin saber que esos mismos cadáveres habían sido captados inermes antes por nuestro compañero Gómez Muños, y que ninguno de ellos empuñaba pistola alguna al ser baleado”, publicaba El Sol de Acapulco el 1 de julio.
Para reforzar la versión que iban armados, el primer fiscal especial para el caso Adrián Vega Cornejo diría que siete de los campesinos muertos dieron positivo a la prueba de que habían disparado arma de fuego. Marino Sánchez sobreviviente de la masacre narró a los medios de comunicación que algunos heridos fueron rematados con tiro de gracia. Otros testigos coincidieron con él.
Al saber de la masacre un grupo de mujeres se movilizó y buscó a los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Coyuca. En ese momento Jorge Salas Pérez y Héctor Ponce Radilla eran los líderes más visibles. Se organizaron comisiones, pero el contingente donde iba Jorge Salas Pérez, en esos días candidato a la dirigencia municipal del partido, llegó únicamente hasta la bomba de agua de Aguas Blancas, porque la policía no los dejó pasar, pero ya había grupos que lograron llegar hasta el vado. Al  no pasar, la gente se fue a checar la relación de los muertos que ya estaba en la Cruz Roja de Coyuca donde Benigno Guzmán encabezaba la lista. Afortunadamente para ese momento el principal líder de la OCSS se encontraba refugiado en el campamento Tierra y Libertad.
La gente protestaba en la plaza principal de Coyuca cuando pasó el convoy de la Policía Judicial del Estado con tres camionetas del Servicio Médico Forense, en una combi iban unos diez cuerpos apilados, llevaban también heridos porque se escuchaban quejidos y como estaba lloviendo a la combi le escurría agua con sangre. Al pasar, los militantes perredistas golpearon la combi queriendo bajar a los difuntos. Mientras un reportero de TV Azteca gravaba la escena, unos 20 judiciales que custodiaban la combi se bajaron de sus camionetas y cortaron cartucho, entonces la gente enardecida se les echó encima. Los agentes recibieron puñetes y sombrillazos y  al no poder contener la multitud escaparon corriendo del lugar, porque la gente amenazaba con lincharlos.
En la tarde, en el Servicio Médico Forense de Acapulco, se amontonaban los familiares de las 14 víctimas con el fin de reclamar los cadáveres y trasladarlos a sus lugares de origen. Cuando llegaban a identificar a los muertos, fueron detenidos por agentes del grupo Tigre y por órdenes del agente del Ministerio Público Elías Riachi Sandoval, Jorge Salas Pérez y Héctor Manuel Ponce Radilla.
Es que los perredistas se movilizaron para reclamar los muertos al Semefo de Acapulco, buscaron al abogado José Salgado Sotelo pero no lo encontraron. Se fueron solos y cuando llegaron al Semefo ya había policías apostados por todos lados. Al verlos les cortaron cartucho y les dijeron: “ustedes son los causantes de este pedo. Ustedes los mataron”. Las mujeres lloraban mientras una voz les gritaba “pásenles hijos de la chingada, mancha de revoltosos”. Cuando entraron Ponce y Jorge Salas los metieron a la cárcel. Primero echaron a Ponce porque Jorge se defendió a puñetes como 10 minutos pero después se metió voluntariamente a las rejas al escuchar a Ponce que le dijo que se rindiera. En los separos de la judicial había como 10 detenidos que al verlos se replegaron a la pared. Veían a los perredistas como perros rabiosos.
Los dirigentes perredistas de Coyuca de Benítez quedaron detenidos desde las tres de la tarde, pero a las nueve de la noche los liberaron porque las autoridades no aguantaron la presión de la gente. Un hombre que parecía ser el jefe llevó a Jorge Salas para mostrarle sobre una tela roja un montón de armas y le dijo “ve con que le tiraron a la policía”. Entre las armas mostradas al perredista destacaba un cuerno de chivo y una ametralladora Thompson calibre 22, Jorge contestó: “si los campesinos hubieran tirado con eso habría muchos de ustedes muertos”.
Jorge salió a la calle, donde ya lo esperaba el presidente del PRD, Saúl López Sollano y Octaviano Santiago Dionisio. Horacio Bahena les alcanzó una bolsa con tortas que devoraron entre los dos con Ponce.
En Coyuca de Benítez ya David Molina Francisco encabezaba la toma del Palacio Municipal, con unos 300 perredistas. Mientras en el Semefo de Acapulco, a las tres de la mañana les dijeron que les iban a entregar uno de los cadáveres, para esa hora la presión había disminuido porque de 300 que eran a las 9 de la noche, ya solamente quedaban unos 40 manifestantes que acompañaban a los familiares de los caídos.
Jorge Salas se metió a “la brava” a las instalaciones del Semefo y alcanzó a ver como algunos de los caídos le sacaban las vísceras y en su lugar les metían periódicos y a otros les sacaron el cerebro y también les metieron periódicos. La ropa ensangrentada de los caídos estaba apilada en un rincón de la sala mortuoria.
A las 10 de la mañana del 29 comenzó a aumentar de nuevo la presencia de la gente y como a la una de la tarde le dieron el primer cadáver. Luego les comenzaron a dar más, parece que se los dieron lento para dispersar a la gente. Pero la estratagema no resultó porque 12 fallecidos fueron llevados al templo de San Miguel Arcángel de Coyuca de Benítez, donde el párroco, Hugo Hernández Maldonado ofició una misa de cuerpo presente. Luego unas 800 personas, entre familiares, perredistas y miembros de la OCSS caminaron con los féretros por las principales calles y en una marcha silenciosa exigieron justicia.
El penúltimo se los entregaron a las seis de la tarde y el último como a las siete de la noche fue un campesino al que le apodaban El Kalimán único caído de Tepetixtla. Jorge se vino con él último cuerpo. Cuando pasó por Paso Real la gente ya venía del panteón de sepultar sus cinco muertos. Pero para sepultar los 11 caídos de Atoyaquillo las cosas fueron más complicadas porque los hombre huyeron para protegerse de una posible represión sólo había gente de afuera, mujeres y niños.
Únicamente tres personas velaban a Daniel López. Como ya habían pasado más de 24 horas algunos cuerpos ya olían, y así cinco fueron subidos a una camioneta del PRD que manejó Saúl López Sollano. Pero el vehículo no pudo llegar hasta el panteón así que tuvieron que cargar. Jorge Salas Pérez recuerda que las cajas eran de las más corrientes que tiene la funeraria Manzanares y que pagó el gobierno del estado. Pero además los cuerpos no fueron lavados ni secados, por eso la sangre les escurría por el hombro a los que cargaban. Ya oscuro el 29 terminaron de enterrarlos en una fosa común. Después de dejarlos en el panteón los que subieron abandonaron el pueblo y ya oscuro la gente del pueblo seguía echando paladas para tapar los cuerpos.
Cuando bajaron encontraron el Palacio Municipal de Coyuca ardiendo, la gente lo saqueó y se llevó lo encontró de valor. Quemaron los cuadros del presidente de la República y del gobernador. Desde la madrugada del 29 de junio la gente enardecida destruyó parcialmente las oficinas del Ayuntamiento, de donde se llevaron archivos y otros documentos. Encerraron al comandante de la preventiva, Ascensión Gallardo con otros ocho policías. Seis meses duró tomado el Ayuntamiento por guardias campesinas.
De lo ocurrido el 28, Saulo Luna Nava chofer del Torton declaró que él traía gente en contra de su voluntad. Por su parte Mauro Hernández Lozano chofer de la camioneta balaceada resultó con dos dedos de la mano derecha prácticamente cercenados, narró que había como 10 carros de policías y que al detenerse lo recibieron a balazos. Por su parte el gobierno identificaba como líderes de la OCSS a Benigno Guzmán, José Ascensión Domínguez y Marino Sánchez Flores  a quienes responsabilizaba de manipular a los campesinos de la sierra.
Figueroa calificó a la OCSS como una agrupación agresiva, violenta, la cual ya creó problemas en Zihuatanejo, en Atoyac y han tomado muchas veces las carreteras. Culpó a Benigno Guzmán “quien ha cometido diversos delitos e incluso cuenta con nueve órdenes de aprehensión”.
En cerca del vado de Aguas Blancas el Ayuntamiento de Atoyac mandó a construir una estela donde están los nombres de los caídos: Amado Sánchez Gil, Anacleto Huateco Coyote, Climaco Martínez Reza, Daniel López Castañeda, Efraín Vargas Sobayo, Fabián Gallardo García, Francisco Rogel Gervasio, Francisco Blanco Nava, Florente Rafael Ventura,  Gregorio Analco Tabares, Heliodoro López Vargas, José Rebolledo Gallardo, Mario Pineda Infante, Paz Hernández González, Simplicio Martínez Reza, Tomas Porfirio Rondín y Victorio Flores Balanzar.


sábado, 8 de agosto de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) sexta parte


Víctor Cardona Galindo
Algunos campesinos que participaron en la toma del Palacio Municipal, aquel 18 de mayo de 1995, recuerdan que mucho se hablaba de la cercanía del esposo de la alcaldesa con Carlos Salinas de Gortari y con Ernesto Zedillo por eso consideraban que atacar el Ayuntamiento de Atoyac era como lanzarse contra el mismo gobierno federal. Era lo más cercano que tenían al Centro. Aunque ahora Luis Angulo Barona recuerda que la toma del edificio la hizo principalmente  gente que venía de Tepetixtla.
Aquella ocasión, los manifestantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) pidieron a la alcaldesa 150 toneladas de fertilizante para campesinos de seis comunidades, los de Tepetixtla pedían seis camiones para regresar a sus comunidades. La presidenta rechazó la petición de los autobuses y los campesinos respondieron “entonces no nos vamos”; por eso el plantón se alargó hasta el día siguiente.
El universitario y dirigente del PRD, Wilibaldo 
Rojas Arellano en los tiempos que fue síndico del 
Ayuntamiento de Atoyac en el trienio 1993-1996. 
Foto Archivo histórico municipal.

María de la Luz no entendía que hacían campesinos de otros municipios tomando el Ayuntamiento de Atoyac y creía que estaban al servicio del gobierno del estado, por eso les dijo a los dirigentes campesinos que tenía “ciertas dudas” sobre su organización, a lo que Rocío Mesino contestó que anduvieron con ella en la campaña “y ahora no apoya a nuestras demandas. Vemos que el PRI y el PRD son iguales”. Recogió Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero.
En ese tono su esposo Arturo Martínez Nateras dijo a El Sol de Acapulco que “los campesinos están influidos por cuerpos de provocación y policías secretas que pretenden desestabilizar un Ayuntamiento democrático, además que el gobierno del estado se hace de la vista gorda para no solucionar sus problemas”. Y esto último era verdad porque en cada negociación los campesinos únicamente lograban promesas de los funcionarios.
Una vez que se declaró tomado en Ayuntamiento “Núñez Ramos se comunicó por teléfono con el gobernador Rubén Figueroa quien de inmediato propuso mandar a la fuerza pública, a lo que tajante se opuso se opuso la alcaldesa. Figueroa pidió que le mandaran por fax una lista de las demandas de los campesinos”, comenta Maribel.
Ese día el Ayuntamiento festejaba a los maestros en la Cueva del Club de Leones, un grupo de teatro de la Universidad Autónoma de Guerrero dirigido por Víctor Palacios presentó una obra que tuvo mucho éxito entre la concurrencia, se esperaba la presencia de María de la Luz en esta convivencia, pero como avanzaba la noche y no llegaba, hubo que contener a un grupo de maestros que ya en estado de ebriedad pretendían ir en pos de su rescate.
Al otro día, los del área de educación del Ayuntamiento, llegamos a las nueve de la mañana a la explanada del Zócalo y por la cercanía que teníamos con algunos líderes campesinos nos dejaron entrar hasta la puerta del Palacio Municipal, ahí conocimos a Rocío Mesino Mesino que salía a cada rato al balcón del edificio para dar instrucciones a los campesinos de Atoyac y luego entraba a las negociaciones.
La OCSS tenía sus oficias en la parroquia del Dios Único por eso ahí prepararon los alimentos para todos los manifestantes. Eso saldría a relucir años más tarde en la causa penal que se le siguió a Hilario Mesino Acosta, a raíz de la denuncia que presentaron los regidores priistas José Luis Serrano Radilla, Lucio Flores Martínez y Crescencio Olea Ruiz en contra de los dirigentes de la OCSS y de la también edil Tita Radilla Martínez. Los priistas reclamarían privación ilegal de la libertad y los destrozos causados al inmueble del Ayuntamiento.
La comisión que llegó del gobierno del estado para negociar con la OCSS venía encabezada por José Rubén Robles Catalán secretario de gobierno y atoyaquense nacido en Cacalutla, quien a pesar de ser el funcionario de mayor jerarquía permaneció callado y las negociaciones las llevó el subsecretario de administración y finanzas Héctor Vicario Castrejón.
Se notaba línea de Figueroa para dividir al Ayuntamiento responsabilizando al síndico Wilibaldo Rojas Arellano de la protesta. Ahí Vicario les dijo a los líderes de la OCSS que Wilibaldo los había invitado a conmemorar el 18 de mayo y que obedecían a intereses perredistas. Por eso el síndico aprovechó la ocasión para deslindar al PRD de la OCSS.
Afuera se buscó organizar la defensa del Ayuntamiento democrático. “La presidenta municipal, María de la Luz Núñez Ramos, está secuestrada. El cabildo democrático y los principales funcionarios del gobierno han sido ilegalmente privados de la libertad”, decía un mensaje radiofónico transmitido el 19 que invitaba a la gente a concentrarse a las 10 de la mañana en El Tamarindo para defender ese Ayuntamiento emanado del pueblo. Unos 150 ciudadanos llegaron en apoyo de la comuna, la mayoría de La Pintada y el esposo de la presidenta Arturo Martínez Nateras estaba a la cabeza.
La dirigencia municipal del PRD mantuvo una actitud mesurada dado que muchos campesinos que militaban en la OCSS eran también perredistas y había simpatía hacia esa agrupación. “La mayoría de los integrantes de la OCSS también eran del PRD”, comenta Maribel Gutiérrez.
La presidenta de Comité Nacional Independiente (CNI) Josefina Martínez acompañada de Aurelia Pérez Cano intervinieron para calmar los ánimos, porque los de los de la OCSS, principalmente los de la sierra de Coyuca, ya preparaban la defensa con piedras y resorteras. Pero imperó la mesura de lado de los simpatizantes de la alcaldesa, nadie calentó los ánimos para ir a la confrontación.
Dice Maribel Gutiérrez que al final. “Los campesinos lograron del gobierno del estado el compromiso de la entrega de más fertilizante para las comunidades de la sierra de Coyuca de Benítez y Atoyac. Además del compromiso de tratar en breve la demanda de la OCSS de detener la explotación de los bosques comunales de Tepetixtla”.
Al filo de las tres de la tarde luego de haber firmado una minuta después de 24 horas de intensas negociaciones se retiraron los manifestantes. El gobierno del estado mediante Rubén Robles Catalán se comprometió a entregar a la OCSS, fertilizante, despensas, bombas aspersoras y láminas de cartón.
Después de la negociación Vicario se despidió con risas y abrazos e invitaciones a comer de los líderes de la OCSS. A algunos les dio dinero en efectivo como para alimentar las sospechas entre los perredistas y los miembros del Ayuntamiento que Figueroa enviaba a la OCSS para desestabilizar al gobierno democrático. La acción se dio en la sala del Palacio Municipal, donde abiertamente Vicario le entregó dinero en efectivo a Hilario Mesino, principal dirigente de la OCSS en Atoyac.
“Se publicó que nosotros somos parte del gobierno y que venimos a agredir a un Ayuntamiento democrático. No es correcto somos una organización independiente, nadie nos manda, estamos luchando por las demandas del pueblo”, dijo Rocío Mesino como para despejar dudas.
A las cuatro de la tarde se comenzó a normalizar las actividades del Ayuntamiento. Después de la acción el Palacio Municipal quedó pintarrajeado con las consignas de la OCSS, había vidrios rotos y camionetas con llantas ponchadas.
Esos días de mayo de 1995, las corporaciones policiacas de Guerrero y el Ejército preparaban lo que se llamó “una operación superior” con el objetivo de terminar con los secuestros asaltos y el narcotráfico. Por eso María de la Luz consideró la posibilidad que acciones como la que realizaba la OCSS pudieran ser utilizados por el gobierno para justificar la presencia militar sobre los pueblos de la sierra.
Después de la toma del Ayuntamiento empleados que ya tenían con antelación problemas laborales como Javier Ríos Navarrete, Claudio Guzmán y Ricardo Marroquín Castro intentaron colgarse del movimiento diciendo que los habían despedido por participar en la toma del Palacio. Incluso Hilario Mesino advirtió que si no eran reinstalados realizarían medidas de protesta para que les devolvieran su trabajo en sus respectivas áreas. Estos trabajadores junto con Isaías Reyes Téllez y Alejandro Aguilar servirían más tarde como punta de la lanza para atacar al Ayuntamiento de Atoyac. Algunos lograron plazas estatales que después vendieron.
La acción de la OCSS estuvo a punto de provocar un divisionismo profundo en el PRD, Arturo Martínez Nateras reclamó la tibieza del PRD ante el secuestro de la presidenta, el Comité Ejecutivo Municipal llamó a cuentas a Tita Radilla Martínez por que participó en esa protesta, pero sólo quedó en una discusión sin mucha importancia. Había dirigentes convencidos que Rubén Figueroa Alcocer estaba atrás de esa organización. Otros más confiaban en su carácter independiente porque conocían la trayectoria de sus líderes. En privado había quienes decían que eran parte del frente de masas de un movimiento guerrillero que se preparaba en estas tierras. Había jóvenes campesinos que aseguraban que hombres encapuchados vestidos de verde que decían ser gente de Lucio Cabañas los habían llamado a platicar en el monte.
En esos días un periódico pasó voceando por toda la cabecera municipal, una nota que decía que el Robín Hood de los pobres, Lucio Cabañas Barrientos, pronto regresaría porque se había terminado la tregua pactada con el gobierno y Rubén Figueroa Figueroa. Entre ésta maraña de rumores las relaciones en el PRD se fueron normalizando y se afianzaron cuando sucedió la masacre de Aguas Blancas.
El 24 de mayo de 1995 desapareció Gilberto Romero Vázquez representante de la OCSS en San Martín de las Flores. Ese día el líder campesino salió por la mañana de su domicilio establecido en la colonia 18 de mayo para jamás regresar. Rocío Mesino declaró que María de la Luz le dijo el 18 de mayo de 1995 a Gilberto Romero “¿Tú que haces aquí? Yo a ti te conozco y tú y yo tenemos una cuenta pendiente que pronto vamos a arreglar”. Por esas palabras la OCSS responsabilizó a la alcaldesa de su desaparición.
En un boletín María de la Luz dijo que Gilberto Romero Vázquez salió el 24 de mayo a cambiar un giro telegráfico para comprarle flores a su suegra muerta, el giro se lo cambiaron en la Coalición de Ejidos, desde entonces no se le ha visto, en el Ayuntamiento se enteraron el 10 de junio de su desaparición. Antes Gilberto Romero recibió un apoyo especial del Ayuntamiento, que con recursos propios le prestó para que sembrara, con otro campesino, maíz para venderlo en elotes. Y es que a la presidenta María de la Luz le llamó la atención que un campesino como Gilberto le presentara un proyecto por escrito bien estructurado, por eso lo apoyó con ese recurso especial y de esa cuenta hablaban cuando dialogaron durante la toma del Palacio Municipal el 18 de mayo.
El 27 de junio circuló un volante donde la OCSS llamaba una movilización para el día siguiente. De esto Rubén Figueroa responsabilizó a Wilibaldo Rojas se lo dijo esa tarde por teléfono “mandaste a traer de nuevo tus amigos”. Más tarde le comentaría a María de la Luz que Wilibaldo volvió a invitar a sus amigos y agregó “usted hable con Hilario en Atoyac para que no vayan a la manifestación, yo ya tomé providencias para que el grupo mayoritario no vaya. Vamos a tratar de detener a los de Tepetixtla a como dé lugar”.
Por eso esperando la manifestación, el 28 de junio María de la Luz permaneció todo el día en Palacio Municipal acompañada por algunos funcionarios voluntarios, porque la mayoría abandonó el recinto ante el temor que pudiera pasar lo mismo que el 18 de mayo. Un grupo de campesinos de la OCSS se concentró, frente a la preparatoria número 22, pero luego se marchó. Más tarde nos enteraríamos de la masacre de Aguas Blancas.
María de la Luz se comunicó con Figueroa para conocer su versión, el gobernador defendió la acción “venían a la guerra y guerra tuvieron”, habría dicho. Por eso el 29 el gobierno de Atoyac encabezado por María de la Luz Núñez Ramos pidió, por medio de un documento enviado al Senado, la renuncia inmediata y consignación del secretario de gobierno Rubén Robles Catalán y del procurador Antonio Alcocer Salazar.