domingo, 12 de abril de 2015

Linderos de Viky Enríquez

Víctor Cardona Galindo
Linderos es una apasionante novela escrita por Victoria Enríquez y publicada por la editorial Garrobo en el año 2001. Aquí la revolución se vive dentro de una casa de una familia aristocrática de Chilpancingo. Los balazos suenan por doquier y mientras las mujeres rezan el indio Cayetano cura a Tofi, con hierbas. Después: “El tiempo se detuvo, no había viento, ni pájaros, ni ruidos, no se escuchaba ni el fragor de la guerra nadie hablaba y nadie se movía”.
En esta novela están presentes los Temblores, no únicamente los sociales, balaceras, fantasmas, y aparecidos, La Llorona, el Charro Negro. Las Sihuatatoyotas que salían de los troncos de los árboles para peinar sus largas cabelleras y así atrapar a los incautos.

Dice Alejandra Cárdenas: “En Linderos son especialmente interesantes los personajes femeninos. Mujeres solas, sin pareja, que rezan el Ángelus a las seis de la tarde y para quienes el viento del sur derrama noches temblorosas sobre sus camas solitarias”.
Por su parte Aida Amar comenta: “La novela hace actuar esta cultura de familias porfirianas y la hace actuar bajo las sombras de las montañas de Guerrero, alrededor de tlacololeros, pozole y tías sabias que flotan en el aire, frente a unos niños boquiabiertos –unos amados niños- que tuvieron la ocurrencia de nacer en un espacio que comenzaba a morir”.
“La historia está relatada a través de la mirada contemplativa de unos niños. Sueños recuerdos voces, ecos de imágenes y asombros sensoriales en que la familia Valbuena permanece y dura”, dice José Gómez Sandoval.
Después de leer la novela, rescato algunas imágenes, “Morir es irse, es la gente hablando en secreto, caminando de puntitas, el olor de la velas y las flores, las flores que se cortan, se marchitan. Despedirse para no volver”. Después del temblor de 1907 “una nube de polvo se quedó por varios días detenida sobre Chilpancingo.
Zapata que estaba abriendo el camino para una sociedad nueva basada en la igualdad, atacó a las tropas de Cartón, por eso “el 25 de marzo amaneció en silencio, electrizado y oprimido por el ronco ulular de los cuernos”. El relato de la toma de Chilpancingo por los zapatistas transcurre dentro de una casa con jardín, me imagino una casa de adobe con cocina interior, donde cabían galerones y diversos cuartos, con una fuente o noria al centro, con naranjos y toronjos a los lados. Y en un rincón un horno para el pan.
“En esas madrugadas de estar como esperando no se sabía bien que, nos daban te de toronjil y los señores se echaban un traguito de mezcal con ‘prodigiosa’ para que no se les derramara la bilis y nosotros, los niños, nos poníamos hacer palomitas de papel de esas que si les jalas la cola mueven las alas”.
“Si me acuerdo es del miedo, del miedo de las mujeres rezando, del olor a pólvora y del silencio. Muchos días cominos tortilla con chile porque no se podía prender el fogón” y el pan duro remojado con café.
Es un relato triste, donde la incertidumbre siempre está presente, de sueños donde se escucha “el rítmico e hipnótico sonar de la flauta y el tambor tlacololero bajando por San Mateo. La muerte siempre presente: “Con el tiempo el cuerpo se vuelve demasiado pesado para el alma”.
En fin. Linderos es una novela apasionante, indispensable para vivir el Chilpancingo de la segunda década del siglo XX. Su magia, sus olores, sus sabores y sonidos.


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