Víctor Cardona Galindo
El
plantón
Aquel plantón que inició en diciembre de 1989, duró
tres meses. Eran cientos de personas las que participaban en esa protesta,
principalmente campesinos de todas las comunidades, que exigían se reconociera
como presidente municipal a Octaviano Roque Ruíz, quien fuera el primer
candidato perredista a la alcaldía. El Palacio Municipal estaba tomado y se
cuidaba día y noche, se colocaban guardias en el callejón Nigromante, por la
comandancia de la policía; en la principal entrada a la plaza Morelos, la
esquina de la escuela primaria Juan Álvarez; en el callejón 5 de mayo, por los
bancos; sobre la calle Independencia y por la entrada a la iglesia. El zócalo
parecía mercado.
Recuerdo que desde el inicio del plantón se nombró una
comisión coordinadora. Ese movimiento fue muy bonito, además de participar en
la lucha se vivieron romances, hubo incluso quienes consiguieron mujeres de por
vida. Ya entrada la noche nos podíamos acurrucar en alguna parte del Palacio
Municipal, en el kiosco y cualquier rinconcito oscuro era bueno para el amor.
Viene a la memoria un campesino de Cacalutla al que le
apodaban La Rata Blanca, un grupo de
priistas le gritó: “andas de pendejo en ese plantón” y él sin enojarse contestó
“los pendejos son ustedes, porque yo desde que estoy en el plantón no sufro de
comida y ya hasta tengo mujer”. Es que la gente se organizaba para todo: para
asistir a marchas y mítines, para ir a pescar, para ir a botear. Los campesinos
de Tenexpa se solidarizaban enviando camionetas llenas de plátanos, los de
Hacienda de Cabañas llegaban con tinas llenas de pescado, igual los de
Zacualpan y Cacalutla. Hubo campesinos perredistas acomodados como Leobardo
Martínez que enviaron vacas y marranos que se sacrificaban en pleno zócalo.
Comida no faltaba.
El Año Nuevo se reforzó el plantón, el padre Máximo
Gómez llevó comida y se hizo acompañar de muchos se sus feligreses, ahí conocí
a Lucio Galeana quien con el tiempo a pesar de ser priista llegaría a ser mi
gran amigo. Si el Año Nuevo, hubieran caído a desalojarnos, se habría provocado
una gran tragedia con muchos muertos. En ese tiempo estaban construyendo el
hotel Alameda dentro se ocultaron muchos compañeros armados entre los que se
encontraba Ricardo Lucena Basave y otros hombres valientes de El Paraíso y
otras partes de la sierra.
Ese grupo de autodefensa se incorporó en todas las
guardias, recuerdo a Porfirio con su M-1 y Placido Domínguez con un casco, de los que
Lucio Cabañas le quitó al Ejército, caminando por arriba de la bóveda de la
iglesia armado también con su M-1. El Año Nuevo dio por irse la luz muchas
veces, así que toda la noche estuvimos alerta. Llegó la noticia que en el
plantón de Coyuca de Benítez fue atacado por unos pistoleros y habían matado a
varios compañeros. Por mi parte sentí, que ese Año Nuevo, ni el con el Ejército
nos sacaba de ahí.
El abuelo Chago
Nadie
supo de donde vino, amanecía dormido todos los días bajo el monumento al general
Juan Álvarez, el abuelo Chago, así
comencé a llamarlo, portaba un machete grande como para chaponar huertas de
café, usaba playeras o camisas de manga larga deslavadas por el uso, pantalones
oscuros y un gorro rojo, a veces parecía un flaco muñeco de nieve.
El pomo (una botella de plástico de alcohol
del 96) no le faltaba, siempre lo traía bajo la camisa, eso daba la impresión de
que estaba armado con una pistola de grueso calibre.
El
abuelo Chago era bajito de estatura,
y delgado también; siempre hablaba con alegría aún a pesar de estar toda la
noche bajo el sereno. Cuando el abuelo apareció eran tiempos muy difíciles,
estaba tomado el Palacio Municipal por el Partido de la Revolución Democrática
y gobernaba nuestro Atoyac la Comuna Popular Revolucionaria, toda la gente de
la ciudad y las que estábamos en el plantón, vivíamos en completa tención. Cuando
corrían los rumores de desalojo el abuelo se acercaba y me decía: “Vito ponte
cabrón, si ves que los madrazos están duros córrele y déjame a mí, yo ya estoy
viejo y a nadie le hago falta”.
Al
poco tiempo de haber notado su presencia, el abuelo Chago, hacía guardia en el kiosco mientras yo dormía, siempre se
preocupó por mí, aún recuerdo sus palabras: “cuídate muchachito”.
Se
terminó la lucha por el Ayuntamiento; de todas maneras el abuelo, simpático
como era, siguió su práctica de deambular por la ciudad, con su machete y pomo en la mano, cuando lo llegaba a
encontrar me abrazaba. El abuelo Chago hablaba claro y tenía razón en lo que
decía, se necesitaba cierto valor para participar en un movimiento como el
nuestro. En ese tiempo éramos poco los jóvenes que participábamos en los
movimientos yo apenas había cumplido 18 años.
Vino
otra etapa de la lucha tomamos de nuevo el Ayuntamiento, el abuelo llegó hasta
donde estaba a platicar conmigo, a dar consejos, con su pomo y su machete en la
mano decía que moriría en la raya.
Llegó
el momento, la policía del estado tomó por asalto el Palacio Municipal, al
abuelo Chago se lo llevaron detenido
junto con los demás y le tomaron fotos con plaquitas en el reclusorio de Acapulco;
regresó golpeado de la frente, pidió a todos se le ayudara para comprar otro
machete, porque el pomo era lo de menos, ya lo
conseguiría.
Después
de que se lo llevaron al reclusorio, pocas veces volví a ver al abuelo Chago y
no porque se haya escondido sino que yo me fui de estas tierras por un tiempo.
Para mi las cosas se habían puesto color de hormiga. Luego me dijeron que el
abuelo Chago fue encontrado muerto acostado en el pasto de la cancha Mariscal.
El alcohol terminó por llevárselo.
El
abuelo Chago, de quien después supe se llamó Santiago Pastor Millán y que era
originario de La Remonta, vivió como pocos, sin complicarse la vida, su única
preocupación era conseguir el pomo de cada día. Vivió sin embiciones y sin
envidias, no hizo daño a nadie, sólo fue el abuelo, para todos aquellos, que
como yo, lo quisimos mucho.
El Partido de la Revolución
Democrática y sus compañeros de viaje
A lo
largo de sus 29 años de existencia el PRD, ha tenido varios compañeros de viaje,
que lo acompañaron en tramos largos y cortos. En un principio estuvieron
personajes como Ángel Navarrete Reséndiz quien fundó en Atoyac el Partido del
Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional con gente que venía del Partido
Socialista de los Trabajadores (PST), luego estuvieron Lucio Mesino Lezma y
Pedro Rebolledo Málaga que figuraron como los principales líderes de la colonia
18 de mayo de 1967. La Coalición de Ejidos de Costa Grande muchas veces prestó
sus grupos colectivos de trabajo para formar los comités de base. Incluso
muchos de los golpeados en la represión del 11 de diciembre de 1989, eran de
San Francisco del Tibor y militantes de la Coalición. Algunos tomamos los
primeros cursos de periodismo y organización en esa central campesina y su
oficina de prensa nos prestaba la matrizadora
y el mimeógrafo para editar la propaganda. En el primer tramo el PRD caminó de
la mano con la Coalición de Ejidos y luego rompió con ella para permitir la
llegada de María de la Luz Núñez Ramos cuya relación fue muy tortuosa, sobre
todo en aquel momento en que Arturo Martínez Nateras llamó a votar por Zedillo
y por Mario Valdez, con su campaña “Votar por Zedillo es honrar a Colosio”. En
esa coyuntura de 1994, las relaciones entre la gente de María de la Luz y el
PRD se tensaron tanto que estuvieron al punto de romperse, pero la relación fue
salvada por la masacre de Aguas Blancas y la lucha que propició la caída de
Rubén Figueroa Alcocer.
Aunque
luego vino aquella convención en 1996 que ganaron los miembros de la Coalición
de Ejidos aliados al grupo de Guadalupe Galeana Marín. Zohelio fue candidato a
la presidencia municipal, María de la Luz a diputada local. En esa elección el
PRD de Atoyac tuvo dos diputadas porque Guadalupe Galeana llegó al congreso por
la vía plurinominal y María de la Luz ganó el cuarto distrito.
Luego
se abrieron las puertas al zeferinismo y a otras alianzas con el empresario
gasolinero Pedro Brito García que venía del PAN y después el PRD abrió las
puertas al aguirrismo que es en la etapa en que se encuentra ahora. Además que
muchos militantes están con un pie dentro del PRD y el otro en Morena,
seguramente con los días y de acuerdo como les vaya en la fiesta vendrá una
etapa de definiciones, donde también saldrá favorecido el Partido del
Movimiento Ciudadano.
Los fundadores
El
Partido de la Revolución Democrática en Atoyac fue fundado por Octaviano Roque
Ruíz, Rubén Ríos Radilla, Decidor Silva Valle, El Negris y María de los Ángeles Santiago Dionicio quienes comenzaron
organizando el Frente Democrático Cardenista del Municipio de Atoyac, para
respaldar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Desde un principio un
oportunista que se llamó Ángel Navarrete Reséndiz que encabezaba el Partido del
Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) el ferrocarril, quiso dirigirlos
y sin haber trabajado por la construcción del frente municipal, les exigía ser
el líder y controlar las mejores posiciones del comité.
Salvador
Flores Bello era un dirigente regional venia de Tecpan Galeana y era
coordinador de la campaña del Cuauhtémoc Cárdenas. También venía Silvestre
Pacheco León desde Zihuatanejo quien traía propaganda del Partido Mexicano
Socialista (PMS). La maestra Guadalupe Galeana Marín recuerda que al
incorporarse ya conocía a Negris
Silva desde los movimientos de las normales rurales donde estudiaron y por
cuestiones del movimiento magisterial se llevaba también con Ángeles Santiago
Dionicio, pero formalmente fue invitada a participar por Octaviano Roque Ruíz,
Mireya Oms y María Manríquez. En la casa de José Ángel Navarrete se hizo la
primera reunión.
Luego
se fueron incorporando otros valiosos militantes. La primera comisión que fue a El Paraíso para invitar
a Mario Valdez Lucena, para que se incorporara al movimiento, estuvo integrada
por Fabio Tapia Gómez, Decidor Silva Valle, El
Negris, y Octaviano Roque Ruíz.
Fue
así como a principios de 1988, se formó el Frente Democrático Cardenista del Municipio
de Atoyac para respaldar la primera candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. El
sucio de Ángel Navarrete de manera arbitraria hizo su estructura electoral, sin
consultar tomó los nombres del padrón y los nombró representantes de casilla,
resultó que muchos de esos representantes de casilla a los que se les envió
nombramiento ya habían muerto y otros nos aceptaron porque eran priistas.
Por
eso esa primera vez que vino Cárdenas, Guadalupe Galeana Marín le dio la
bienvenida, la marcha se hizo del Arroyo Ancho a Zócalo. Para ilustrar éste
hecho es significativo citar de nuevo aquí la nota publicada por La Jornada el 27 de marzo de 1988,
escrita por Hermenegildo Castro.
“26 de
marzo de 1988. En Atoyac, cuna del movimiento guerrillero de Lucio Cabañas y de
un activo movimiento de izquierda, Cárdenas llegó caminando desde la entrada
del pueblo y a la mitad del camino se encontró con la vigilancia de los
soldados. Eran Jóvenes del 49 Batallón de Infantería, que se quedaron pegados a
la pared. Amartillaron sus fusiles automáticos que, según los conocedores, eran
G-3. No hubo ninguna provocación y la tención inicial se disipó. Los
uniformados continuaron su camino hacia el cuartel del 49 Batallón de
Infantería.
Ahí el
candidato del FDN fue recibido con la plaza llena. Una plaza chica, para 2 mil
personas bien apretaditas. Había tres banderas del PPS y el resto del Frente
Cardenista de Reconstrucción Nacional; ni una del PARM, que tampoco trae
propagandistas. Era una muestra de que la unidad entre los partidos del FDN no
es cabal”.
En esa
primera visita de Cárdenas este cronista de 17 años, observó el mitin desde las
ramas de un camuchín, plantado en la
esquina de la plaza, recuerdo en todo momento la figura sobresaliente de mi
maestro y orientador vocacional Rubén Ríos Radilla.
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