Víctor Cardona Galindo
De
Tiburcio Cabañas Macedo la historiografía de Guerrero habla poco. Se sabe que era muy joven cuando acudió con sus hermanos a la
toma de la ciudad Atoyac, aquel 26 de abril de 1911. Cuando se desataron los
primeros balazos, a las 9 de la noche de ese día, iba en la columna encabezada
por Epifanio Mariscal quien protagonizó el ataque a la guarnición militar
porfirista acuartelada en las instalaciones del Ayuntamiento.
En
sus memorias Silvestre Mariscal González dice que después de la entrada, en son
de paz, al puerto de Acapulco “mandé acompañados de una escolta a los empleados
federales a Atoyac, San Jerónimo, Técpan y Zihuatanejo; además puse una
cuadrilla para reparar la vía telegráfica hasta Coyuca de Benítez. Cuando mandé
una fuerza de treinta infantes al mando del sargento segundo Tiburcio Cabañas,
el administrador de la hacienda del Buen Lucero se incorporó a dicha fuerza
para ir a cuidar los intereses que administraba. En esos días ya había
regresado Pablo Vargas con el grado de coronel que le habían dado en
Chilpancingo sin haber disparado un tiro… A mis soldados los consideró intrusos
en sus dominios y se dispuso a atacarlos, pero sacó la peor parte, pues tuvo
seis muertos y Tiburcio dos”.
Tiburcio
Cabañas no se licenció, se mantuvo cono soldado fiel a Silvestre Mariscal y
seguramente lo acompañó en todas las acciones de armas en las que participó el
profesor atoyaquense, quien se convirtió en un militar de tiempo completo,
peleando primero defendiendo al gobierno de Madero, pero como éste lo encarceló
por oficios de la colonia española de Acapulco, se volvió huertista y al llegar
Venustiano Carranza al poder buscó aliados para combatir a los zapatistas, por
tal motivo incorporó a sus filas al atoyaquense. El primero de octubre de 1914
Carranza ordenó a Mariscal suspender las hostilidades en contra de los
constitucionalistas que encabezaba Julián Blanco.
Jesús Carranza hermano del primer jefe de la
Revolución llegó al puerto de Acapulco el 11 de noviembre de 1914, y se reunió
con blanquistas y mariscalistas para garantizar la paz en el estado. A esa
reunión llegaron algunos oficiales atoyaquenses por el lado de Julián Blanco
estuvo el general Canuto Reyes, los coroneles Alberto González y Santiago
Nogueda Radilla. Silvestre Mariscal por su parte llegó acompañado de los
coroneles Julián Radilla, Modesto Galeana, Julio Pérez, Arnulfo Radilla, Dimas
Fierro y José Inés Pino. También llegaron a la ciudad los capitanes
mariscalistas Tiburcio Cabañas, Antonio Paco, Silvestre Castro y Carlos Radilla
estos últimos aunque no asistieron a la reunión estuvieron pendiente de los
acontecimientos.
En esa reunión Jesús Carranza entregó 20 mil pesos
a Silvestre Mariscal. Fue el único oficial que recibió dinero del hermano del
primer jefe constitucionalista, el dinero carrancista circuló en la ciudad de
Atoyac como una novedad y no fue bien aceptado por el comercio.
No hay certeza en que momento Tiburcio Cabañas se unió a sus hermanos
para pelear en las filas zapatistas, el cronista de la ciudad Wilfrido Fierro
ya los ubica juntos en 1916. “Ausente el general Mariscal de
Atoyac, tiene conocimiento la guarnición de este lugar que estaba a cargo del
teniente coronel Arnulfo Radilla, de que Pablo y Tiburcio Cabañas, así como
Francisco Lezma, se habían levantado en armas en la sierra y que su gente había
sido avistada en el punto conocido por La Compuerta; por tal motivo Radilla
manda perseguirlos con el mayor Antonio Paco Navarrete, el 25 de enero de 1916,
habiendo sido derrotado en las primeras horas de combate, regresando a esta
población por más gente, ya que la tropa de Cabañas había logrado tomar buenas
posiciones y era necesario combatirlo con un número mayor.
El teniente coronel
Arnulfo Radilla, organiza sus elementos y sale nuevamente a combatirlo, pero
para entonces Cabañas ya había salido rumbo a La Cumbre, sosteniendo un ligero
tiroteo en el paso del rio conocido por La Parota, y huyendo hacia la sierra.
Sin embargo y durante varios días tuvo en jaque a la población con su
presencia.
Pocos
días después fue reforzada la guarnición por las tropas carrancistas del coronel
Florencio Maya, Gregorio García y J. Trinidad Campuzano, y unidas a las de
Radilla salen a perseguirlo por toda sierra hasta diezmarle su gente y sacarlo
del municipio”.
Durante
los combates de 1918 contra los verdes de Rómulo Figueroa, mientras Pablo y
Pedro mantenían su campamento en San Vicente de Benítez, Tiburcio Cabañas se
refugiaba en El Paraíso incluso algunos atribuyen que fue éste capitán
insurgente quien bautizó como El Paraíso a ese paraje, donde tenían su
campamento, que en el futuro se convertiría en asiento de la población más
importante del municipio de Atoyac.
Una
vez terminada la Revolución Tiburcio Cabañas vivió en la comunidad de Los
Valles con Florentina Martínez, con quien procreó a Trinidad Cabañas Martínez,
ella tuvo tres hijos con Concepción Romero Meza: Victorina, Isabel y Luis
Romero Cabañas. Luego Trinidad casó con Severiano Galindo Iturio de ellos
descienden los Galindo Cabañas como la tía Enriqueta y Alejandro Galindo
Cabañas.
La tía
Enriqueta nació el 15 de julio de 1925, al final de su vida recordaba que cuando
la revolución de Vidales los habitantes de Los Valles huyeron a Otatlán y
después del indulto se bajaron al playón de San Jerónimo (Los Arenales). Luego
buscaron donde colocarse y se fueron a vivir a un paraje que se llama El Rincón
del Limón y después se bajaron a Los Valles donde se radicaron definitivamente
los Galindo Cabañas.
Enriqueta
quien murió en Río Santiago decía que los patriarcas de la comunidad fueron: Fortino
Galindo Gómez y Tiburcio Cabañas Macedo. Contaba que su niñez en Los Valles fue
muy bonita, jugaba haciendo muñecos de lodo y se entretenía con los trastes
viejos. Los niños se levantaban todos greñudos y sucios, comían mucha
pomarrosa, mango tierno, plátano, camote y mamey. Ya cuando creció su vida fue puro
moler en el metate, porque en ese tiempo no había molinos.
Despulpaban
el café dentro de un árbol hueco. Las bodas se celebraban a base de guitarra y violín.
Criaban marranos, gallinas y guajolotes. Cuando mataban un marrano la carne no
se vendía, se repartía entre las familias de la comunidad. Los hombres iban a
los camarones a Los Tres pasos, en ese río había mucho camarón aloncillo.
Cuando se fundó el pueblo cargaban las mazorcas de maíz en matates porque no
había bestias de carga. Los hombres sembraban chilares y tomatales. Lo que
producían o cazaban lo compartían entre todos la gente no tenía dinero para
comprar.
En el
caso de Crescencio Pastor hijo adoptivo de Doroteo Cabañas vivió y murió en San
Vicente de Benítez. El cronista René García Galeana lo ubica con el grado de
coronel de las fuerzas del general Pablo Cabañas, el 23 de junio de 1920, en el
campamento de Tepetixtla, cuando ya se preparaban las pláticas para coordinar
esfuerzos con el general Genovevo de la O y abrazar la causa del obregonismo.
Volviendo
con Pedro Cabañas Macedo nuestro personaje tuvo presencia en Corral Falso. “En
el año 1922 se hicieron las primeras gestiones ante el gobierno federal para
que se les dotara de tierras y se convirtiera esas propiedades en ejido labor
que fue desarrollada por el señor Pedro Cabañas Macedo y secundada por Eusebio
Ramos Cabañas, quienes lucharon tenazmente logrando sus aspiraciones el año
1934, época en que se les dio posesión definitiva, correspondiendo al ingeniero
Campilla levantar los planos y delimitaciones. La escuela del lugar fue
construida con material de adobe y techo de teja el año 1925, de un solo salón
obra iniciada por los señores Pedro Cabañas Macedo, teniendo como colaboradores
a los señores Eusebio Cabañas Ramos, José de la Paz Ríos, Ramón Nogueda Radilla
y Julian Ocampo”, nos comenta Wilfrido Fierro.
En San
Vicente de Benítez el 1938, siendo el presidente del Comité Ejecutivo Agrario
Pablo Cabañas Macedo, realizó las gestiones ante las autoridades agrarias,
logrando la posesión definitiva el 1942, siendo ya presidente del Comité
Agrario Francisco Ocampo quien ejerció como primer comisariado ejidal.
Luego Pedro Cabañas
Macedo en su carácter de comisariado ejidal, comenzó en 1942 la construcción de
la primera escuela federal, misma que se terminó en 1955 toda de adobe. Luego
ya el presidente del comisariado ejidal Martin Hernández Hinojosa construyó de
material el plantel que se llama general Emiliano Zapata, los detalles que
faltaron le tocó terminar a Efrén Muños García en 1957.
Pedro
Cabañas procreó hijos con diferentes mujeres, los primeros son: Pablo y Teodora
Cabañas que tuvo con Guadalupe Albarrán su primera esposa. En segunda nupcias con
Pascuala Ocampo Ríos de Corral Falso tuvo a: Pascual, Luis, Bertoldo, Agustín, Petra,
Evangelina, Félix, Delia, Reynol que murió muy pequeño, Juana y Margarita ésta
última se hizo famosa porque acompañó a Rosario Ibarra de Piedra a muchas de
las movilizaciones en exigencia de la presentación de los desaparecidos
políticos.
Margarita
Cabañas Ocampo nació el 23 de enero de 1940 en San Vicente de Benítez y
falleció el 5 de octubre del 2009 en la Ciudad de México. Era esposa del
desaparecido político Miguel Nájera Nava a quien se llevaron militares vestidos
de civil el 23 de abril de 1973.
Para
llevárselo simularon un secuestro. La gente luego supo que eran militares
haciéndose pasar por gente de Lucio Cabañas. Todo el pueblo de San Vicente de
Benítez estaba sitiado, no había vereda donde no estuvieran los militares.
Nájera Nava atendía la miscelánea “Cabañas”. Se lo llevaron junto con su hija
Berenice que tenía 11 meses de nacida, tuvieron que golpearlo para que la
soltara. Doña Margarita puso la denuncia y encaró al presidente Luis Echeverría
Álvarez cuando visitó ésta ciudad. Elena Poniatowska recuerda a Margarita Cabañas
en su libro Fuerte es el Silencio.
Pedro
Cabañas también dejó hijos en Cacalutla donde le nacieron Pablo y Micaela
Cabañas Ontiveros.
Por su
parte el general Pablo Cabañas Macedo procreó hijos con seis mujeres: Con
Carmen Medina tuvo a Pablo y Raúl Cabañas Medina, con Inés Guillén a Pablo y
Leonel, con Catalina Catalán a Manuel y Domitilo, con Aldegunda Iturio a
Dominga, Melquiades y Cesareo Cabañas Iturio este último padre de Lucio Cabañas
Barrientos. Con Gertrudis López Tezopa nacieron: María de Jesús, Elicea, María
de los Ángeles y Celerina quien fue madre de Abelardo Velázquez Cabañas uno de
los participantes en el rescate de Genaro Vázquez Rojas de la cárcel de Iguala
aquel 22 de abril de 1968.
Pablo
Cabañas Macedo con Gertrudis también adoptaron a Sostenes Aparicio Cienfuegos y
finalmente con Amalia Quiñones procreó a Leonardo Cabañas Quiñones.
Su
nieto Pablo Cabañas Barrientos, hijo de Cesáreo Cabañas, escribió un libro
denominado El jóven Lucio Cabañas donde
narra la triste y trágica historia de la familia Cabañas. El texto aporta muchos
datos, como la presencia de Crescencio Pastor hermano adoptivo de su abuelo
quien siempre estuvo a su lado durante toda la Revolución. Y trae al presente
nuevas imágenes de las batallas revolucionarias de Pablo, Pedro y Tiburcio
Cabañas Macedo quienes mantuvieron por un tiempo en jaque a las fuerzas de
Venustiano Carranza.
Nos
narra cómo los hijos mayores del general Pablo Cabañas murieron asesinados. El
primero Melquiades salió de El Porvenir cortando caminos para no encontrarse
las fuerzas del gobierno y se dirigió al cerro de El Veladero en busca de su
padre. Logró sortear todos los cercos militares, pero al llegar al puerto de
Acapulco, junto con un amigo que lo acompañaba, cayeron en manos de una
avanzada del gobierno, le preguntaron su nombre y el jovencito dijo que era
hijo del general Pablo Cabañas, por eso el oficial a cargo ordenó que se le
fusilara en el acto. El joven Cabañas fue asesinado y nada se supo donde quedó
su cuerpo.
En el
caso de Cesáreo Cabañas Iturio también murió asesinado en San Jerónimo de
Juárez, en manos del segundo comandante de la policía Ventura Rodríguez, que
recibió el pago de un primo del finado. Cesáreo había tenido un altercado con
su primo que le faltó el respeto a su esposa. Salieron a relucir las pistolas,
el primo se retiró humillado, por eso aprovechando la oportunidad de que Cesáreo
fue a un velorio a San Jerónimo de Juárez lo asesinaron cobardemente. El resto
de los hijos del general tendrían un mejor destino.
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