Víctor Cardona Galindo
Pablo
Cabañas Macedo concurrió a la batalla de Chilpancingo en marzo de 1914, iba en
la tropa de Heliodoro Castillo que entró por el rumbo del Cerrito Rico, cuando
en una alianza transitoria, constitucionalistas y zapatistas, se unieron para
dar el golpe final a la capital del estado durante la dictadura de Victoriano
Huerta.
El
revolucionario atoyaquense se quedó resguardando la capital y la dejó hasta el
24 de diciembre de ese año, cuando ya las tropas carrancistas, vueltas en
contra del zapatismo, se encontraban en Petaquillas listas para atacar y
Silvestre Mariscal marchaba por lo alto de la sierra para sorprenderlos por la
retaguardia. Su jefe Heliodoro Castillo, junto a Jesús H. Salgado y Encarnación
Díaz realizaron una retirada táctica por rumbo de Tixtla y el día primero de
febrero de 1915 sus fuerzas reorganizadas ya estaban amenazando de nuevo
Chilpancingo, pero fue hasta el 2 de mayo cuando atacaron y al ser repelidos se
fueron rumbo a Dos Caminos para combatir al gobernador carrancistas Julián
Blanco que despachaba en su tierra natal. Las fuerzas del gobierno fueron
derrotadas por los zapatistas en El Ocotito, El Rincón y las Mohoneras.
El
primero de enero de 1916, Pablo Cabañas participó en la toma de Chilapa. Dice
Manuel López Victoria en su libro Historia
de la Revolución en Guerrero: “Heliodoro Castillo, Pedro Saavedra y Pablo
Cabañas dieron señales de vida y el 1º de enero de 1916 entraron en la ciudad
de Chilapa (…) El éxito logrado por los rebeldes preocupó sobremanera al
coronel Rafael Castillo Calderón y en Chilpancingo se dispuso a marchar con el
propósito de recuperar la plaza caída en poder de los antigobiernistas”.
Al
saber del movimiento de las tropas del gobierno, zapatistas provenientes de
Chilapa, entre los que venían los hermanos Pablo y Pedro Cabañas, atacaron la
ciudad de Chilpancingo a su paso rumbo a la Costa Grande. Venían con el
objetivo de extender el movimiento zapatista a nuestra región, el primer
encuentro lo tuvieron en La Cumbre, un paraje ubicado en las inmediaciones de
Atoyac, donde Cabañas venció a los mariscalistas al mando de Antonio Paco
Navarrete. Y de acuerdo a López Victoria: “Pablo y Pedro Cabañas y los también
hermanos Francisco y Gabino Lezma, proclamaron el 21 de enero, de común
acuerdo, la bandera del Plan de Ayala”.
“Y
desde luego, el destacamento de la División del Sur establecido en Atoyac de
Álvarez salió a combatir a los insurrectos y con los cuales tomó contacto en La
Cumbre, para resentir tres bajas”.
En
marzo de 1916, los Cabañas intentaron tomar Tecpan de Galeana pero fueron
expulsados por el capitán Irineo Fierro. Luego de remontarse a la sierra
reaparecieron por el rumbo de Tepecoacuilco donde lucharon en contra de las
fuerzas de Martín Vicario.
En
julio, Pablo Cabañas volvió a unirse a Heliodoro Castillo para atacar
Chichihualco donde fueron rechazados por los federales al mando del teniente
coronel carrancista Fidel Nogueda Radilla originario de Atoyac quien salió herido
en esa contienda.
Pablo
Cabañas acompañó a Heliodoro Castillo en su incursión por Michoacán y estuvo a
su lado en el combate de Chilapa el 26 de enero de 1917, donde “se batieron con
denuedo los carrancistas al mando del coronel Pedro Ramírez y rechazaron a los
asaltantes que sufrieron considerables bajas”. Cuando Castillo perdió la vida
el 13 de marzo de 1917, Pablo Cabañas que estaba en su estado mayor nada pudo
hacer para salvarlo. Después de la muerte de Castillo, Cabañas marchó con su
gente a Morelos para ponerse a las órdenes de Emiliano Zapata, quien lo comisionó
para que viniera a la Costa a seguir la revolución, de acuerdo con el Plan de
Ayala y recibió de manos del Caudillo del Sur el nombramiento de general brigadier.
En
el combate de Mayanalán, el 28 de noviembre de 1917, Pablo Cabañas al frente de
los zapatistas salió herido del brazo izquierdo. “Zeferino Castillo, Victorino
Bárcenas y Pablo Cabañas, se unieron en Mayanalán y su presencia por ese rumbo
constituía un peligro para la tranquilidad de Iguala (…) Entonces, dejó ésta
plaza el teniente coronel Leopoldo N. Gatica y el 28 de noviembre derrotó a las
huestes insurrectas de los jefes mencionados (…) Pablo Cabañas recibió un
balazo en el brazo izquierdo y con motivo de la lesión sufrida, tuvo que
abandonar por algún tiempo sus actividades revolucionarias”.
El
30 de enero de 1918 a las seis de la mañana, rebeldes zapatistas al mando de
Victoriano Bárcenas y Pablo Cabañas vencieron a los carrancistas de Sabana
Grande y Tonolapan, después de seis horas de combate, le hicieron al enemigo 19
muertos, 28 heridos y le quitaron armas y municiones.
Silvestre Mariscal llegó a ser gobernador carrancista, tomó
posesión el 8 de noviembre de 1916, pero el mismo Venustiano Carranza lo mandó
a llamar por intrigas de la colonia española de Acapulco y por acusaciones del
diputado Héctor F. López. El gobernador fue encarcelado por segunda ocasión el
26 de enero de 1918.
Ante este atropello los mariscalistas encabezados
por Arnulfo Radilla y Silvestre Castro se levantaron en armas en contra del
gobierno carrancista. Entonces Cabañas
aliado de manera transitoria a los mariscalistas, que coquetearon con el Plan
de Ayala, concurrió el 17 de marzo de 1918, a la toma de Acapulco. Los rebeldes
tomaron por sorpresa a los carrancistas que se quedaron sin mando porque el
general Fortunato Maycotte corrió a esconderse en el Fuerte de San Diego. Ese
día los costeños se apoderaron de 160 mil pesos en oro y planta, de la aduana,
dinero que estaba destinado para pagar a las tropas carrancistas.
Pablo
participó en el combate de La Cumbre en julio de 1918 acompañando a las tropas
de Silvestre Castro que vencieron a los carrancistas al mando del general
Rómulo Figueroa. Luego se refugió en la sierra alta y en
noviembre de 1918 abandonó su campamento de El Paraíso y junto con Pablo Vargas
se sumaron a las fuerzas de Jesús H. Salgado y a las de Jesús Sintora que
operaba por el rumbo de Michoacán y a cada momento intentaba atacar a los
pueblos de Guerrero manteniendo su asedio sobre La Unión, Zihuatanejo y
Petatlán, en ese tiempo combatió
por el rumbo de Tierra Caliente.
En los últimos días de agosto de 1919, Pablo
Cabañas Macedo dejó a Jesús H. Salgado en El Balsamar, y con sus hombres se
dirigió a San Vicente de Benítez, para desde ahí coordinar la campaña rebelde
en la Costa Grande.
Después de apartarse de Salgado,
Pablo Cabañas se refugió en San Vicente de Benítez, pero hasta allá lo fue a
combatir el coronel Antonio Reyes que lo atacó en su campamento y lo obligó a
refugiarse en lo alto de la sierra. Dice
José Manuel López Victoria en su Historia
de la Revolución en Guerrero que el coronel Antonio Reyes conoció sus
movimientos y marchó en su búsqueda. El militar consiguió arrasar con el
campamento de Cabañas y lo obligó a refugiarse en la sierra alta.
En
un episodio muy triste de nuestra historia, y en respuesta a una trampa
preparada por los mariscalistas, el 12 de enero de 1920, Pablo Cabañas
ajustició a Arnulfo Radilla Mariscal en el paraje conocido como la Loma Larga.
Se dijo que Arnulfo Radilla era parte de una jugada para asesinar a Cabañas
porque los carrancistas y terratenientes le habían puesto precio a su cabeza.
Mientras Jesús
H. Salgado intentó tomar Zihuatanejo pero lo carrancistas organizaron muy bien
la defensa y lo obligaron refugiarse en la Barranca de Los Encuerados de la
sierra de Petatlan, donde fue atacado por el coronel Rogelio Flores, el 14 de
febrero de 1920, a pesar de pelear con mucha fuerza sucumbió el indómito
general Salgado.
Al morir el
último líder zapatista de Guerrero el general Pablo Cabañas Macedo se amnistío
y se sumó a la campaña de Álvaro Obregón por intercepción del general Genovevo
de la O.
Intentó a llevar sus tropas de Iguala a la Ciudad México pero el general Rómulo
Figueroa les negó el tren e intentó matar a Cabañas, pero éste se disfrazó de
campesino morelense y se fue solo a la Ciudad de México. Al no encontrar a
Pablo, Figueroa como jefe de operaciones militares en el estado de Guerrero,
tuvo que licenciar las tropas cabañistas para que regresaran a su tierra y el
24 de marzo de 1921 cada soldado revolucionario recibió 100 pesos en efectivo.
En el tiempo de los agraristas, “Pablo
Cabañas levantó un campamento en la Laja, cuando Rosendo Radilla tenía 8 años
de edad, junto con sus primos Concepción y Apolinar Benavides Radilla le
llevaba bastimento desde Las Clavellinas, en dos burros cargados de matates. De
regreso llenaban los matates de mangos verdes para los soldados no sospecharan”,
dice Andrea Radilla Martínez.
Posteriormente
muchos agraristas se sumaron a la lucha, del Plan del Veladero que pedía que se
repartieran las tierras, que estaban en manos de los terratenientes. Este
movimiento fue conocido como “La pronuncia” así le llamaban los campesinos.
Cuando veían venir la tropa decían —ahí viene “La Pronuncia” —. Y
los revolucionarios eran “los pronunciados”.
Después
de una ausencia temporal este revolucionario atoyaquense volvió a la región al
proclamarse el Plan del Veladero el 6 de mayo de 1926, por lo que participó en
el ataque de Acapulco el 7 de mayo de ese mes y luego atacó Xaltianguis donde
sus fuerzas colgaron al español Antonio Rubio.
El gobierno federal presidido por Plutarco
Elías Calles, mandó al ministro de guerra y marina, Joaquín Amaro al estado de
Guerrero para que sofocara el brote subversivo. El legendario general llegó al
puerto de Acapulco el 14 de mayo, de donde ordenó al general Adrián Castrejón
que fuera en persecución de los rebeldes hasta Atoyac. Castrejón se internó en
la sierra con elementos del 80 batallón, subió por Tepetixtla en compañía de la
coronela Amelia Robles. Hizo un recorrido por los pueblos de San Francisco del
Tibor, San Vicente de Jesús y de Benítez, Río Santiago, Llanos de Santiago, San
Andrés y el Rincón de Las Parotas. No encontró a “La Pronuncia”.
Uno de los combates que más se
recuerdan de ésta época fue el de la cañada del Morenal, un paraje de la sierra
muy cercano a Los Valles. Las tropas del Plan del Veladero encabezadas por el
general Amadeo Vidales casi acabaron con un batallón de federales. Aquella
batalla sangrienta del
28 de octubre de 1926 dejó muchos soldados muertos. Las
aguas del arroyo del Morenal bajaban rojas, en su cauce quedaron muchos heridos
que se desangraban, algunos se acercaban para tomar agua y ahí morían. Con el
paso del tiempo y como testigo de aquella fecha quedó un conjunto de cruces
esparcidas por el lugar.
Pablo
Cabañas concurrió con Amadeo Vidales a la toma de San Jerónimo el 27 de
noviembre de 1926, en cuya acción murió Ignacio Severiano, propietario de la hacienda
la Tachuela. Luego de ser desalojados por las tropas de gobierno se remontaron
a la sierra.
Después
que los vidalistas fueron desalojados del cerro de El Fortín, se convirtieron
en guerra de guerrillas. Por el rumbo de El Interior se movía un grupo de
rebeldes encabezados por Pablo Cabañas Macedo que de vez en cuando se
enfrentaba a tiros con soldados de la federación. Por San Francisco del Tibor
se movía el guerrillero Francisco Vázquez y Gabino Navarrete Juárez no dejaba
dormir a los guardias de la fábrica de Hilados y Tejidos de El Ticuí con
hostigamiento permanente.
Después
de estas andanzas en defensa del Plan del Veladero, el 20 de febrero de 1929 se
presentaron en Atoyac, Pablo Cabañas, Pablo Herrera y 62 revolucionarios quienes entregaron 18
máuseres y 20 carabinas. Con la entrega de Cabañas y su gente se amnistiaron un
total de 497 vidalistas que entregaron 385 armas de distintos calibres. Después
de eso Pablo Cabañas se fue a vivir a la Ciudad de México.
Cabe
mencionar que Pablo Cabañas junto a sus hermanos Pedro y Tiburcio se vieron
forzados a sumarse a la revolución, luego de dar muerte a unos forajidos que en
El Camarón
se robaron a una de sus hermanas y mataron a cuchilladas su padre Doroteo
Cabañas. Desde entonces los persiguió la justicia porfirista. Este
acontecimiento provocó que surgiera el general revolucionario más consecuente
que dio el municipio de Atoyac. Pablo Cabañas Macedo murió el 26 de diciembre
de 1957 en la Ciudad de México donde está sepultado.
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