sábado, 14 de abril de 2018

General brigadier Pablo Cabañas Macedo II



Víctor Cardona Galindo
Pablo Cabañas Macedo concurrió a la batalla de Chilpancingo en marzo de 1914, iba en la tropa de Heliodoro Castillo que entró por el rumbo del Cerrito Rico, cuando en una alianza transitoria, constitucionalistas y zapatistas, se unieron para dar el golpe final a la capital del estado durante la dictadura de Victoriano Huerta.
El coronel Pedro Cabañas Macedo, junto a su
 hermano Pablo, concurrió a diversos hechos 
de armas, primero peleando a lado de Silvestre 
Mariscal, luego leal a Helidoro Castillo y Jesús H. 
Salgado. Abrazó la causa obregonista en Guerrero
 y finalmente defendió el Plan del Veladero en 1926.
Foto: Cortesía de la familia.

El revolucionario atoyaquense se quedó resguardando la capital y la dejó hasta el 24 de diciembre de ese año, cuando ya las tropas carrancistas, vueltas en contra del zapatismo, se encontraban en Petaquillas listas para atacar y Silvestre Mariscal marchaba por lo alto de la sierra para sorprenderlos por la retaguardia. Su jefe Heliodoro Castillo, junto a Jesús H. Salgado y Encarnación Díaz realizaron una retirada táctica por rumbo de Tixtla y el día primero de febrero de 1915 sus fuerzas reorganizadas ya estaban amenazando de nuevo Chilpancingo, pero fue hasta el 2 de mayo cuando atacaron y al ser repelidos se fueron rumbo a Dos Caminos para combatir al gobernador carrancistas Julián Blanco que despachaba en su tierra natal. Las fuerzas del gobierno fueron derrotadas por los zapatistas en El Ocotito, El Rincón y las Mohoneras.
El primero de enero de 1916, Pablo Cabañas participó en la toma de Chilapa. Dice Manuel López Victoria en su libro Historia de la Revolución en Guerrero: “Heliodoro Castillo, Pedro Saavedra y Pablo Cabañas dieron señales de vida y el 1º de enero de 1916 entraron en la ciudad de Chilapa (…) El éxito logrado por los rebeldes preocupó sobremanera al coronel Rafael Castillo Calderón y en Chilpancingo se dispuso a marchar con el propósito de recuperar la plaza caída en poder de los antigobiernistas”.
Al saber del movimiento de las tropas del gobierno, zapatistas provenientes de Chilapa, entre los que venían los hermanos Pablo y Pedro Cabañas, atacaron la ciudad de Chilpancingo a su paso rumbo a la Costa Grande. Venían con el objetivo de extender el movimiento zapatista a nuestra región, el primer encuentro lo tuvieron en La Cumbre, un paraje ubicado en las inmediaciones de Atoyac, donde Cabañas venció a los mariscalistas al mando de Antonio Paco Navarrete. Y de acuerdo a López Victoria: “Pablo y Pedro Cabañas y los también hermanos Francisco y Gabino Lezma, proclamaron el 21 de enero, de común acuerdo, la bandera del Plan de Ayala”.
“Y desde luego, el destacamento de la División del Sur establecido en Atoyac de Álvarez salió a combatir a los insurrectos y con los cuales tomó contacto en La Cumbre, para resentir tres bajas”.
En marzo de 1916, los Cabañas intentaron tomar Tecpan de Galeana pero fueron expulsados por el capitán Irineo Fierro. Luego de remontarse a la sierra reaparecieron por el rumbo de Tepecoacuilco donde lucharon en contra de las fuerzas de Martín Vicario.
En julio, Pablo Cabañas volvió a unirse a Heliodoro Castillo para atacar Chichihualco donde fueron rechazados por los federales al mando del teniente coronel carrancista Fidel Nogueda Radilla originario de Atoyac quien salió herido en esa contienda.
Pablo Cabañas acompañó a Heliodoro Castillo en su incursión por Michoacán y estuvo a su lado en el combate de Chilapa el 26 de enero de 1917, donde “se batieron con denuedo los carrancistas al mando del coronel Pedro Ramírez y rechazaron a los asaltantes que sufrieron considerables bajas”. Cuando Castillo perdió la vida el 13 de marzo de 1917, Pablo Cabañas que estaba en su estado mayor nada pudo hacer para salvarlo. Después de la muerte de Castillo, Cabañas marchó con su gente a Morelos para ponerse a las órdenes de Emiliano Zapata, quien lo comisionó para que viniera a la Costa a seguir la revolución, de acuerdo con el Plan de Ayala y recibió de manos del Caudillo del Sur el nombramiento de general brigadier.
En el combate de Mayanalán, el 28 de noviembre de 1917, Pablo Cabañas al frente de los zapatistas salió herido del brazo izquierdo. “Zeferino Castillo, Victorino Bárcenas y Pablo Cabañas, se unieron en Mayanalán y su presencia por ese rumbo constituía un peligro para la tranquilidad de Iguala (…) Entonces, dejó ésta plaza el teniente coronel Leopoldo N. Gatica y el 28 de noviembre derrotó a las huestes insurrectas de los jefes mencionados (…) Pablo Cabañas recibió un balazo en el brazo izquierdo y con motivo de la lesión sufrida, tuvo que abandonar por algún tiempo sus actividades revolucionarias”.  
El 30 de enero de 1918 a las seis de la mañana, rebeldes zapatistas al mando de Victoriano Bárcenas y Pablo Cabañas vencieron a los carrancistas de Sabana Grande y Tonolapan, después de seis horas de combate, le hicieron al enemigo 19 muertos, 28 heridos y le quitaron armas y municiones.
Silvestre Mariscal llegó a ser gobernador carrancista, tomó posesión el 8 de noviembre de 1916, pero el mismo Venustiano Carranza lo mandó a llamar por intrigas de la colonia española de Acapulco y por acusaciones del diputado Héctor F. López. El gobernador fue encarcelado por segunda ocasión el 26 de enero de 1918.
Ante este atropello los mariscalistas encabezados por Arnulfo Radilla y Silvestre Castro se levantaron en armas en contra del gobierno carrancista. Entonces Cabañas aliado de manera transitoria a los mariscalistas, que coquetearon con el Plan de Ayala, concurrió el 17 de marzo de 1918, a la toma de Acapulco. Los rebeldes tomaron por sorpresa a los carrancistas que se quedaron sin mando porque el general Fortunato Maycotte corrió a esconderse en el Fuerte de San Diego. Ese día los costeños se apoderaron de 160 mil pesos en oro y planta, de la aduana, dinero que estaba destinado para pagar a las tropas carrancistas.
Pablo participó en el combate de La Cumbre en julio de 1918 acompañando a las tropas de Silvestre Castro que vencieron a los carrancistas al mando del general Rómulo Figueroa. Luego se refugió en la sierra alta y en noviembre de 1918 abandonó su campamento de El Paraíso y junto con Pablo Vargas se sumaron a las fuerzas de Jesús H. Salgado y a las de Jesús Sintora que operaba por el rumbo de Michoacán y a cada momento intentaba atacar a los pueblos de Guerrero manteniendo su asedio sobre La Unión, Zihuatanejo y Petatlán, en ese tiempo combatió por el rumbo de Tierra Caliente.
En los últimos días de agosto de 1919, Pablo Cabañas Macedo dejó a Jesús H. Salgado en El Balsamar, y con sus hombres se dirigió a San Vicente de Benítez, para desde ahí coordinar la campaña rebelde en la Costa Grande.
Después de apartarse de Salgado, Pablo Cabañas se refugió en San Vicente de Benítez, pero hasta allá lo fue a combatir el coronel Antonio Reyes que lo atacó en su campamento y lo obligó a refugiarse en lo alto de la sierra. Dice José Manuel López Victoria en su Historia de la Revolución en Guerrero que el coronel Antonio Reyes conoció sus movimientos y marchó en su búsqueda. El militar consiguió arrasar con el campamento de Cabañas y lo obligó a refugiarse en la sierra alta.
En un episodio muy triste de nuestra historia, y en respuesta a una trampa preparada por los mariscalistas, el 12 de enero de 1920, Pablo Cabañas ajustició a Arnulfo Radilla Mariscal en el paraje conocido como la Loma Larga. Se dijo que Arnulfo Radilla era parte de una jugada para asesinar a Cabañas porque los carrancistas y terratenientes le habían puesto precio a su cabeza.
Mientras Jesús H. Salgado intentó tomar Zihuatanejo pero lo carrancistas organizaron muy bien la defensa y lo obligaron refugiarse en la Barranca de Los Encuerados de la sierra de Petatlan, donde fue atacado por el coronel Rogelio Flores, el 14 de febrero de 1920, a pesar de pelear con mucha fuerza sucumbió el indómito general Salgado.
Al morir el último líder zapatista de Guerrero el general Pablo Cabañas Macedo se amnistío y se sumó a la campaña de Álvaro Obregón por intercepción del general Genovevo de la O. Intentó a llevar sus tropas de Iguala a la Ciudad México pero el general Rómulo Figueroa les negó el tren e intentó matar a Cabañas, pero éste se disfrazó de campesino morelense y se fue solo a la Ciudad de México. Al no encontrar a Pablo, Figueroa como jefe de operaciones militares en el estado de Guerrero, tuvo que licenciar las tropas cabañistas para que regresaran a su tierra y el 24 de marzo de 1921 cada soldado revolucionario recibió 100 pesos en efectivo.
En el tiempo de los agraristas, “Pablo Cabañas levantó un campamento en la Laja, cuando Rosendo Radilla tenía 8 años de edad, junto con sus primos Concepción y Apolinar Benavides Radilla le llevaba bastimento desde Las Clavellinas, en dos burros cargados de matates. De regreso llenaban los matates de mangos verdes para los soldados no sospecharan”, dice Andrea Radilla Martínez.
Posteriormente muchos agraristas se sumaron a la lucha, del Plan del Veladero que pedía que se repartieran las tierras, que estaban en manos de los terratenientes. Este movimiento fue conocido como “La pronuncia” así le llamaban los campesinos. Cuando veían venir la tropa decían ahí viene “La Pronuncia”. Y los revolucionarios eran “los pronunciados”.
Después de una ausencia temporal este revolucionario atoyaquense volvió a la región al proclamarse el Plan del Veladero el 6 de mayo de 1926, por lo que participó en el ataque de Acapulco el 7 de mayo de ese mes y luego atacó Xaltianguis donde sus fuerzas colgaron al español Antonio Rubio.
El gobierno federal presidido por Plutarco Elías Calles, mandó al ministro de guerra y marina, Joaquín Amaro al estado de Guerrero para que sofocara el brote subversivo. El legendario general llegó al puerto de Acapulco el 14 de mayo, de donde ordenó al general Adrián Castrejón que fuera en persecución de los rebeldes hasta Atoyac. Castrejón se internó en la sierra con elementos del 80 batallón, subió por Tepetixtla en compañía de la coronela Amelia Robles. Hizo un recorrido por los pueblos de San Francisco del Tibor, San Vicente de Jesús y de Benítez, Río Santiago, Llanos de Santiago, San Andrés y el Rincón de Las Parotas. No encontró a “La Pronuncia”.
Uno de los combates que más se recuerdan de ésta época fue el de la cañada del Morenal, un paraje de la sierra muy cercano a Los Valles. Las tropas del Plan del Veladero encabezadas por el general Amadeo Vidales casi acabaron con un batallón de federales. Aquella batalla sangrienta del 28 de octubre de 1926 dejó muchos soldados muertos. Las aguas del arroyo del Morenal bajaban rojas, en su cauce quedaron muchos heridos que se desangraban, algunos se acercaban para tomar agua y ahí morían. Con el paso del tiempo y como testigo de aquella fecha quedó un conjunto de cruces esparcidas por el lugar.
Pablo Cabañas concurrió con Amadeo Vidales a la toma de San Jerónimo el 27 de noviembre de 1926, en cuya acción murió Ignacio Severiano, propietario de la hacienda la Tachuela. Luego de ser desalojados por las tropas de gobierno se remontaron a la sierra.
Después que los vidalistas fueron desalojados del cerro de El Fortín, se convirtieron en guerra de guerrillas. Por el rumbo de El Interior se movía un grupo de rebeldes encabezados por Pablo Cabañas Macedo que de vez en cuando se enfrentaba a tiros con soldados de la federación. Por San Francisco del Tibor se movía el guerrillero Francisco Vázquez y Gabino Navarrete Juárez no dejaba dormir a los guardias de la fábrica de Hilados y Tejidos de El Ticuí con hostigamiento permanente.
Después de estas andanzas en defensa del Plan del Veladero, el 20 de febrero de 1929 se presentaron en Atoyac, Pablo Cabañas, Pablo Herrera y  62 revolucionarios quienes entregaron 18 máuseres y 20 carabinas. Con la entrega de Cabañas y su gente se amnistiaron un total de 497 vidalistas que entregaron 385 armas de distintos calibres. Después de eso Pablo Cabañas se fue a vivir a la Ciudad de México.
Cabe mencionar que Pablo Cabañas junto a sus hermanos Pedro y Tiburcio se vieron forzados a sumarse a la revolución, luego de dar muerte a unos forajidos que en El Camarón se robaron a una de sus hermanas y mataron a cuchilladas su padre Doroteo Cabañas. Desde entonces los persiguió la justicia porfirista. Este acontecimiento provocó que surgiera el general revolucionario más consecuente que dio el municipio de Atoyac. Pablo Cabañas Macedo murió el 26 de diciembre de 1957 en la Ciudad de México donde está sepultado.




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