Víctor
Cardona Galindo
Ser
honesto en un lugar como Guerrero puede costar la vida, eso se demuestra en el
libro Adela Rivas Obé. Heroína de la
honestidad de Wilibando Rojas Arellano, donde se exhibe la ineficacia de
las autoridades y el viacrucis que ha vivido la familia, primero para
encontrarla y después para obtener justicia. Este es un texto que además de reivindicar
la vida de una luchadora social, comienza con el análisis de lo que fue el Partido
de la Revolución Democrática (PRD) histórico, pero ante todo es un homenaje a
las mujeres de lucha que dejaron su vida en ese partido que fue la esperanza de
México.
El
libro comienza con el poema “Sin Palabras”
de Frida Varinia “La palabra justicia me sabe amarga… La llamada paz me
parece un ave sin vuelo en el desierto”. Frida nos habla de cómo las palabras
justicia, dignidad, respeto y paz ya no expresan nada y son sustituidas por
otras como: miedo y violencia.
El
autor del libro Wilibaldo Rojas Arellano dice en la introducción: “No puedo
fallarle a quien salvó mi vida cuando me secuestraron los judiciales el 21 de
febrero de 1993. No puedo fallar a quien me cuidó en la huelga de 20 días en
octubre-noviembre del 1997”, en referencia a los momentos críticos en que Adela
Rivas estuvo a su lado. Este libro sirve también para asomarnos a la vida de su
autor y del pueblo de Atoyac.
Wilibaldo
recuerda que siendo estudiante residente de la casa de estudiantes 10 de Junio
fundada en 1982, conoció a Adela en una marcha campesina que se efectuó de
Acapulco a Chilpancingo. Los dos coincidieron en las movilizaciones de 1984
exigiendo subsidio para la Universidad Autónoma de Guerrero que ese año fue
golpeada por el gobierno.
Adela
Rivas Obé fue descendiente del inmigrante francés León Obé Penitoc, el mismo que
vino a instalar la maquinaria que dio vida a la fábrica de hilados y tejidos
Progreso del Sur Ticuí y se quedó a vivir acá casándose con una atoyaquense.
Los Obé, cuya rama principal está en El Ticuí, son gente de trabajo. Son
personas que desde que amanece están dedicadas a su labor. Es gente de paz que
vive de su trabajo.
En mi
caso conocí a la doctora Adela Rivas allá por 1988, yo era un joven
preparatoriano de 17 años y ella una aguerrida dirigente estudiantil de la
escuela de medicina dependiente de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro).
Ya era enfermera, y vivía por el rumbo de Ciudad Renacimiento en Acapulco,
después se vino a vivir a la ciudad de Atoyac, en aquel tiempo esposa de
Wilibaldo Rojas Arellano. Se incorporó al PRD donde siempre defendió con coraje
y convicción su postura. Adela fue una perredista pura y combativa consecuente
con sus principios.
Recuerdo
que Wilibaldo Rojas Arellano llegó al municipio de Atoyac a mediados de abril
de 1989 como maestro de la escuela preparatoria número 22, llegando ocupó el
cargo de subdirector, al mes siguiente el 5 de mayo se fundó el Partido de la
Revolución Democrática. Inmediatamente él y Adela Rivas se incorporaron a las
tareas del nuevo partido, el día de las primeras elecciones, el 3 de diciembre
de ese año, los dos recorrieron la ruta Río Santiago-Cucuyachi donde les tocó
enfrentar las maniobras del fraude electoral. Luego Wilibaldo sería
representante suplente ante el Consejo Electoral encabezado por Eleazar
Radilla, El Ruso; que tenía sus
oficinas en la calle Aquiles Serdán, ahí los perredistas permanecieron ocho
días en plantón.
Wilbaldo
recuerda que la madrugada de 11 de diciembre de 1989, cuando apenas se había
revisado un tercio de las actas de escrutinio, el PRI llevaba mucha ventaja, en
Las Delicias, tierra de los Rojas Arellano, con menos de 30 viviendas, el
tricolor había sacado 350 votos. Al ver que se estaba cometiendo un escandaloso
fraude Otilio Laurel, representante del PRD, exigió al presidente del Consejo
Electoral abriera el paquete para contar los votos, pero no aceptó y las cosas
se pusieron ríspidas.
La
madrugada del 11 de diciembre los perredistas, que estaban en plantón, fueron
atacados por más de 300 policías antimotines, que llegaron lanzando piedras de
río sobre los manifestantes quienes para defenderse de la agresión usaron las
botellas de refrescos que Fulgencio Hernández tenía para su venta en un
puestecito que había instalado junto con Lucía Hernández. Setenta cajas de Coca
Cola, con 24 refrescos cada una, se quebraron sobre los escudos de la policía,
los vidrios quedaron como arena en el piso.
Los 23
heridos que hubo fueron trasladados al hospital en una combi de la maestra
Guadalupe Galeana Marín y a la casa de doña María Manríquez donde los atendía el
doctor Elio Dionisio Ponce. A don Gonzalo Jaimes se lo llevaron mal herido a
San Jerónimo y después al puerto de Acapulco.
Ese
día los policías se llevaron de rehenes a dos perredistas, uno de la Cuauhtémoc
y otro de Cacalutla. Un cochecito Brasilia de Isael Mercado quedó despedazado e
inservible de tanta piedra que le cayó. El doctor Elio Dionisio también ya
nunca arregló su acarro, le puso un nailon en la parte trasera después que lo
quebraron los cristales las piedras de los antimotines. A Jesús Valdez le
tumbaron un diente de una pedrada.
Luego
como método de lucha, el día primero de enero de 1990, se organizó la Comuna
Popular Revolucionaria con Octaviano Roque Ruíz a la cabeza y el comisario de
El Paraíso Adrián Araujo le tomó la protesta. Así se vino la lucha permanente
del PRD en que participaría siempre en primera fila la doctora Adela Rivas Obé.
El 15
de septiembre de 1996, fue baleado en El Paraíso el regidor Mario Valdez
Lucena. Un grupo de priistas lo atacó con cuernos de Chivo, rifles R-15 y
escopetas automáticas, hecho que le dejó ocho cicatrices de bala, el ojo
izquierdo totalmente perdido y el derecho sin pupila, sin iris y recuperada su
visibilidad en un 50 por ciento. Actualmente está a punto de quedar ciego por
completo. La doctora Rivas estuvo muy cerca de Mario Valdez en su proceso de
atención médica, incluso su intervención fue fundamental para que fuera
atendido en IMSS de Acapulco.
Fue
regidora por su partido en el periodo de 1999 al 2002. Recuerdo que salió
electa candidata en una convención de perredistas, y cuando andaba buscando
apoyo de los amigos y compañeros la acompañé a la sierra, juntos recorrimos la
ruta Atoyac-Paraíso. En ese recorrido hablamos de mis proyectos de vida, me
aconsejó que me enfocara en una sola cosa, estuvo de acuerdo que debería ser al
periodismo y a escribir. Después que ella ganara la regiduría, yo dejaría la
política y así lo hice. Ese periodo que encabezó como alcalde priista Acacio
Castro Serrano lo reporteé por entero. Recuerdo a la regidora Adela Rivas
defendiendo a los campesinos de la sierra que cayeron en manos de la policía
judicial y siendo inocentes fueron torturados severamente.
María
Elena Parra Mesino fue detenida el 13 de julio de 1999 en Atoyac de
Álvarez, acusada de homicidio y encarcelada en el penal de Acapulco, era
miembro de las familias de la comunidad de Agua Fría desplazadas por la
violencia, Adela le dio seguimiento a ese caso y tuvo que enfrentar a las
autoridades penitenciarias porque María Elena sufrió violencia y abusos
sexuales dentro del reclusorio de Tecpan de Galeana.
El día
26 de octubre de 1999, como a las 10:30 horas, fue detenido Carlos López Mesino
en Mexcaltepec, por el comandante Víctor Manuel Castro Valente, acusado de
secuestro y de escribir anónimos junto a Rogaciano Rojas Rojas y Leonel
Radilla, los familiares fueron con Adela y ella inmediatamente acudió a la comandancia
para pedir al detenido, junto con Silvestre Balbuena el otro regidor del PRD.
Carlos
López Mesino contó que lo dejaron de torturar, por el rumbo de la presa
derivadora, cuando se escuchó por radio que una regidora se lo estaba exigiendo
al comandante Víctor Manuel Castro Valente. Los viejos trabajadores de limpia
la recuerdan con cariño, porque como edil luchó por mejorar sus condiciones de
vida. Igual dio la cara por los campesinos de El Quemado y otras comunidades de
la sierra. Los trabajadores sindicalizados del Ayuntamiento le agradecieron su
intervención para que se les otorgara el servicio del Seguro Social.
Adela
Rivas Obé, Guadalupe Galeana Marín, Ángeles Santiago Dionicio, Lucía Chávez
Hernández, María Manríquez y Angélica Castro, son de esas mujeres a quienes
mucho debe el movimiento democrático de Atoyac. Después de concluir su periodo
como regidora Adela se retiró del PRD y se dedicó a ejercer su profesión como
médica, tanto en su consultorio particular como en el IMSS. No pocos son los
que le agradecen su intervención para aliviar sus males.
Aunque
los últimos años, ya no teníamos mucho contacto con Adela, seguía todo lo que
posteaba en su muro del Facebook, así encontré que estaba dedicada a la
religión, pues mucho posteaba oraciones y reflexiones cristianas. Su último post, hecho casi una hora antes de su
desaparición, se refería a que la raíz de todos los males es el dinero: “Porque
la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo
algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”, 1 Timoteo
6:10.
Adela
Rivas Obé tenía 52 años, era médico cirujano, al desaparecer se desempeñaba
como directora de la micro-zona del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)
en la región de la Costa Grande que incluye las clínicas de Papanoa, La Unión y
Petacalco con sede en la cabecera municipal de Petatlán. Tenía una antigüedad
en el IMSS de 25 años con seis meses en el área médica, de joven fue socorrista
de la Cruz Roja de Chilpancingo, enfermera en el Hospital General Regional
número 1 “Vicente Guerrero”.
Ella
nació en Acapulco el 8 de septiembre 1964, hija de Jesús Rivas Paniagua originario de Michoacán
y de la señora Angelina Obé Rosas nativa de El Ticuí. Fue madre de Bolívar
Darío de 23 y Emiliano Rojas Rivas de 19 años. Por muchos años fue esposa de
Wilibaldo Rojas Arellano miembro del histórico grupo Los Barbones quienes
destacaron en la lucha perredista durante la década de los noventa del siglo
pasado.
Adela
estudió la primaria en el Instituto Victoria de Acapulco, la secundaria en la
federal número 2, la licenciatura en enfermería número 2 de la UAGro en
Acapulco, hizo su servicio social en el Centro Médico Chilpancingo y recibió su
título el 4 de junio de 1987. Luego cursó la facultad de medicina también de la
UAGro, en la generación 1987-1993, egresó como médico cirujano, recibió su título
el 17 de octubre de 1997 y su cédula
profesional es la número: 2597401. Hizo su internado en el hospital Vicente
Guerrero del IMSS en Acapulco y su servicio social en la Clínica del IMSS de
Papanoa municipio de Tecpan de Galeana en 1993-1994.
Fue
una profesionista al servicio de la gente y como como dice su familia “al
servicio de Dios”. De adolescente trabajó transitoriamente como costurera para
ganar unos cuantos pesos para pagar los gastos de sus estudios. Wilibaldo Rojas
escribe que fue su hermana Sandra Luz, quien le ayudó a conseguir el empleo en
el Instituto Mexicano del Seguro Social. “No fue sencillo, fueron varios meses
de espera y también hay que hacer méritos”.
Adela
Rivas Obé desapareció el 22 de septiembre de 2016 de la clínica 8 del IMSS en Zihuatanejo
luego de salir de una reunión oficial de carácter administrativo. En esos días investigaba
el robo de medicamentos de la farmacia de la clínica del IMSS de Petacalco.
Después
de su desaparición se hizo todo para localizarla viva, desde ayunos, marchas,
oraciones y hasta consultas con espiritistas y chiriperos que les decían que
estaba viva que no dejaran de buscarla, otros decían que a lo mejor los narcos
se la habían llevado para curar heridos. Pero luego su cuerpo sin vida fue hallado
por un pepenador el 11 de octubre en un barranco cercano a la Playa Majahua en
Zihuatanejo.
La
familia no reconoció los restos a simple vista, fue hasta el 17 de octubre que
el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Xavier Olea Peláez anunció que
los restos encontrados eran de la doctora, según el resultado de los estudios
de ADN que le practicaron.