Víctor Cardona Galindo
En la cima del cerro El Calvario estuvo
el cuartel militar, ahí también durante
muchos años estuvo un cañón que el pueblo de Atoyac conocía como El Niño. En el
Archivo Municipal consta que en 1934 que dicho cañón fue llevado, en cinco
carretas, al Arenal del Paco, por el mayor Antonio Cárdenas López, jefe del
tercer sector militar de Tecpan de Galeana. Estaba reciente la formación del
municipio de Benito Juárez y el gobierno estatal tenía preferencias por ese
territorio.
El
señor Demetrio Castro Girón fue presidente
municipal de Atoyac en 1934, por
tres meses
cubrió el periodo que correspondía a Antonio
Rosas Abarca. Foto: Cortesía de la familia.
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Pero además se vivía
bajo la tiranía de la bota militar. Está claro, que en 1934, el jefe del sector
militar en esta población, coronel Francisco Hernández Domínguez, traía
instrucciones del gobierno federal de aplicar mano de hierro y acabar con los
líderes de los dos bandos políticos que se disputaban el poder regional, por
tal motivo muchos abandonaron el municipio para buscar protección en otras
partes del estado y de esa forma evitaron correr la misma suerte que Obdulio
Ludwig y David Flores Reynada.
Porque siempre se supo
en Atoyac de que el coronel Hernández Domínguez fue el promotor de la muerte de
Obdulio Ludwig, ya que los asaltantes iban uniformados de federales. Se supo
además que también se proponía asesinar al presidente municipal Antonio Rosas
Abarca, quien al verse acorralado por la fuerza militar, solicitó licencia y se
fue a refugiar a Coyuca de Benítez. Desde ese lugar responsabilizó del complot
al coronel Hernández Domínguez y lo denunció ante el secretario de Guerra y
Marina, Pablo Quiroga Escamilla. Estuvo insistiendo en su culpabilidad hasta
que logró que lo cambiaran de esta plaza, mientras tanto una parte de ese
periodo de gobierno municipal lo cubrió Gaudencio Reynada, quien renunció en
octubre y terminó la administración Demetrio Castro Girón.
Al
hablar de la tragedia de Obdulio Ludwig y de David Flores, la tía Rosita
Santiago Galindo dice que eso fue política de aquellos tiempos, ellos no se
podían ver a pesar que eran primos hermanos. “La política se manejaba al grado
de que eran enemigos a muerte. La misma tarde que mataron a Obdulio tomaron
prisionero a David y a los pocos días amaneció muerto”, aunque para la tía
Rosita a David lo mandó a fusilar el presidente municipal Antonio Rosas Abarca.
“Está confuso, no entiendo como estuvo, los dos murieron con pocos días de
diferencia”, dice.
Francisco
Galeana Nogueda en su obra Conflicto
sentimental. Memorias de un bachiller en humanidades recuerda que “Obdulio
Ludwig fue asesinado un Sábado de Gloria, en su propia casa, muriendo a la vez
el agente de la Compañía de Seguros La Nacional, don Eduardo Waigerber, de
origen alemán y herido no de gravedad otro alemán de apellido Blum”.
Después de la muerte de
Obdulio Ludwig la represión llegó a los agraristas donde quiera que
encontraran, el 11 de abril de 1934 los federales y “voluntarios” al servicio
de la familia Cortés de Cacalutla arrasaron y quemaron la comunidad de La
Tamalera, para después colgar a los líderes. Después de eso la población se
dispersó, algunos se asentaron en Cacalutla, pero la mayoría subió más arriba
de las montañas, donde, entre milpas, piedras y palmeras de cayaco,
construyeron toritos con techos de palapa y fundaron una nueva cuadrilla que se
llamó Villa Guerrero. El lugar ahora se conoce como El Quemado y fue el refugio
final de excombatientes vidalistas que formaron parte de la colonia Agrícola
Juan R. Escudero.
Tampoco escapó a la
política de terror de esa época el líder agrarista Alberto Téllez Castro quien
fue asesinado en agosto de 1934. En El Carrizal municipio de Coyuca de Benítez
está su tumba. Ahí los reaccionarios de Atoyac le pusieron una emboscada. Alberto
vivía en Boca de Arroyo donde, en esos días, se formaba un grupo de defensa
rural, fue al puerto de Acapulco por unas armas que proporcionó la propia
federación, ya venía de regreso cuando lo emboscaron, con él murió su primo
Francisco Castro. Alberto tenía 48 años, era hijo de Abrahan Téllez y de María
Dolores Castro, dejó cuatro hijos en la orfandad: Alberto, Ofelia, Justina y
Margarita. A pesar de haber peleado con las armas en la mano por un pedazo de
tierra, nada les dejó a sus hijos, porque apenas andaban gestionando el ejido.
Eran los días que todo mundo estaba solicitando e invadiendo tierras, por
ejemplo el 20 de agosto de 1934, los campesinos de El Paraíso solicitaron la
formación de su ejido. Por eso todos los líderes de los campesinos estaban
siendo asesinados.
A punta de bala los
militares impusieron el orden, porque después de estos acontecimientos
sangrientos, la agitada situación política fue cediendo poco a poco hasta vivir
un pequeño lapso de tranquilidad en la región.
Dice Wilfrido Fierro en
su Monografía de Atoyac que durante
la actuación del alcalde Gaudencio Reynada, se formó la Honorable Junta de
Mejoras Materiales y Embellecimiento de la población, con la participación de
los potentados locales quedando como presidente Justino Mendoza Pita, y claro,
como presidente honorario el coronel Francisco Hernández Domínguez, el tesorero
fue Onofre Quiñones y como Secretario fungió Pedro Parra Cortés, quienes llevaron
a cabo, con el apoyo de la iniciativa privada, los trabajos del embanquetado
del jardín Morelos, levantaron el viejo piso de ladrillo, lo sustituyeron por
uno de cemento y tiraron las bancas de ladrillo que se habían construido en la
administración del alcalde Patricio Rodríguez, para cambiarlas por 14 bancas de
concreto que fueron inauguradas el 7 de junio de 1934.
Aquí
quiero anotar un dato curioso, Alfonso Cedeño Galicia, El Güero Cedeño, fue comandante de la policía municipal en 1933 y
1934. En 1935 aparece solamente como policía. El Güero Cedeño fue soldado agrarista, después vidalista y en 1967
fue de tres primeros campesinos que se subieron a la sierra con Lucio Cabañas
Barrientos para formar el primer núcleo del Partido de los Pobres.
Como expliqué anteriormente desde
1864 a 1934 el periodo fue de un año y de 1935 a 1956 de dos años, así que el
primer presidente municipal que duró dos años, en el cargo, fue Pedro Parra
Mesino fundador en Atoyac del Partido Nacional Revolucionario y partidario del
gobernador Gabriel R. Guevara.
Entre
las planillas que participaron para cubrir este periodo, estuvo la encabezaba
por el comerciante Justino Mendoza Pita, presidente de la Honorable Junta de
Mejoras Materiales y Embellecimiento quien al final se negó a contender debido
a la agitación política que imperaba, y llegó a la presidencia Pedro Parra Mesino,
que tomó posesión el día primero de enero de 1935. Durante
los dos años de actuación, logró realizar la obra del campo de aviación de El
Ticuí, gestionó el terreno ante las compañías españolas del puerto de Acapulco.
El campo de aterrizaje fue inaugurado por un piloto aviador de apellido Clevens
quien piloteó un avión trimotor. También la
carretera entre Acapulco-Atoyac-San Jerónimo quedó terminada en 1935.
Dice
Wilfrido Fierro que la actividad que desarrolló en cuanto a obras públicas fue
poca. Construyó la cárcel municipal, a la que bautizó como “El cielito Azul”.
El problema más duro que afrontó, fue el congreso agrario que organizó José
Delgado Madrigal en la plazuela Perseverancia, del primero al 3 de noviembre de
1936, con una asistencia de más de 5 mil campesinos entre hombres y mujeres.
Madrigal vino comisionado por el presidente de la República Lázaro Cárdenas del
Río, para organizar a los campesinos para que se les dotara de tierras y créditos para cultivarlas.
Ahí Madrigal ofreció expropiar las huertas de los latifundistas Pino, Gálvez y
Gómez.
En
algún momento, considera Wilfrido, los dirigentes congresistas tuvieron el
propósito de tomar el Ayuntamiento por asalto y, si se oponía, asesinar al
presidente municipal, pero el alcalde se enteró de sus planes, tomó las
medidas, puso de conocimiento a las autoridades y recibió la protección de fuerzas
federales al mando del capitán Balderas, quien tuvo órdenes terminantes de
someter al orden a las alborotadores. Por esta la razón los congresistas
optaron por retirarse a sus lugares de origen solamente con promesas.
Entre
los acuerdos tomados por ese congreso estaban: solicitar al gobierno federal la
apertura de escuelas rurales en la zona cafetalera y comunidades del bajo,
poner a trabajar la fábrica de El Ticuí, la dotación de tierras comunales, el
mejoramiento de la carretera nacional de Atoyac-Acapulco y la dotación de créditos
e implementos agrícolas.
En esos días, debido a
los numerosos atropellos cometidos en todo el estado por el régimen del general
Gabriel R. Guevara, entre ellos una masacre en Coyuca de Catalán, el Congreso
de la Unión y la presidencia de la República ordenaron la desaparición de los
poderes en el estado de Guerrero y vino como gobernador sustituto José Inocente
Lugo, quien siguió apoyando a Parra Mesino para que terminara su mandato.
Por
órdenes del general Lázaro Cárdenas a principios de 1937 se organizó el noveno
batallón del cuerpo de defensas rurales y el mayor del Ejército Alberto Orbe
Domínguez nombró comandante de la primera compañía a Toribio Gómez Pino y al
frente de la segunda compañía quedó Crispín Ocampo Bello quien días más tarde
fue nombrado por el general Joaquín de la Peña.
Pero
al mismo tiempo tomaba las riendas de la presidencia municipal Isidro Cortés
García enemigo jurado de los reservistas porque era dueño, junto con sus
hermanos, de la hacienda de Cacalutla a la que el gobierno del Presidente de la República Emilio
Portes Gil había expropiado tierras para dárselas a los vidalistas que formaron
la Colonia Agrícola Juan R. Escudero. Este conflicto lo llevó a ser desaforado
y detenido en el Palacio Municipal por fuerzas federales, en abril de 1937, después
de ser balaceado por los reservistas en la sierra, pero el gobierno del estado
argumentó que lo depuso por haber cometido delitos del orden común.
Las cosas estuvieron
así: En la contienda para elegir gobernador del estado participaron como
candidatos: David Arizmendi, David Pastrana Jaimes y el general Alberto F.
Berber, para diputados federales por el cuatro distrito, Margarito Gómez
Mangana contra Feliciano Radilla Ruíz. Para diputados locales Enedino Ríos,
Emilio López Torres y Miguel Bonilla, y por la presidencia municipal
contendieron Isidro Cortés García y Rosendo Galeana Lluck.
Las elecciones
estuvieron muy reñidas, sobresaliendo los candidatos Arizmendi y Pastrana Jaimes
para la gubernatura; Feliciano Radilla a la diputación federal y Enedino Ríos a
la local, pero el partido oficial declaró triunfante al general Alberto F.
Berber como gobernador del estado, a Radilla como diputado federal y a Emilio
López Torres en la local e Isidro Cortés García a la presidencia municipal de
este lugar.
Cortés García tomó
posesión el primero de enero de 1937. Ante tal determinación y en son de
protesta los bandos políticos de la zona cafetalera y del bajo, encabezados por
los líderes Toribio Gómez y Crispín Ocampo Bello, se unieron con el comercio local
para llevar a cabo un plantón, que duró tres días, frente a la casa del maestro
Modesto Alarcón. La protesta fue dirigida por los excelsos oradores Canuto
Nogueda Radilla y Fructuoso Méndez Guisar.
Los manifestantes exigían
que el presidente municipal fuera Rosendo Galeana Lluck, pero las autoridades
estatales giraron instrucciones a los militares para que sometieran al orden a
los revoltosos y le brindaran todo el apoyo a Cortés García. Los inconformes
perdieron las esperanzas en su lucha y volvieron a sus comunidades.
Dice la Monografía de Atoyac que Isidro Cortés
García, fue enérgico en su actuación administrativa y muy afecto al aseo de la
ciudad, pues obligaba a los habitantes conservar limpio el frente de sus casas
y al que no lo hacía le imponía sanciones
administrativas. En una ocasión citó al comercio local a una junta en el
Palacio Municipal para darle a conocer su programa de trabajo, la cita era
obligatoria y la asistencia debería de hacerse cronométricamente a la hora
indicada y muchos por llegar tarde fueron multados sin ninguna consideración.
Esa vez el señor Sabás
Hernández Parra fue requerido y presentado por la policía; al llegar al Palacio
Municipal le dijo al presidente: “Me ha
mandado llamar de esta manera ¿no sabe quién soy yo?”, Cortés García le
contestó: “No lo conozco, pero para conocerlo mejor, échenlo a la cárcel”. Ante
este incidente salieron en su defensa los presentes, y de esta manera Hernández
escapó de ir a los separos. Fue su temperamento bélico el que llevó a Cortes
García a su fracaso político, considera Wilfrido Fierro.
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