sábado, 21 de octubre de 2017

Historia del Ayuntamiento IX

Víctor Cardona Galindo
En la cima del cerro El Calvario estuvo el cuartel militar, ahí  también durante muchos años estuvo un cañón que el pueblo de Atoyac conocía como El Niño. En el Archivo Municipal consta que en 1934 que dicho cañón fue llevado, en cinco carretas, al Arenal del Paco, por el mayor Antonio Cárdenas López, jefe del tercer sector militar de Tecpan de Galeana. Estaba reciente la formación del municipio de Benito Juárez y el gobierno estatal tenía preferencias por ese territorio.
El señor Demetrio Castro Girón fue presidente
 municipal de Atoyac en 1934, por tres meses 
cubrió el periodo que correspondía a Antonio
 Rosas Abarca. Foto: Cortesía de la familia.

Pero además se vivía bajo la tiranía de la bota militar. Está claro, que en 1934, el jefe del sector militar en esta población, coronel Francisco Hernández Domínguez, traía instrucciones del gobierno federal de aplicar mano de hierro y acabar con los líderes de los dos bandos políticos que se disputaban el poder regional, por tal motivo muchos abandonaron el municipio para buscar protección en otras partes del estado y de esa forma evitaron correr la misma suerte que Obdulio Ludwig y David Flores Reynada.
Porque siempre se supo en Atoyac de que el coronel Hernández Domínguez fue el promotor de la muerte de Obdulio Ludwig, ya que los asaltantes iban uniformados de federales. Se supo además que también se proponía asesinar al presidente municipal Antonio Rosas Abarca, quien al verse acorralado por la fuerza militar, solicitó licencia y se fue a refugiar a Coyuca de Benítez. Desde ese lugar responsabilizó del complot al coronel Hernández Domínguez y lo denunció ante el secretario de Guerra y Marina, Pablo Quiroga Escamilla. Estuvo insistiendo en su culpabilidad hasta que logró que lo cambiaran de esta plaza, mientras tanto una parte de ese periodo de gobierno municipal lo cubrió Gaudencio Reynada, quien renunció en octubre y terminó la administración Demetrio Castro Girón.
Al hablar de la tragedia de Obdulio Ludwig y de David Flores, la tía Rosita Santiago Galindo dice que eso fue política de aquellos tiempos, ellos no se podían ver a pesar que eran primos hermanos. “La política se manejaba al grado de que eran enemigos a muerte. La misma tarde que mataron a Obdulio tomaron prisionero a David y a los pocos días amaneció muerto”, aunque para la tía Rosita a David lo mandó a fusilar el presidente municipal Antonio Rosas Abarca. “Está confuso, no entiendo como estuvo, los dos murieron con pocos días de diferencia”, dice.
Francisco Galeana Nogueda en su obra Conflicto sentimental. Memorias de un bachiller en humanidades recuerda que “Obdulio Ludwig fue asesinado un Sábado de Gloria, en su propia casa, muriendo a la vez el agente de la Compañía de Seguros La Nacional, don Eduardo Waigerber, de origen alemán y herido no de gravedad otro alemán de apellido Blum”.
Después de la muerte de Obdulio Ludwig la represión llegó a los agraristas donde quiera que encontraran, el 11 de abril de 1934 los federales y “voluntarios” al servicio de la familia Cortés de Cacalutla arrasaron y quemaron la comunidad de La Tamalera, para después colgar a los líderes. Después de eso la población se dispersó, algunos se asentaron en Cacalutla, pero la mayoría subió más arriba de las montañas, donde, entre milpas, piedras y palmeras de cayaco, construyeron toritos con techos de palapa y fundaron una nueva cuadrilla que se llamó Villa Guerrero. El lugar ahora se conoce como El Quemado y fue el refugio final de excombatientes vidalistas que formaron parte de la colonia Agrícola Juan R. Escudero.
Tampoco escapó a la política de terror de esa época el líder agrarista Alberto Téllez Castro quien fue asesinado en agosto de 1934. En El Carrizal municipio de Coyuca de Benítez está su tumba. Ahí los reaccionarios de Atoyac le pusieron una emboscada. Alberto vivía en Boca de Arroyo donde, en esos días, se formaba un grupo de defensa rural, fue al puerto de Acapulco por unas armas que proporcionó la propia federación, ya venía de regreso cuando lo emboscaron, con él murió su primo Francisco Castro. Alberto tenía 48 años, era hijo de Abrahan Téllez y de María Dolores Castro, dejó cuatro hijos en la orfandad: Alberto, Ofelia, Justina y Margarita. A pesar de haber peleado con las armas en la mano por un pedazo de tierra, nada les dejó a sus hijos, porque apenas andaban gestionando el ejido. Eran los días que todo mundo estaba solicitando e invadiendo tierras, por ejemplo el 20 de agosto de 1934, los campesinos de El Paraíso solicitaron la formación de su ejido. Por eso todos los líderes de los campesinos estaban siendo asesinados.
A punta de bala los militares impusieron el orden, porque después de estos acontecimientos sangrientos, la agitada situación política fue cediendo poco a poco hasta vivir un pequeño lapso de tranquilidad en la región.
Dice Wilfrido Fierro en su Monografía de Atoyac que durante la actuación del alcalde Gaudencio Reynada, se formó la Honorable Junta de Mejoras Materiales y Embellecimiento de la población, con la participación de los potentados locales quedando como presidente Justino Mendoza Pita, y claro, como presidente honorario el coronel Francisco Hernández Domínguez, el tesorero fue Onofre Quiñones y como Secretario fungió Pedro Parra Cortés, quienes llevaron a cabo, con el apoyo de la iniciativa privada, los trabajos del embanquetado del jardín Morelos, levantaron el viejo piso de ladrillo, lo sustituyeron por uno de cemento y tiraron las bancas de ladrillo que se habían construido en la administración del alcalde Patricio Rodríguez, para cambiarlas por 14 bancas de concreto que fueron inauguradas el 7 de junio de 1934.
Aquí quiero anotar un dato curioso, Alfonso Cedeño Galicia, El Güero Cedeño, fue comandante de la policía municipal en 1933 y 1934. En 1935 aparece solamente como policía. El Güero Cedeño fue soldado agrarista, después vidalista y en 1967 fue de tres primeros campesinos que se subieron a la sierra con Lucio Cabañas Barrientos para formar el primer núcleo del Partido de los Pobres.
Como expliqué anteriormente desde 1864 a 1934 el periodo fue de un año y de 1935 a 1956 de dos años, así que el primer presidente municipal que duró dos años, en el cargo, fue Pedro Parra Mesino fundador en Atoyac del Partido Nacional Revolucionario y partidario del gobernador Gabriel R. Guevara.
Entre las planillas que participaron para cubrir este periodo, estuvo la encabezaba por el comerciante Justino Mendoza Pita, presidente de la Honorable Junta de Mejoras Materiales y Embellecimiento quien al final se negó a contender debido a la agitación política que imperaba, y llegó a la presidencia Pedro Parra Mesino, que tomó posesión el día primero de enero de 1935. Durante los dos años de actuación, logró realizar la obra del campo de aviación de El Ticuí, gestionó el terreno ante las compañías españolas del puerto de Acapulco. El campo de aterrizaje fue inaugurado por un piloto aviador de apellido Clevens quien piloteó un avión trimotor. También la carretera entre Acapulco-Atoyac-San Jerónimo quedó terminada en 1935.
Dice Wilfrido Fierro que la actividad que desarrolló en cuanto a obras públicas fue poca. Construyó la cárcel municipal, a la que bautizó como “El cielito Azul”. El problema más duro que afrontó, fue el congreso agrario que organizó José Delgado Madrigal en la plazuela Perseverancia, del primero al 3 de noviembre de 1936, con una asistencia de más de 5 mil campesinos entre hombres y mujeres. Madrigal vino comisionado por el presidente de la República Lázaro Cárdenas del Río, para organizar a los campesinos para que se les  dotara de tierras y créditos para cultivarlas. Ahí Madrigal ofreció expropiar las huertas de los latifundistas Pino, Gálvez y Gómez.
En algún momento, considera Wilfrido, los dirigentes congresistas tuvieron el propósito de tomar el Ayuntamiento por asalto y, si se oponía, asesinar al presidente municipal, pero el alcalde se enteró de sus planes, tomó las medidas, puso de conocimiento a las autoridades y recibió la protección de fuerzas federales al mando del capitán Balderas, quien tuvo órdenes terminantes de someter al orden a las alborotadores. Por esta la razón los congresistas optaron por retirarse a sus lugares de origen solamente con promesas.
Entre los acuerdos tomados por ese congreso estaban: solicitar al gobierno federal la apertura de escuelas rurales en la zona cafetalera y comunidades del bajo, poner a trabajar la fábrica de El Ticuí, la dotación de tierras comunales, el mejoramiento de la carretera nacional de Atoyac-Acapulco y la dotación de créditos e implementos agrícolas.
En esos días, debido a los numerosos atropellos cometidos en todo el estado por el régimen del general Gabriel R. Guevara, entre ellos una masacre en Coyuca de Catalán, el Congreso de la Unión y la presidencia de la República ordenaron la desaparición de los poderes en el estado de Guerrero y vino como gobernador sustituto José Inocente Lugo, quien siguió apoyando a Parra Mesino para que terminara su mandato. 
Por órdenes del general Lázaro Cárdenas a principios de 1937 se organizó el noveno batallón del cuerpo de defensas rurales y el mayor del Ejército Alberto Orbe Domínguez nombró comandante de la primera compañía a Toribio Gómez Pino y al frente de la segunda compañía quedó Crispín Ocampo Bello quien días más tarde fue nombrado por el general Joaquín de la Peña.
Pero al mismo tiempo tomaba las riendas de la presidencia municipal Isidro Cortés García enemigo jurado de los reservistas porque era dueño, junto con sus hermanos, de la hacienda de Cacalutla a la que el gobierno del Presidente de la República Emilio Portes Gil había expropiado tierras para dárselas a los vidalistas que formaron la Colonia Agrícola Juan R. Escudero. Este conflicto lo llevó a ser desaforado y detenido en el Palacio Municipal por fuerzas federales, en abril de 1937, después de ser balaceado por los reservistas en la sierra, pero el gobierno del estado argumentó que lo depuso por haber cometido delitos del orden común.
Las cosas estuvieron así: En la contienda para elegir gobernador del estado participaron como candidatos: David Arizmendi, David Pastrana Jaimes y el general Alberto F. Berber, para diputados federales por el cuatro distrito, Margarito Gómez Mangana contra Feliciano Radilla Ruíz. Para diputados locales Enedino Ríos, Emilio López Torres y Miguel Bonilla, y por la presidencia municipal contendieron Isidro Cortés García y Rosendo Galeana Lluck.
Las elecciones estuvieron muy reñidas, sobresaliendo los candidatos Arizmendi y Pastrana Jaimes para la gubernatura; Feliciano Radilla a la diputación federal y Enedino Ríos a la local, pero el partido oficial declaró triunfante al general Alberto F. Berber como gobernador del estado, a Radilla como diputado federal y a Emilio López Torres en la local e Isidro Cortés García a la presidencia municipal de este lugar.
Cortés García tomó posesión el primero de enero de 1937. Ante tal determinación y en son de protesta los bandos políticos de la zona cafetalera y del bajo, encabezados por los líderes Toribio Gómez y Crispín Ocampo Bello, se unieron con el comercio local para llevar a cabo un plantón, que duró tres días, frente a la casa del maestro Modesto Alarcón. La protesta fue dirigida por los excelsos oradores Canuto Nogueda Radilla y Fructuoso Méndez Guisar.
Los manifestantes exigían que el presidente municipal fuera Rosendo Galeana Lluck, pero las autoridades estatales giraron instrucciones a los militares para que sometieran al orden a los revoltosos y le brindaran todo el apoyo a Cortés García. Los inconformes perdieron las esperanzas en su lucha y volvieron a sus comunidades.
Dice la Monografía de Atoyac que Isidro Cortés García, fue enérgico en su actuación administrativa y muy afecto al aseo de la ciudad, pues obligaba a los habitantes conservar limpio el frente de sus casas y al que no lo hacía le imponía  sanciones administrativas. En una ocasión citó al comercio local a una junta en el Palacio Municipal para darle a conocer su programa de trabajo, la cita era obligatoria y la asistencia debería de hacerse cronométricamente a la hora indicada y muchos por llegar tarde fueron multados sin ninguna consideración.
Esa vez el señor Sabás Hernández Parra fue requerido y presentado por la policía; al llegar al Palacio Municipal  le dijo al presidente: “Me ha mandado llamar de esta manera ¿no sabe quién soy yo?”, Cortés García le contestó: “No lo conozco, pero para conocerlo mejor, échenlo a la cárcel”. Ante este incidente salieron en su defensa los presentes, y de esta manera Hernández escapó de ir a los separos. Fue su temperamento bélico el que llevó a Cortes García a su fracaso político, considera Wilfrido Fierro.


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