jueves, 13 de abril de 2017

Ciudad con aroma de café XXIX


Víctor Cardona Galindo
Un extranjero que se recuerda mucho es el ingeniero guatemalteco Salvador Gálvez, quien llegó a estas tierras invitado por Gabino Pino González en 1891. Gálvez realizó estudios de la tierra en un campamento al que bautizó con el nombre de El Estudio, en las inmediaciones de La Soledad donde se instalaron las primeras huertas demostrativas de café. Cuando las huertas estuvieron en producción, construyó unas máquinas de madera para despulpar y secar el producto. Con el tiempo el guatemalteco se convirtió en terrateniente hasta que el general Lázaro Cárdenas le expropió sus tierras.
León Obé Quiñones músico y ganadero, descendiente de franceses,
 quien vivió en El Ticuí municipio de Atoyac.
  Foto Archivo Histórico Municipal.

Se sabe que los dueños de la hacienda de Cacalutla eran ciudadanos norteamericanos radicados en Acapulco. La población de la sierra alta tiene diversos orígenes, por ejemplo, existen testimonios que hubo extranjeros que explotaban pequeñas minas, que siguen siendo muy ricas en diversos minerales principalmente en oro. Hay evidencias que la zona fue habitada por gente de naciones europeas, como alemanes y franceses. Existen algunos apellidos extranjeros como Chop y hay gente con ojos de color que se apellidan Alvarado. En Carrizal de Los Diamantes de Coyuca de Catalán hay mujeres hermosísimas con ojos de color, muy finas como de origen francés. En Fincas Viejas municipio de Tecpan existió una familia de apellido Smith.

Masaharu Fukuchige

Pero hoy vamos hablar de otros extranjeros ilustres que vivieron en Atoyac y que dejaron huellas profundas en nuestra tierra, entre ellos está Masaharu Fukuchige (1932-2005). Medico acupunturista oriundo de Kagoshima, Japón. Luchador de causas justas, pasó varios años como voluntario apoyando la revolución cubana a principios de los setentas. Llegó a México buscando a su jefa de brigada en Cuba, quien también era japonesa y estaba enferma de cáncer; la encontró en Acapulco y a partir de ahí se encargó de sus cuidados.
En 1987 se enlazó con Atoyac buscando a unos médicos japoneses que un amigo llamado Roberto, que arreglaba motosierras, le comentó que trabajaban acá. Dio con la casa de Arturo García Jiménez y pensó que ahí habitaban los japoneses y dejó en un poste de la puerta un mensaje en japonés con carbón.
La doctora Michie Kikuchi, compañera del doctor Salomón García Jiménez leyó el mensaje en el que decía cuando volvería a Atoyac. A partir de ahí se integró a la labor en nuestra localidad y formó parte del Instituto Médico TAO y se quedó a vivir en el Jardín del Edén; su función fue capacitar a los llamados médicos descalzos, apoyar a grupos de mujeres campesinas y sobre todo, a sanar pacientes con acupuntura, masaje y moxibustión. Era muy amigable con toda la gente y, en sus ratos libres, asesoraba a campesinos con la tecnología de “agricultura natural” que se practica en Japón.

Roelof Jan Engels

Enfermó de cáncer y por ello regresó a Japón en donde falleció en el 2005. Muchos atoyaquenses lo recuerdan siempre en su bicicleta con canasto y con un palo para espantarse  los perros.
Otro es Roelof Jan Engels (1943-2013) Mejor conocido como Rul, este experto en Permacultura y alumno del australiano Bill Mollison, llegó a México en el 2001 atraído por conocer nuestro país y en particular los hongos de la sierra mazateca de Oaxaca. En realidad él sólo quería estar de paso ya que iba a Brasil a realizar unos trabajos.
Aunque era de origen holandés, muy poco vivió en su país ya que siempre anduvo viajando por el mundo; antes de venir a México vivía en Sudáfrica y fue a través del embajador de México en Sudáfrica que se hizo el contacto con Arturo García y el buen amigo Fito. Después de estar un mes en Oaxaca se vino para Atoyac con la finalidad de enseñar y poner en práctica la Permacultura.
Se instaló en casa de Arturo García y comenzó a trabajar en el diseño de la Finca Multiactiva Integral ubicada en El Porvenir; durante los fines de semana diseñaba el Jardín del Edén hasta que se estableció de planta en él.
Era muy amable con los visitantes y siempre ofrecía botanas y bocadillos; con las diversas frutas de la región fabricaba su propio vino, por ello, después de la jornada laboral todas las tardes eran de convivencia. Poco dormía durante las noches pues se la pasaba investigando y chateando con diversas personalidades, una de ellas era nada menos que Al Gore, quien fuera Vicepresidente de los USA en tiempos del Bill Clinton y después un activo ambientalista.
Trabajó en la Dirección Municipal de Ecología en los tiempos del alcalde Pedro Brito García pero se desesperó porque no hacían caso a sus propuestas. Él tenía un plan para el rescate de la cuenca del río Atoyac y diseñó un proyecto ecoturístico que denominó De Paraiso a Paraiso, pensando en la playa y la sierra. Diseñó también el Parque Universitario Municipal de Atoyac “El Cocodrilo” pero por las pugnas internas entre los maestros de la preparatoria número 22 no se llevó a cabo. Rul estaba convencido que según los mayas el mundo se acabaría en el 2012 y por ello aceleró su salida de regreso a Sudáfrica. Aparte de su colección de machetes y más detalles de Atoyac, se llevó la cultura del maíz, aprendió a hacer y degustar todos los productos derivados del maíz y se regresó a Sudáfrica a impulsar su proyecto “Tortillas para África” mediante el cual encontró la solución al hambre. De esta forma, llegando allá impulsó el cultivo del maíz y comenzó a construir su restaurante que tenía a manera de techo un enorme sombrero mexicano. Rul murió en el 2013 y este es el parte que nos llegó de una amiga: “Roel pasó su última semana aquí en la granja.... terminando.... como él mismo afirmó. No estaba en el dolor, que yo sepa, pero podía sentir su cuerpo dando su último esfuerzo. Ayer mismo, lo llevamos a WetLove Garden a ver su informe anual, “limpiar” después del invierno y ser testigo de la transformación de primavera, que ya estaba en marcha”. Rul permaneció 10 años en Atoyac y en su honor el Jardín del Edén lleva su nombre.
Más adelante seguiremos hablando de los extranjeros que han llegado con el amigo Arturo García Jiménez y que han venido a prestar sus servicios de manera desinteresada a esta hermosa tierra.

Tomas Eduard Shaffer Allaway

Hay norteamericanos que también se han avecindado aquí, uno muy conocido es Tomas Eduard Shaffer Allaway fundador de la iglesia evangélica Bethel, quien ha prestado numerosos servicios de altruismo a nuestra localidad.
El gobierno del alcalde Pedro Brito García lo homenajeó  poniéndole su nombre al auditorio de la Ciudad de los Servicios, que se llama Tom y Diana Chaffer. Cuando llegó el alcalde Armando Bello le quiso cambiar el nombre, pero cuando conoció a Tom se lo reafirmó y hasta la fecha así se sigue llamando.
La iglesia evangélica Bethel fue fundada allá en el mes de noviembre de 1986, ya lleva 30 años haciendo historia. El alcalde Armando Bello se sumó a los homenajes a Tomas Chaffer y para conmemorar el 221 aniversario del natalicio del general Juan Álvarez Hurtado, el Honorable Cabildo Municipal de Atoyac, realizó una sesión solemne para entregar la presea al mérito civil al fundador del Bethel.
Como dije antes, Tom llegó a este lugar en 1986 como misionero de la iglesia Bethel y encontró un Atoyac desolado por la crisis y el abandono. Eso lo arraigó y lo motivó a reforzar su misión. Al darse cuenta de la marginación en que vivíamos Tomas Shaffer regresó a su país, para tocar puertas y pedir apoyo, así pudo instalar el dispensario médico del Bethel y dar consulta a miles de atoyaquenses pobres y desde entonces ha promovido jornadas médicas cada seis meses, en las que se realizan intervenciones quirúrgicas que la gente de escasos recursos nunca podría pagar en clínicas particulares.
Con esta acción Tomas Shaffer, se ha convertido en un salvador de vidas, en un amigo de la salud porque gracias a él se han construido pozos profundos para abastecer de agua potable a diversas colonias populares, comunidades y escuelas que lo requieren.
Gracias a la gestión de Tom Shaffer en la Clínica Bethel se han construido consultorios médico-dentales, con quirófano de altura, comedor y dormitorios.
Tom Shaffer nunca ha condicionado los apoyos que otorga a los más necesitados, su trato es equitativo, sin discriminación, es respetuoso de las razas, credos y filiación política. Es un hombre que no ve diferencias entre los seres humanos.
Como se han dado cuenta, Tom Shaffer a pesar de haber nacido en Iowa, Estados Unidos, le tiene mucho amor a nuestro Atoyac, pues ha vivido la mitad de su vida en este lugar y el sigue aquí dando lo mejor a pesar de que no ha escapado a los problemas de inseguridad que vive la región, como la ocasión que se robaron todo el cableado eléctrico que abastece de energía tanto a la clínica como al templo.
Aquí también vivió un argentino que se llamaba Karlos Jérez Kairus, tenía su fotoestudio en el callejón antes de llegar al Palacio Municipal. Cuando comenzó el Partido de la Revolución Democrática se ofreció para tomar todas las fotos de los militantes para las afiliaciones, aun precio mínimo, dijo que no ganaría nada que lo hacía por colaborar porque era zurdo. Como los primeros militantes eran muy radicales y desconfiados la propuesta no se concretó. Jérez Kairus llegó aquí después de haber trabajado un tiempo para la revista Play Boy. Después movió su foto estudio a Petatlán y a Zihuatanejo.
El 19 de septiembre de 2014, el terapeuta español Esteban Tarazaga brindó una conferencia sobre los beneficios del agua de mar en humanos, plantas y animales. Ese mismo día se inauguró el primer dispensario marino de México en Atoyac de Álvarez y quedó instalado en la Plaza las Fuentes.

Campo de aviación de El Ticuí

En 1935, la comuna municipal que encabezaba el señor Pedro Mesino Parra, gestionó por conducto del señor Serapio Salcedo, administrador de la fábrica de hilados y tejidos de El Ticuí, ante las compañías españolas de Acapulco, Alzuyeta, Fernández, Quiroz y Compañía, la adquisición de unos terrenos en el llano de El Ticuí, para construir un campo de aviación. Se inauguró ese mismo año, con la llegada de un avión trimotor que piloteaba un norteamericano de apellido Clevens.
Dice Wilfrido Fierro que a partir de 1940, Enedino Ríos se echó a cuesta el acondicionamiento del llano de El Ticuí y fue así como algunas avionetas prestaron servicio a la fábrica de hilados y tejidos. En 1942, siendo presidente municipal Simón Martínez, el regidor de educación Enedino Ríos puso mucho interés en mejorar dicha pista, ampliándola y estableciendo un servicio de avionetas que ocupaban para asuntos de la fabricad de hilados y tejidos que para ese tiempo era trabajada por la cooperativa David Flores Reynada.
Luego se estableció el 8 de noviembre de 1954, una comunicación más, bajo la firma  PROCASA propiedad del conocido industrial español Guillermo Avellaneda, cubriendo un servicio aéreo entre El Ticuí, Atoyac, la zona Cafetalera y la sierra de Coyuca de Benítez siendo la mayor accionista la compañía productora de Café Pluma, S. de R.L., con el permiso de ruta número 53 C-21065 expedido por la Secretaria de Comunicaciones y Obras Públicas.
En los años ochenta y hasta principios de los noventa los sobrevuelos de helicópteros de la Procuraduría General de la República (PGR) fueron cotidianos, bajaban en el campo de aterrizaje de El Ticuí y por las mañanas emprendían el vuelo hacia la sierra de donde volvían hasta la tarde.
Los helicópteros antes de aterrizar en la pista, daban vueltas de reconocimiento por todo el pueblo. Se escuchaba el sonido al despuntar los aparatos en los cerros. Con ellos también venía una avioneta azul que despegaba muy temprano.
Alrededor del campo de aviación se establecieron las instalaciones militares. Fue el 28 de febrero de 1995, cuando una comisión de ciudadanos de la comunidad de El Ticuí, acompañó al comandante de la novena región militar general Tomas Salgado Cordero a supervisar 13 hectáreas de terreno ubicadas junto a campo de aterrizaje que eran las adecuadas para instalar un nuevo cuartel militar. Más tarde se establecerían ahí las oficinas de la 27 Zona Militar y luego el 109 Batallón de Infantería.
Pronto el campo de aviación será un recuerdo de la época de oro de Atoyac, pues un grupo de ciudadanos lo reclama como suyo y ya lo comenzaron a fraccionar, para venderlo como lotes para vivienda.


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