Víctor
Cardona Galindo
En
determinadas épocas del año la ciudad de Atoyac se torna multicolor. Es cuando
florean sus árboles. En enero el zazanil está
amarillo y el cacahuananche deja ver sus flores moradas. Las encendidas flores
amarillas de la retama compiten con el primavero y el
ahuejote. El roble rosa luce hermoso entre marzo y abril. El flamboyán o palma
real se viste de rojo en mayo. El bocote florea en otoño junto a los palos de arco que abren sus olorosas flores blancas. El tulipán de la india se tiñe de anaranjado a finales de noviembre y a
principios de diciembre. Para despedir el año hay orquídeas de diferentes
colores por todos lados.
En el
pasado, desde antes de la llegada de los aztecas los árboles más
representativos de la Costa Grande eran el cacao y el algodón. Todavía en la
década pasada se encontraba uno que otro arbusto de algodón y cacao en los
huertos. Ahora un cacao sobrevive en la colonia Francisco Villa. Los algodones
desparecieron porque la gente no sabe cómo aprovecharlos.
En el
primer siglo que los españoles ocuparon la región, levantaron la Relación de la provincia de Zacatula ese
texto habla que había una presencia importante de árboles de Brasil y guayacán.
Los primeros moradores hispanos asentaron: “Los árboles de cultura que en esta
provincia hay son ciruelos, al que los naturales llaman xocotes, y otros que llaman quezapotes,
que son los que llamamos mameyes. Hay otros que llaman ilamazapotes, que quiere decir ‘zapote de viejas’, del tamaño de
unos melones chicos; es buena fruta. Hay plátanos, anonas y guayabas. No se dan
en esta provincia ningún árbol de España, si no son naranjos, que se dan bien a
causa de ser tierra muy cálida”.
Un hermoso bocote en la calle Grande. |
Francisco
Galeana Nogueda en su libro Conflicto
sentimental. Memorias de un bachiller en humanidades, recuerda su infancia
durante los años treinta del siglo pasado y dice que su madre “afanosa, sembró
un pequeño jardín en el patio de la casa: jazmines, africanas, rosales, la
blanca y hermosa ‘rosa de novia’, ‘la sangre de Napoleón’, la rosa de castilla,
el girasol como el astro rey, la tímida violeta y la delicada florecilla de
heliotropo”.
“Frutales
como el naranjo, la lima, el limonero, el toronjo, cuyos frutos parecían de
oro; el granado aromático y rojo como el rubí, sabroso al paladar, y cuando la
higuera producía frutos, mi madre los hacía en almíbar”.
También
Simón Hipólito Castro vivió su infancia en los años treinta. “Aquel Atoyac, la
tierra de mi infancia y adolescencia se vestía de color verde por sus muchos
huertos, poblados por árboles frutales como mangos, icacos, ilamos, almendros,
anonos, zapotes, marañonas, limones, tamarindos, guayabos y papayos, entre
otros que se entretejían con palmas de coco y árboles de bocote y primaveros”,
huertos bordeaban el arroyo Cohetero y el playón del río se vestía de amarillo
por la multitud de ahuejotes que había.
Al cronista Wilfrido Fierro llamó la atención que el
12 de junio de 1944 tras 50 años de existencia, fue derribado el árbol de caoba
(Zopilote) que sirviera de adorno al Palacio Municipal. También consignó que
Delfino Meza, Pecho fino sembró los
árboles de mango que circundaban el jardín Morelos.
Ahora resulta sorprendente caminar por la ciudad y
que la gente no conozca los nombres de muchos árboles, que desdeñen su
importancia y los derriben sin ninguna consideración como lo han hecho con los
hules, los truenos, los amates y las parotas. Aunque
a veces por la inseguridad algunos habitantes piden a sus vecinos que derriben
los frondosos árboles que tienen en sus patios, porque en la sombra que
proyectan por la noche se esconden los malosos. En la actualidad muchos arbolitos de antaño se
extinguieron pero unos nuevos venidos de otras latitudes los sustituyen, ahora
también los árboles se han globalizado y conviven con especies nativas.
Flor de achiote |
Recorrer ahora cualquier calle
de la ciudad es encontrar neen, noni, garambola, hojas de pera, flor de mayo,
palma cica, algunas variedades pinos para zonas calientes, cerezos, canastas,
orquídeas, moringa, Santa Rita y buganvilias. Hay todavía en algunos jardines
icacos, árbol que según Anituy Rebolledo fue traído desde Japón. El
Cacaloxúchitl o flor de mayo es una flor nativa, hay de muchos colores:
blancas, rosas, rojas y amarillas con bordes rojos.
La flor de mayo. |
Han
proliferado los vendedores de plantas exóticas que se instalan en las esquinas con
sus camionetas. Otros recorren las calles vendiendo en sus carretillas, llevan:
flor del desierto, corona de cristo y orquídeas. Una planta parecida al palo de
Brasil, ha extendido su presencia por toda la ciudad. Carmelo Díaz tiene un su
centro social un árbol del pan, se multiplicó la mussaenda o lámpara de Buda, un colorín pinto crece majestuoso en
el Zócalo, aquí están también tres ejemplares olivo negro tropical y dos más en
la escuela Modesto Alarcón. El olivo negro es originario de Centroamérica y del
Caribe. Hay muchos árboles de huayas y diversas variedades de ficus que es una
especie de higuera nativa del sur y sureste de Asia, y el sur y norte de
Australia. Es el árbol oficial de Bangkok, Tailandia. En el corredor de la casa
del difunto Zohelio Jaimes hay un árbol parecido al jobero pero con las hojas
más pequeñas, se trata de un ejemplar conocido como uva de playa. En esta
ciudad hay mucho geranio de jungla, arbusto originario de la india y Sri Lanka,
se le conoce también como Santa Rita, existen de flores naranjas y blancas pero
aquí la que más abunda es la roja.
Olivo negro tropical |
Cuando
el neen llegó un arbolito costaba 500 pesos. Donde había un árbol grande se le
dejaba vigilancia, porque la gente se robaba las ramas, se volvió famoso porque
a decir de un manual cura 47 enfermedades, ahora hay un árbol en la mayoría de
las casas de Atoyac y en el vivero cuesta 30 pesos. Todos experimentaron para
curarse la diabetes con el neen, hubo quien se tomó el caldo de una rama
completa y fue a dar al hospital porque se le bajó la presión. Se comprobó que estabiliza
los nervios y erradica la fiebre tifoidea, tres hojas de neen acompañada de
tres hojas de árnica hervidas en un litro de agua, tomándose un vaso en la
mañana y otro en la tarde cura bien rápido la tos con gripa. Las hojas en
alcohol hacen un extracto que sirve para quitar los hongos y curar las heridas.
El neen es originario de la India, llegó a Cuba, luego a Nayarit y de ahí a
nuestra ciudad.
El neen |
La
yaca, el maracuyá y en noni son tres plantas exóticas que en los últimos 20
años aparecieron en el paisaje de Atoyac, el jugo de noni es ya parte de la
dieta de muchos atoyaquenses, hay muchos lugares donde venden el extracto, es
muy barato y energético. La yaca llegó a Guerrero en octubre del 2000, en
Ayutla se echó andar la primera parcela demostrativa, costaba a 600 pesos una
plantita. Se distribuyeron las plantas durante una expo-alimentaria que se realizó
en Acapulco. Vino de Nayarit procedente de Jamaica, pero la planta es
originaria de la India, el fruto es una novedad por ser muy grande y aromático.
Se le atribuyen además propiedades afrodisiacas.
El fruto de la yaca. |
El
maracuyá llegó en 1993 por Veracruz es originario de Brasil. Mientras el noni
es originario de las Guayanas y al igual que en neen llegó en 1995 procedente
de Nayarit. Hay también una variedad de almendro chino que se está sembrando en
las calles de la ciudad. Los almendros, tamarindos y los mangos nativos van
quedando atrás en el paisaje urbano.
La
carambola es originaria de Sri Lanka y las Molucas, es considerada una fruta
exótica. También hay muchos árboles de la nutritiva moringa, una planta
originaria de la India, que es promovida por el Frente de Defensa Popular que
encabeza Clemencia Guevara Tejedor, ellos tienen el vivero principal y se
recomienda para regular la diabetes, también fue importante auxiliar para
enfrentar la epidemia de chikungunya que azotó la región hace un año.
El maracuyá |
Hay
muchos árboles raros que no son de aquí. En el sitio de taxis de la terminal de
autobuses se encuentran tres ejemplares del árbol de la fortuna, ya hay por
distintas partes de la ciudad, el primer ejemplar lo trajo Antonio Luna de
Acapulco a donde llegó procedente de Panamá.
Hay un
árbol muy raro atrás de la iglesia, en la calle Miguel Hidalgo, sus frutos
parecen manzanas, es único en toda la ciudad, la gente lo conoce como huevos
del rey, pero en realidad se trata de un huevo vegetal. Es un fruto
nativo de África Occidental que se introdujo por el Caribe. Es la fruta
nacional de Jamaica, y destaca en la cocina de ese país. El fruto cambia de
color de verde amarillento a naranja rojizo a medida que madura. Sólo lo puede
cocinar un experto porque la fruta inmadura y sin abrir es venenosa, puede
causar la enfermedad de vómito jamaiquino.
El árbol de la fortuna |
Junto
al restaurante La Brasa está un árbol conocido como guayabilla, de hermosas
flores anaranjadas. Frente a la papelería de Salvador Castro, junto a las
combis que van a El Paraíso hay un árbol con frutos rojos, se trata de la
carisa o ciruelo de natal, es un arbusto
leñoso, espinoso y de hoja perenne originario de África. De éste árbol
solamente he visto tres en la ciudad. Posee hojas verdes simples, de forma
oval, da hermosas flores blancas perfumadas, con una corola de cinco pétalos y
unos cinco centímetros de diámetro. El fruto es al principio verde, de forma
redonda u oval, y al madurar se torna de un rojo oscuro; su pulpa es jugosa y
puede consumirse fresco o elaborado, en mermeladas o en almíbar.
Huevo vegetal |
Frente
donde ex síndico Isaías Eduardo Gómez Ozuna está un árbol desconocido para
muchos, hay otro en La Plaza las Fuentes, se conoce como el nombre de Majagua
y fue introducido desde Cuba y Jamaica. Las flores duran sólo un día, por la
mañana son amarillas y van cambiando de color al
madurar, de brillante amarillo a
anaranjado, rojo y
finalmente carmesí al atardecer. Florece
irregularmente durante todo el año. Es originario de las Antillas.
La majagua |
En la calle Silvestre Castro hay un
hermoso cedro rojo que ya demostró que puede ser un buen árbol de ciudad porque
no levanta las banquetas y crece derechito y altivo. Hay otro en el Zócalo. En
la calle Silvestre Castro, en el corredor de la casa de la familia Bello, también
está el único árbol de limoncillo que sobrevive en toda la cabecera municipal.
Muchos
árboles están en peligro de extinción, o ya se extinguieron en el paisaje
urbano, en la historia van quedando los pochotes, hules, camuchines y truenos. Se
extinguió el colche y está por perecer el Cuyotomate, ya no quedan muchos en la
ciudad y sus alrededores. También están en peligro los anonos pues una plaga pudre
sus frutos antes de que maduren. Ya no se ven árboles de zapote, ni de
marañonas.
Ya no
hay pantecos, sólo donde los Javier se puede ver un ejemplar. Al panteco también
se le conoce como jabón de la India, ya que en la antigüedad sus frutos se
utilizaron como detergente natural para lavar el cuerpo, la ropa y el
cabello. A pesar de ser una alternativa ecológica, económica y efectiva,
con la llegada del jabón perdió su importancia. Se está extinguiendo
también el árbol del El Paraíso y el árbol de ayoyote, también conocido como Adelfa Amarilla, con sus frutos se
fabrican las conchas para la danza de los concheros. Ya no hay velas de cebo,
unas varas verdes que había alrededor de los corrales y que eran lechosas. La
cidra desapareció totalmente, las nuevas
generaciones ya no probaron la deliciosa conserva de cidra.
Adelfa amarilla |
Algunos
le llaman copa diamantina a la flor que está en la explanada del Ayuntamiento,
aunque en realidad se llama Belén o caucho de la india, cuando este cronista
era niño había muchas por todos los rumbos, ahora se pueden contar, también
quedan pocos ejemplares de coral costillón uno está en la esquina de
Independencia y Agustín Ramírez. Todavía en algunos corredores sobreviven
flores de reunión de señoritas y la necia flor del día. Los cuajilotes ya son
raros, hay uno en Obregón, los he visto en la calle Las Palmas y Municipio
Libre. Unos hermosos ejemplares de cirián sobreviven en el arroyo que baja de
la calle Florida. Un árbol de canela en Obregón y sobrevive en la colonia
Francisco Villa un pequeño hule. Los trompos van camino a la extinción ya nadie
se los come. Sobrevive en los jardines pocos ejemplares de cordón o moco de
guajolote, ya casi no hay tampoco huevos de toro.
Belén |
Las
reuniones de la fundación de la colonia 18 de mayo se realizaban en torno a un
árbol de cascalote al que la gente dio por llamar Árbol de la esperanza. La
dirección de ecología municipal ha incorporado a su vivero éste tipo de árbol
que es muy frondoso y siempre verde, es un ejemplar silvestre que pronto veremos
engalanando a la ciudad. Arturo García Jiménez promovió la siembra de 43 ceibas
en el boulevard Juan Álvarez, para recordar a los 43 desaparecidos de
Ayotzinapa, van creciendo sanas y frondosas. En el futuro esperamos también que
alguien tome la iniciativa de preservar los árboles que están amenazados por la
extinción.
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