Víctor
Cardona Galindo
Los hallazgos de vestigios
arqueológicos se reproducen por toda la ribera del río Atoyac y los alrededores
de la laguna de Mitla. Un descubrimiento importante fue en el municipio de San
Jerónimo de Juárez, donde se recogieron algunas figurillas que se encuentran
exhibidas en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México. Estas
piezas son conocidas como “estilo San Jerónimo” y fueron encontradas en una
excavación que se realizó en 1996 en la comunidad de Las Tunas.
En la placa colocada en la
vitrina donde se encuentran las figuras dice: “El sitio de San Jerónimo se
localiza en área de la Costa y pertenece a una tradición propia guerrerense. Se
encontraron montículos de tierra muy destruidos y saqueados, entierros con
ofrendas consistentes en cerámica color café rojizo, orejeras de barro sólida,
placas de piedra verde con relieves estilo olmecoide y figuras sólidas de
barro, que se caracterizan por sus cuerpos aplanados, cabezas deformadas con
altos tocados y rasgos faciales hechos a bases de múltiples punzonaduras. Este
tipo de figurillas muestra una notable desproporción entre el tamaño de la
cabeza y el cuerpo, muchas veces éste último es pequeño. Están profusamente
ornamentadas con collares, orejeras y grandes tocados, mediante técnicas de
incisión, punzonado y pastillaje; presentan gran realismo y están desnudas como
la mayoría de las figurillas del preclásico (800-600 a. C)
“Figuras como esta revelan la
importancia de la mujer en tiempos preclásicos; su significado alude sin duda,
a las formas que pueden engendrar la vida, la renovación y, en suma, la
fertilidad de la tierra como recipiente inacabable de la energía procreadora”,
se lee en el libro México en el mundo de las colecciones de arte, Tomo
I.
El
universitario atoyaquense Francisco Pérez Fierro en su libro Agua que se derrama Atl Toyahui,
escribió que “del testimonio del paso de los primeros pobladores quedó en
pirámides, centro ceremoniales y petrograbados en sitios que desafortunadamente
están desapareciendo por la acción del tiempo y la depredación humana.
Pérez
Fierro era un apasionado de la arqueología regional y exploró sitios que están
San Andrés de la Cruz, Los Valles, La Pintada, Santiago de la Unión, Cacalutla,
Zacualpan, El Ticuí, Santo Domingo, Mexcaltepec, Alcholoa, Corral Falso y El
Abrojal, donde hay petrograbados. “Además de figuras antropomorfas y zoomorfas,
cerámica, vestigios de asentamientos humanos, centros ceremoniales y pirámides
que han sido destruidas por saqueadores”.
Cuando
se descubrió esa zona arqueológica en Las Tunas, José Francisco Pérez Fierro
escribió: “Las figuras femeninas con faldas y pecho descubierto, pectorales y
con tocado en el pelo, otras desnudas y con el vientre abultado, semejando el
embarazo, así como silbatos con manifestaciones de animales que fueron
endémicos en la región y humanas, la representación del señor Dual Ometeotl y
el Dios viejo (del fuego) Huehueteotl en los sostenedores de vasijas, cajetes y
enseres ceremoniales, hacen suponer influencia olmeca y teotihuacana”.
También
en su trabajo “De Popotla a San Jerónimo” Pérez Fierro dice que San Jerónimo en
épocas prehispánicas se llamó Popotla y que las estelas que están en el jardín
central de la cabecera municipal son de origen olmeca.
Hasta
su muerte a Francisco Pérez Fierro le preocupó que el terreno de 30 hectáreas,
propiedad del señor Pascual Hernández Pino, donde se ubica la zona arqueológica
de Las Tunas se haya convertido en una huerta de mangos. La zona arqueológica
fue descubierta en 1995 por un operador de una máquina que emparejaba el
terreno para sembrar una huerta de mango. Muchas piezas fueron vendidas a
coleccionistas privados. Los hornos con ceniza fosilizada y los diques
piramidales de varios metros que ahí estaban fueron arrasados por la
maquinaria. Del sitio ahora nadie se acuerda.
Antes ya se habían realizado
excavaciones en diversos sitios de San Jerónimo. Entre 1954 y 1955
estuvo en San Jerónimo una expedición canadiense-americana de arqueólogos y
antropólogos, uno de ellos Willian Arlintón Donhe explicó al cronista de ese
lugar, Luis Hernández Lluch, mostrándole un idolito parecido al Dios Tláloc
“que ese ídolo representaba al Dios Xipetotec protector de los que trabajan los
metales”. Dice don Luis que hicieron la excavación en el cerro de Los Monos y
encontraron restos de cultura olmeca y teotihuacana.
Juventina Galeana Santiago
recogió otros acontecimientos: “En unas excavaciones que hizo dentro de su casa
don Telesforo Albarrán, en San Jerónimo de Juárez, encontraron granos de cacao
en el año de 1963” y en Corral Falso “unos cañones de aves, transparentes,
llenos de polvo de oro que encontraron en excavaciones que efectuaron junto al
río, en 1960”, lo anterior en su artículo “La moneda en México” publicado el 27
de octubre de 1995 en El Sol de Acapulco, donde explica que durante el
imperio azteca utilizaban el cacao para sus convenios normales, también plumas,
miel y piedras preciosas.
El
promotor cultural y estudioso de la región, Rubén Ríos Radilla, exploró
también petrograbados en Las Peñas, El
Cacao, San Andrés, Santiago de la Unión, Mexcaltepec, Corral Falso y Zacualpan,
cuyo testimonio ha dejado plasmados en diversos artículos y pláticas que ha
impartido. Se sabe también que todas las islas de la laguna de Mitla se pueden
encontrar testimonios de civilizaciones pasadas.
Gustavo
Ávila Serrano en Ahuindo. El pueblo que
irás y no volverás, una novela en la que describe hechos reales de Corral
Falso, narró que después del huracán Tara niños completamente desnudos volaban
sus papalotes. “Otros con clavo en mano se daban a la tarea de encontrar
reliquias antiguas de barro y piedra que abundan enterradas en el suelo. Los
niños voluntariamente realizaban esta faena pensando que un día a otro el
gringo Richarssón se las compraría. Él era parte de nuestro pueblo. Cada año el
gringo se aparecía por estos rumbos. Lo hacía al finalizar la temporada de
lluvias. Cada vez que se repatriaba se llevaba costales de nuestra historia (…)
Los días que estaba entre nosotros se la pasaba comprando reliquias
arqueológicas”.
En Alcholoa, en el 2008, se encontró un panteón
prehispánico, con tumbas que tienen más de 500 años de antigüedad. Tres
esqueletos fueron rescatados por arqueólogos del Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) Guerrero y fueron llevados a Chilpancingo para
su estudio. En este lugar se han encontrado un sinnúmero de monitos de barro,
piedras y sellos, desafortunadamente la gente los vende sin darles el valor
real.
Después
de cuatro días de excavaciones, los arqueólogos Edgar Pineda Santacruz y Gloria
Clemente Barrera de delimitación y registro arqueológico del estado de Guerrero
realizaron el rescate, terminaron el 19 de octubre. Se encontraron tres tumbas,
dos donde se puede sacar mayor información. Pertenecen al posclásico del 900 al
año 1521 después de Cristo. Y debido al promontorio o zona elevada donde se
ubican las actuales viviendas, podría tratarse de una especie de basamento
piramidal o plataforma donde existió un asentamiento prehispánico con viviendas
y templos.
Puede
ser también que toda esa franja, cercana a la laguna de Mitla, desde Zacualpan
hasta El Tomatal, donde se han encontrado grandes vasijas con restos humanos a
su interior, sea una gran zona de panteones prehispánicos. Hay que recordar que
Mitla, significa “región de los muertos”, porque viene del
náhuatl Mictlan que quiere decir “mundo
de los muertos”.
Sara
Carrillo Romero era la comisaria de Alcholoa e informó que debido a las lluvias
hubo deslaves en la tierra y se descubrió un esqueleto humano y los vecinos
optaron por recogerlo en una bolsa de plástico. Este no ha sido el primer
descubrimiento, desde hace varios años la gente que vive en esta localidad ha
estado descubriendo vestigios arqueológicos, como son muñequitos de barro,
ollas grandes y metates. Algunos se han llevado bolsas de caritas para
venderlas en Zihuatanejo, a precio irrisorio como si fueran galletas.
Cara
esculpida en piedra encontrada cuando se escavó para remodelar una casa en la ciudad de San Jerónimo de Juárez. Foto: Víctor Cardona Galindo. |
En
La Florida, una comunidad de la parte media de la sierra que está a 811 metros
sobre el nivel del mar, se han encontrado huesos, caritas, silbatos de barro, hachas,
ollas de barro, puntas de flechas, piedras labradas, que pueden ser de un altar.
Cerca de la escuela primaria han encontrado piedras de jade en una olla,
caritas cuatas y monolitos. El lunes 20 de octubre de 2008, los arqueólogos Edgar
Pineda Santacruz y Gloria Clemente Barrera, después de su trabajo en Alcholoa
se presentaron a la comunidad de La Florida y realizaron una medición satelital
para ubicar en las coordenadas el sitio exacto de la zona arqueológica de ese
lugar, donde a flor de tierra se encuentran figuras de barro y cuentas de jade.
Muchos elementos arquitectónicos son utilizados por los moradores de la
comunidad como bebederos para las gallinas o se encuentran en los pretiles que
delimitan los terrenos.
En
el viejo camino a La Florida está esculpido un pie. La gente dice que el pie la virgen de Guadalupe quedó
plasmado desde tiempos remotos en esa roca que se encuentra en el arroyo de La
Cruz. Hace poco unos buscadores de oro voltearon la piedra para explorar
debajo. No encontraron nada pero si destruyeron lo que fue un centro de la
devoción guadalupana. Cuando escribí por primera vez sobre este sitio, hubo
quien me sugirió que en realidad ese único pie esculpido en la roca representa el
mito del Dios Tezcatlipoca quien ofreció su pie
con el objetivo de que Cipactli, el monstruo de la tierra, lo atacara y Quetzalcóatl
lo atrapara y así pudieran crear el mundo habitable.
Luego en febrero del 2010, fueron encontrados varios
vestigios arqueológicos por los moradores de una vivienda de la calle Allende, en
la colonia Juan Álvarez en la parte norte la cabecera municipal de Atoyac.
Mientras escarbaban la tierra para elaborar adobes surgieron figuras y más
figuras prehispánicas. Encontraron diferentes figuras con forma de caras y
cuerpos de un tamaño aproximado a los 15 y 20 centímetros. Como dije antes en esa
zona de la ciudad se han encontrado anteriormente un sin número de figuras y
artículos prehispánicos.
Después, una construcción piramidal con un
hueco en la parte superior central fue encontrada por accidente en la comunidad
de Los Planes, en el ejido de El Paraíso. Dieron con ella unos campesinos que
escavaban para rellenar un invernadero. A un costado de donde está la pirámide
existe una zanja donde se encontraron vasijas que contenían restos óseos. Hay
también petrograbados en toda la zona donde se construyó un balneario. Algunas
piedras tienen esculpidas figuras humanas, el sol y símbolos del agua. Una roca
que tenía esculpida la figura de una mariposa ya fue robada.
El arqueólogo Edgar Pineda Santa Cruz del
Instituto Nacional de Antropología e Historia se apersonó en el lugar del
hallazgo y corroboró que es un basamento piramidal de un centro ceremonial de
la cultura mexica del periodo posclásico de hace 500 años, la cual mide 30 por
30.
Mucho antes
Luis Ríos Tavera había explorado las inmediaciones de El Paraíso: “En este
ejido existen vestigios de algunas de las razas indígenas antiguas: aztecas,
cuitlatecas o tepuztecas, pues por todos los rumbos se han encontrado los
campesinos, al arar sus tierras o sembrar árboles frutales haciendo pozos,
figuras de barro, piedra y jade; hachitas de cobre fino, cuentas de barro y
piedra y de metal no definido; así como idolitos y otras curiosidades antiguas
más”.
“Por el rumbo
de los terrenos de riego que tienen en este ejido los agricultores, punto que
se llama Los Planes, existen varios momuxtles
(momuxtlis) de donde han sacado los
agricultores figuras de piedra, barro, jade y uno que otro pequeño objeto de
cobre (…) Entre este ejido y el poblado de El Edén, en el sitio o poblado de La
Pintada, existe una enorme piedra de granito y en una de sus caras se encuentra
un jeroglífico que está esculpido con figuras de soles, reptiles, aves”.
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