sábado, 28 de marzo de 2020

18 de mayo de 1967 (Segunda parte)



Víctor Cardona Galindo
La Escuela Primaria Urbana del Estado Juan Álvarez, se localiza en la Plaza Morelos en el centro de la ciudad colinda con el edificio, que alberga al Ayuntamiento y el DIF municipal. Es la escuela más antigua del municipio, se fundó en los tiempos de gubernatura del general Juan Álvarez como Escuela de Niños, en 1886 se le denominó Escuela Real, luego pasó a ser durante el porfiriato Escuela Oficial de Niños, más tarde se llamó Escuela Primaria Mixta del Estado Juan N. Álvarez y ahora se llama Escuela Primaria Urbana del Estado Juan Álvarez. La N se le suprimió al comprobarse que el general atoyaquense nunca la utilizó en su nombre y no tenía razón de ser.
Así era la escuela primaria Juan Álvarez en 1959, antes que se derrumbara parte
 de la construcción.

En los años sesenta del siglo pasado en la escuela Juan Álvarez se vivía una tiranía, la directora Julia Paco Piza, era excesivamente exigente, con el pago de las cooperaciones, los hijos de los padres que no cumplían con sus requerimientos eran regresados a sus casas. Además que les exigía rigurosamente el uniforme. Niño que iba sin zapatos era devuelto sin miramientos hasta que cumpliera el requisito.
“Había también la exigencia de dos uniformes; uno para el uso diario y otro uniforme que pomposamente le llamaban ‘de gala’ para eventos especiales. En todos los casos quien no cumpliera de los alumnos se hacía acreedor de no tener derecho a entrar a clases” escribió Pedro Martínez Gómez en el Diario 17 el viernes 11 de abril de 2008. A lo anterior se sumaba que la compra de los uniformes debería ser exclusivamente en la casa comercial seleccionada por la directiva de la escuela.
Otro testimonio es el de Elizabeth Castro Otero “Es que había una escuela donde se exigía ir de zapato y tobilleras, con tres uniformes diferentes. Se les exigía muchísimo estando la gente pobre. Teníamos un uniforme del diario de mascotita roja, con su moño rojo y su cinturón, zapatos blancos y tobilleras blancas. Había un uniforme de gala y era el que llevábamos los lunes y los días de fiestas. Además del uniforme que se utilizaba en los desfiles”. Había vigilancia en la entrada que ejercía el maestro de guardia, el niño que no llevaba el uniforme era regresado a su casa.
Además la sociedad de padres de familia se había perpetuado en el poder, ya tenia 10 años que no se cambiaba. Había un sistema de cuotas: se cobraban tres pesos por mes a cada alumno y 10 pesos de inscripción, les daban determinada cantidad de boletos para funciones de cine para que los vendieran y si no los vendían había que pagarlos. Además tenían que consumir productos dentro del plantel en la cooperativa escolar para generar fondos en beneficio de la institución. Había dos comités: uno encargado de la construcción del edificio y el de la sociedad de padres de familia. Ambos estaban en manos de miembros prominentes de la sociedad local.
Así estaban las cosas, cuando en enero de 1967 se organizó el certamen de la Reina de la Primavera y se lanzaron dos niñas para el cargo y se organizaron actividades para recabar fondos y construir la cancha de basquetbol al interior de la escuela. Concursaron para el cargo las niñas: Mercedes Parra Otero y Norma Gayosso Estévez. El periódico El Rayo del Sur publicó las fotos en la primera plana de su edición del 29 de enero de 1967.
Los padres de familia y los maestros de la escuela apoyaron a los comités pro-candidaturas y para allegarse fondos organizaron rifas, bailes y ventas de fotografías de las candidatas. El objetivo fue crear equipos del personal docente para trabajar, pero eso provocó que los maestros se dividieran. De ahí se vino agudizando el conflicto hasta que explotó.
Dice René García Galeana (Rega) que en febrero “los comités de las candidatas empiezan a tener problemas y se tergiversan el fin y los objetivos del certamen infantil. Para el 10 de febrero ya hay dos grupos antagónicos, la candidata de los ‘pobres’ que es Mercedes Parra y la candidata de los ‘ricos’ Norma Gayosso”.
Algunas versiones dicen que el conflicto se agudizó el 7 febrero de 1967, cuando el presidente municipal Manuel García Cabañas suspendió el baile de disfraces que se había organizado en apoyo a la candidata a reina de la primavera Mercedes Parra Otero. Dice Wilfrido Fierro en La Monografía de Atoyac “que los organizadores perdieron más de cinco mil pesos”.
El Rayo del Sur el 12 de febrero de 1967 publicó en su primera plana: “La cueva del Club de Leones estaba abarrotada cuando ya eran las 21 horas del día 7 (de febrero) hora en que la Orquesta de los Hermanos Chinos tenía que comenzar actuar. (Pero no llegaban) Corrían los minutos y los concurrentes tras la impaciencia comenzaban a protestar. Una hora antes había salido una comisión de maestros a saber el porqué hasta El Espinalillo y como llegadas las 12 de la noche no regresara, la concurrencia fue desalojando el campo… Unos 60 pollos rostizados quedaron sin venderse, al no llevarse a cabo el baile porque el alcalde Manuel García Cabañas lo suspendió por medio del oficio número 164”.
El hecho provocó que la familia de Mercedes retirara su candidatura. Lo mismo hizo la familia de Norma Gayosso. Fue el 17 de marzo, cuando el señor Ernesto Gayosso Flores en una reunión dio a conocer el retiro de su hija de la contienda y entregó el dinero que había recaudado hasta ese momento al jefe de la subalterna Federal de Hacienda, Raúl Álvarez Cano.
Por otro lado en el grupo de sexto año el maestro Alberto Martínez Santiago le abría los ojos a los alumnos, porque les cobraban a los padres tres pesos mensuales. Los directivos les decían que era para los implementos de limpieza, “pero nosotros cooperábamos siempre con 50 centavos por alumnos, para tener escoba y trapeador” dice la ex alumna Elizabeth Castro Otero.
Al profesor Alberto Martínez Santiago le parecía un abuso que la directora Julia Paco Piza sacara a los alumnos de clases porque sus padres no habían dado la cooperación mensual, “iba con su lista y alumno que no estaba cubierta su mensualidad lo regresaba y les decía que no volvieran hasta que llevaran el dinero”. Cada vez que se ocupaba una escoba daban los 50 centavos. Pero nunca llegaba una cubeta o un trapeador de la dirección.
En las clases de matemáticas el maestro Martínez Santiago los ponía a multiplicar los tres pesos por la cantidad de alumnos que tenía la escuela y se preguntaban ¿tanto dinero que se cobraba mensualmente a donde se iba? En esos días el profesor Alberto llevó a sus alumnos a la bodega donde encontraron guardados muchos vestidos de noche, mismos que, concluyeron, eran comprados por la directora a escondidas de su familia.
Elizabeth recuerda que en ese tiempo su papá ganaba 10 pesos diarios, significaba que los ingresos de los padres de familia eran lesionados mensualmente al pagar ese dinero que no se sabía en que se estaba utilizando.
“El profesor Alberto nos fue enseñando a defendernos, porque hubo un momento en que todos los alumnos, de mi grupo nos fuimos poniendo de pie y le fuimos exigiendo cuentas a la directora. Les dijimos que en nuestras casas no tenían dinero nuestros padres para estarle dando y que no nos íbamos a salir de clases. Ella se dio cuenta de que era el maestro el que nos había abierto los ojos, se enojaron y se pelearon”. Después de eso cambiaron al profesor Alberto Martínez a Coyuca de Benítez. Provocando inconformidad en un importante grupo de maestros.
La reunión del 4 de abril de 1967 convocada por el Presidente de la Sociedad de Padres de Familia Wilfrido Fierro Armenta fue crucial. Estuvo presente el supervisor de la zona escolar número tres, el profesor Alfonso Oviedo Domínguez; el jefe de la subalterna Federal de Hacienda, Raúl Álvarez Cano y el director del periódico El Rayo del Sur, Rosendo Serna Ramírez.
Ahí Wilfrido dijo (según lo que él mismo dejó escrito en La Monografía de Atoyac) “Tenemos conocimiento de la Dirección de la Escuela de la labor de desorientación que ha venido realizando el profesor Alberto Martínez Santiago, sembrando la discordia, así como inculcar a los alumnos ideas rojillas, siendo ésta la razón para ser removidos de éste plantel a Coyuca de Benítez”.
Acusó “Que los profesores Anastasio Flores Cuevas, Margarito Flores Quintana, Miguel Sánchez Tolentino, Celestino Lévaro Ocampo, Guillermina Nava Pineda, Cenelia Salgado Salas y Felipa García Cabañas obstaculizaron la realización de las fiestas de la reina de la primavera, además se han ensañado en contra de la dignidad de la directora de la Escuela profra. Julia Paco Piza, diciendo a través del periódico Tribuna del Atoyac que dirige el profesor Raúl Vázquez Miranda que los dineros que se recaudan en los festivales de la escuela son para ella”.
En el uso de la palabra la maestra Julia Paco Piza se defendió diciendo que el sueldo que percibía como directora le era suficiente para cubrir sus necesidades y además que sus padres tenían medios de que vivir y que por tal razón ella no tenía ninguna necesidad de robar, que sí estaba cobrando tres pesos a cada padre y no por alumno, como se le acusaba. De paso responsabilizó a Alberto Martínez Santiago del rezago educativo.
Flaviano Sánchez Meza, dijo que los padres de familia de la Escuela Juan Álvarez, no querían en su seno a profesores comunistas, y de igual forma habló su hijo el profesor Salvador Sánchez Nogueda. Esto provocó mayor encono entre los maestros.
Siguiendo la versión de Wilfrido. Referente a los cargos del profesor Alberto Martínez Santiago, los padres de familia José Nogueda, Gilberto Radilla, Ranulfo Ríos, José Parra Castro y Juventino G. García, manifestaron que sus hijos les habían informado de las clases comunistoides que les estaba impartiendo el citado profesor, y ellos pedían a la dirección de la escuela que tuviera más cuidado, ya que a sus hijos los mandaban a recibir instrucción laica y no esa clase de enseñanza, y que por tal motivo no debería volver al plantel.
La profesora Guillermina Nava Pineda pedía a los padres de familia presentes, que ya era justo que cambiaran la directiva de la Sociedad de Padres de Familia porque tenía más de 10 años y también el comité pro-construcción. Denunció a Julia Paco de tratarlos despóticamente y como esclavos. Al final de esa reunión “mayoritearon” a los maestros y padres inconformes, hasta aplaudieron a la directora. Y nunca recibieron una explicación adecuada de la remoción de Alberto Martínez que no sea que venía haciendo una labor de desorientación y que inculcaba a los alumnos ideas rojillas a los alumnos.
Como no encontraron respuesta favorable, a partir de ahí los padres comenzaron a exigir por otros medios cuentas claras y cambios en la directiva de la escuela, entonces se formó un comité de lucha denominado “Comité Pro-defensa de los Intereses de la Escuela Juan N. Álvarez” el 5 de abril, integrado por: El presidente, Nicolás Manríquez; el secretario, Juan Castro Blanco; como tesorera estaba Rosalía Bello López. Pero también lideraban Juana Dionicio, Cirila Valle, Esperanza Galeana, Juan Dionicio y Yolanda del Río.
Se comenzaron a organizar para hacer reuniones la gente se fue sumando a la lucha. Exigían el regreso del profesor Alberto Martínez Santiago, la renuncia de Julia Paco Piza y el cambio de la directiva de la Sociedad de Padres de Familia.
Según Pedro Martínez “Un grupo de maestros pugna por cambios democráticos en la mesa directiva de la sociedad de Padres de familia y en contra de la corrupción, es decir, porque se rindan cuentas claras del dinero recabado por la escuela y que los alumnos no fueran objeto de abuso para obtener dinero”.
A partir de aquí los maestros se dividieron en dos bandos antagónicos. Los que fueron leales a la directora Julia Paco Piza eran: Salomón Sánchez, Melquiades Pérez Alejo, Antonio Santiago Zamora, Andrés Rabadán, María del Socorro Montoya, Fortunato Radilla Santiago y Javier Alonso.  Los que seguían a Alberto Martínez Santiago y que eran simpatizantes y militantes del Movimiento Revolucionario del Magisterio, estos eran Anastasio Flores Cuevas, Guillermina Nava Pineda, Celestino Lévaro Ocampo, Margarito Flores Quintana, Miguel Sánchez Tolentino, Cornelio Salgado, Cenelia Salgado Salas, Felipe Cabañas. En la versión de Pedro Martínez Teófilo Salas Cervantes perteneció a este grupo.
El Rayo del Sur de 9 de abril de 1967 publica “Pero vino el cambio del profesor Alberto Martínez y con él se pusieron en juego las pasiones, pues Alberto Martínez había agrupado a ocho maestros y con ellos se disponía a desplazar a la profesora Julia Paco Piza, para ocupar él la dirección, cosa que había venido gestionando por medios sindicales”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario