Víctor Cardona Galindo
La Escuela Primaria Urbana del Estado Juan Álvarez,
se localiza en la Plaza Morelos en el centro de la ciudad colinda con el
edificio, que alberga al Ayuntamiento y el DIF municipal. Es la escuela más
antigua del municipio, se fundó en los tiempos de gubernatura del general Juan
Álvarez como Escuela de Niños, en
1886 se le denominó Escuela Real,
luego pasó a ser durante el porfiriato Escuela Oficial de Niños, más tarde se
llamó Escuela Primaria Mixta del Estado Juan N. Álvarez y ahora se llama
Escuela Primaria Urbana del Estado Juan Álvarez. La N se le suprimió al
comprobarse que el general atoyaquense nunca la utilizó en su nombre y no tenía
razón de ser.
Así era la escuela primaria Juan Álvarez en 1959, antes que se derrumbara parte de la construcción. |
En los años sesenta del siglo pasado
en la escuela Juan Álvarez se vivía una tiranía, la directora Julia Paco Piza,
era excesivamente exigente, con el pago de las cooperaciones, los hijos de los
padres que no cumplían con sus requerimientos eran regresados a sus casas.
Además que les exigía rigurosamente el uniforme. Niño que iba sin zapatos era
devuelto sin miramientos hasta que cumpliera el requisito.
“Había también la exigencia de dos
uniformes; uno para el uso diario y otro uniforme que pomposamente le llamaban
‘de gala’ para eventos especiales. En todos los casos quien no cumpliera de los
alumnos se hacía acreedor de no tener derecho a entrar a clases” escribió Pedro
Martínez Gómez en el Diario 17 el
viernes 11 de abril de 2008. A lo anterior se sumaba que la compra de los
uniformes debería ser exclusivamente en la casa comercial seleccionada por la
directiva de la escuela.
Otro testimonio es el de Elizabeth Castro
Otero “Es que había una escuela donde se exigía ir de zapato y tobilleras, con
tres uniformes diferentes. Se les exigía muchísimo estando la gente pobre. Teníamos
un uniforme del diario de mascotita roja, con su moño rojo y su cinturón,
zapatos blancos y tobilleras blancas. Había un uniforme de gala y era el que
llevábamos los lunes y los días de fiestas. Además del uniforme que se
utilizaba en los desfiles”. Había vigilancia en la entrada que ejercía el
maestro de guardia, el niño que no llevaba el uniforme era regresado a su casa.
Además la sociedad de padres de
familia se había perpetuado en el poder, ya tenia 10 años que no se cambiaba.
Había un sistema de cuotas: se cobraban tres pesos por mes a cada alumno y 10
pesos de inscripción, les daban determinada cantidad de boletos para funciones
de cine para que los vendieran y si no los vendían había que pagarlos. Además
tenían que consumir productos dentro del plantel en la cooperativa escolar para
generar fondos en beneficio de la institución. Había dos comités: uno encargado
de la construcción del edificio y el de la sociedad de padres de familia. Ambos
estaban en manos de miembros prominentes de la sociedad local.
Así estaban las cosas, cuando en
enero de 1967 se organizó el certamen de la Reina de la Primavera y se lanzaron
dos niñas para el cargo y se organizaron actividades para recabar fondos y
construir la cancha de basquetbol al interior de la escuela. Concursaron para
el cargo las niñas: Mercedes Parra Otero y Norma Gayosso Estévez. El periódico El
Rayo del Sur publicó las fotos en la primera plana de
su edición del 29 de enero de 1967.
Los padres de familia y los maestros de la
escuela apoyaron a los comités pro-candidaturas y para allegarse fondos
organizaron rifas, bailes y ventas de fotografías de las candidatas. El
objetivo fue crear equipos del personal docente para trabajar, pero
eso provocó que los maestros se dividieran. De ahí se vino agudizando el
conflicto hasta que explotó.
Dice René García Galeana (Rega) que
en febrero “los comités de las candidatas empiezan a tener problemas y se
tergiversan el fin y los objetivos del certamen infantil. Para el 10 de febrero
ya hay dos grupos antagónicos, la candidata de los ‘pobres’ que es Mercedes
Parra y la candidata de los ‘ricos’ Norma Gayosso”.
Algunas versiones dicen que el
conflicto se agudizó el 7 febrero de 1967, cuando el presidente municipal
Manuel García Cabañas suspendió el baile de disfraces que se había organizado
en apoyo a la candidata a reina de la primavera Mercedes Parra Otero. Dice
Wilfrido Fierro en La Monografía de
Atoyac “que los organizadores perdieron más de cinco mil pesos”.
El Rayo del Sur el
12 de febrero de 1967 publicó en su primera plana: “La cueva del Club de Leones
estaba abarrotada cuando ya eran las 21 horas del día 7 (de febrero) hora en
que la Orquesta de los Hermanos Chinos tenía que comenzar actuar. (Pero no
llegaban) Corrían los minutos y los concurrentes tras la impaciencia comenzaban
a protestar. Una hora antes había salido una comisión de maestros a saber el
porqué hasta El Espinalillo y como llegadas las 12 de la noche no regresara, la
concurrencia fue desalojando el campo… Unos 60 pollos rostizados quedaron sin
venderse, al no llevarse a cabo el baile porque el alcalde Manuel García
Cabañas lo suspendió por medio del oficio número 164”.
El hecho provocó que la familia de
Mercedes retirara su candidatura. Lo mismo hizo la familia de Norma Gayosso.
Fue el 17 de marzo, cuando el señor Ernesto Gayosso Flores en una reunión dio a
conocer el retiro de su hija de la contienda y entregó el dinero que había
recaudado hasta ese momento al jefe de la subalterna Federal de Hacienda, Raúl
Álvarez Cano.
Por otro lado en el grupo de sexto
año el maestro Alberto Martínez Santiago le abría los ojos a los alumnos, porque
les cobraban a los padres tres pesos mensuales. Los directivos les decían que
era para los implementos de limpieza, “pero nosotros cooperábamos siempre con
50 centavos por alumnos, para tener escoba y trapeador” dice la ex alumna
Elizabeth Castro Otero.
Al profesor Alberto Martínez
Santiago le parecía un abuso que la directora Julia Paco Piza sacara a los
alumnos de clases porque sus padres no habían dado la cooperación mensual, “iba
con su lista y alumno que no estaba cubierta su mensualidad lo regresaba y les
decía que no volvieran hasta que llevaran el dinero”. Cada vez que se ocupaba
una escoba daban los 50 centavos. Pero nunca llegaba una cubeta o un trapeador
de la dirección.
En las clases de matemáticas el
maestro Martínez Santiago los ponía a multiplicar los tres pesos por la
cantidad de alumnos que tenía la escuela y se preguntaban ¿tanto dinero que se
cobraba mensualmente a donde se iba? En esos días el profesor Alberto llevó a
sus alumnos a la bodega donde encontraron guardados muchos vestidos de noche,
mismos que, concluyeron, eran comprados por la directora a escondidas de su
familia.
Elizabeth recuerda que en ese tiempo
su papá ganaba 10 pesos diarios, significaba que los ingresos de los padres de
familia eran lesionados mensualmente al pagar ese dinero que no se sabía en que
se estaba utilizando.
“El profesor Alberto nos fue
enseñando a defendernos, porque hubo un momento en que todos los alumnos, de mi
grupo nos fuimos poniendo de pie y le fuimos exigiendo cuentas a la directora.
Les dijimos que en nuestras casas no tenían dinero nuestros padres para estarle
dando y que no nos íbamos a salir de clases. Ella se dio cuenta de que era el
maestro el que nos había abierto los ojos, se enojaron y se pelearon”. Después
de eso cambiaron al profesor Alberto Martínez a Coyuca de Benítez. Provocando
inconformidad en un importante grupo de maestros.
La reunión del 4 de abril de 1967
convocada por el Presidente de la Sociedad de Padres de Familia Wilfrido Fierro
Armenta fue crucial. Estuvo presente el supervisor de la zona escolar número
tres, el profesor Alfonso Oviedo Domínguez; el jefe de la subalterna Federal de
Hacienda, Raúl Álvarez Cano y el director del periódico El Rayo del Sur, Rosendo Serna Ramírez.
Ahí Wilfrido dijo (según lo que él
mismo dejó escrito en La Monografía de
Atoyac) “Tenemos conocimiento de la Dirección de la Escuela de la labor de
desorientación que ha venido realizando el profesor Alberto Martínez Santiago,
sembrando la discordia, así como inculcar a los alumnos ideas rojillas, siendo
ésta la razón para ser removidos de éste plantel a Coyuca de Benítez”.
Acusó “Que los profesores Anastasio
Flores Cuevas, Margarito Flores Quintana, Miguel Sánchez Tolentino, Celestino
Lévaro Ocampo, Guillermina Nava Pineda, Cenelia Salgado Salas y Felipa García
Cabañas obstaculizaron la realización de las fiestas de la reina de la
primavera, además se han ensañado en contra de la dignidad de la directora de
la Escuela profra. Julia Paco Piza, diciendo a través del periódico Tribuna del Atoyac que dirige el
profesor Raúl Vázquez Miranda que los dineros que se recaudan en los festivales
de la escuela son para ella”.
En el uso de la palabra la maestra
Julia Paco Piza se defendió diciendo que el sueldo que percibía como directora
le era suficiente para cubrir sus necesidades y además que sus padres tenían
medios de que vivir y que por tal razón ella no tenía ninguna necesidad de
robar, que sí estaba cobrando tres pesos a cada padre y no por alumno, como se
le acusaba. De paso responsabilizó a Alberto Martínez Santiago del rezago
educativo.
Flaviano Sánchez Meza, dijo que los
padres de familia de la Escuela Juan Álvarez, no querían en su seno a
profesores comunistas, y de igual forma habló su hijo el profesor Salvador
Sánchez Nogueda. Esto provocó mayor encono entre los maestros.
Siguiendo la versión de Wilfrido.
Referente a los cargos del profesor Alberto Martínez Santiago, los padres de
familia José Nogueda, Gilberto Radilla, Ranulfo Ríos, José Parra Castro y
Juventino G. García, manifestaron que sus hijos les habían informado de las
clases comunistoides que les estaba
impartiendo el citado profesor, y ellos pedían a la dirección de la escuela que
tuviera más cuidado, ya que a sus hijos los mandaban a recibir instrucción
laica y no esa clase de enseñanza, y que por tal motivo no debería volver al
plantel.
La profesora Guillermina Nava Pineda
pedía a los padres de familia presentes, que ya era justo que cambiaran la
directiva de la Sociedad de Padres de Familia porque tenía más de 10 años y
también el comité pro-construcción. Denunció a Julia Paco de tratarlos
despóticamente y como esclavos. Al final de esa reunión “mayoritearon” a los maestros
y padres inconformes, hasta aplaudieron a la directora. Y nunca recibieron una explicación
adecuada de la remoción de Alberto Martínez que no sea que venía haciendo una
labor de desorientación y que inculcaba a los alumnos ideas rojillas a los alumnos.
Como no encontraron respuesta
favorable, a partir de ahí los padres comenzaron a exigir por otros medios
cuentas claras y cambios en la directiva de la escuela, entonces se formó un
comité de lucha denominado “Comité Pro-defensa de los Intereses de la Escuela
Juan N. Álvarez” el 5 de abril, integrado por: El presidente, Nicolás
Manríquez; el secretario, Juan Castro Blanco; como tesorera estaba Rosalía
Bello López. Pero también lideraban Juana Dionicio, Cirila Valle, Esperanza
Galeana, Juan Dionicio y Yolanda del Río.
Se comenzaron a organizar para hacer
reuniones la gente se fue sumando a la lucha. Exigían el regreso del profesor
Alberto Martínez Santiago, la renuncia de Julia Paco Piza y el cambio de la
directiva de la Sociedad de Padres de Familia.
Según Pedro Martínez “Un grupo de
maestros pugna por cambios democráticos en la mesa directiva de la sociedad de
Padres de familia y en contra de la corrupción, es decir, porque se rindan
cuentas claras del dinero recabado por la escuela y que los alumnos no fueran
objeto de abuso para obtener dinero”.
A partir de aquí los maestros se
dividieron en dos bandos antagónicos. Los que fueron leales a la directora
Julia Paco Piza eran: Salomón Sánchez, Melquiades Pérez Alejo, Antonio Santiago
Zamora, Andrés Rabadán, María del Socorro Montoya, Fortunato Radilla Santiago y
Javier Alonso. Los que seguían a Alberto
Martínez Santiago y que eran simpatizantes y militantes del Movimiento
Revolucionario del Magisterio, estos eran Anastasio Flores Cuevas, Guillermina
Nava Pineda, Celestino Lévaro Ocampo, Margarito Flores Quintana, Miguel Sánchez
Tolentino, Cornelio Salgado, Cenelia Salgado Salas, Felipe Cabañas. En la
versión de Pedro Martínez Teófilo Salas Cervantes perteneció a este grupo.
El Rayo del Sur de
9 de abril de 1967 publica “Pero vino el cambio del profesor Alberto Martínez y
con él se pusieron en juego las pasiones, pues Alberto Martínez había agrupado
a ocho maestros y con ellos se disponía a desplazar a la profesora Julia Paco
Piza, para ocupar él la dirección, cosa que había venido gestionando por medios
sindicales”.
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