Víctor Cardona Galindo
Entrando a El Ticuí de lado izquierdo, están las
ruinas de los que fue un emporio. Muy niño me tocó ver todavía la construcción
con su casa de alto, un amplísimo corredor de 24 pilares. Totalmente entejado.
Cuando entré por primera vez comenzaba a derrumbarse, es que dentro anidaban
unas hermosas lechuzas que por puro placer Chucho Díaz y Filemón Pérez mataron
a balazos con un rifle calibre 22. Con los años, los dos, Chucho Díaz y Filemón Pérez
morirían violentamente. Dicen que es de mal agüero matar lechuzas.
Filemón Pérez tenía una prótesis en su brazo
izquierdo, las cardas de la fábrica le atraparon el brazo y se lo hicieron
pinole.
Así estaba la fábrica cuando la conocí. |
Con la luz del sol las ruinas de la fábrica suelen ser
muy bonitas. A medio día da gusto acampar debajo de sus árboles cuyas poderosas
raíces se encumbran sobre las olvidadas paredes. Pero durante la noche ninguna
persona sensata suele visitarla. Es que cuando llegan las sombras el espectro
de un hombre vestido de militar con su pequeño sombrero se aparece.
Lo han
visto caminar por todos los abandonados salones. Cuando era niño oía hablar del
fantasmas del coronel y una ocasión me pareció verlo parado en la puerta de
esas majestuosas ruinas.
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