Víctor
Cardona Galindo
A
pesar del bajo precio y que las huertas fueron arrasadas por la roya anaranjada
la ciudad de Atoyac sigue oliendo a café. Más por la zona de los bancos. Hay
torrefactores por toda la cabecera municipal y el café de olla se toma casi en
todos los hogares. Por esos los cafés como establecimiento luchan por
sobrevivir, el Mili-lop tiene pocos clientes pero resiste y el café de la plaza
Las Fuentes tiene un poco más demanda porque ahí están las salas de cine y la
gasolinería. Las marcas de café son muchas, por todo el centro de la ciudad se
vende café en polvo. Por eso la ciudad sigue oliendo a café a pesar de todo, y
a pesar de lo que se diga, Atoyac sigue siendo la tierra del café, del buen
café.
Corredores de las casas típicas construidas en el siglo
XIX que
todavía existen en la cabecera municipal de
Atoyac. Foto: Víctor Cardona Galindo.
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Por
las tardes, en la parte sur de mi ciudad se respira un intenso olor a coco que
viene de la aceitera de Marcos Galeana Luna. La producción de copra se niega a
desaparecer, a pesar del crecimiento de las plantaciones de mango, y hay
quienes le están apostando de nuevo al coco sembrando variedades híbridas
resistentes a plagas como el amarillamiento letal.
Y si
vamos por la calle Silvestre Castro o Insurgentes en la colonia Acapulquito ahí
huele a chicharrón de puerco, por ahí viven muchas chicharroneras, se antojan
los descarnos, esos pedacitos de carne que se desprenden del chicharrón.
Valiéndonos un comino los triglicéridos, los descarnos son un platillo de reyes
cuando se sirven con frijoles negros, aderezados con una salsa de jitomate
criollo y una guarnición de tortillas de comal con leña, de preferencia de maíz
morado.
En la colonia Acapulquito están Las Picos de Oro o
Las Güinsas, así les llamaban a las trabajadoras sexuales en tiempos
pasados, ahora se les dice meretrices, ahora es raro aquel que las llame putas.
En el pasado eran famosos los cabarets: La Burrita, La Copa de Oro, de donde no
salía mi abuelo; La Puerta del Sol en donde de vez en cuando se iba a echar una
cerveza mi papá, El Carioca, El Impala y El Varón Rojo donde un tiempo fue
cliente este cronista.
En la calle Silvestre Castro, de la colonia
Acapulquito, está La Sonaja (Zona de Tolerancia) es un foco rojo de la ciudad y
un sitio muy ruidoso. De manera oficial están registradas 30 meretrices que
todos los miércoles pasan revista en el Centro de Salud y pagan 20 pesos a la
semana, como impuesto al Ayuntamiento, para ejercer el oficio que llaman más
antiguo del mundo. Aunque son más las que prestan el servicio de manera ilegal.
La Zona de Tolerancia tiene ahora muy pocos clientes pero se niega a morir. Las
mujeres trasnochadas todavía están en las puertas de los cabarets cazando
clientes. De vez en cuando uno que otro desbalagado llega por ahí. Últimamente
se prohibieron los narcocorridos en los cabarets y las cantinas. Se ha
intentado bajarle al ruido, porque los vecinos se quejan en la oficina de Reglamentos
de los altos decibeles, pero no han podido meter en cintura a los antros y
sigue el ruido. En el callejón de El
Chango también hay algunas cantinas donde se ejerce la prostitución, los
fines de semana se ve una fila de albañiles regateando el precio, “Quiero 500,
pendejo”, dice ella, “Ni que tuvieras oro”, contesta él. Otra le grita a la
cantinera: “Si viene Reglamentos le dices que soy tu hija”, mientras se empina
una “coronela” bien fría.
Aquí la prostitución es legal. Las prostitutas pagan
impuestos al municipio y la Secretaría de Salud les pasa revista y les hace los
análisis gratuitos para detectar enfermedades de transmisión sexual.
Dice Lidia Cacho que el Parlamento Europeo
determinó que la prostitución, como forma de consumo sexual de mujeres por un
precio, constituye una práctica de desigualdad.
En un artículo denominado “¿Prostituidores o
empresarios?” publicado en El Sur el
31 de octubre de 2016, Lidia Cacho rescata lo dicho por Richard Poulin profesor
emérito del departamento de sociología y antropología de la Universidad
de Ottawa, autor del libro: Sexo,
Capitalismo y Crítica del Valor “La prostitución no es un acto individual,
no es una elección ni una relación de compra-venta en igualdad. Los hombres
compran sexo para sentirse superiores y esto no afecta sólo a las prostituidas,
sino a todas las mujeres”.
Poulin asegura que la sociedad responsabiliza a
las mujeres por estar en el mercado sexual, los hombres, en cambio, son
denominados clientes o empresarios cuando en realidad son prostituidores. Sus
investigaciones han probado que la legalización del comercio sexual incrementa
la desigualdad y favorece tres veces más a los dueños de los burdeles en que se
puede ejercer legalmente.
Es claro que en Atoyac la prostitución ha
crecido, aunque solamente 30 se atrevan a ejercer de manera legal. La oficina
de Reglamentos realiza cotidianamente redadas en las cantinas y bares, quien
esté “fichando” y no tenga permiso es llevada detenida y paga una multa
administrativa que va de los 150 a 200 pesos. Se
sabe de la existencia de casas de cita donde la prostitución se ejerce de
manera muy discreta, y ahora ha proliferado una nueva forma de prostitución
donde las mujeres se desnudan le toman fotos a su trasero y las envían con el
precio, por whatsapp, a los
posibles clientes.
En la
Zona de Tolerancia todas las noches doña Juana vendía platillos de iguana bien
picosa y carne de puerco, estaba hasta la madrugada. Colocaba su mesa en la
calle Silvestre Castro en la línea de Las Vegas y El Impala. Ahora en esa misma
línea está otra señora que vende unas quesadillas y dobladas de tinga
riquísimas. Hace 20 años El Peludo
era el único taxista que daba el servicio nocturno, manejaba un taxi pirata
rojo y cuando salíamos bien borrachos, de esos antros de mala muerte, El Peludo era el único auxilio para
llegar a nuestras casas. Ahora el servicio nocturno es continuo en el sito de
taxis que está cerca de la terminal.
El
“escuadrón de la muerte”, de los que gustan empinar el codo, ha estado durante
muchos años en la colonia Acapulquito, frente al río, ahí es donde van a dar
los desahuciados y prófugos del alcoholímetro. Aunque ahora también se han
formado otros, uno frente a la entrada del panteón, en el estacionamiento
frente a la Iglesia y hasta en las bancas del Zócalo llegan muchos borrachitos a
curársela. Atrás de la parroquia está El Fortín, es una “piquera” donde van los
“teporingos o teperochos”, dice mi padrino Chon
Nario.
Últimamente
alrededor del Oxxo del centro deambulan los borrachitos, algunos se quedan
tirados a media calle, a Juanito ni se le puede uno acercar, huele a orines y a
caca, no se limpia los mocos y dura meses sin bañarse. Muchos como él dan mal
aspecto al centro de la ciudad.
La
presencia de los borrachitos y el miedo generalizado que existe por la
violencia, hace que la gente no quiera salir a pasear y se esté perdiendo el
sentido de comunidad, el ambulantaje también hace de las suyas, ya los
comerciantes invadieron los costados del Zócalo.
Hace
dos años el Cabildo municipal autorizó la creación de la colonia Centro. Una
súper colonia, con más de ocho mil habitantes de los 20 mil que tiene la
cabecera municipal, de hecho la colonia Centro es ahora el núcleo poblacional
más grande del municipio. La nueva colonia Centro va por el Sur desde la calle
Francisco Javier Mina que limita la colonia Santa Dorotea y por en Norte hasta la calle Cafetal que colinda con las
colonias Juan Álvarez, Insurgente Morelos y Popular Florida.
Por
Este la colonia llega hasta la calle 18 de marzo donde colinda con la colonia
Villita y Manuel Téllez, para subir por Francisco I. Madero hasta la calle
Hermenegildo Galeana donde colinda con la colonia Benito Juárez para bajar por
Álvaro Obregón y seguir por Capíre donde la colindancia es con la Sonora y
luego seguir por todo el arroyo Cohetero hasta topar otra vez con Galeana donde
colinda con la Francisco Villa y El Parazal, para luego doblar por Florida y
subir por Corregidora hasta topar con la colonia Insurgente Morelos y bajar por
la calle Cafetal hasta el río. Por el Oeste el límite es el río Atoyac hasta
llegar a la calle Álvaro Obregón y doblar por Juan Álvarez hasta 16 de
septiembre y de ahí subir por Aquiles Serdán para doblar por Mina hasta topar
de nuevo con 18 de Marzo. Al Sur también
colinda con las colonias Acapulquito y Silvestre Mariscal. Muy grande sin duda.
Los
promotores de la colonia Centro, entre ellos Antonio Radilla Flores, alegaron
falta de atención y falta de representatividad en la solución de sus
necesidades y problemas comunes, como deficiencia en el alumbrado público y la
inseguridad, alegaron que no había quien les firmara una constancia de pobreza.
En fin, argumentos más argumentos menos, el hecho es que hace dos años se formó
la súper colonia Centro.
El
domingo 15 de febrero de 2015, con una buena participación ciudadana se llevó a
cabo, en el Zócalo de la ciudad de Atoyac, la primera jornada para elegir el
delegado municipal de la colonia Centro que, por primera vez en la historia,
contó con un representante ante el Ayuntamiento.
Se
registraron tres planillas. Una encabezada por Zoila Elena Solís Hernández
representando a la planilla Amarilla junto con su suplente Pilar Pérez
Gutiérrez, esta era consideraba la planilla del Ayuntamiento, aunque las
autoridades se deslindaron a tiempo. Zoila había pedido ser la planilla Dorada,
pero ante la dificultad de imprimir una papeleta con un círculo de ese color,
optó por ser la Amarilla.
Las
otras eran: la que encabezó el profesor Noé Juárez Ortiz de la planilla Morada
con los suplentes Abel Nava y Mauro Martínez Ramírez. El maestro Efraín Girón
Fajardo representó a la planilla Blanca, llevando como suplente a Jesús
Castañón Franco y Anabel Hernández Soberanis. Todos los candidatos acreditaron
con su credencial del Instituto Nacional Electoral (INE) su radicación en la
colonia Centro.
La
casilla se instaló en la entrada del edificio del DIF municipal frente al
Zócalo. Como representante del Ayuntamiento estuvo el prestigiado jurista
Carmelo Díaz Robles quien fue el validador del proceso y verificó el
nombramiento de los representantes de cada planilla: Zoila Hernández Flores por
la Amarilla, Elda Bello Peralta por la Morada y Araceli Castro Abarca por la
blanca.
Una
vez instalada la mesa electoral integrada por Facundo Flores Bello, Rosa Isela
Luna Arzeta, Omar Parra y María Eugenia Roldan, la votación inició minutos
después de las 10 de la mañana de manera ordenada y sin incidentes y se acordó
que el cierre de la casilla sería a las 5 de la tarde en punto. Los ciudadanos
procedieron a emitir su voto presentando su credencial de elector y se les
marcó su dedo con tinta indeleble para garantizar la transparencia de la
votación.
Finalmente la
elección, trascurrió de una forma tranquila y pacífica, los aspirantes tuvieron
la madurez y respeto entre ellos. Algo que no pasó desapercibido fue que el
promotor principal de la creación de la colonia Centro, Antonio Radilla Flores no
figuró entre los contendientes. Como dice el dicho: “Unos corren la liebre y
otros sin correr la alcanzan”.
Finalmente pudieron
votar quienes pudieron acreditar con su credencial de elector que vive en el
Centro. Aunque algunos que se sienten dueños de la ciudad exclamaron: “Está
votando mucha gente chanta que no es del centro”. Todavía persisten algunos
prejuicios sociales. Algunos del Centro se sienten ciudadanos de primera.
De los
más de ocho mil habitantes que viven en esa demarcación territorial, sólo votaron
para elegir a su delegado municipal 841 lo que equivale a un 20 por ciento de
los votantes.
Al final de la jornada
la planilla Morada que encabezó el profesor Noé Juárez Ortiz obtuvo 445
sufragios y la planilla blanca que representó Efraín Girón Fajardo sacó 337
votos y la planilla amarilla que encabezó Zoila Elena Solís Hernández obtuvo 39
votos. A esta última seguramente le afectó que la cambiaron de color. Además se
contabilizaron 20 votos nulos.
Para el 2016 salió
electo como delegado Facundo Flores Bello y en la elección que se llevó a cabo
el domingo 12 de febrero de este 2017 Alicia Castro Mondragón es la tercera
delegada de la súper colonia Centro.
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