Víctor
Cardona Galindo
Al
principio eran los mismos. Juan y Gabino Mesino anduvieron quince años con Toribio
Gómez en las guardias rurales. Los viejos recuerdan las escandalosas balaceras
que se dieron en Los Valles. Toribio andaba con su hijo Francisco Gómez y su
sobrino Severiano Galindo Iturio trabajando cuando se desató el tiroteo que se
escuchó en todo el pueblo. Atacaron hombres de otras comunidades y se lanzaron
contra Toribio que se escondió en un charco que se formaba de un escurrimiento
de agua, su gente fiel peleó y lo
defendió salvándole la vida.
Enriqueta Galindo Cabañas |
Años después Agustín Galindo Iturio, cuando estaba
borracho, se acordaba de esos acontecimientos diciendo: “Nosotros somos
bandidos, porque matamos, tangandam, tangandam” y hacía como si disparara con
un fusil. Eso valió para que a sus hijas les apodaran Las Tangandanes y Las Bandidas.
La primera
vez que le cayeron, entre otros, murió Margarito Mesino de El Camarón, su
cuerpo quedó enterrado “arribita”
de la parcela de la escuela, en el lugar conocido como El Mango de Amelio. Lo
sepultaron en un petate bajo la fronda. Con el tiempo ese árbol produjo unos
mangos tan sabrosos que incluso tiernos eran dulces.
Se
dice que Toribio mucho ayudaba a su familia, por eso en Los Valles todos tenían
que cuidarle la espalda y armó a todos sus sobrinos porque le mandaban
recaditos que le iban a caer. Por eso esa fue una balacera muy grande. Todos
los niños corrían a esconderse debajo de las camas. El combate fue en la parcela
que Toribio tenía cerca del Camposanto. El joven Francisco Gómez no se rajaba a
la hora de los balazos y Aurelio García Galindo también era valiente. Después
de la balacera llegó Juanita Galindo Gómez con un garrote a regañar a los
sobrinos por el escándalo, como no veía bien se andaba tropezando con los
cadáveres. Al tocar los cuerpos inertes se fue calladita para su casa.
La
segunda vez que le cayeron murió Gabino Mesino también de El Camarón. “Se oía
feo la balacera”. Toribio Gómez estaba pegando un alambre cuando le cayeron
varios armados. José Lezma le descargó una escopeta automática y luego le tiró
con la súper. Gabino Mesino le disparó con un cerrojo. Pero Toribio se dejó
caer en una barranca y entre la polvareda no le dieron y al contestar mató a
Gabino Mesino. Se comentaba que después el hombre fuerte de Los Valles le
lloraba “porque ese muchachito era bueno”, cuando se acordaba de Gabino. Se
dice que las cosas se calmaron cuando Benita Mesino se casó con Ángel Galindo
Cabañas.
En los
años cuarenta había muchos hombres armados de pistola, machete o puñal que con
gabán al hombro, siempre andaban dispuestos para quien les diera el gusto. En
este contexto emergió fuerte la figura de Toribio Gómez, era el encargado de
perseguir a los enemigos del reparto agrario, pero también fue el encargado de
limpiar la región de todos aquellos ex revolucionarios que nadie controlaba y
se paseaban por los pueblos armados y haciendo desmanes. Además también se
encargaba de la persecución de bandidos como El Garrobo de San Vicente de Benítez y la banda de Los Chiveros que
asolaba el Filo Mayor.
Llegó
el momento que los reservistas se dividieron, Crispín Ocampo que era jefe del
bajo ya no se llevaba con Toribio Gómez el jefe de la sierra. Se dice que Nicolás
Cabañas los quiso juntar pero no hizo mucho. Por eso el 15 de diciembre de 1943
estuvo en Atoyac el gobernador Rafael Catalán Calvo acompañado del Jefe de
Operaciones militares general Matías Ramos Santos, para unificar los bandos que
estaban divididos políticamente.
El
primero de enero de 1947 tomó posesión Toribio Gómez como presidente municipal
de Atoyac, pero por las intrigas que existían no logró terminar su periodo y
fue sustituido por Benjamín Luna Venegas.
Toribio
Gómez vestía elegantemente, a veces portaba una chamarra, con un sombrero
chiquito de tela gris o café. Con sus guayaberas blancas o cremitas, siempre de
manga larga y combinaba su vestimenta con pantalones beiges o grises. Bien vestido el señor, siempre montado en una mula
o caballo. Otros lo recuerdan con su traje de reservista, su pistola 45 fajada
por fuera y su rifle colgado en la espalda. “Era muy respetuoso y respetado el
señor”.
Fue
diputado federal suplente, tenía buenas influencias y siempre respetaba las
cosas del gobierno. Para demostrar el poder que tenía Toribio. Un buen día se
apareció el Secretario de la Defensa Nacional el general Matías Ramos. Se
estacionó frente al cuartel que estaba en la calle Aldama y pasó en pango para
El Ticuí donde ya lo esperaba su hijo Antonio Ramos. Fue a visitar el rancho
que hasta la fecha tienen los Ramos al norte de Boca de Arroyo y de regreso
durmió en la casa de Toribio Gómez que estaba ubicada en la calle Juan Álvarez
Norte.
Simón
Hipólito escribió que “Toribio Gómez echó abajo el sueño del presidente
Cárdenas de unificar geográficamente y políticamente la sierra de Atoyac;
comenzó a intrigar en los ejidos buscando su desunión, y así fue como muchos
ejidatarios de familias distintas se empezaron a eliminar entre si hasta casi
exterminarse”. Los habitantes de Los Tres Pasos no querían a Toribio Gómez
porque se opuso que se formara esa comunidad. Pero Elizabeth Flores Reynada los
defendió y donó los terrenos para que asentara ese pueblo donde todavía está.
A
mediados del siglo pasado otro conflicto acrecentaría el azoro de los atoyaquenses. El miércoles 8 de agosto de 1951 ocho
personas perdieron la vida en el camino del Arrayán entre Santo Domingo y Plan
del Carrizo. El Trópico del 31 de
agosto de 1951 publicaba: “Toribio Gómez, quien fue el que azuzó a sus
pistoleros para que terminasen con la familia Juárez, con quien tenían
rivalidades desde hace mucho tiempo, al disputarse el control de los
cafetaleros de la región”.
“Ocho
muertos y varios heridos, algunos de suma gravedad, fue el resultado de la
emboscada que dirigida intelectualmente por Toribio Gómez, señor de horca y
cuchillo en la región de Atoyac de Álvarez y llevada a cabo por su pistolero
principal Ricardo Reyes, el pasado miércoles en la tarde en el camino del Plan
del Molino a San Juan de las Flores del municipio de Atoyac”, informaba El Trópico 11 de agosto de 1951.
Los
Juárez tenían días que se habían dirigido a Chilpancingo para pedirle apoyo al
gobernador. Si revisamos la prensa de
ese tiempo se nota que el corresponsal
de El Trópico en Atoyac la traía
casada con Toribio. Porque lo vapuleaba cada vez que podía esta vez dice:
“Toribio, quien hace poco fue dado de baja como comandante de las fuerzas
rurales de esos lugares, por disposiciones del propio comandante de la 27 zona
militar, general Miguel Z. Martínez, debido a la mala conducta del mismo y que
hacía uso de la fuerza a su mando para obligar a los campesinos del rumbo a
firmar cartas de adhesión para determinado candidato a la Presidencia de la
República, mal interpretó el viaje de los Juárez a Chilpancingo, creyendo que
iban a influir en su contra, por lo que desde ese momento, firmó la sentencia
de muerte para los mismos, pero como los Juárez, eran hombres decididos y
valientes, optó por matarlos a traición, preparando para el caso una emboscada,
en donde estaba seguro que morirían todos, pues que no podrían defenderse,
tanto por la topografía del terreno en donde fueron asaltados, como por la
desigualdad de las armas. La muerte fue encomendada a Ricardo Reyes, que murió
defendiendo los intereses de su jefe… Se dirigían a su casa, después de haber
trabajado… por el camino del Plan de los Molinos rumbo a San Juan de las
Flores, como a las tres de la tarde, cuando de repente, de una curva del
camino, le fue hecha una descarga de fusilería por un grupo de 10 o 12 hombres,
conocidos todos como pistoleros a las órdenes de Toribio Gómez… asesinaban a
los tres Juárez Godoy. Estos por su parte se defendieron heroicamente, con las
escasas armas que portaban, habiendo dado muerte al jefe de la gavilla Ricardo
Reyes y a otros bandidos”.
“En el
campo de masacre, quedaban muertos, a parte de Ricardo Reyes, Eduardo,
Albertano y Prisco Juárez Godoy, hijos de don Eduardo Juárez, muriendo al
siguiente día, el propio padre de los primeros y de Rogelio, Alfredo y José
Juárez”. Los Juárez eran originarios de El Ticuí.
“Toribio Gómez al grito de ¡Viva Henríquez! y
al frente de algunos se sus secuaces, se ha dedicado a alterar el orden en toda
la sierra de Atoyac”, agrega El Trópico el 11 de agosto de 1951.
Ya en
la década de los setentas de los excombatientes vidalistas salieron muchos
revolucionarios que apoyaron a Lucio Cabañas y al movimiento cívico. Muestra de
ellos son Regino Rosales de la Rosa y Juan Mata Severiano, Patronilo Castro
Hernández, Alfonso Cedeño Galicia, El
güero Cedeño y Antonio Onofre Barrientos. Estos tres últimos fueron los
primeros que se fueron con Lucio a la guerrilla. Pero también del movimiento
vidalista salieron los caciques como Toribio Gómez, Crispín Ocampo y Pedro
Cabañas.
Una
vez que comenzó a operar la guerrilla del Partido de los Pobres y su Brigada
Campesina de Ajusticiamiento, Toribio Gómez Pino fue sentenciado a muerte. Sin
embargo la acción nunca se concretó, porque Lucio no dejó que ninguna comisión
saliera a ajusticiarlo, “Yo voy a ir personalmente cuando le demos sus balazos
a ese bribón”, decía.
El
guerrillero acusaba en sus discursos a Toribio Gómez de trabajar para los
militares, igual a Juan Ponce y Enrique Juárez, que si fueron ajusticiados.
“Entonces
Toribio, fue a San Juan, habló con la gente a decirle que formaran grupo armado
para perseguir a Lucio Cabañas y fue a Río Chiquito también a hacer asamblea
para que persiguieran a Lucio Cabañas… Nosotros le estamos dando oportunidad a
don Toribio que se arregle porque es pobre, aunque todo el tiempo tiene
enemigos”.
El
gobierno, “por toda la sierra sembró de traidores. Puso a Toribio Gómez en un
punto, puso a otros individuos de espías en otros puntos, y puso a infinidad de
gentes de traidores. Incluso a Juan Ponce lo puso de vigilante y traía guachos
aquí a La Pedregosa. También a Enrique Juárez lo puso de espía allá en San Juan…
Llevamos ocho ajusticiados, pero nos falta Toribio Gómez. Toribio Gómez seguido
nos ha echado los soldados y nos falta. Y yo creo que es el único que nos
queda”, dijo Lucio en una reunión en La Pedregosa.
En
otras de las grabaciones que Lucio hizo en la sierra se escucha “supieron que
en Los Valles teníamos la emboscada, y dicen que ya iban según llegó la
información ahorita; que ese día que estábamos en la emboscada, está una vuelta
así a la salida de Los Valles, entonces ahí en la vuelta estábamos nosotros,
los guachos ya iban a asomar desde donde los íbamos a ver, cuando llegó
corriendo Acacio, el hijo de Toribio Gómez, y les dijo: párense ahí está la
emboscada; entonces los guachos se regresaron y se tendieron por el camino que
va para El Porvenir, por acá se tendieron y pensaban que amaneciera para
avanzar sobre la emboscada. Bueno, pero no fueron ni al otro día, al tercer día
fueron y encontraron todo el rastrerío que habíamos dejado nosotros”.
Se
sabía que el gobierno le había prometido a Toribio meterle la carretera hasta
la tranca de su huerta si entregaba a Lucio. Muchos dicen que Lucio no mató a
Toribio porque ingresó a la guerrilla en El Porvenir su nieto Isaías Martínez
Gómez.
De la
guerrilla quedó una anécdota que recoge Arturo Gallegos en su libro La Guerrilla en Guerrero: “Por el cerro
de La Patacua. Cuando la columna insurgente cruzaba la vereda en fila india,
uno de los últimos en pasar fue Julián
(Carlos Ceballos), quien se encontró a un campesino que por mera casualidad
pasaba por el lugar. El camarada muy cortés le empezó a tirar el rollo al
‘campe’ y encontró mucha receptividad de su parte; pero otro de los
guerrilleros lo identificó como el delator Toribio Gómez y corrió a dar aviso a
la parte de adelante donde iban compañeros de la dirección de la Brigada. Al
enterarse de quien era el personaje dieron órdenes de precisas de ejecutarlo
ahí mismo, ya que éste sujeto, junto con José Benítez… era uno de los buscados
por la Brigada (…) En cuestión de minutos todo el mundo se puso en movimiento y
llegó al final de la fila donde Toribio y Julián estaban platicando. Poco
después se encontraron con éste muy satisfecho de la charla que habían tenido
con el campesino; cuando le preguntaron acerca del paradero de su interlocutor,
Julián contestó: -el compañero ya se
fue y tomó el camino hacia abajo… Los guerrilleros abrieron un abanico para
copar a Toribio, pero todo fue inútil; este ya había librado el cerco y sólo
encontraron pedazos de camisa en las alambradas por las que había pasado”.
Después
de la muerte de Lucio Cabañas el Ejército tomó Los Valles, degradó y desarmó a
Toribio Gómez y a su gente. Como peligraba su vida abandonó el pueblo y se
refugió unos días en la Y griega con la familia Pino y después se fue para San
Jerónimo de Juárez con Nico Cabañas.
Finalmente
Toribio Gómez murió en Acapulco a los 96 años de edad el 28 de mayo de 1987,
está sepultado en el panteón municipal de Las Cruces.