miércoles, 4 de junio de 2025

Uno de los grandes caciques de Atoyac

Víctor Cardona Galindo 

El poeta y líder político Crispín Ocampo Bello nació en Corral Falso municipio de Atoyac, el 25 de octubre de 1902, falleció de un infarto en la Ciudad de México a los 79 años y está sepultado en el panteón de Dolores. Fue fundador del ejido de Corral Falso en 1931 y comisariado ejidal por más de 15 años, entró en 1934 y dejó el cargo hasta 1949.

Fue un cacique muy poderoso, porque además era comandante de la Reservas Rurales desde Petatlán hasta Pie de la Cuesta. Fue suplente del líder agrario Feliciano Radilla, por eso llegó a ser diputado federal por la Costa Grande y diputado local por el IX Distrito en la XXXIV legislatura del estado.

Crispín nació en Corral Falso pero sus raíces fueron de Técpan y Santa María. Era hijo de Pedro Ocampo Sevilla de Corral Falso y de Francisca Bello Radilla de Técpan de Galeana. Tuvo como hermanos a: Regino, Petra, Librado, Prócoro, Elena, Paula y Bartolomé. Comenzó sus andanzas políticas muy joven, en 1922 fue comisario de Corral Falso por primera vez.

Se casó en los Estados Unidos con la señora Severiana González, al enviudar, su segundo matrimonio fue con Josefina Pinzón Salas del Primer Arenal con ella procreó a: Crispín, Rosa y Gloria, ésta última vive en la ciudad de México. Las hijas de su primer matrimonio: María de los Ángeles y Elena Ocampo González viven en San Diego California.

Crispín era alegre y buen músico compuso una canción titulada: “Arroz con pezcao” y le trovó un hermoso poema a Técpan de Galeana. Incluso llegó a grabar un disco. Era gordo, blanco y muy preparado. Militó en el Partido Comunista Mexicano, incluso recibía revistas de la Unión Soviética, pero más tarde se cambió al PRI. Trabajó muchos años en la Ciudad de México en la central campesina de ese partido. Crispín expropió más de 100 hectáreas de tierras a la familia Nogueda y las repartió de una hectárea a quien no tenía parcela.

Su casa de la Ciudad de México era donde llegaba la gente que iba a curarse. Al principio trabajó muy bien e hizo obras para el pueblo, pero su gente se le salió de control y formó la banda conocida como Los Pachucos, que hizo mucho daño en los alrededores. Sólo escuchar el nombre de la banda causaban terror.

Crispín imponía a los comisarios municipales que quería, controlaba el correo, el telégrafo y el teléfono que se instaló en 1940 en esa comunidad. En Corral Falso se tenía la creencia que cuando Crispín Ocampo salía a tocar el violín al corredor de su casa, ubicada en la calle principal, era una orden para que Los Pachucos salieran a matar.

Cuando tocaba vinuetes, se escuchaba en todo el pueblo y la gente comentaba con asombro: ¿Quién se irá a morir?

De acuerdo con los datos de Marcial Calderón Godoy, don Crispín Ocampo era de tez blanca, cabello ondulado, ojos cafés claros; de 1.78 metros de estatura, fornido; sobresalía entre la gente costeña por su buen porte que, al decir de los que lo conocieron y trataron, parecía un gringo. Usaba chamarra, chaquetín y botas tipo militar… el overol (overall) clásico en los trabajadores obreros y agrícolas estadounidenses; fue autodidacta. A pesar de las limitaciones educativas de su época, cultivó la poesía y la música, aprendiendo a tocar varios instrumentos musicales como el acordeón, la guitarra, el violín y la mandolina.

Fue amigo de otros líderes agraristas como Florentino Gallardo de Zacualpan, Gregorio Sarabia de El Humo, los Zamora de Hacienda de Cabañas. Estaba emparentado con los Cabañas de San Vicente de Benítez, la señora Pascuala Ocampo Ríos esposa del coronel agrarista Pedro Cabañas Macedo era su prima.

Fue a principios de 1937 cuando se organizó el Noveno Batallón del cuerpo de Defensas Rurales (Reservistas), por el mayor del Ejército Alberto Orbe Domínguez quien nombró comandante de la primera compañía a Toribio Gómez Pino y días más tarde el general Joaquín de la Peña nombraría a Crispín Ocampo comandante de la segunda compañía.

Un hecho muy sonado fue el pleito que sostuvieron los líderes Reservistas contra la familia Cortés de Cacalutla. Se dice que Raymundo, Agripino, Francisco e Isidro Cortés querían deshacer la colonia agrícola Juan R. Escudero y formar una defensa armada que actuara a su favor.

Al salir electo como presidente municipal de Atoyac Isidro Cortés García, quien tomó posesión el primero de enero de 1937, Crispín Ocampo y Toribio Gómez se unieron con el comercio local y llevaron a cabo un mitin frente a la casa del profesor Modesto Alarcón, acto que estuvo dirigido por Canuto Nogueda Radilla. “Los manifestantes intentaban poner a Rosendo Galeana Lluck como presidente municipal”, dice Wilfrido Fierro Armenta en la Monografía de Atoyac. No lograron su objetivo Isidro Cortés siguió en la alcaldía.

El 3 de abril de 1937 la policía de Cortés asesinó a Arnulfo Vargas comandante de las reservas rurales. Debido a este hecho los jefes reservistas Toribio Gómez y Crispín Ocampo se movilizaron para poner sitio al Palacio Municipal, pero el Ejército intervino salvando al presidente municipal, después el gobernador lo destituyó nombrando en su lugar a Feliciano Fierro.

Isidro Cortés García al ser depuesto fue detenido en el Palacio Municipal por fuerzas federales después de ser balaceado por fuerzas reservistas en la sierra en abril de 1937. El gobierno del estado argumentó que lo depuso por haber cometido delitos del orden común.

Con la deposición del presidente las cosas no terminaron. Las intrigas continuaron por eso el 7 de junio de 1938 los reservistas al mando de Toribio Gómez y Crispín Ocampo atacaron en Cacalutla a la familia Cortés donde murieron Raymundo, Francisco y Antonio Cortés García.

Doña Ceferina Pino recordaba que los reservistas de Toribio Gómez se unieron con los de Tenexpa, Nuxco y El Quemado para atacar a Isidro Cortés en Cacalutla. “Las casas de ese pueblo eran de palapa y murieron en ese ataque Mundo, Celerino y Francisco. Isidro Cortés se salió vestido de mujer. Culparon de los hechos al líder agrarista Feliciano Radilla por eso tuvo que salir a la ciudad de México después del ataque”.

Crispín Ocampo fue revolucionario agrarista, peleó al lado de Valente de la Cruz Alamar y de Feliciano Radilla Ruiz por eso al convertirse en diputado federal, este último, se lo llevó como suplente.

Cuando Feliciano era candidato a senador fue asesinado, el 8 de febrero de 1940, por el sicario Antonio Nogueda, en el hotel México, de la ciudad de Chilpancingo. El asesino actúo por órdenes del gobernador Alberto F. Berber, quien estaba a favor de los terratenientes y era enemigo declarado del agrarismo.

Al morir Feliciano, Crispín Ocampo fue diputado federal. Los Nogueda también se la tenían sentenciada a Crispín porque repartió las tierras del general Santiago Nogueda Radilla, él mismo se quedó con una parte de esas tierras, con la huerta del general. Las cosas fueron a la brava. Perfecto Nogueda tenía un destacamento de soldados en su casa, la gente de Crispín los atacó y le mató tres soldados. Entonces se vino el reparto de tierra.

Crispín Ocampo era muy amigo de Elio Ceja el jefe de correos en Atoyac. Tenía una gran amistad con Nabor Ojeda Caballero y con el difunto gobernador Caritino Maldonado Pérez.

En los tiempos de Crispín cuando alguien quería vivir en Corral Falso se les investigaba y se llamaba a una asamblea. El cacique tuvo la idea de alinear al pueblo. A los que estaban atravesados les quitaba las casitas y les daba terrenos en la parte de atrás. Tenía muchos enemigos, pero también mucha gente que lo quería.

Fue un maestro para sus hijos y para sus sobrinos, a quienes les decía que saludaran a todos y sin importar que la gente nos les hablara, ellos deberían ser amables. “A mal tiempo buena cara”. Dejen que les digan.

“En Atoyac era oficial del registro civil Gregorio Sarabia, cuando un hombre llegó y en el escritorio colocó una pistola súper que se veía azul. Traía una camisa guayabera manga larga blanquísima. Era Crispín Ocampo el hombre fuerte del bajo”, así los recodaba don Alberto Nava.

Marcial Calderón Godoy, escribió un texto que le denominó: “El cuche del gobierno”.

“Por el año de 1945, siendo el presidente de México el General Manuel Ávila Camacho, según lo que me narraron o relataron los señores Donaciano Patiño y Bartolomé Calderón Godoy, respetables ciudadanos de esta localidad, el comisario ejidal, Don Crispín B. Ocampo, convocó a los ejidatarios de Corral Falso a una asamblea general, para tratar entre otros asuntos del orden del día, la donación por parte del gobierno federal, de un ejemplar porcino para el mejoramiento de la cría de cerdos para la comunidad haciendo que el pueblo se comprometiera en su manutención y cuidado, siendo aceptada por la mayoría de los asistentes. Narran estas personas que el puerco en cuestión era grande, impresionante por su estatura y corpulencia de la raza “jersey” de un color rosado. Así que a éste marrano lo cuidaba y atendía el propietario de la marrana con la que se quería mejorar su cría, y así sucesivamente, a este porcino la gente lo conocía como “el cuche del gobierno”, pues cuando éste quería comer, la gente que tenía en la calle asoleando coco se lo daba para que comiera, en ocasiones entraba a las casas y derribaba el tambo del nixcome, nadie podía correrlo o ahuyentarlo so pena de que alguien lo denunciará con las autoridades de pueblo, por eso mejor lo dejaban que comiera hasta saciarse y así evitarse los problemas que tendrían que enfrentarse en caso de un maltrato al llamado Cuche del gobierno.

Hubo personas que se turnaron tantas veces que puede ser que en la actualidad aún se puedan conservar algunos ejemplares en Corral Falso, Boca de Arroyo y el Cerrito”.

martes, 3 de junio de 2025

A Técpan de Galeana

Poema de Crispín Ocampo Bello

 

Ya amarillean las espigas
de la cruz hasta badén
los campesinos se ven
llevan bejucos y vigas
del arroyo la botija
para hacer un batalán
en la isla de Tetitlán
unos llevan su machete
otras tarecua y tranchete
a La Vinata y al plan.
¡Qué hermoso se ve el tular!
todo de verdes colores
patales con muchas flores
de la laguna hasta el mar
se ven palomas volar
las garzas en espirales
zanates y tinguiliches
las parvadas de pichiches
zarcetas y patos reales.

Qué alegre está el caserío
batalanes y enramadas
es un pueblo en la cañada
del tamarindo hasta el río
parece feria del gentío
unos vienen otros van
con chiquihuites de pan
bandejas de arroz con leche
conejos en escabeche
y gallinas en pipian.

Qué sabrosa es la comida
a la sombra de un timuche
arroz frito con cuche
con chilitos a mordidas
de mi mente no se olvidan
las tirinches de empanadas
las cazuelas de enchiladas
queso y arroz con pescao
los buñuelos con melao
las chicayomas asadas.

¡Que exquisito es el pozole!
en la tierra de Galeana
los huevitos de la iguana
las camaguas en atole
los nejos con queso y mole
empanadas de camote
camarones con elote
del arroyo del Juquiaque
los chorizos con tomate
nacatamales grandotes.

Las papayas del cerrito
plátanos de Tetitlán
las panochas de coatán
los nanches y los pericos
del cerro que huele a chicos
como mangos del metate
el mamey, el aguacate
toronjas de san miguel
de las ramas de un cajel
en mi hamaca de soyate.

Las guayabas de la playa
ciruelas dulces del Súchil
los icacos y guamuches
y los robalos en talla
de arriba de la canoa
y yo sentado en la proa
en la boca de la barra
con una alegre guitarra
cantándole a Papanoa.

Mi canto lo lleva el viento
henchido de cosas bellas
la luna, el sol y las estrellas
atado en el firmamento 
se llevan mi pensamiento
hasta la tierra que añoro
que por ella canto y lloro
a los tiempos que ya pasaron
que muy pronto se olvidaron
con el alma lo deploro.

Esos tiempos de añoranzas
ya pasaron a la historia
nunca olvida mi memoria
a San Bartolo y sus danzas
esto es digno de alabanzas
el palenque y el fandango
todo se perdió en el fango
ni mi pueblo está completo
ya no encuentro a mamaleto
ni tampoco al “güero lango”.